Un episodio bastante desconocido de nuestra
historia son las guerras carlistas, y dentro del mismo, más aún la participación
carlista en la guerra de secesión americana. Muchos carlistas, entre 4000 y
7000, se unieron a las tropas confederadas al inicio de la Guerra de Agresión
Yanqui. Es posible que esta cifra pudiera ser incluso superior, dado que otros
contingentes se unieron mediada la contienda e incluso en los estadios finales
de la Guerra de Agresión Yanqui, cuando ya todo estaba perdido.
¿Por qué este
afán de lucha más allá del océano? Resulta
lógica la afinidad entre carlistas y confederados: defensa de un orden
tradicional y agrario, apegado a la tierra y a la naturaleza, defensa de los
derechos de los Estados a decidir su propio futuro (no olvidar que los estados
confederados eran eso precisamente: Estados, libres e independientes,
integrados en la Unión voluntaria y libremente). Añádase a esto el interés que
había –que se llegó a discutir en el Parlamento de la Confederación en
Richmond, Virginia- en proclamar la Confederación como una República Cristiana,
donde todas las leyes tendrían que estar en consonancia con los Mandamientos de
la Ley de Dios. Todo ello casaba perfectamente con el ideario carlista. Era
pues lógico que los exiliados carlistas se sintieran proclives a abrazar esta
causa.
Huelga decir que los carlistas, como buenos
católicos, sentían profunda aversión por la institución de la esclavitud, “la
oprobiosa institución” como los Papas la habían denominado secularmente. Como
aversión por la misma sentían tanto el General Robert E. Lee como el Presidente
Jefferson Davis, que habían dado libertad a sus esclavos en los años anteriores
a la Guerra de Agresión Yanqui, a diferencia del presidente Abraham Lincoln,
que dictaba la libertad de los negros esclavos en los territorios que no
controlaba militarmente, pero no en la zona yanqui que él presidía (donde si bien
eran escasos en número debido al desarrollo industrial yanqui que no necesitaba
esclavos pues los sueldos mínimos y el propio trabajo en las fábricas ya era
una nueva forma de esclavitud, no fueron liberados hasta después de la guerra,
dándose la paradoja que los negros que llegaban del Sur eran libres y no los
del Norte). Tan adictos a la esclavitud eran algunos “protectores de los
esclavos” que el alcohólico (al parecer luego rehabilitado) Ulysses Grant,
General y luego Presidente de los Estados Unidos, seguía con sus esclavos
particulares en 1866, cuando ya había sido dictada la liberación de todos los
negros no sólo en el Sur ocupado, sino también en el Norte. Baste decir que
casi la totalidad del comercio de esclavos de Norteamérica estaba centralizado
en un estado como Rhode Island, que como todo el mundo “sabe”, era plenamente
norteño y yanqui, y el 100 % de los buques dedicados al comercio de esclavos
estaban registrados en los estados de Nueva Inglaterra y en manos yanquis
Para muchos
españoles carlistas, especialmente aquellos vascos y catalanes que habían
luchado en la Segunda Guerra Carlista, conocida como “Guerra dels Matiners” en
el Principado de Cataluña, la situación en España se hizo insostenible. De ahí
que el contingente de carlistas emigrados a la Confederación fuera
mayoritariamente catalán, valenciano, navarro y vascongado, regiones hispánicas
donde esta guerra fue particularmente virulenta. También algunos castellanos dispersos,
más por afinidad que por represalias. Familias españolas enteras, incluyendo
mujeres, niños y ancianos, volvieron a hollar los mismos territorios otrora del
Imperio Español en Texas, Louisiana, Florida y otros estados sureños. Cabe
decir que allí les recibieron con los brazos abiertos.
Una vez en el Sur, muchos carlistas militaron en
los famosos “Louisiana Tigers”, la división más condecorada, brava y valiente
de la Guerra, compuesta en su gran mayoría por voluntarios irlandeses. De ellos dijo
el General Robert E. Lee con lágrimas el día de su rendición, y delante de todo
su propio Ejército de Northern Virginia, que si todos sus soldados hubieran
sido como ellos, hace tiempo que la victoria hubiera caído del lado
confederado. No es extraño esto, pues la herencia celta-española es a menudo
negada, y es sabido que irlandeses, escoceses, franceses del oeste y los
pueblos celtíberos de la Península están entre los guerreros más fieros del
mundo, al menos históricamente. Cito: “La participación heroica de los carlistas
españoles con las tropas confederadas en la Guerra Civil americana llevó a que
Jefferson Davis les concediera la ciudadanía norteamericana y el mando directo
de Echegaray.”
