Segunda y última glosa al artículo de Fernando Ocáriz.
La interpretación de las enseñanzas
[1] La unidad de la Iglesia y la unidad en la fe son inseparables, y esto comporta también la unidad del Magisterio de la Iglesia en todo tiempo en cuanto intérprete auténtico de la Revelación divina transmitida por la Sagrada Escritura y por la Tradición. Ello significa, entre otras cosas, que una característica esencial del Magisterio es su continuidad y homogeneidad en el tiempo. La continuidad no significa ausencia de desarrollo; la Iglesia, a lo largo de los siglos, progresa en el conocimiento, en la profundización y en la consiguiente enseñanza magisterial de la fe y moral católica.
Dicho así, en general, no es algo controvertido. En cuanto al progreso magisterial cabe preguntarse si se trata de un progreso necesario y lineal.
[2] En el Concilio Vaticano II hubo varias novedades de orden doctrinal: sobre la sacramentalidad del episcopado, sobre la colegialidad episcopal, sobre la libertad religiosa, etc. Si bien ante las novedades en materias relativas a la fe o a la moral no propuestas con acto definitivo es debido el religioso asentimiento de la voluntad y de la inteligencia, algunas de ellas fueron y siguen siendo objeto de controversias sobre su continuidad con el Magisterio precedente, o bien sobre su compatibilidad con la Tradición.
El argumento parece circular o revela voluntarismo: ¿cómo es posible que la inteligencia iluminada por la fe asienta pacíficamente a unas proposiciones no infalibles que juzga incompatibles con la Tradición ?
[3] Frente a las dificultades que pueden encontrarse para entender la continuidad de algunas enseñanzas conciliares con la Tradición , la actitud católica, teniendo en cuenta la unidad del Magisterio, es la de buscar una interpretación unitaria en la que los textos del Concilio Vaticano II y los documentos magisteriales precedentes se iluminen recíprocamente. No sólo hay que interpretar el Vaticano II a la luz de documentos magisteriales precedentes, sino que también algunos de éstos se comprenden mejor a la luz del Vaticano II.
Ciertamente la actitud católica es buscar de manera honesta y rigurosa una interpretación unitaria, que procure la armonía y no el conflicto dialéctico. Pero a esta altura de los acontecimientos, sería bueno que se dijera si estamos ante una expresión de deseos o frente al resultado concreto de las conversaciones doctrinales con la FSSPX. ¿Se ha logrado, por ejemplo, iluminar el magisterio antiliberal de los siglos XVIII y XIX con la luz del Vaticano II?
[4] Ello no representa ninguna novedad en la historia de la Iglesia. Recuérdese , por ejemplo, que nociones importantes en la formulación de la fe trinitaria y cristológica (hypóstasis, ousía) empleadas en el Concilio I de Nicea se precisaron mucho en su significado por los Concilios posteriores.
Este párrafo implica el reconocimiento del fracaso de la finalidad pastoral del Vaticano II tal como la expresó Juan XXIII. Si el último concilio fue la respuesta a la necesidad de que toda la doctrina cristiana fuera expuesta de manera actualizada para una más plena instrucción de los fieles, lo que hoy puede apreciarse es el resultado contrario: la degradación de lo que antaño fue una pacífica posesión de la doctrina católica.
[5] La interpretación de las novedades enseñadas por el Vaticano II debe por ello rechazar, como dijo Benedicto XVI, la hermenéutica de la discontinuidad respecto a la Tradición , mientras que debe afirmar la hermenéutica de la reforma, de la renovación en la continuidad (Discurso, 22-XII-2005). Se trata de novedades en el sentido de que explicitan aspectos nuevos, hasta ese momento no formulados aún por el Magisterio, pero que no contradicen a nivel doctrinal los documentos magisteriales precedentes, si bien en algunos casos –por ejemplo, sobre la libertad religiosa– comporten también consecuencias muy distintas a nivel de las decisiones históricas sobre las aplicaciones jurídico-políticas, vistos los cambios en las condiciones históricas y sociales.
Nos tememos que la expresión “hermenéutica de la continuidad” terminará por convertirse en una fórmula mágica. Hacer hermenéutica es interpretar, tarea para la que existen ciertas reglas, una de las cuales es establecer y respetar el texto auténtico. Pero lo que todo intérprete sincero del Vaticano II puede llegar a preguntarse, ante determinados pasajes, es si basta con interpretarlos o es necesario reformarlos; y si es honesto llamar interpretación a lo que en realidad es una reforma o reescritura que se busca disimular.
