La táctica de victimizarse para convertirse luego en victimario es muchas veces exitosa.
En el mundo real existe la revisión por pares que los autores sensatos agradecen. En algunos ambientes, tal vez no se haga una lectura crítica por obsecuencia, temor reverencial, tempe-ramento, admiración, conmilitancia o amistad personal. Son motivaciones comprensibles. Pero no menos comprensible es la posición de quienes no abdican de su juicio crítico, porque piensan que es una deriva sectaria colocar a un escritor en el lugar de gurú incuestionable o de Duce que siempre tiene razón.
Publicamos hoy esta carta de un lector. Sin abrir los comentarios, porque sobre este tema ya se ha dicho lo necesario y bastante más. Es momento de pasar página.
Como algunos lectores están interesados en estos temas, trataremos de decir algo en entradas posteriores, pero de manera abstracta y sin personalizar.
En el mundo real existe la revisión por pares que los autores sensatos agradecen. En algunos ambientes, tal vez no se haga una lectura crítica por obsecuencia, temor reverencial, tempe-ramento, admiración, conmilitancia o amistad personal. Son motivaciones comprensibles. Pero no menos comprensible es la posición de quienes no abdican de su juicio crítico, porque piensan que es una deriva sectaria colocar a un escritor en el lugar de gurú incuestionable o de Duce que siempre tiene razón.
Publicamos hoy esta carta de un lector. Sin abrir los comentarios, porque sobre este tema ya se ha dicho lo necesario y bastante más. Es momento de pasar página.
Como algunos lectores están interesados en estos temas, trataremos de decir algo en entradas posteriores, pero de manera abstracta y sin personalizar.
"Neoconismo
caponnettiano"
Este
neologismo compuesto da cuenta de un fenómeno que se ha manifestado con
particular énfasis en estos últimos tiempos, con posterioridad a la difusión
del anticipo en versión digital del libro del Dr. Héctor Hernández (H.H.) y la
respuesta en forma de carta del Dr. Antonio Caponnetto (A.C.).
Hay una mentalidad que parece coincidir -es más, hasta
identificarse- y es la de los más acérrimos seguidores, defensores y
justificadores de A.C. y la de los miembros de los grupos neoconservadores
("neocones"). Una nota fundamental de estos grupos es colocar a la
autoridad por sobre la verdad (como certeramente sentencia y resume un
amigo) y una consecuencia natural es la generación sistemática de
"círculos cuadrados", que van surgiendo al intentar dar una
justificación a lo no justificable racionalmente.
En un caso, la autoridad cuyos pronunciamientos son siempre y en
todo momento infalibles es -fundamentalmente, y en resumidas cuentas- el Papa,
obispos y algunos otros como el superior, el director espiritual, etc. En el
otro, el lugar del infalible, la "boca de la verdad" es ocupado por
A.C.
No es admisible el error en sus pronunciamientos, sea una
sentencia heterodoxa propiamente dicha o bien un error menor. No. Hay
infalibilidad absoluta y los críticos parten de un sofisma, un engaño, una
interpretación maliciosa. Aún los cuestionamientos respetuosos de los textos
son vistos como actos de irreverencia y mala fe. Sin importar que los
pronunciamientos sean confrontados con otros textos y se prueben errores e
incoherencias. Las rebuscadas hermenéuticas estarán a la orden del día para
justificar lo que sea, con tal de que no se cuestione la autoridad.
El pecado es disentir, el pecado es objetar. Quien lo hace, se
aparta de la "comunión" del grupo, se convierte en cismático o
filo-cismático.
En
definitiva, para el neoconismo, sea eclesial o en su muy actual vertiente
caponnettiana, la autoridad fabrica y expresa la verdad, olvidándose que es su
deber servirla.