El general
español Echegaray mandó un cuerpo de tropas carlistas: los piquetes
confederados de la Segunda División de Tennessee. La gesta de Echegaray
venciendo a los federales en West Woods para a continuación morir en otra
acción de campaña donde se enfrentaron gallardamente a fuerzas diez veces
superiores en número, es recordada en los anales de la historia militar sureña,
y, por ende, estadounidense.
También cabe
reseñar la impresión que dejaron los voluntarios carlistas que se unieron al
Ejército de Northern Virginia. De éstos, muchos de ellos combatientes de la legendaria
Brigada Zumalacárregui que a punto estuvo de derribar el gobierno liberal de
Madrid, dijo el general confederado Ambrose Power Hill: “Mis toscos,
harapientos y valerosos leones de la Providencia…”. Parece ser que estos
antiguos y veteranos combatientes de las montañas españolas lucharon en tierras
americanas llegando a tocar con sus boinas rojas el uniforme confederado que
vestían. Su uniforme resultó ser una rara mezcolanza de zuavos, boinas, mantas
de leopardo... Estos herederos de la Brigada Zumalacárregui fueron los que
consiguieron la toma épica de la colina de Malvern Hill, a partir de la cual
los carlistas recibieron siempre un trato especial dentro del Ejército de la
Confederación y estuvieron ya siempre al mando de un español, nunca más de un
oficial extranjero.
Otro episodio
de los carlistas españoles en suelo americano constituyó la defensa y freno de
la Segunda División Federal, los Regimientos 89º de Illinois y los 32º y 39º de
Indiana, al mando del general yanqui August Willich en Harpers Ferry. El
Regimiento 35º de Tennessee de requetés –que ya había sido rebautizado con el
imperial nombre de “Regimiento Nueva España”, como el Virreinato al que estos
territorios pertenecieron en origen- frenó el avance de las tropas federales,
permitiendo la marcha forzada del 19º de Arkansas que permitió al General Lee,
que mandaba también las tropas requetés, para infligir una severa derrota al
General McLellan. Las bajas de las tropas tradicionalistas españolas,
especialmente de los fusileros de Navarra (el 41º de Tennessee), fueron
altísimas (cerca del 70%).
En 1863 entró
en combate otro Regimiento, los Húsares del Maestrazgo, que traían el eco
lejano de la comarca castellonense donde los carlistas se habían batido con
fiereza contra las tropas liberales y habían infligido contundentes derrotas al
ejército isabelino hasta el punto de generar en estas comarcas un estado
paralelo y completamente autónomo que no precisaba del gobierno liberal de
Madrid para nada.
Si alguien se
acerca un día al Cementerio Nacional de Antietam (El campo de batalla nacional
de Antietam es una localización histórica increíblemente importante. En 1863,
el campo de batalla era el sitio de la primera invasión del norte del ejército
confederado. La batalla fue simplemente brutal con sobre 23.000 soldados
matados o heridos. La batalla pasa por ser el acontecimiento one-day más
sangriento de la historia de EE.UU.. En 1934, Antietam fue establecido como
parque nacional. A la luz de su importancia histórica, es una destinación
turística importante con cerca de 300.000 visitantes que visitan anualmente el
parque. En él se hayan enterrados soldados de ambos bandos), hay algunas
localizaciones que no debes dejar de ver. Localizado encima de una colina, el
cementerio nacional de Antietam es el lugar de reposo de cerca de 4.000
soldados. Si giras un poco hacia la derecha y desciendes la colina un trecho,
podrás ver las tumbas con plenos honores de nuestros compatriotas: los soldados
y oficiales carlistas caídos en tierras extrañas.
Tomado de:
Tomado de:
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?t=15051
P.S.: Según nos informa Rafael Castela el presente artículo es un extracto plagiario de su artículo:
http://casadesarto.blogspot.com.ar/2005/12/carlistas-en-la-guerra-de-agresin.html
Aunque lo ignorábamos por completo al transcribirlo cumplimos en hacer la aclaración.
