¿Qué es lo que hace que el partido Alternative für Deutschland (AfD)
tenga tanto éxito?, se preguntan los periódicos del Régimen. ¿Cómo se puede
frenar de una vez por todas esta racha?
Francisco José Soler Gil
Después de las elecciones en Mecklenburg-Vorpommern, los medios
alemanes están siendo anegados en análisis: ¿qué es lo que hace que el partido Alternative für Deutschland (AfD) tenga
tanto éxito? ¿Cómo se puede frenar de una vez por todas esta racha?
¡Ah, claro! Es que simplemente
alimentan el miedo de la gente simple y sin formación. Lo tienen fácil, porque
no es necesario que propongan soluciones: sólo críticas, no más. Agrupan por lo
demás a los sectores de la sociedad que se sienten relegados. Y, encima, los
partidos tradicionales no han sabido comunicar bien sus éxitos. Aparte de que
los temas preferidos de la nueva formación han ocupado durante la campaña
demasiado tiempo el foco de las discusiones políticas. Y también demasiado poco
tiempo, sin duda. Etc.
Podría uno bostezar de tanta
agudeza. Pues, en marcado contraste con los simples populistas del AfD, parece
que sus críticos han devorado a cucharadas la inteligencia y la sabiduría. En
cualquier caso, de toda esta sobreutilísima marea de análisis, me ha llamado en
particular la atención una queja del diputado del CDU Eckardt Rehberg. El buen
democristiano se lamenta de que «a la gente en Alemania le va materialmente
mejor que nunca. Y, sin embargo, AfD promueve los temores. Hemos de
enfrentarnos a ello».
¡Materialmente mejor que nunca!
¿Cómo podría entonces alguien desear una política distinta para el país?
No obstante, en los floridos
paisajes del diputado Rehberg tal vez no deja de hallarse alguna mácula. Una de
ellas, por ejemplo, es el hecho de que ya hace décadas que la tasa de natalidad
en Alemania se encuentra muy por debajo de la que se requiere para la
supervivencia de una nación. Lo que también tiene algo que ver con la crisis de
las familias ―o, como ahora se dice tan finamente, de «las familias
tradicionales», o incluso «las familias retrógradas»―. Que, a pesar de este
dato, la población total de Alemania no esté disminuyendo, es algo que no sólo
tiene que ver con el aumento de la esperanza de vida, sino cada vez más con la
inmigración masiva.
Esta realidad no sería especialmente
preocupante con tal de que el nuevo gran desplazamiento poblacional no
consistiera en la incorporación al país de personas procedentes de una
tradición religioso-cultural completamente incompatible con nuestra propia
civilización occidental. Pero es que, por desgracia, es eso justo lo que está
ocurriendo.
De la mitología de la sociedad
multicultural conocemos el relato de que esta sociedad es tan irresistiblemente
atractiva que todos los hombres aceptarían y harían suyo de buen grado, e
incluso con entusiasmo, el actual estilo europeo de vida, con tal de que se les
deje algo de tiempo, y reciban tales o cuales medios formativos. No obstante,
la realidad es distinta de la mitología. La idea de los derechos humanos, la de
la separación entre religión y estado, y muchos otros pilares de nuestra
civilización no se encuentran ahí, sin más, ancladas en el alma de cada
individuo, sino que se basan en el sustrato cristiano en el que han brotado y
han crecido. Y en el mundo, y especialmente en la vecindad de Europa, existen
otros sustratos culturales que no se avienen con esas ideas y esos pilares. De
ahí que la combinación de la sostenida baja natalidad de la sociedad alemana
con la rápida inmigración de personas procedentes de culturas vecinas no
cristianas constituya una conjunción fatídica de factores en un proceso que, si
no se frena y se revierte, significará a medio plazo el fin cierto de nuestro
mundo.
Por eso, no puede uno menos que
alegrarse de que cada vez haya más «simples», «ignorantes», «relegados» etc.,
que perciban la gravedad de la situación, y busquen alternativas políticas.
Porque para los partidos tradicionales la situación es clara: Estamos «materialmente
mejor que nunca». Esto nos dicen las voces «inteligentes» e «ilustradas» de los
medios y los partidos. ¿Y por qué habría que preocuparse, si realmente nos va
tan bien?
