miércoles, 11 de febrero de 2015

Parirás con dolor los hijos

En la entrada precedente mencionamos un pronunciamiento de Pío XII sobre el parto sin dolor como un ejemplo análogo a los «métodos naturales» para la regulación de la fertilidad conyugal. El tema, en sí mismo considerado, no es de interés para nuestra bitácora, por lo que no pretendemos hacer una exposición actualizada la luz de la moral médica. Pero el pronunciamiento de Pío XII sirve para ilustrar sobre los distintos modos de abordar una novedad científico-técnica, en relación con el dogma y la moral cristiana.
Un poco de historia. El 8 de enero de 1956, Pío XII pronunció un discurso al recibir en audiencia a más de 1.000 médicos pertenecientes a distintas nacionalidades y entre los que se encontraban muchos ginecólogos de reconocida fama mundial y nacional. En este discurso Pío XII declaró lícito el llamado «método profiláctico» del parto sin dolor
En todo tiempo, la madre en el momento del alumbramiento ha experimentado dolores muy fuertes y en todo tiempo se han buscado remedios para aliviar el dolor del parto. Cuando se comenzaron a emplear los anestésicos en las operaciones, se comenzó también a aplicarlos a las madres en el alumbramiento. Simpson, médico inglés, que fue el primero que usó en 1847 el cloroformo como anestésico, fue un gran defensor del empleo del cloroformo en los partos. Ya en el mismo año de 1847 logró que 30 partos se realizaran sin dolor alguno. Su método fue ganando terreno, sobre todo a partir de 1853, año en que Simpson asistió en un parto a la reina Vitoria de Inglaterra y le aplicó con feliz resultado el cloroformo. Pero desde un principio, la aplicación del cloroformo en los partos encontró gran oposición de parte de los médicos por los efectos sobre la salud de la madre y su descendencia. Algo semejante ocurrió con otros anestésicos, de uso general y luego local. Los métodos se fueron perfeccionando, los efectos peligrosos de la anestesia para la salud de la madre y su prole se fueron atenuando y todo esto repercutió sobre la consideración de los moralistas.
Cabe anotar que el método «psicoprofiláctico» del alumbramiento sin dolor sobre el que versa el discurso de Pío XII no consiste en la aplicación de algún anestésico ni en la provocación de un estado de hipnosis en la madre.
La polémica. Las opiniones de los médicos sobre la conveniencia o no conveniencia del uso de los anestésicos en el parto, incidieron en la mentalidad de los moralistas. Al plantearse éstos el problema de si se podía anestesiar a la madre durante el alumbramiento, se entabló una polémica que duró hasta el discurso del Papa sobre el parto sin dolor. Aunque, en general, todos admitían la licitud del empleo de los anestésicos cuando el parto es difícil, con dolores extraordinarios, unos defendían que no era lícito dicho empleo en los partos normales, mientras que otros no veían en ello ningún pecado. El discurso de Pío XII puso fin a la controversia y fue pacíficamente recibido en la Iglesia.
En esta polémica, las discusiones de los médicos tienen hoy sólo interés para los historiadores de medicina, por lo cual no diremos nada más al respecto. Tampoco daremos cuenta ahora de la proyección de los datos médicos de la década de 1950 sobre el juicio de los moralistas, por las mismas razones. En cambio, ahora interesa mencionar algunos argumentos empleados para su valoración negativa.
Los argumentos en contra. Varios textos de la Sagrada Escritura mencionan los dolores de parto. Isaías compara su pueblo con la mujer que, en el instante del alumbramiento, sufre y se queja (Is., 26, 17) Jeremias, que ve delante el aproximarse el juicio de Dios, dice: «Oigo gritos como de mujer en parto; alaridos como los de una mujer que da a luz por primera vez» (Jer., 4, 31). En la tarde anterior a su muerte, el Señor compara la situación de sus apóstoles a la de la madre que espera el momento del alumbramiento (Jn., 16, 21).
Pero el pasaje bíblico en el que más énfasis ponían quienes se oponían a la licitud moral del parto sin dolor es: «Multiplicaré los trabajos de la preñez; parirás con dolor los hijos» (Gen. 3, 16). Así, por ejemplo, una difundida obra de ética médica afirmaba : «Consideramos que el conocido texto de la Biblia tiene aquí perfecta aplicación. Dios, al decir a Eva, nuestra madre común, después del pecado original: Parirás con dolor, dictó una terrible sentencia que se verifica diariamente, para que sea permitido atribuirle un sentido metafórico a la frase» (Surbled). Varios tratadistas de Moral, no médicos, siguieron esta sentencia y admitieron que sólo era lícito usar anestésicos en los partos difíciles, no en los ordinarios.
En su tiempo, algunos presentaron el alumbramiento sin dolor como una confirmación de la cultura materialista, comunista, sobre todo por parte de Lamaze, quien al introducir el método en Francia lo presentó como una conquista de inspiración soviética
La respuesta de Pío XII. En la segunda parte del discurso, Pío XII examina la cuestión bajo tres puntos de vista: el científico, el ético-moral y el dogmático.
a) Valoración moral. ¿Es lícito o no emplear el método de alumbramiento sin dolor? Es un principio en Moral que para declarar la licitud de un acto, hay que atender a su objeto, al fin con que se ejecuta y a las circunstancias que lo rodean. El Papa tiene en cuenta estas tres fuentes de moralidad, cuando dictamina sobre la moralidad del alumbramiento sin dolor.  Y afirma categóricamente: el método psico-profiláctico del alumbramiento sin dolor «en sí mismo no tiene nada de reprobable desde el punto de vista moral».
b) Valoración dogmática. Pío XII examina el método para ver si se opone a los dogmas de la Iglesia.
b.1) Muchos han creído que el método del alumbramiento sin dolor está en contradicción con lo que se dice en la Escritura, donde leemos que Dios impuso a la mujer el castigo de dar a luz a sus hijos con dolor. A esta dificultad u objeción responde Pío XII comparando el trabajo impuesto en la misma Escritura como castigo al hombre y el dolor impuesto también como castigo a la mujer. Con el trabajo impuesto como castigo al primer hombre y a su descendencia: «Dios no quiso impedir, ni ha impedido a los hombres, el investigar y utilizar todas las riquezas de la creación, hacer que la cultura progrese paso a paso; hacer la vida de este mundo más soportable y más hermosa; suavizar el trabajo y la fatiga, el dolor, la enfermedad y la muerte; en una palabra, someter a sí la tierra
Del mismo modo, castigando a Eva, Dios no quiso impedirle, y no ha impedido a las madres, el utilizar los medios apropiados para hacer el parto más fácil y menos doloroso».
Por otra parte, añade el Papa, al imponer Dios el castigo de que la mujer dé a luz sus hijos con dolor, no precisó la manera de cómo sería este castigo. Y en efecto, como anotaba un comentarista del discurso pontificio, «el llevar en el seno durante nueve meses al hijo, el amamantarlo en sus primeros meses, el tener que levantarse por la noche a la más pequeña molestia del niño, el tener que cuidarse de él hasta que sea mayor ya es bastante dolor para una madre».
b.2) Otros han apuntado la génesis ideológica (materialista, comunista) de los principales promotores del método como óbice moral. A lo que el Pontífice responde, con un pasaje que ya hemos citado en la entrada anterior. En efecto, no porque un sabio pertenezca a la verdadera fe, sus postulados en el campo científico van a ser verdaderos; o por el contrario, no porque un investigador profese el error en materia filosófica y religiosa, sus descubrimientos en la ciencia van a ser también erróneos.
En suma, los adelantos científicos son verdaderos sólo porque responden a una realidad, independientemente de la ideología de sus autores. Por eso un investigador materialista puede hacer un descubrimiento científico, lo mismo que los puede hacer un investigador católico, sin que esos descubrimientos constituyan un argumento a favor de las ideas filosóficas y religiosas de sus descubridores.
Algunas conclusiones provisionales. Las notas precedentes nos pueden llevar a preguntarnos si Pío XII acertó en la solución dada al problema, aunque el punto, hasta donde sabemos, ha tenido una solución pacífica en la Iglesia. Tal vez en un futuro los hermanos Dimond quieran apoyarse en la Escritura para profundizar en su “sedevacantismo montaraz”, y fijar nueva fecha a la “vacancia” de la S. Sede al 8 de enero de 1956, año en el cual Pío XII habría dejado de ser Papa por contradecir heréticamente a la Escritura admitiendo el parto sin dolor… Ironías aparte,  el tema puede servir para ilustrar o debatir cuestiones que ya hemos tratado o insinuado en nuestra bitácora (literalismo bíblico, fijismo, integrismo, reforma de lo reformable, hermenéutica de la continuidad o de la ruptura, etc.) y, por qué no, el Pío XII de la post-guerra.