[6] Una interpretación auténtica de los textos conciliares puede realizarse sólo por el propio Magisterio de la Iglesia. Por ello en la labor teológica de interpretación de las partes que, en los textos conciliares, susciten interrogantes y parezcan presentar dificultades, es preciso sobre todo tener en cuenta el sentido según el cual las intervenciones magisteriales sucesivas hayan entendido tales partes.
El principio es correcto. De hecho, es cierto que algunos tradicionalistas no han actualizado sus críticas y que no faltan quienes hacen del para-concilio de los peritos el equivalente de una interpretación magisterial auténtica, lo que complica aún más el debate sobre el concilio mismo. Claro que respecto de este para-concilio de los peritos, sería bueno escuchar un sincero mea culpa episcopal y de la curia romana, porque han sido co-responsables de esta falsificación, que además continúa vigente y operativa (basta dar un paseo virtual por religiondigital o uno real por tantas iglesias particulares). Un pedido de perdón que tendría menor complejidad histórica y teológica que las versiones juanpablistas, aunque sería muy irritante para la progresía eclesial.
[7] En cualquier caso, siguen siendo espacios legítimos de libertad teológica para explicar de uno u otro modo la no contradicción con la Tradición de algunas formulaciones presentes en los textos conciliares y, por ello, para explicar el significado mismo de algunas expresiones contenidas en esas partes.
Aquí se percibe la reaparición de la infalibilización implícita de todo el Vaticano II. Si la libertad del teólogo es legítima sólo para explicar la no contradicción con la Tradición , es una libertad unidireccional: se trata de buscar argumentos para probar una conclusión preestablecida, que es la siguiente: el Concilio está inmune de error. Y porque está inmunizado contra el error no puede ser contradictorio con la Tradición en ninguna de sus partes.
[8] Al respecto, no parece finalmente superfluo tener presente que ha pasado casi medio siglo desde la conclusión del Concilio Vaticano II, y que en estas décadas se han sucedido cuatro Romanos Pontífices en la cátedra de Pedro. Examinando el Magisterio de estos Papas y la correspondiente adhesión del Episcopado a él, una eventual situación de dificultad debería transformarse en serena y gozosa adhesión al Magisterio, intérprete auténtico de la doctrina de la fe. Esto debería ser posible y deseable aunque permanecieran aspectos racionalmente no comprendidos del todo, dejando abiertos en cualquier caso los legítimos espacios de libertad teológica para una labor de profundización siempre oportuna.
De un teólogo profesional se esperarían argumentos de mayor calado. Tal vez los haya dado en las conversaciones doctrinales cuyo contenido permanece secreto. Después de casi medio siglo, los teólogos podrían aportar una respuesta concreta y consistente a las objeciones más importantes ya formuladas a los textos conciliares, aunque no fuera exhaustiva. En lo que toca al Magisterio, podría resolver definitivamente las controversias mediante el carisma de la infalibilidad.
Como ha escrito Benedicto XVI recientemente, “los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado” (Motu propio Porta fidei, n. 4).
Yo sólo voy a decir esta vez que para la correcta hermeneútica del texto conciliar hacer falta saber latín y hacerl la lectura hermeneútica en el lenguaje oficial con el que fue promulgado, porque si no pueden ocurrir cosas tan curiosas como las que proximamente voy a relatar en mi blog sobre el "obsequium" y no sólo en el Concilio sino en algún otro texto de los citados por Ocáriz no vaya a pasar otra vez como el famoso "fides occulata" en Santo Tomás".
ResponderEliminar¡Hale!
Lo que les va a pasar a no pocos de aquí a no mucho tiempo es lo que le pasó a Jorge de Burgos al final de El nombre de la rosa (película, que el libro es tan blasfemo que ni lo menciono): se van a tener que tragar los papeles que ellos mismos han envenenado. Mueren babeando ponzoña.
ResponderEliminarTodos estos que ponen tan sibilinas trabas a la reconciliación dentro de la Iglesia, ¿qué interés personal tienen?
Supongamos la regularización canónica de la FSSPX y supongamos el éxito esperable de las "conversaciones doctrinales",
¿Por qué esta situación pone tan nerviosos a algunos, y pienso particularmente en cierto canónigo gallego? ¿Ven acaso amenazadas sus pretensiones de medro eclesiástico?
