El amigo Jack Tollers ha concluido
su traducción de un libro de Bruckberger. Su introducción se ha publicado en Wanderer y la reproducimos aquí:
¡Qué libro! ¡Qué
tema! ¡Qué santa! Se trata de "María Magdalena", escrito por el P.
Bruckberger O.P. y publicado en 1952, después de lo cual… no se reeditó (hay
una versión electrónica de 1992, pero me parece que no cuenta).
¡Desapareció! Son
una de esas cosas que si no existiese el demonio no se podría entender. Por ejemplo,
"Los cuatro amores" de Lewis estuvo"out of print" durante más de 20 años, explíquenme
eso, semejante librazo… y "Ortodoxia", quizá el libro más importante
de Chesterton, ha sido pésimamente traducido al castellano, no menos de cinco
veces (al punto de convertirlo en prácticamente ilegible). Sí, el diablo existe.
Pero Dios también,
no vayan a creer.
Yo vengo leyendo al
viejo Bruck desde que descubrí su "Carta abierta a Jesucristo" hace
cosa de treinta años atrás (publicado por Emecé, o tempora, o mores). Después
leí su "Vida de Jesucristo" (que se encuentra en www.conoze.com y que
se puede descargar gratis) y algunas cositas más, algunas perfectamente
horribles como su defensa del Capitalismo y otras yerbas de las que no me
quiero acordar.
Pero, Bruck es
Bruck, tiene un genio incomparable para las cosas del Evangelio, para la
interpretación de la Escritura, sabe de psicología, de exégesis, de moral y de
hombres, de pueblos y de regiones, de lenguas y de lugares; sabe con un saber y
un sabor enteramente originales…
Yo sabía de su
afición por María Magdalena y que algo había escrito sobre la gran santa, pero
no había caso, este libro que les cuento, estaba agotado (y no había
descubierto la versión para el Kindle). Entonces, se me ocurrió buscarlo en
inglés y ¡arripoa!, apareció en una librería de viejo en Ohio que me lo envió a
casa en menos de lo que canta un gallo, milagro del ciber-espacio.
Ahora, ¿traducir un
texto francés, a su vez traducido al inglés, para ponerlo en castellano? Bueno…
como verán, si quieren, se puede hacer si la primera versión es tan buena como
la de H.L. Binsse.
La mía, me parece,
tampoco está mal y salvo en el caso de un párrafo, presumo haber entendido
perfectamente lo que Bruck quería decir (el párrafo ese, de apenas dos renglones,
terminó suprimido, qué le vamo'a hacer).
Pero volvamos al
libro. Quien lo lea verá que Bruck entiende cosas difíciles: la psicología de
una mujer prostituída, la psicología de Cristo, cómo juegan los afectos en la
vida espiritual, qué cosa es un exorcismo, en qué términos se convirtió María
Magdalena, por qué Cristo la quiso tanto y mucho, muchísimo más. Este es,
insisto, un libro genial.
Y atrevido. Como
botón de muestra, fíjense cómo se dirige al asuntito este, tan traído y
llevado, de la relación entre la santa y su Redentor:
Si hemos de hacer un retrato
perfectamente honesto de María Magdalena, hay una cuestión que no podemos
eludir. ¿Cuál era, exactamente, la naturaleza de eso que sentía, qué cosa era
el sentimiento que la unía a Cristo? Está muy bien llamarla la Bienamada de
"El Cantar de los Cantares", pero en el teclado de los afectos
humanos, ¿qué nota estamos tocando al decir esto? Cuando, recurriendo al
lenguaje poético, decimos que María Magdalena es la Bienamada del "Cántico",
¿acaso queremos expresar lo que en prosa equivale a decir que estaba enamorada
de Cristo? A menos que convirtamos a Cristo en una figura enteramente abstracta
y transformemos a María Magdalena en una criatura inerte, no podemos escaparle
a este asunto. Y por cierto, sabemos perfectamente que con ser Dios, no por eso
el Cristo dejaba de ser un hombre muy concreto, vivo, en verdad todo un hombre;
y que María Magdalena era una mujer.
Y no, no pienso
transcribir lo que sigue, cómo resuelve Bruck el espinoso tema, saliendo del
laberinto por las alturas—y conservando todos y cada uno de los afectos humanos
intactos.
Y cómo Cristo amó a
esta mujer, y cómo la prefería…
Para ver eso, el
lector tendrá que leer este libro.
Bruck, como hemos
dicho, interpreta a la perfección cosas difíciles, por ejemplo qué cosa es el
fariseísmo (y cómo se cuela entre nosotros):
Pascal nos dice que hay dos clases
de hombres: pecadores que se creen justos y justos que se creen pecadores.
Mediante sus hechos y el perdón que le fue concedido, esta mujer desencadenó el
inmenso malentendido que hay respecto de la vieja y la nueva Ley, un
malentendido que persiste en la conciencia de muchos bautizados que, por
vocación, pertenecen a la Nueva Alianza, y que, sin embargo, por razón de su
formación o quizá por una cuestión de reflejos, aún pertenecen a la Antigua.
