En la entrada
precedente mencionamos un pronunciamiento de Pío XII
sobre el parto sin dolor como un ejemplo análogo a los «métodos naturales» para
la regulación de la fertilidad conyugal. El tema, en sí mismo considerado, no
es de interés para nuestra bitácora, por lo que no pretendemos hacer una
exposición actualizada la luz de la moral médica. Pero el pronunciamiento de
Pío XII sirve para ilustrar sobre los distintos modos de abordar una
novedad científico-técnica, en relación con el dogma y la moral cristiana.
Un poco de historia. El 8 de enero de 1956, Pío XII pronunció un discurso al
recibir en audiencia a más de 1.000 médicos pertenecientes a distintas
nacionalidades y entre los que se encontraban muchos ginecólogos de reconocida
fama mundial y nacional. En este discurso Pío XII declaró lícito el llamado
«método profiláctico» del parto sin dolor
En todo tiempo, la madre en el
momento del alumbramiento ha experimentado dolores muy fuertes y en todo tiempo
se han buscado remedios para aliviar el dolor del parto. Cuando se comenzaron
a emplear los anestésicos en las operaciones, se comenzó también a aplicarlos a
las madres en el alumbramiento. Simpson, médico inglés, que fue el primero
que usó en 1847 el cloroformo como anestésico, fue un gran defensor del
empleo del cloroformo en los partos. Ya en el mismo año de 1847 logró que
30 partos se realizaran sin dolor alguno. Su método fue ganando terreno,
sobre todo a partir de 1853, año en que Simpson asistió en un parto a la
reina Vitoria de Inglaterra y le aplicó con feliz resultado el cloroformo.
Pero desde un principio, la aplicación del cloroformo en los partos encontró
gran oposición de parte de los médicos por los efectos sobre la salud de la
madre y su descendencia. Algo semejante ocurrió con otros anestésicos, de uso
general y luego local. Los métodos se fueron perfeccionando, los efectos
peligrosos de la anestesia para la salud de la madre y su prole se fueron
atenuando y todo esto repercutió sobre la consideración de los moralistas.
Cabe anotar que el método
«psicoprofiláctico» del alumbramiento sin dolor sobre el que versa el discurso
de Pío XII no consiste en la aplicación de algún anestésico ni en la
provocación de un estado de hipnosis en la madre.
La polémica.
Las opiniones de los médicos sobre la conveniencia o no conveniencia del
uso de los anestésicos en el parto, incidieron en la mentalidad de
los moralistas. Al plantearse éstos el problema de si se podía anestesiar
a la madre durante el alumbramiento, se entabló una polémica que duró
hasta el discurso del Papa sobre el parto sin dolor. Aunque,
en general, todos admitían la licitud del empleo de los anestésicos cuando
el parto es difícil, con dolores extraordinarios, unos defendían que no
era lícito dicho empleo en los partos normales, mientras que otros no
veían en ello ningún pecado. El discurso de Pío XII puso fin a la
controversia y fue pacíficamente recibido en la Iglesia.
En esta polémica, las discusiones
de los médicos tienen hoy sólo interés para los historiadores de medicina, por
lo cual no diremos nada más al respecto. Tampoco daremos cuenta ahora de la
proyección de los datos médicos de la década de 1950 sobre el juicio de los
moralistas, por las mismas razones. En cambio, ahora interesa
mencionar algunos argumentos empleados
para su valoración negativa.
Los argumentos en contra. Varios textos de la Sagrada Escritura mencionan los
dolores de parto. Isaías compara su pueblo con la mujer que, en el instante del
alumbramiento, sufre y se queja (Is., 26, 17) Jeremias, que ve delante el
aproximarse el juicio de Dios, dice: «Oigo gritos como de mujer en parto;
alaridos como los de una mujer que da a luz por primera vez» (Jer., 4, 31). En la
tarde anterior a su muerte, el Señor compara la situación de sus apóstoles a la
de la madre que espera el momento del alumbramiento (Jn., 16, 21).
Pero el pasaje bíblico en el que
más énfasis ponían quienes se oponían a la licitud moral del parto sin dolor
es: «Multiplicaré los trabajos de la preñez; parirás con dolor los hijos» (Gen. 3, 16). Así, por ejemplo, una difundida obra de ética médica afirmaba : «Consideramos que el conocido
texto de la Biblia tiene aquí perfecta aplicación. Dios, al decir a Eva,
nuestra madre común, después del pecado original: Parirás con dolor, dictó una terrible sentencia que se verifica
diariamente, para que sea permitido atribuirle un sentido metafórico a la
frase» (Surbled). Varios tratadistas de Moral, no médicos, siguieron esta
sentencia y admitieron que sólo era lícito usar anestésicos en los partos
difíciles, no en los ordinarios.