Tulkas:
ResponderEliminarMi experiencia al debatir estos temas con el P. Morado -a diferencia de Luis Fernando y Arráiz- ha sido constatar en él honestidad intelectual y juego limpio en el debate (que creo es efecto, entre otras cosas, del "efecto sanante" de Newman), a pesar de la divergencia de opinión. Pienso que su posición es sincera -aunque no la comparto, cosa que le dije al cura varias veces en su blog- y no obedece a ningún interés.
Saludos.
Ratifico lo que dice Martin. El artículo de hoy creo que va contra De la Cigoña tras el rapapolvo al artículo que dio ayer, que ni se da por enterado y encima dice en comentarios concordar con todo lo que dice Morado en este artículo.
ResponderEliminarEl tono de De la Cigoña:
me parecía imposible que semejante obviedad pudiera ser presentada como poco menos que la iluminación que el Vaticano II necesitaba.
...
¿Y para eso esa elevación a los altares de Ocáriz y su artículo? Me parece absolutamente desmesurado. Potque además el artículo es muy flojito.
...
¿Qué hay una pequeñísima parte de la Iglesia que piensa que el Concilio es una herejía, una inspiración de Satanás, una apostasía de los últimos Papas? Locos siempre los hay en todas partes y me parece un error ocuparse de ellos.
...
Concluyo pensando que el de Ocáriz es un modestito artículo que no se merece la relevancia que se le ha dado. No porque sea malo, que no lo es, sino porque no veo en él la chispa del genio sino un centón de obviedades al alcance de un seminarista medianamente espabilado.
Como pueden observar las alusiones del Padre Morado van directamente contra él. De la Cigoña que sabe más por viejo que por diablo, como buen zorro que se arrima a buen arbol para coger buena sombra no duda en largar en comentario lo que sigue:
Y me parece excelente este artículo de Guillermo Juan Morado. Con el que coincido muchísimo
http://infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/1112040100-iun-articulo-superfluo
En fin, que Dios los cría y ellos se juntan, pero que Juan Morado muestra cierta independencia de criterio, pero no deja de estar equivocado al respecto al creer que Ocáriz ha hecho un buen artículo, porque escamotea cosas que deben saberse y que obviamente ignora el cicornio.
(¿ESTE COMENTARIO ES UN CHASCARRILLO?) I
ResponderEliminarDice el texto glosado:
[5] La interpretación de las novedades enseñadas por el Vaticano II debe por ello rechazar, como dijo Benedicto XVI, la hermenéutica de la discontinuidad respecto a la Tradición, mientras que debe afirmar la hermenéutica de la reforma, de la renovación en la continuidad (Discurso, 22-XII-2005).
Y dice la glosa:
Pero lo que todo intérprete sincero del Vaticano II puede llegar a preguntarse, ante determinados pasajes, 1) es si basta con interpretarlos o es necesario reformarlos; y si es honesto llamar interpretación a lo que 2) en realidad es una reforma o reescritura que se busca disimular.
La hermenéutica de la expresión “hermenéutica de la reforma” atiende justamente a lo que la glosa alerta y dice al pasar.
“Hermenéutica de la reforma” es un concepto que alude, al contrario de como se cree, a que el modo de interpretar algunos de los textos del Concilio, es a través de la reforma de partes de tales textos, lo cual dará como resultado una hermenéutica final de los mismos, claramente alineada con la tradicional y católica doctrina.
El no ver que tal concepto, “hermenéutica de la reforma”, atiende a tal cosa, es lo que no permite salir de la aporía, perfilando a la expresión como las palabras mágicas aludidas.
El hecho de que a tal cosa se la llame interpretación/hermenéutica, seguramente tiene relación con la influencia de tal corriente filosófica, “la hermenéutica” (con notados epígonos y creadores entre los germanos), en el Papa alemán, cuyas palabras toma Ocariz.
(De leidas, he visto o entendido (aunque tal vez mal) que hay un problema teológico/filosófico, con sus influencias en lo doctrinal, que en parte al menos resulta de la contraposición entre algunas corrientes de la filosofía moderna adoptadas por teólogos y pensadores católicos, como entre la aludida “hermenéutica” y la “previa” filosofía aristotélico tomista (incluyendo el desarrollo/progreso que auténticamente puede seguirse de ella)).
