Para atraer a las almas a la Tradición Católica, es necesario que aquellos soldados dentro del “movimiento tradicional” incrementen sus esfuerzos para imitar el estilo apostólico de San Francisco de Sales basado en la humildad hacia Dios y en la bondad hacia el prójimo.
Desafortunadamente, existen no pocos
tradicionalistas que exhiben un comportamiento que es duro, ácido y severo, que
ahuyenta a las almas de la Tradición. Por ejemplo, me contaron que algunas
monjas apegadas a la Misa Tridentina fueron muy críticas de las conversaciones
de su ex-priora, porque ella mostraba una actitud misericordiosa cuando hablaba
con los pecadores. La verdadera misericordia no es la de los Modernistas,
aquellos que justifican los actos pecaminosos, sino más bien la de aquellos
verdaderos seguidores de Jesucristo, como San Francisco de Sales y San Leopoldo
Mandic, quienes con dulce bondad lograron convencer almas a poner fin a sus
apegos al pecado y reconciliarse con Dios. Si hubieran utilizado formas severas
de tratar con estas almas de una manera poco caritativa, habrían tenido grandes
dificultades para convertirlos.
El espíritu
de bondad viene
de Dios mismo. El alma que ama a Dios, ama también a todos los que son amados por Dios. Y entonces él con
mucho gusto busca
a todos
aquellos que necesitan socorro, consuelo, y elevación espiritual, en la
medida de lo posible. San Francisco de Sales dice: “La humildad apacible es la virtud de las virtudes que Dios encomendó a nosotros tanto; porque tenemos que practicarla siempre y en todas partes”.
Esta bondad necesita ser puesta en
práctica, especialmente con los pobres, aquellos que ordinariamente, porque son
pobres, son tratados duramente por los hombres. Necesita ser puesta en práctica
también con los que están enfermos, aquellos que padecen de enfermedades, y
están en su mayor parte no muy ayudados por otros. De manera especial esta
bondad debe ser puesta en práctica en los encuentros con nuestros enemigos.
“Vencer el mal con el bien” (Romanos 12:21). El odio debe ser conquistado por
el amor, y la persecución con la bondad. Esto es lo que los santos han hecho
siempre. No hay nada que edifique un vecino más que tratarlo con amabilidad
verdaderamente caritativa. Los santos tenían continuamente una sonrisa en sus
labios, y su rostro respiraba bondad en sus palabras y acciones.
El Superior debería utilizar tanta amabilidad
como sea posible con aquellos que se le han encomendado. San Vicente de Paúl
solía decir que no hay mejor manera de ser obedecido que mediante el uso de la
bondad. Incluso en señalar los defectos, el Superior debería utilizar palabras
amables. Una manera de reprender a alguien es hacerlo muy fuertemente; la otra
forma es reprender con dureza. Hay momentos en que uno tiene que reprender a
alguien enérgicamente, cuando el pecado es grave y especialmente cuando el
pecado es habitual. Pero uno debe evitar reprender con dureza e ira, porque
quien reprende con ira hace más daño que bien. Si en alguna rara ocasión,
pudiera ser necesario el uso de un lenguaje duro para hacer a la persona
entender la gravedad de su pecado, al final es necesario dejarlo con “buen
sabor de boca “, con unas palabras de bondad. Y cuando sucede que la persona
que tiene que ser corregida se enoja, uno tiene que parar la conversación por
un momento y esperar a que la ira de la persona disminuya. De lo contrario, se
tornará más y más irritada y ofendida.
Oh, ¡cuánto más podemos lograr con bondad que
con amargura! La afabilidad, el amor y la humildad: estos son los que capturan
los corazones de los hombres.
[Fuente: Cordialiter, en Italiano. Traducción de Rorate - Traducción española por
Eduardo Alfaro, Artículo
original, Posteado por Richard Cipolla].
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3 comentarios:
Enhorabuena por este artículo. Es muy necesario.
El tradicionalismo de internet está amargado por el espíritu de controversia.
Pero hay mundo más allá de internet.
El argumento del artículo es llevar a la gente a la "Tradición" mediante la humildad y las buenas formas. Un católico no tiene que llevar a nadie al tradicionalismo, al neoconismo o al progresismo. Eso es puro voluntarismo, pelagianismo. El católico sí ha de llevar a Cristo a los demás, siendo la conversión obra de la gracia, y la obra o la palabra de un fiel (movido por Dios) puede ser la gracia externa que "convierta" a un pecador. Pero eso de "llevar" a la gente a la "Tradición", es decir, al "tradicionalismo" es hacer proselitismo. Algo innecesario y algo meramente humano y sectario.
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