Son innumerables los cristianos de nuestras parroquias (y se los hallará
incluso allí donde hay gente consagrada a la vida religiosa) que aún retienen
la noción de una pureza legal que los dispensaría de toda humildad, cuando no
de la caridad misma: con tal de que se sientan en paz en lo que a la
observancia de reglas externas se refiere y si no por otra cosa, por lo menos
que con eso se ganen la aprobación de la opinión pública de los piadosos.
En su caracterización
de los fariseos, alcanza las alturas (y honduras) de Castellani, y mido mis
palabras. Pero además, exhibe una inteligencia agudísima del Evangelio, de los modos de Cristo—y de los de Judas:
Mientras tanto, Jesús se acercaba
a la casa de su amigo Lázaro que estaba muerto y cuyo cadáver comenzaba a
descomponerse en su tumba. El comportamiento todo de Cristo en esta instancia
fue paradojal, estaba más allá de la comprensión, se mostraba contrario al
sentido común. Podríamos haber entendido que al viajar hacia el lecho de un
amigo en agonía, Cristo se hubiera apresurado en el camino hacia Betania, aun a
riesgo de caer en manos de sus enemigos: pero no, en ese momento, Cristo se
mostró más bien moroso y deliberadamente se demoraba. Ahora, lo que se nos hace
completamente incomprensible es que llegado el momento de la muerte de Lázaro,
recién entonces Cristo se pone en camino, sabiendo perfectamente que al llegar
no se encontraría sino con un sepulcro que había sido tapiado cuatro días
antes. Debe haber sido entonces que Judas pensó que este hombre estaba
completamente fuera de sí. Uno no arriesga la propia vida y la de los amigos
para ir a meditar al lado de una tumba.
Y con todo, Cristo resolvió qué
cosa haría no sobre la base de un normal sentido común: completar su misión, y
ninguna otra cosa era lo que lo guiaba por entonces. Otros héroes encaran los
acontecimientos, los enderezan según su voluntad y fuerzan su desenvolvimiento
según sus propios deseos. Pero cuando un acontecimiento ya ha sucedido, nadie
es capaz de hacer nada con eso. Cristo va más lejos. Si arriesga su vida, no es
para impedir la muerte de Lázaro, ni siquiera es para cumplir con los deberes
de piedad finales para con su cuerpo; es para tender un manto de duda sobre lo
realmente sucedido, es para reabrir el debate acerca de la vida y la muerte, es
para extender incluso hasta la muerte los dominios de la esperanza que hasta
entonces se detenían exactamente ante ese umbral; es para poner seriamente en
duda que la muerte sea un hecho incontestable que nadie puede modificar.
Para Cristo no había, nunca hubo,
un hecho incontestable. Siempre y en todo lugar dominaba los acontecimientos,
incluso los del pasado. Los interpelaba, los ponía en duda, e incluso los
suprimía.
Judas se dijo: "Este hombre
es un tonto de arriesgar así su vida por una persona muerta. Lo que pasó,
pasó." Y ya no sentía obligación de lealtad ninguna hacia un hombre que se
negaba a permanecer dentro de los límites de lo que es posible en este mundo.
Pero me estoy
extendiendo en demasía, Wanderer, usurpando lugar de su blog de usted y
haciendo perder tiempo a sus lectores cuando deberían estar descargando este
libro ya mismo, desde aquí:
La descarga es
gratuita y se puede elegir entre nueve formatos diferentes (PDF, Epub, Kindle,
Doc, etc.). También se puede imprimir para leer en papel (en A-4 apenas si son
140 páginas).
Así es que sus
lectores no tienen excusa alguna: tolle,
lege.
Su traducción ha
sido para mí algo así como una experiencia espiritual de la que he salido algo
cambiado, de manera que ya mismo, le advierto que si alguno de los que tienen
esto ante la vista no descargan y se ponen a leer el libro ya mismo, pues—voy a
salir a buscarlos, uno por uno, para molerlos a palos, los muy miserables.
Para los demás, sólo
dos palabras: Bon appétit!
Tomado
de:
3 comentarios:
""Béseme con beso de su boca". ¡Oh, Señor mío y Dios mío, y qué palabra esta para que la diga un gusano a su Criador! ¡Bendito seáis Vos, Señor, que por tantas maneras nos habéis enseñado! Mas ¿quién osara, Rey mío, decir esta palabra si no fuera con vuestra licencia? Es cosa que espanta, y así espantará decir yo que la diga nadie. Dirán que soy una necia, que no quiere decir esto, que tiene muchas significaciones, que está claro que no habíamos de decir esta palabra a Dios, que por eso es bien estas cosas no las lean gentes simples." (Santa Teresa de Jesús)
Empiezo a leerlo. 'Pa empazá' grave metedura de pata. Pues para cuando María Magadalena tenía unos 14 años, difícilmente le podrían narrar la última picardía de Cleopatra, para ese entonces finada y bien finada hacía más de cuarenta años.
¡Cómo todo siga así! Y en un marco judeo-griego que no sé de dónde lo saca, no parece generar el entusiasmo que el editor promete. Claro que la imaginación es muy atrevida. Pasemos página para ver que deparan las siguientes y si se puede terminar, si Dios quiere.
Va mejorando; me está atrapando y resulta interesante. Sigamos
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