Así, es probable que el problema pase por allí y que la expresión de la glosa, “preguntarse ... si es honesto llamar interpretación a lo que en realidad es una reforma o reescritura que se busca disimular”, tenga que ver con lo siguiente:
Como la hermenéutica -sea que llegue o no a “algún lado”- implica uno o varios “ciclos de interpretación”, admite entonces también como posibilidad que aquello que sea connotado al comienzo del proceso con determinada expresión (“hermenéutica de la continuidad”) luego de los “ciclos de interpretación” a los cuales se lo someta, cambie el sentido inicial de tales términos (que pueden ser protegidos, antes, durante, o al final, diciendo que no pretendían tener un sentido ni taxativo ni exhaustivo).
En este (curioso) sentido, Dios mediante se verá que la expresión “hermenéutica de la reforma”, es una expresión destinada a que la doctrina católica vuelva o no se siga saliendo, del cauce que le es propio.
¿Porqué está expresada de ese modo?
(¿ESTE COMENTARIO ES UN CHASCARRILLO?) II
ResponderEliminarPorque mayormente quienes pueden operar influyentemente “ad intra” de la jerarquía magisterial en el sentido aquí sugerido son quienes tienen simpatías con estas filosofías hermenéuticas, de modo de “hacerlos entrar” en el ciclo hermenéutico,
que haga que finalmente constaten que la palabra “reforma” vinculada con la palabra “hermenéutica” estaba queriendo decir que había que hacer una reforma de la hermenéutica que con demasiadas pretensiones para lo que realmente por la doctrina puede hacer, fue permeando el pensamiento y práctica católica bajo un supuesto o real “espíritu del Concilio”.
En síntesis: “hermenéutica de la reforma” significa que hay que reformar el modo, la hermenéutica, con que los entusiastas del Concilio entienden que dice.
Y ello puede llevar a reescribir partes del mismo, como dice la glosa (pero algunos no lo saben, shhhh).
Para que estos ciclos de interpretación o “hermenéuticos” lleguen a buen puerto, deben integrarse a los mismos, aquellos que no participan de los supuestos y la filosofía implicados mayormente en los problemas que trajo o se potenciaron con el Concilio.
Dado que la hermenéutica puede divergir haciendo el efecto “disolvente” que parece que viene haciendo, o por el contrario puede converger a lo católico, como (esperemos y recemos) se pretende.
En tal sentido, quién dice si las conversaciones con la FSSPX no son un relevante aporte para hacer esto último.
Aún cuando no se llegue a la regularización canónica, el católico relativamente formado (estudios secundarios completos, ni que decir si universitarios, ni qué decir si posgrados) y con, seguramente Dios mediante, el fuego interior del que busca la verdad (el mentado en la glosa “todo intérprete sincero del Vaticano II puede llegar a preguntarse”), pueda ir, con tiempo, formándose una idea de la importancia de la cuestión, con el trasfondo del tremendo contraste entre
1) la “promesa” y admonición retórica de Juan XXIII al inaugurar el Concilio al hablar con desprecio de “profetas de desgracias que anuncian incesantemente catástrofes” y, mencionemos a otros Papas,
2) Pablo VI y su mentado “humo de satanás”, o el mismo Juan Pablo II y su mentada “apostasía silenciosa”,
3) o el Prefecto Ratzinger, “la nave de Pedro hace aguas por todas partes” o,
4) el diario del día sobre la situación de la Iglesia.
Persistir en el error, y propagarlo, no es síntoma de honestidad, ni intelectual ni moral.
ResponderEliminarDe todos modos mencionaba al canónigo gallego no por su último artículo, ciertamente.
Pero ya digo: más vale que algunos tengan el estómago igual de duro que la jeta, porque van a tener que tragar papel a espuertas.
Tulkas, eso es exactamente lo que estarán haciendo gente como tu. Y ya se está dando, de hecho, en la actualidad: tragar a espuertas la cantidad de barbaridades que habeis soltado en años de mentalidad de gueto.
ResponderEliminarComenzando por el documento de Mons. Ocáriz y terminado por poner de relieve la estupidez más grande que se haya escuchado a un católico:
"Con profesar el Credo basta para ser católico" Mons Fellay dixit
Hay que ser muy cara dura (o jeta, como tu aludes) o iletrado para tirarse 40 años aludiendo a aggionarmientos y, a su vez, salir con un listón tan bajo y pueril que haría a cualquier luterano ser católico.