7 comentarios:
Por lo visto el Sr. Soler (y el sector conservador que representa) está moralmente mejor que nunca. Eso explica que apoye a un partido abiertamente homosexualista:
http://ramblalibre.com/2016/09/03/alternativa-por-alemania-reclama-el-voto-gay/
Un partido cuya única idea es expulsar a los inmigrantes; no sólo a los musulmanes, también a los negros, incluso si son sacerdotes católicos:
http://www.lavanguardia.com/vida/20160306/40250378501/un-cura-de-origen-congoles-deja-su-parroquia-alemana-por-amenazas-xenofobas.html
Claro, que las simpatías del Sr. Soler se entienden mejor al saber que AfD utiliza como lema en su campaña: "Somos liberales y conservadores. Somos ciudadanos libres de nuestro país. Somos demócratas convencidos."
Es paradójico lo que sucede en democracia liberal: a mayor bienestar, mayor mal para las almas. Luego viene la consecuencia de la caída de la tasa de natalidad.
Por eso, que los católicos no se metan en política, que será peor si logran concretar lo que hasta ahora son apenas buenas intenciones.
Dejen las cosas así, pero no porque se diga "cuanto peor, mejor", sino porque ese mejor, en verdad, es peor.
Más allá de ironías, quisiera explicar por qué el Sr. Soler se equivoca de raíz, pidiendo disculpas de antemano a los lectores que seguramente en gran parte habrán simpatizado con las palabras del Sr. Soler en apoyo de AfD.
Después de decir que la tasa de natalidad en Alemania está por los suelos, el Sr. Soler afirma lo siguiente: "Esta realidad no sería especialmente preocupante con tal de que el nuevo gran desplazamiento poblacional no consistiera en la incorporación al país de personas procedentes de una tradición religioso-cultural completamente incompatible con nuestra propia civilización occidental."
No, Sr. Soler, esa bajísima natalidad de los alemanes sí es especialmente preocupante, y es preocupante por sí misma al margen de la inmigración, pues indica que esa nación se encuentra completamente alejada de la moral cristiana.
Que usted diga que no es preocupante la baja natalidad alemana muestra que, o bien no conoce la moral católica, o bien usted opera al margen de ella cuando da su apoyo al partido AfD. En esas condiciones creo que no debería dar lecciones al Papa.
También indica que usted desconoce cómo funciona el fenómeno de la inmigración y que, en consecuencia, no está capacitado para ofrecer una solución. Los inmigrantes afluyen a las naciones para llenar los huecos generacionales que previamente ha provocado la baja natalidad autóctona. Así ha ocurrido en Cataluña, donde la baja natalidad catalana desde principios del siglo XX atrajo primero a la inmigración interior andaluza y después, cuando se secó este caudal, a la inmigración extranjera. Así viene ocurriendo en Francia, donde la baja natalidad que se registra desde finales del siglo XIX atrajo a la inmigración primero de Europa y luego de países africanos. Una cosa parecida ocurrió en el Imperio Romano.
La baja natalidad autóctona, además de ser muy preocupante para un católico, es la causa de la inmigración, no su consecuencia, como usted y estos señores de AfD pretenden. Así está registrado en la Historia y así lo consignan las numerosas publicaciones católicas y patrióticas que se ocuparon de este problema en la primera mitad del siglo XX y además vaticinaron lo que está está ocurriendo ahora.
Para finalizar, dice el Sr. Soler: "De ahí que la combinación de la sostenida baja natalidad de la sociedad alemana con la rápida inmigración de personas procedentes de culturas vecinas no cristianas constituya una conjunción fatídica de factores en un proceso que, si no se frena y se revierte, significará a medio plazo el fin cierto de nuestro mundo."
Verdaderamente el Sr. Soler no ha comprendido el problema. La tasa de natalidad actual indica que Alemania habrá desaparecido en unos 100 años, al margen de los inmigrantes que vengan. Es decir, aunque mañana mismo se cerrasen las fronteras y se deportase a todos los extranjeros, Alemania seguiría estando condenada a morir por su baja natalidad. La diferencia es que, con esas medidas que AfD propone, Alemania moriría mucho antes, tal vez en 60 años. La inmigración lo único que hace es mitigar o postergar por unos años esa muerte programada de Alemania (programada por los alemanes que han decidido vivir al margen de la moral sexual cristiana). AfD y el resto de partidos paganos, lejos de solucionar el problema, proponen agravarlo. La única solución pasa necesariamente por incrementar de manera radical la natalidad autóctona, lo que además provocará de manera natural que dejen de venir inmigrantes.
