Wanderer ha publicado una entrada de Natalia Sanmartin Fenollera, autora de El despertar de la señorita Prim. La entrada es muy buena y nos recuerda una gran verdad que es preciso reconocer: no somos como los cristianos que nos precedieron. Somos hijos de nuestro tiempo, permeables a los defectos propios del espíritu de época, que se agregan a nuestras deficiencias personales.
Con ocasión de este post del Caminante, unos amigos han hecho el sano ejercicio de reírse de sí
mismos. Y en esta iconoclasia, imaginaron cómo podría (dis)funcionar una
aldea creada por un grupo de tradis de hoy en torno a su capellán.
He aquí el diálogo:
- J.: Si juntas a un grupo de neotradis en una aldea
perdida, con el capellán, me parece divertido pensar el resultado.
- M.: Algo así como las brujas de Salem pero a lo
católico.
- J.: Primero, tendrán que decidir si el capellán es lo
suficientemente ortodoxo, prudente, santo, guapo, esbelto. Esa será la primera
crisis.
- M.: O la letra escarlata.
- J.: Después de la selección, lo más posible que el
capellán esté chalado, o sea un charlatán. Después de ello comenzarían las
intrigas sobre las homilías.
- J.: En otro orden de cosas, la taberna que se describe
en el artículo es poco realista. En las tabernas hay gritos, no conversaciones.
Creo que acabaría siendo cerrada, e intuyo que el alcohol prohibido, pues
fomentaba el intercambio de opiniones.
- J.: La siguiente crisis sería sobre la cuestión
política, estableciéndose una sana competición sobre quién es más integro,
ortodoxo, monárquico, legitimista o sobre ascendencia nobiliaria (falsa en la
mayoría de los casos).
- M.: Yo creo que se acababa todo cuando se diera el
primer ataque de apendicitis o similar.
- J.: En todo caso, la imagen de fondo del artículo me
interesa. Una imagen no muy distinta de lo que se vivía en muchos pueblos de
Europa hasta bien entrada la modernidad. Sin embargo, no creo que esto fuese el
ideal de muchas mentalidades neotradi-puritanas, que no deja de ser otra
deformación moderna del catolicismo.
- M.: En efecto.
- E.: Habrá tres grupos: uno, el radical, que declarará
vacante la capellanía porque el número de botones de la sotana no es el debido;
otro, que iniciará una campaña de resistencia dura, para que Williamson ordene
a tres nuevos capellanes; y por último, los que quieran canonizar en vida al
capellán y excomulgar a los disidentes.
- M.: Yo digo que no llegan a eso. Se pelean antes por
quien nombra patrono del pueblo y se den cuenta que para hacerlo tienen que
votar.
- E.: Por supuesto, nada de sufragio igualitario,
que sea por corporaciones, aunque estas sean unipersonales, pues nunca habrá ni tres
tradis dispuestos a coincidir en una corporación.
- J.: Bueno, E., siempre habrá algún cura con fama de
santo -y naturalmente testigo de portentosas visiones, que se disponga a
celebrar misas en comedores domésticos y otras estancias tan del gusto de la
resistencia ante los lobos disfrazados de ovejas. Fundamental el altar junto a
una persiana de los 70 para que se vea bien lo familiar e íntimo del asunto.
Sin olvidar que, debido a la abundancia de tiempo libre,
cada uno de estos grupos crearía su correspondiente portal en internet para
dejar al descubierto las deficiencias morales y escándalos de los co-sodales.
- M.: Luego discutirán sobre la fecha del aviso y todo
eso. Las videntes del pueblo serán una parte importante a tener en cuenta.
- J.: Y los no-aparicionistas serán despeñados por el
acantilado entre gritos de júbilo.
5 comentarios:
Si nos sabemos reir de nosotros mismos, siempre será buena señal!!! Con mis amigos feligreses no dejamos de hacerlo
El pueblo tradi sería como cualquier otro que encontremos en nuestra América. Sus restaurantes en medio del camino, plazas con adolescentes ociosos, bares con ancianos alocholicos jugando a los dados el dia entero... y quizás hasta un escondido burdel, y sin embargo...
Habría un concepto de moral pública, que de un modo u otro repercutiría en la moral privada, aun limitándose al respeto de lo ajeno y la contención de los impulsos, hábitos que se presuponen a cualquier cristiano. Aquello que progres y puritanos llaman "hipocresia" o "doble estandar" es un principio básico que guió la sociedad cristiana: el respeto a la vida privada, pues la potestad pública regula aquello que afecta a la comunidad, generando un ambiente social que mueva a la virtud, pero sin decretarla a punta de fusil. La intromisión en la vida familiar y en la casa -excepcióin de la lucha contra la herejia- es propio de la mentalidad puritana y revolucionaria.
Y en lo relativo al clero, el donatismo el herejia y se acabó. A aguantar el cura que nos de los sacramentos y la doctrina.
Es verdad, con neotradis es todo más difícil, pero con tradis que no son neos, de hecho, funciona bastante bien.
Se necesita practicar la paciencia y la caridad mucho más que en la gran ciudad donde a los afines se los ve una vez a la semana y la vida real no es exactamente como en la novela; pero en todo caso son causas de ejercicios de perfeccionamiento personal.
Lagarto Desdentado.
El Motu Propio trajo al escenario una buena cantidad de neotradis a los que les faltan diez o quince años más de horno. A diferencia de los hijos de los tradis que nacen en un ambiente tradi, los neos van poco a poco quitándose viejas y malas adhesiones.
Cada uno con su periplo. No pasa nada.
Tradi.
No hay que ser como los troskos.-
Un trosko no negocia, tiene sus principios y luego la realidad existe o no de acuerdo a ellos, y ésto último es irrelevante.-
“Un trosko que está de acuerdo, más que trosko es bonapartista”. Estar de acuerdo con otro es síntoma de claudicación, una agachada imperdonable. Un trosko se junta con los camaradas a debatir la realidad social, pero sabe en el fondo que ese camarada es un potencial traidor, puesto que los vicios pequeño burgueses tientan a los militantes débiles.-
Los tradis fundadores probablemente nunca vivieron la realidad como indica Natalia Sanmartin en el artículo jaja
Esas mentes que tienen tantos problemas son el fruto de la perdida de autoridad politica-religiosa-familiar que se vivio en los ultimos tiempos.
Son las almas que en el decir de Aristoteles, estan destinadas a obedecer, por lo tanto, cuando tienen que mandar o decidir, hacen estragos.
Aristoteles dixit, no me lapiden, sed verum'st
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