Si ese es el "nivel" que se gastan en la FSSPX para justificar a toda costa su gueto, Roma podrá tranquilamente incluirles en la próxima sesión ecuménica.
y los demás, tan tranquilos...
ÉSTE PÁRRAFO DEL TEXTO DE OCÁRIZ:
ResponderEliminar"[7] En cualquier caso, siguen siendo espacios legítimos de libertad teológica para explicar de uno u otro modo la no contradicción con la Tradición de algunas formulaciones presentes en los textos conciliares y, por ello, para explicar el significado mismo de algunas expresiones contenidas en esas partes."
Que tan bien cuestiona la glosa:
"Aquí se percibe la reaparición de la infalibilización implícita de todo el Vaticano II. Si la libertad del teólogo es legítima sólo para explicar la no contradicción con la Tradición, es una libertad unidireccional: se trata de buscar argumentos para probar una conclusión preestablecida, que es la siguiente: el Concilio está inmune de error. Y porque está inmunizado contra el error no puede ser contradictorio con la Tradición en ninguna de sus partes."
¡SÍ QUE ES UN CHASCARRILLO...!, ¿NO?
PEDRO HISPANO dice:En algún sitio he leido que el V II produjo más texto que todos sus antecesores juntos. ¿Y después de esto tanto trabajo para entender el recto sentido de lo que dice? ¿No hay aquí ya algo extraño que "huele" mal? ¿Como es que después de más de 40 años aún se siguen haciendo todos estos malabarismos para intentar demostrar su continuidad con la Tradición?
ResponderEliminarY, por otra parte, está bien claro. Lo dijo Congar que sabía muy bien de lo que hablaba: "La Iglesia ha hecho pacíficamente su revolución de octubre"
Más claro el agua. Y seguir mareando la perdiz es prolongar aún más esta crisis de vértigo.
"Persistir en el error, y propagarlo, no es síntoma de honestidad, ni intelectual ni moral", dice Tulkas
ResponderEliminarEn efecto, Tulkas, deja ude persisitir en mostrar tan a las claras tu absoluta falta de honestidad moral. De la intelectual, en tu caso, no cabe hablar.
Tu obsesiva fijación con una persona en concreto es enfermiza y deja a cero la credibilidad del resto de tus maledicencias.
Esto va dedicado a los listillos para que estudien un poco antes de reirse con afirmaciones como la de Fellay que dice que el credo basta para ser católico. Lo que sigue es parte de un artículo sobre las "peripecias del hecho dogmático y la fe eclesiástica" que fue publicado en Scripta Theológica en 2001 al prestigioso historiador de la Iglesia, Bruno Charles Neveu.
ResponderEliminarConviene notar que la profesión de fe que entra en vigor el 1 de marzo de 1989, distingue un nivel intermedio de adhesión entre la fe firme —que responde a las verdades propuestas para ser creídas como divinamente reveladas—, y la sumisión religiosa de la voluntad y de la inteligencia —que responde al ejercicio del Magisterio auténtico—: «firmemente abrazo y sostengo todas y cada una de las verdades que la Iglesia
propone de manera definitiva con respecto a la doctrina sobre la fe y las costumbres». La infalibilidad ¿está comprometida en este caso? ¿Tal vez estamos ante un magisterio «definitivo», pero no infalible, «categoría magisterial autónoma»? El concepto de «fe eclesiástica» podría ofrecerse como respuesta a la cuestión sobre el estatuto de la adhesión requerida. Es instructivo el análisis que hace J.-Fr. Chiron de los comentarios del P.Umberto Betti —que presenta lo «definitivo» en el cuadro de la infalibilidad—, del P. J. Galot, del P. F.A. Sullivan —que evoca para la adhesión a lo definitivo la «fe eclesiástica»—, de Mgr. G. Thils, de diversos autores alemanes, del P. L. Örsy, quien entre las hipótesis sobre los casos de aplicación incluye la de los «hechos dogmáticos» y critica la inclusión en la «profesión de fe» de las categorías que exceden el ámbito de lo divinamente
revelado: una «profesión de fe» fue siempre considerada un acto públicamente sagrado; ninguna declaración de asentimiento a la doctrina no infalible fue llamada con este nombre, ni siquiera en plena lucha contra el modernismo.