En su tiempo, algunos presentaron
el alumbramiento sin dolor como una confirmación de la cultura
materialista, comunista, sobre todo por parte de Lamaze, quien al
introducir el método en Francia lo presentó como una conquista de
inspiración soviética.
La respuesta de Pío XII. En la segunda parte del discurso, Pío XII examina la
cuestión bajo tres puntos de vista: el científico, el ético-moral y el
dogmático.
a) Valoración moral. ¿Es lícito o no emplear el método de
alumbramiento sin dolor? Es un principio en Moral que para declarar la licitud
de un acto, hay que atender a su objeto, al fin con que se ejecuta y a las
circunstancias que lo rodean. El Papa tiene en cuenta estas tres fuentes
de moralidad, cuando dictamina sobre la moralidad del alumbramiento sin
dolor. Y afirma categóricamente: el método psico-profiláctico del
alumbramiento sin dolor «en sí mismo no tiene nada de reprobable desde el punto
de vista moral».
b) Valoración dogmática. Pío XII examina el método para ver si se
opone a los dogmas de la Iglesia.
b.1) Muchos han creído que el
método del alumbramiento sin dolor está en contradicción con lo que se
dice en la Escritura, donde leemos que Dios impuso a la mujer el castigo
de dar a luz a sus hijos con dolor. A esta dificultad u objeción responde
Pío XII comparando el trabajo impuesto en la misma Escritura como castigo
al hombre y el dolor impuesto también como castigo a la mujer. Con el
trabajo impuesto como castigo al primer hombre y a su descendencia: «Dios
no quiso impedir, ni ha impedido a los hombres, el investigar y utilizar todas
las riquezas de la creación, hacer que la cultura progrese paso a paso; hacer
la vida de este mundo más soportable y más hermosa; suavizar el trabajo y la
fatiga, el dolor, la enfermedad y la muerte; en una palabra, someter a sí la
tierra
Del mismo modo, castigando a Eva,
Dios no quiso impedirle, y no ha impedido a las madres, el utilizar los medios
apropiados para hacer el parto más fácil y menos doloroso».
Por otra parte, añade el Papa, al
imponer Dios el castigo de que la mujer dé a luz sus hijos con dolor, no
precisó la manera de cómo sería este castigo. Y en efecto, como anotaba un
comentarista del discurso pontificio, «el llevar en el seno durante nueve meses
al hijo, el amamantarlo en sus primeros meses, el tener que levantarse por la noche
a la más pequeña molestia del niño, el tener que cuidarse de él hasta que sea
mayor ya es bastante dolor para una madre».
b.2) Otros han apuntado la génesis
ideológica (materialista, comunista) de los principales promotores del método
como óbice moral. A lo que el Pontífice responde, con un pasaje
que ya hemos citado en la entrada anterior. En
efecto, no porque un sabio pertenezca a la verdadera fe, sus postulados en el
campo científico van a ser verdaderos; o por el contrario, no porque un
investigador profese el error en materia filosófica y religiosa, sus
descubrimientos en la ciencia van a ser también erróneos.
En suma, los adelantos científicos
son verdaderos sólo porque responden a una realidad, independientemente de la
ideología de sus autores. Por eso un investigador materialista puede hacer un
descubrimiento científico, lo mismo que los puede hacer un investigador
católico, sin que esos descubrimientos constituyan un argumento a favor de las
ideas filosóficas y religiosas de sus descubridores.
Algunas conclusiones provisionales.
Las notas precedentes nos pueden llevar a preguntarnos si Pío XII acertó en la
solución dada al problema, aunque el punto, hasta donde sabemos, ha tenido una solución
pacífica en la Iglesia. Tal vez en un futuro los hermanos
Dimond quieran apoyarse en la Escritura para profundizar en su “sedevacantismo
montaraz”, y fijar nueva fecha a la “vacancia” de la S. Sede al 8 de enero de
1956, año en el cual Pío XII habría dejado de ser Papa por contradecir heréticamente a la
Escritura admitiendo el parto sin dolor… Ironías aparte, el tema puede servir para ilustrar o debatir
cuestiones que ya hemos tratado o insinuado en nuestra bitácora (literalismo bíblico,
fijismo, integrismo, reforma de lo reformable, hermenéutica de la continuidad o
de la ruptura, etc.) y, por qué no, el Pío XII de la post-guerra.
Bibliografía:
- Sobradillo, A. Alumbramiento sin dolor. En rev. Salmanticensis,
3 (1956), passim.