Reproducimos parcialmente una declaración del Instituto de Filosofía Práctica sobre la reciente decisión de la Universidad Católica Argentina de otorgar el doctorado honoris causa al rabino Skorka.
El segundo
doctorado, no recoge, sino que lamentablemente desparrama. Hace tiempo, desde
la época del rectorado de Monseñor Zecca, la UCA sufre un triste proceso de
descomposición progresiva. Como lo hemos denunciado otras veces, el humo de
Satanás parece haberla invadido. Grandes irresponsables prosperan sin
escrúpulos, mientras demuelen lo que algún día pretendió ser una Universidad,
herencia de los Cursos de Cultura Católica. Y ahora, premia a Skorka, por “su
actividad sobresaliente en pro del desarrollo de la cultura”.
El actual
rector Víctor Manuel Fernández, no deja inexactitud por decir cada vez que
habla o escribe.
Así, organizó
una muestra acerca de la “Dignidad de las Villas Miseria”, lugares que no
dignifican a nadie sino que constituyen ámbitos de amontonamiento,
masificación, promiscuidad, delito, corrupción, drogas. Podría haber leído a
Charles Péguy que afirma: “antes de la instauración del mundo moderno, un
hombre sin dinero era pobre, y estaba todo dicho; hoy es un ser miserable, es
un ser disminuido… La miseria no sólo hace desgraciado al hombre, sino que
provoca en él una decadencia; es el único mal incurable porque carece de
sentido. La miseria niega la esperanza, niega el amor, niega la inteligencia;
niega todos los valores espirituales a un ser rebajado a una categoría inferior
a la de la bestia” (Daniel-Rops, “Péguy”, Difusión, Buenos Aires, 1946,
ps.115/116.
Este Rector, en
su lamentable cortedad natural, parece que nunca podrá entender la diferencia
entre la pobreza, que puede dignificar y la miseria que degrada.
Así también, en
un penoso artículo, publicado en un matutino, comparó al aborto con la
conquista española en la cual afirmó que los españoles mataban a los indios por
considerar que no tenían alma.
Y como si fuera
tema de su competencia, apoyó la ley acerca de la venta de tierras a
extranjeros, al ofrecer el discurso de apertura del Seminario sobre la ley de
tierras, organizado por el Ministerio de Agricultura, (Conf. Félix Sanmartino,
“El extranjero, un nuevo depredador de nuestra fauna” en La Nación, Buenos
Aires, 6/10/2011). Esta ley, si hubiera existido en otra época, hubiera
impedido que surgieran en la Argentina los grupos CREA y la empresa modelo
Flandria, entre muchas otras realizaciones forjadas por hombres llegados de
Europa, que hicieron por la Argentina mucho más que tantos argentinos; así,
también por gestión de extranjeros, surgió la Aeroposta Argentina, que compró
terrenos y construyó aeropuertos en toda la Patagonia, región que en tiempos de
Saint-Exupéry y otros pioneros, con elementos muy precarios, estaba por vía
aérea mejor comunicada que en nuestros días.
El novel doctor
Skorka hizo la apología del “ideal profundo del movimiento sionista”, sin la
mínima referencia a sus entuertos, acusó a la Iglesia de antisemita y afirmó,
con absoluta falsedad, que el antisemitismo nacional socialista tuvo raíces
católicas. Podemos recomendar a este doctor en ignorancia, de perfil
posmoderno, que lea los libros de Rohan Butler, profesor de la Universidad de
Oxford, titulado “Las raíces ideológicas del nacional socialismo”, Fondo de
Cultura Económica, México, 1943; del P. Julio Meinvielle, “Entre la Iglesia y
el Reich”, Adsum, Buenos Aires, 1937 y de Enrique Rau, entonces pensador y
sacerdote excelente, “El racismo nacional-socialista y el cristianismo”,
Gladium, Buenos Aires, 1939.
Skorka convocó
a revisar los Evangelios en su condena al fariseísmo y concluyó afirmando que
“la enseñanza de Jesús sobre el amor ya estaba en el Talmud”. ¿En qué lugar de
ese texto se encuentra el mandamiento nuevo, inventado por Cristo, que
establece una norma muy superior a la regla clásica del amor al prójimo como a
uno mismo: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a los otros como yo
os he amado”? (Juan. 15, 12).
El novel doctor
exaltó la figura de su colega Marshal Meyer, pedófilo y corruptor de menores,
hechos comprobados por la Justicia por denuncias de la misma comunidad judía.
Y finalmente,
se escuchó y aplaudió, en la Universidad Católica, la negación de la divinidad
de Cristo, pues “estamos esperando al Mesías. Él va a venir cuando Dios lo
disponga”. O sea que Jesús fue un gran impostor; un blasfemo, un gran
mentiroso. Sin embargo, sigue resonando sus palabras en respuesta a la
pregunta; “¿Tú eres el Hijo de Dios?... Vosotros lo decís; Yo soy” (Lucas, 22,
70). Y la afirmación de su identidad divina con Dios Padre: “el que me ve a mí,
ve a aquel que me ha enviado” (Juan, 12, 45). Porque quien ve a Jesús, ve al
Padre. En esto creemos.
Luego, el largo
aplauso de los tibios incapaces de decir ¡No! aunque sea para defender las
verdades más elementales.
A Cristo
nuestra adoración. A estos viejos y nuevos idólatras, falsificadores, mendaces,
a todos los “perros mudos”, que por conservar sus canonjías y cargos docentes,
todo lo callan, todo lo otorgan, nuestro desprecio.
Buenos Aires,
noviembre 23 de 2012.
Bernardino
Montejano
Presidente
1 comentario:
Que pena. Se me hace presente el prólogo de Hugo Wast en el Kahal.
Claro que Gustavo Martínez Zuviría pasará siempre por ser un antisemita más. Lo cual añade pena a la pena.
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