Bibliografía:
- Sobradillo, A. Alumbramiento sin dolor. En rev. Salmanticensis, 3 (1956), passim.

3 comentarios:

Martin Ellingham dijo...

Hoy toca defensa de los cunicultores. Francisco dijo:

La concepción de los hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae del Beato Papa Pablo VI, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran compartiendo sus sacrificios, crecen en la apreciación de sus dones.

http://www.infovaticana.com/2015/02/11/el-tener-muchos-hijos-no-puede-ser-visto-como-una-decision-irresponsable/?utm_campaign=newsletter-11&utm_medium=email&utm_source=email-newsletter&utm_content=link-email

Anónimo dijo...

El titular de ReL ha eliminado "automáticamente" y precisamente esta palabra define la frontera entre las familias numerosas responsables de las irresponsables.

B.A.

Juan Argento dijo...

Cualquier posición debe satisfacer un requisito mínimo: ser consistente.

Si "parirás con dolor los hijos" implicase la inmoralidad del alumbramiento sin dolor, entonces "comerás el pan con el sudor de tu rostro" debería implicar la inmoralidad del uso de aire acondicionado en los ambientes de trabajo, tanto inmuebles como vehículos, por ejemplo maquinaria agrícola (*), excepto en aquellos donde de otra manera el calor sería tal que pusiese en riesgo la salud o impidiese concentrarse.

(*) Aunque interpretando el "comerás" de modo estrictamente literal, la prohibición estaría limitada a los restaurantes y los hogares durante las comidas. Claramente menciono esta posibilidad interpretativa como algo ridículo.