P.S.: Según nos informa Rafael Castela el presente artículo es un extracto plagiario de su artículo:
http://casadesarto.blogspot.com.ar/2005/12/carlistas-en-la-guerra-de-agresin.html
Aunque lo ignorábamos por completo al transcribirlo cumplimos en hacer la aclaración.
9 comentarios:
Por favor, esto es un timo. Un "hoax", como suele decirse.
Me temo que esta historia es puro invento.
Sobre la Guerra de Secesión está todo bastante analizado, hasta los nombres de casi todos los soldados que pelearon en ella. Muchas de estas unidades no existen y las que sí, no estaban integradas con españoles inmigrantes.
Coronel:
No sé nada del tema. Pero encontré un post de Castela que dice:
"Muchos carlistas, entre 4000 y 7000 según la bibliografía consultada, se unieron a las tropas confederadas al inicio de la Guerra de Agresión Yanqui. Es posible que esta cifra pudiera ser incluso superior, dado que otros contingentes se unieron mediada la contienda e incluso en los estadios finales de la Guerra de Agresión Yanqui."
http://casadesarto.blogspot.com.ar/2005/12/carlistas-en-la-guerra-de-agresin.html
Saludos.
Sí, lo sé, es que todos toman la misma fuente.
Por ej., los Louisiana Tigers (el artículo de Wikipedia está muy completo o este libro).
Y lo mismo para las otras unidades citadas. Incluso algún personaje que figura aquí como veterano carlista, era en realidad mejicano.
Sea o no camelo, que sirva como homenaje al más lúcido de los norteamericanos del siglo XX, el carlista Federico D. Wilhelmsen.
Algo de WILHELMSEN
Con la historia federalista del sur y de la Guerra de Secesión c o mo fondo mítico y filosófico^ estos hombres pregonaban un fortalecimiento y un retorno de los poderes y derechos de los diversos Estados de la Unión Federal en contra del poder, cada día creciente, del Gobiernó Central (que llamamos nosotros el Gobierno Federal para la confusión de ustedes).
La defensa de los llamados «derechos de los Estados», «fueros» en el sentido español o «autonomía». Para que ustedes, españoles, puedan entender esta dimensión del movimiento conservador americano, hace falta que diga algo sobre las causas y resultadós de nuestra Guerra de Secesión. En términos globales, cuando el sur perdió la guerra (1861-1865), jamás pensó en tratar de nuevo de ganar su independencia. La Unión ganó y los Estados d d sur tenían que contentarse con vivir dentro del Estado federal. No fue como en España después de la guerra de 1936-1939.
Los. venados aquí nunca reconoderon su derrota y, efectivamente, volvieron al poder con la nueva Constitudón de 1978. Para d sur norteamericano, al contrario, la derrota fue definitiva. Pero, en cambio, una defensa de los llamados «derechos de los Estados» en contra de la tendeada centralista d d gobierno de Washington siempre ha sido una plataforma dentro d d conservadurismo norteamericano. ¡Menos gobierno central, libertad regional! En esta defensa se puede ver en el sur, en cada pueblo, la bandera vieja de la Confederadón al lado de la bandera americana federal
No se a demostrado la presencia de tropas Carlistas (exiliados) en la guerra de Secesión americana.Lo que si está demostrado históricamente es la presencia del Capitán de Lanceros de Zumalacárregui , Henningsen en la defensa de Richmond.
Xabierre.
No se ha demostrado, Jaetxarri, porque la sencilla razón de que se lo inventó TODO el tarado de David Odalric de Caixal i Mata en 2003. Es el mismo tío que previamente se había inventado unidades catalanas, vascas, suizas y suecas de las Waffen-SS. Respecto al ex carlista Henningsen, nunca se habla de otro mando confederado: el alemán Carl Augustus Buchel,veterano ISABELINO de la guerra carlista de 1833.
Arkaitza.
En unas charlas en las que se analizaban las guerras carlistas en Bizkaia, y a raíz de un comentario sobre la posible presencia de soldados carlistas en la guerra de secesión americana, algunos de los asistentes pertenecientes al partido carlista y muy documentados de la historia militar y política del carlismo, negaron esa posibilidad. Desde luego no lucharon voluntarios ni unidades carlistas en la Guerra de Secesión de forma organizada como tales, lo cual no impide que a nivel individual y debido a la alta emigración de vascos en el siglo XIX a EEUU y toda américa en general participasen vascos carlistas o no, en la citada guerra, ya en el bando confederado o incluso en el federal.
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