El artículo trata muchas más cosas y presenta, como no, diversas opiniones que propician lo que Morado llama el minimalismo entre prestigiosos autores católicos. La cosa no es tan de cajón como creen que ha sido presentada, sino que hay múltiples opiniones sobre lo que da de sí Lumen Gentium 25, claro que no todos tiene el poder de publicar en el Osservatore rompiendo uno de los criterios del cardenal Dulles para evitar el disenso: que el magisterio debía impedir a las escuelas acusarse mútuamente. No sólo no lo impide, sino que en el caso de Ocáriz le da pie a una escuela determinada en un medio oficioso y calla propiciando este ruido y división en la Iglesia.
Luego aparte están los listillos que como no saben teología no entienden lo que dice Fellay y a que se refiere, que es algo que ya autores católicos han expuesto (veáse arriba la cita del canonista Ladislas Örsy SJ, que mantuvo un gran debate con Ratzinger siendo prefecto de la CDF sobre estos temas)
Se es católico por profesar la fe revelada, no por asentir a lo que el magisterio dicta de modo falible. Eso es lo que quiere decir Fellay y que entra dentro de la sustancia de la discusión sobre el asentimiento y el obsequio aplicado a las distintas partes de un concilio ecuménico.
Que si no me ha entendido el anónimo que habla talmente como cierto infocatólico, antes de mostrar su ignorancia de los términos en cuestión que Fellay resume en una breve sentencia, estudie un poquito.
ResponderEliminarOtro que contradice a Ocáriz y que además fue perito del Concilio. Traduzcan... traduzcan:
ResponderEliminarOver the pope as the expression of the binding claim of ecclesiastical authority there still stands one’s own conscience, which must be obeyed before all else, if necessary even against the requirement of ecclesiastical authority. This emphasis on the individual, whose conscience confronts him with a supreme and ultimate tribunal [God], and one which in the last resort is beyond the claim of external social groups, even of the official Church, also establishes a principle in opposition to increasing totalitarianism. Genuine ecclesiastical obedience is distinguished from any totalitarian claim which cannot accept any ultimate obligation of this kind beyond te reach of its dominating will.
Joseph Ratzinger, Vol. V of COMMENTARY ON THE DOCUMENTS OF VATICAN II, ed. Herbert Vorgrimler (New York: Herder and Herder, 1969, p. 134)
"Yo no he cambiado, han sido ellos" nos dirá posteriormente. El obispo Fisher nos da una explicación del cambio de pensamiento de Ratzinger en una conferencia ante la Pontificia Academia de la vida. La iluminación le vino a Ratzinger de los nazis.
"Cardinal Ratzinger opened his 1991 lecture on "Conscience and Truth" by observing that conscience is the core issue in contemporary moral theology. As the bulwark of freedom it supposedly confers on the agent a kind of private infallibility vis-à-vis any other authority. But to say conscience is infallible is contradictory, since any two persons' consciences may differ on a particular point. The "traumatic aversion" some have to faith-as-encumbrance affects their whole understanding of conscience and magisterium. For them conscience is an escape hatch from a demanding religion -- a religion they are very loath to preach or counsel.
When a fellow academic posited that the Nazis were saints because they followed their conscience, Ratzinger was convinced "that there is something wrong with the theory of the justifying power of the subjective conscience." His exploration of ancient Scripture and modern psychology, Socrates and Newman, confirmed that the notion needed to be thoroughly purified. "
Entonces llegaron los nuevos nazis. Los que van a totalitarizar la Iglesia en el partido neocón de pensamiento único y dicen que todo es asentimiento y si no es de fe, es de fe teologal, o como se pueda traducir: todo lo que dice un pastor es superinfalible. A ver si los neonazis iluminan de nuevo la mente de nuestro pastor para que nos confirme en la fe.
Miles, no se necesita ser teólogo para ver claramente la estupidez de esa afirmación en Fellay. Y usted no es nadie para hacer de intérprete de lo que claramente Fellay manifestó.
ResponderEliminarPara nadie, absolutamente nadie que sea católico, la frase de Fellay es válida. Ni un luterano la diría (que también profesan el credo).
