Las condenas de
Sabido es que las condenas del
magisterio son de interpretación estricta.
Hay que atenerse a los límites fijados por la Iglesia : ni el defecto de
la interpretación restrictiva, ni el
exceso de la interpretación extensiva.
Pero no siempre es fácil
determinar los límites de una condena en materia social. Y la
debilidad humana muchas veces conduce a interpretaciones sesgadas. No es raro,
por ejemplo, que los enemigos políticos de algo reprobado tiendan a extender los
límites de su condena, y que los simpatizantes, por el contrario, procuren restringirla o silenciarla.
Para dar respuesta adecuada, se
debe partir de una importante distinción:
(a) Doctrina. Se trata de ideas
erróneas contrarias al depósito revelado en materia de fe o costumbres. Que
muchas veces se articulan, configurando una ideología,
esto es un pensamiento sistemático, pero unilateral, sesgado o interesado.
(b) Legislación. En sentido
amplio, no limitado sólo a las leyes, se trata de normas que mandan, prohíben o
permiten conductas. Estas normas no son siempre y en su totalidad una consecuencia necesaria de la
doctrina, en el sentido de que una doctrina errónea en lo especulativo implique siempre una norma injusta. Además, es de experiencia común que, en política, muchas veces las
declamaciones no tienen proyección legislativa...
(c) Régimen. Como realidad
distinta de la legislación, que puede ser legítimo o ilegítimo, tanto en su
origen como en su ejercicio. Por lo general la Iglesia trata con los
poderes establecidos de hecho, sin prejuzgar en la cuestión de su legitimidad,
salvo en casos singulares.
Un ejemplo de esta distinción lo
tenemos en la condena del fascismo. Hoy predominan los "demócratas", que tienden a ensanchar los
límites de la condena, amalgamándolo al nazismo concebido siempre como un “mal
absoluto”. Otros, afines al régimen, en su momento minimizaron o
silenciaron la reprobación.
En primer lugar, la Iglesia condenó parte
de la doctrina fascista: “…una ideología que declaradamente se resuelve
en una verdadera y propia estatolatría pagana, en contradicción no menos con
los derechos naturales de la familia que con los derechos sobrenaturales de la Iglesia …”. También la Iglesia incluyó en el
Index las obras completas de Gentile, considerado filósofo del régimen. La
ideología fascista contiene errores sobre la naturaleza del Estado, que pueden
sintetizarse indicando que se trata de una concepción "totalitaria" o "totalizante". Pero salvo un núcleo de ideas elementales, el fascismo histórico careció de una ideología sistemática y fija. En
todo caso, a pesar de la ideología, el régimen fue capaz rectificar algunas acciones
de gobierno equivocadas.
En segundo lugar, la Iglesia condenó parte de
la legislación fascista. En efecto,
hubo normas y medidas de gobierno inaceptables, singularmente las relativas a la Acción Católica y la política
educativa del Estado. O, para poner otro ejemplo más concreto, un juramento de cumplir sin discusión todas
las órdenes de las autoridades públicas. La fórmula debió
ser rectificada por el Papa con una cláusula de reserva de conciencia para
dejar a "salvo las leyes de Dios y de la Iglesia ". Pero no se condenó toda la legislación fascista. Por ejemplo, el Código Civil de
1942 no fue reprobado y ha sido fuente de valiosos aportes a las ciencias jurídicas del siglo XX.
Y, en tercer lugar, la Iglesia nunca condenó “el
régimen como tal” declarándolo ilegítimo por su ideología errónea o por su legislación inaceptable. Tampoco
reprobó al partido. El propio Pío XI manifestó intención de limitar la condena al
decir: “hemos hecho una obra útil a la vez
al partido mismo y al régimen. ¿Qué interés puede tener, en efecto, el partido,
en un país católico como Italia, en mantener en su programa ideas, máximas y
prácticas inconciliables con la conciencia católica?”. En otro pasaje recordó a los católicos que “simpatizan francamente con el régimen y con
el partido fascista” sin acusarlos de solidaridad con los errores, ni de
complicidad con las normas inicuas.
Como se ve con claridad en este caso, las
condenas de la Iglesia
en materia política tienen sus límites. No son un rechazo emotivo e irracional, ni significan que toda realización cultural, política, jurídica, etc. vinculada con lo condenado esté contaminada de maldad moral.
4 comentarios:
Mis amigos nacionalistas no diferencian ideología, ley y el régimen. El liberalismo es todo la misma cosa
Y así les va
La adhesión de muchos católicos al fascismo no estuvo dictada por intereses políticos, sino que fue la consecuencia lógica de una opción ideal, de la voluntad de lograr un proyecto de nueva sociedad: el Estado nacional-católico. El proyecto fracasó porque el régimen, a medida que pasaban los años, iba adoptando opciones cada vez más filo- germánicas, que desembocaron en la adopción de la legislación racial, en claro contraste con los principios fundamentales del catolicismo.
Joselo, yo conozco poco de la historia del fascimo y la biografía de Mussolini, pero por lo que me consta este era anti-clerical y lector ávido de Nietzsche desde la adolescencia y sus ideas eran muy semejantes a la de Hitler, solo que no las pudo implementar por la cultura mucho más cristiana de Italia. Mussolini no era católico y despreciaba el cristianismo, de ahí que la condena al fascismo como "estatolatría pagana" es muy justa. Muy diferentes fueron Franco y Salazar, verdaderamente cristianos, en ellos no vemos ni rastros de los defectos del nazismo y del fascismo (racismo, culto del líder y del estado, belicismo).
Mussolini nunca fue filogermánico. Fue germanófobo hasta el final de sus días. Se acercó a Alemania a partir de 1937 porque las potencias occidentales no le dejaron otra opción, aunque eso tampoco excusa sus errores. Hasta 1937 el fascismo había sido abiertamente germanófobo; a partir de esa fecha lo fue sólo en privado.
Mussolini sí era católico y gobernó como tal. Bautizado y educado como católico, en su juventud se hizo agnóstico e ingresó en el socialismo, pero con la fundación del fascismo se fue convenciendo de las bondades de la religión en la vida pública para terminar retornando a la fe en los últimos años. En sus propias palabras, “Da giovane ero quasi eretico. Con la Conciliazione sono diventato religioso in politica. Ora mi sento religioso anche nella vita intima“.
La estatolatría del fascismo era más teórica que práctica. Residía sobre todo las formulaciones del ex liberal Giovanni Gentile, que tampoco tenían el carácter de oficiales. Mussolini incorporó ciertas correcciones que le indicó un cardenal al texto de "La doctrina del fascismo" que elaboró conjuntamente con Gentile. Para 1931 estaba solucionado el conflicto con la Acción Católica que dio pie a la carta de Pío XI. Los periódicos de la época dan cuenta de la amigable y solemne recepción a Mussolini en el Vaticano para sellar la paz. El Gobierno fascista respetaba bastante las estructuras anteriores y no imponía miembros del partido en los cargos estatales. El partido tenía poca importancia y, al igual que la milicia, estaba completamente subordinado al Estado. El régimen fomentaba la religión católica en las escuelas, en el partido y en la vida pública, de manera similar al primer franquismo. En la práctica el régimen de Franco era mucho más totalitario, al recaer los cargos de Jefe del Estado, del Gobierno, del Ejército y del partido único en la misma persona, mientras que en Italia eran personas distintas.
Esto es en contestación a Joselo y Carlo. Con la entrada de Infocatólica estoy completamente de acuerdo.
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