Me van a perdonar mi rusofilia, pero la verdad es que este país es el único que está enfrentando los problemas de manera razonable (no perfecta), como estado y como sociedad. En Europa y EEUU está creciendo el populismo nacionalista de derecha que, aunque en algunos aspectos sea superior a las ideologías reinantes en las últimas 2 décadas (mundialismo, revolución cultural, rechazo de valores morales tradicionales), realmente no llega a la raíz del problema, como Fávila muy bien expuso. Rusia es el único país que va en la dirección opuesta a la que van los demás países cristianos (América Latina incluida): es el único donde hay crecimiento de la fe cristiana, aumento de matrimonions y tasa de natalidad (los grandes medios occidentales se rehúsan a ver las estadísticas demográficas de los últimos años, en que Rusia ya presenta crecimiento natural), y disminución de abortos y divorcios.
Es Rusia una sociedad perfecta y plenamente cristiana? Óbvio que no. Tiene una gran parte de la población ateísta o indiferente a la religión, además de otras religiones de presencia histórica (islamismo, judaísmo, budismo), problemas serios de abuso de drogas legales e ilegales, alta tasa de suicidios (aunque más baja que las del primer mundo) y de criminalidad (aunque más baja que las del tercer mundo), dentre otros. Pero cuando se la compara con los demás países que son (o alguna vez fueron, como en el caso de Europa occidental) cristianos, presenta un panorama mucho más esperanzador, y algo podríamos aprender de Rusia.
Carlo, no tiene que pedir perdón por su rusofilia, porque es el sentimiento dominante en el tradicionalismo. Aunque estoy en minoría, soy muy escéptico con ese pensamiento de que Rusia sea el faro de la Cristiandad o esté en vías de solucionar el problema demográfico. Creo que es todo una fabricación rusa para engatusar a los sectores conservadores de Europa. El otro día ellos mismos reconocían que el 70% de embarazos en Rusia acaban en abortos:
http://interfax-religion.com/?act=news&div=13262
Si esto es lo que reconocen a nivel oficial, no quiero imaginar lo que ocurrirá en la realidad. La natalidad en Rusia crece sobre todo en la población musulmana. Por cierto, Francia es el país europeo donde mejor está la natalidad, pero todos sabemos que no es precisamente por el "français de souche".
Desde luego estoy de acuerdo con usted en que la solución pasaría por el tipo de política que teóricamente lleva a cabo Rusia, y no por esos partidos paganos europeos que sólo proponen aplicar morfina al enfermo para calmar el dolor y acelerar su muerte. Ahora bien, hay que fijarse en que todos estos partidos paganos son rusófilos y en la mayoría de los casos están financiados por Rusia a cambio de que sostengan sus intereses geopolíticos. Desde que Rusia entró en escena en la extrema derecha europea, no queda ni un solo partido que defienda una política familiar cristiana. Veremos qué proponen los de Civitas, que el otro día lanzaban un partido que supuestamente quería llenar este hueco.
Fávila, los datos sobre abortos no son oficiales (que sería los del instituto de estadísticas de Rusia, Rosstat), sino de una ONG. La estuve viendo (womenprolife.org) y no parece ser la típica ONG financiada por dinero occidental (Open Society Foundation, NED, los varios programas de "derechos humanos de la UE, etc), sino una organización cristiana ortodoxa seria con una buena causa. Y ni siquiera tiene versión en inglés (como tantas ONGs rusas financiadas por occidente), lo que también es una buena señal (no está metida en hacer propaganda negativa del país externamente). Apoyo completa e irrestrictamente actividades como las de esta mujer, y espero que un día el aborto vuelva a ser totalmente ilegal en Rusia (y que nunca venga a ser legalizado en América Latina), terminando definitivamente una de las más abominables herencias de los bolcheviques. Pero aun así, el número de 70% de los embarazos terminen en aborto que ella da me parece fantasioso, considerando las restricciones existentes actualmente. Hice una búsqueda rápida en la página de Rosstat y no encontré los datos oficiales en proporción a embarazos, pero está demonstrado que vienen cayendo continuamente:
http://www.gks.ru/bgd/regl/b14_13/IssWWW.exe/Stg/d02/08-12.htm
En 1990 hubo más de 4 millones de abortos. En 2013, un poco más de un millón. Inaceptablemente alto, pero una notable reducción.
Datos de abortos por nacimientos:
http://www.gks.ru/bgd/regl/B14_14p/IssWWW.exe/Stg/d01/06-07.htm
En 2005, había 117 abortos para cada 100 nacimientos. En 2013, 54.
Todos esos son los datos oficiales del instituto de estadísticas de la Federación Rusa. Alguien podrá decir que son manipulados, pero no hay nada que lo indique (jamás alguien mostró evidencia seria, muy diferentemente de lo que pasó con los datos económicos del INDEC argentino), y por otro lado no hay otra institución en Rusia que tenga los medios para levantar datos demográficos a nivel de país.
uf, entre las rusofilias y las germanofobias.....
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