Fellay no se refirió a los distintos niveles de asentimiento, sino a firmar el preámbulo y el catecismo, ergo, por eso soltó la patochada del siglo:
"Con el Credo basta para un católico"
Pues no, Miles, ni que quieras poner tropecientos textos. Es inadmisible, iletrado, una muestra de que solo quiere mantener el gueto a toda costa y de una cara dura suprema esa afirmación.
Propia de un masón relativista al igualar el listón de la profesión de fe para cualquier denominación cristiana bajo el minimalismo del Credo.
Algo que ya han visto muchos católicos que antes defendían a la FSSPX y HOY YA NO.
Por último: Me parece estupendo que hagas distinciones entre niveles de magisterio y adhesión al mismo.
ESO es precísamente lo que debe hacer la FSSPX cuando utiliza falsamente en bloque el magisterio anterior sin distinción alguna entre niveles, pronunciamientos solemnes o simple magisterio ordinario y que sólo lo exijan para el magisterio post-conciliar.
Incoherencia manifiesta y a la vista de todos los católicos.
Qué se apliquen el mismo baremo de distinción en cada encíclica, documento y pastoral de antes del Concilio... y usted también.
No ahce falta que recurra a cien documentos del google porque los conozco, no es sobre lo que tratamos y aburre su pretensión de justificar lo injustificable.
El que quiera conocer el meollo de la mente del Papa sobre este tema debe leer este artículo:
ResponderEliminarhttp://humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0453.html
Ahí está la confesión de su cambio de pensar respecto al pensamiento que el llama traidicional de la conciencia como norma suprema.
Su confesión de como dado que los SS no pueden haberse salvado por obrar en conciencia y han de ser culpables. Su visión de que la sunjetividad de la conciencia no es norma suprema. Curioso como eso no aplica cuando se trata de hermanos separados que no son culpables de su profesión del cisma ¿Negaría Ratzinger esa enseñanza conciliar? Lean su exposición.
En elfondo Ratzinger expone su convicción de que el cristianismo no es un moralismo. En realidad Ratzinger consideraría todo el artículo de Ocáriz una cuestión legalísta. Lo importante es la memoria del ser, que es memoria del Redentor. Para el tiene mucha más importancia la tragedia del mito de Orestes, que parece haber encontrado en versión eclesiástica en los seguidores de Lefebvre y cuya solución es la memoria que conduce al Redentor. En el fondo Rátzinger, hoy Papa, es un hombre carismático a este respecto y los pasos que ha dado con el tema planteado por la Fraternidad están ya en esa conferencia en su exposición de la parte final del mito.
En el tribunal sacro, la piedra blanca del voto de Atenea lleva a Orestes la absolución, la purificación, por cuya gracia las Erinias se transforman en Euménides, en espíritus de la reconciliación. En este mito está representado algo más que la superación del sistema de la venganza de la sangre a favor de un justo ordenamiento jurídico de la comunidad.
Ahí está todo el que rige cada acto de Benedicto XVI. Quizás si conociera mejor al Aquinate, hubiera podido atajar tantos años al desarrollar un concepto muy preciado en Santo Tomás, la "veritas vitae".
Un concepto que llevaba a decir a Santo Tomás, que en el orden de la "veritas vitae" o la verdad vivida, en un caso de conciencia esa verdad vivida hacía preferible seguir a a la conciencia en su "veritas vitae" que justificar el actual contra ella aún cuando se pusiera en su contra la autoridad de la doctrina eclesiástica. Santo Tomás llegaba a decir que era preferible el "morir excomulgado" que actuar contra ella y que de mal maestro era decir lo contrario.
En fin. Cosas del olvido de Santo Tomás, que tiene mucho que ver con el olvido del ser.
Por cierto, como colofón a la serie de artículos le sugiero que estudien la posible relación entre este acto de homenaje o de "debida adhesión intelectual a las enseñanzas del Concilio" y esta noticia:
ResponderEliminarhttp://blog.messainlatino.it/2011/12/e-lopus-dei-di-roma-ufficializza-la-s.html
Ahora cuadra todo mucho más, ¿no creen?
Tulkas, cállate un poquito. Ten pudor, que se te ve el plumero, anda. Ni los tuyos te secundan.
ResponderEliminarComo rabia el anónimo... en fin.
