Reproducimos una carta de lectores enviada al
diario La Nación de Buenos Aires. Colocamos algunos
enlaces para que pueda ser mejor comprendida por lectores que no están
enterados de los pormenores de la política argentina, en la cual Francisco se
entromete con grosero clericalismo.
Leí con atención el reciente artículo del padre Guillermo
Marcó. Tuve el privilegio de colaborar un tiempo con él en la labor de prensa
del Arzobispado de Buenos Aires y allí alternar con el arzobispo. Conocí
entonces a un hombre sabio, enigmático, de pocas palabras, preocupado por la
política de Néstor Kirchner, que a su entender "promovía la división
social" y nos podría llevar hasta a un "enfrentamiento
sangriento". El tiempo pasó y aquel padre Jorge, ya devenido en Papa, me
mostró una faceta que hasta hoy día me tiene desconcertado: si en Buenos Aires
nos manifestaba su preocupación mayor por ancianos, niños y gente privada de su
libertad, en Roma parecería que ha decidido darle la espalda a un aspecto de
aquella preocupación. Integro la
Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia , ONG
que se ocupa de asistir legal, moral y espiritualmente a militares y civiles
presos por haber tenido alguna función en la época de la guerra sucia de los 70 (en su mayor parte detenidos
sin condena o con sentencias aberrantes, ya que el delito que ahora se les
enrostra es "tenía que saber", pues no existen más los partícipes
directos, aquellos que fueron juzgados durante el gobierno de Alfonsín y que
hoy en su gran mayoría han fallecido). Ya envié cuatro cartas al padre
Bergoglio -que sospecho nunca leyó-. La última invocando el Año de la Misericordia y
pidiéndole haga llegar a estos ancianos presos, y muriendo por las condiciones
en las que los jueces federales obligan a mantenerlos (muchas veces rechazando
el pedido de mayor atención invocado por los médicos penitenciarios, que
procuran en vano cumplir con sus hipocráticos deberes) una palabra de aliento,
una carta o un Rosario - como el que le envió a Milagro Sala- . Nada de ello ha
sucedido. Sólo a pedido de nuestra asociación accedió a recibir a sus
dirigentes en audiencia en el "corralito de los miércoles", donde los
"atendió" por un minuto y medio (por la tarde recibió en Santa Marta
a una dirigente K[irchner]). Ahora invoca, por medio de las enigmáticas cartas
enviadas a amigos (artificio político que usa para que su descargo ante los
ataques mediáticos que recibe sea luego difundido) su obligación como Padre de la Iglesia , de recibir o
atender, especialmente en este Año de la Misericordia , a quien
se lo pida, así lo haya denostado en el pasado. Disiento parcialmente con
Marcó: para este Papa, por lo menos en el país que lo vio nacer, la
misericordia es tan sesgada o parcial como los derechos humanos K[irchner] y
aplicada para los que, en sus intrusiones en la política local, considera son
los únicos dignos de ella, como Hebe de Bonafini. Para los demás, el silencio o
el "ninguneo". Los más de 360 ancianos muertos en prisión y sus
deudos, a los que ignora sistemáticamente, aún esperan su mirada o atención benévola.
Creo que esperan en vano.
Edgardo Frola
DNI 04.403.415
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