ResponderEliminarLos luteranos ni ninguna otra confesión no profesan el Credo en comunión, porque en la profesión del Credo va incluido el profesarlo ANTE LA AUTORIDAD DEL SUCESOR DE PEDRO (ya sea en su persona o delegada en otros) RECONOCIENDO SU AUTORIDAD PARA EXIGIR LA PROFESION DE FE. Ahí es donde todos los cismáticos se separan, cosa que no hace Fellay. Es ahí donde radica la gravedad del pecado de cisma.
Por eso se la llama profesión de fe. Lo que no es asentimiento de fe, no puede ser incluído en una profesión de fe, porque la Iglesia no puede exigir dicho asentimiento en cuestiones que no son de fe divina y definida. A lo más lo deberían llamar juramento anti-lo-que-sea, como en su día se llamó "juramento antimodernista". Pero no "profesión de fe" porque según el derecho canónico al tercer tipo de verdades no se debe dar asentimiento de fe.
En fin, que estudie un poquito, que a lo mejor algún día llega a comprender los términos del debate.
Por cierto, anónimo, cite bien a Fellay, porque así entenderá mejo también los puntos del debate. El saber leer es el primer paso para pasar del fanatismo a la vida de virtud mediante el estudio. Aunque claro, en su caso puede que nunca haya habido aprecio por la "vitae veritatis" y por eso anda como anda.
ResponderEliminarLo siento, esta vez les he pisado la ironía paródicaen mi blog.
ResponderEliminarAquí hablaban de tragar papeles... ¿Por qué ese pronto ran repentino en el Opus Dei y en los Legionarios por hacer oficial en Roma que ellos aceptan el Motu Proprio y dan paso a la Misa Tradicional de modo oficial en sus instituciones?
Por ahí creo que deben ir los tiros ahora. Mira que si le da el carisma absolutivo al Papa y regulariza de Motu Proprio a la Fraternidad ¿qué harán los demás? Pues eso: siempre hemos apreciado la tradición y la Misa de siempre.
Y que se apuren los kikos porque se van a quedar los últimos y eso canta.
PEDRO HISPANO dice:ANONIMO tenga un poco de educación y no emplee con tanta frecuencia términos insultantes.
ResponderEliminarQue se pueden volver contra Vd. ¿De dónde saca que los luteranos creen en la Iglesia Una, Santa CATOLICA y Apostólica?
Yo no soy lefebvriano.
ResponderEliminarPEDRO HISPANO: yo no he insultado sino descrito una realidad.
ResponderEliminarusted, que obviamente por su escrito desconoce otras "iglesias", no sabe que hay más de 10 denominaciones cristianas que se llaman católicos, los verdaderos católicos (universal es el término)y el credo lo firman mañana mismo.
Por supuesto los anglicanos tradicionales lo mismo porque, encima, en su lema está lo de "iglesia católica"
Asi que, si es tan amable, use un método muy conveniente antes de acusar a los demás: estudiar
Lo mismo le recomiendo a Mons Fellay antes de soltar bobadas.
Anónimo:
ResponderEliminarSe le ve el plumero, además de la IP.
Si su método apologético es el de la descalificación y el insulto, guárdeselo para su blog. Que, según usted, anda estupendo.
Aquí le exigimos un mínimo de respeto. Sino, vamos a aplicar su mismo método y eliminar todos sus comentarios.
In ipsa item Catholica Ecclesia magnopere curandum est ut id teneamus quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est. (S. Ireneo)
ResponderEliminarServemus igitur praecepta majorum, nec haereditaria signacula ausi rudi temeritate violemus. [...] Quomodo fidem eorum possumus denegare quorum vitoriam praedicamus? (S. Ambrosio)
Nihil novandum nisi quod traditum est. (S. Esteban Papa)
La cosa es tan simple, como que si para ser católico se impone la sumisión a las verdades del magisterio ordinario, entonces resulta que un católico puede serlo sin seguir a la Humanae Vitae si vive en Canadá y sin embargo dejar de serlo si no la sigue en España, lo cual es contradictorio con la estabilidad de la verdad de la Humanae Vitae.
ResponderEliminarO eso, o una de las dos conferencias episcopales no son católicas y necesitan firmar algo.
Es así que para la Iglesia católica ambas conferencias episcopales no han dejado nunca de ser católicas, luego se puede ser católico con independencia de los asentimientos a ese tipo de verdades. (Segundo y tercer tipo)
Se pueden dar así muchos ejemplos, el último la negativa de la conferencia episcopal italiana a traducir el Pro Multis. ¿Cisma?