A los efectos comparativos de esta
entrada, podemos definir la eutanasia
(pasiva) como el dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de
cuidados o tratamientos que están indicados y son proporcionados.
Se suele justificar esta eutanasia con
diversos argumentos, uno de los cuales es el siguiente: el paciente es
terminal; a la luz de la ciencia médica se concluye, con muy alta probabilidad,
que morirá en un plazo más o menos breve; por tanto -se dice- no
tiene sentido prolongar su vida con procedimientos médicos aunque sean ordinarios.
El argumento tiene la
inconsistencia de los razonamientos consecuencialistas. No repara en que
matar al inocente es malo en sí mismo. Además, puede conducir al absurdo,
pues con total certeza se puede afirmar filosóficamente
que todo hombre morirá en algún momento, sin que de ello se siga la
justificación de la eutanasia pasiva de enfermos terminales, inválidos, disminuidos
psíquicos, niños, etc.
El argumento pro
eutanasia se replica –por medio de la analogía- para justificar la abstención de la
participación política en concreto:
- Primera similitud: la conducta
justificada es de omisión; en un caso, no tratar al paciente; en otro, no
intervenir activamente y en concreto en la vida de la polis.
- Segunda similitud: se juzga
inútil poner medios ordenados a un fin. En el primer caso, para lograr el fin de la curación
del paciente, aunque esto no se logre o sólo se obtenga un restablecimiento parcial de su salud; en el segundo, alcanzar algún bien común político aunque sea imperfecto.
Pero hay una diferencia importante: mientras que en medicina es posible
pronosticar con alta probabilidad el desenlace fatal de una enfermedad, ya que este
obedece a un proceso causal bien determinado; en política, en cambio, todo pronóstico (prudencial)
es contingente, porque la vida de la comunidad depende de acciones libres, que no admiten determinación necesaria. Los antecedentes históricos inciden en el presente pero no pueden determinarlo de modo necesario.
No nos parece justificable el abandono de la participación política aquí y ahora por un fatalismo. En política hay sorpresas y el futuro es incierto. En cualquier caso, aunque no hubiera grandes sorpresas en el porvenir, el
bien debe hacerse, también en el ámbito de la polis, aunque las consecuencias de nuestras acciones no se logren plenamente. Se trata, en definitiva, de actualizar inclinaciones de perfeccionamiento que han sido creadas por el Autor de la naturaleza humana. Es Dios quien ha hecho al hombre animal político, y no se ha limitado a inclinarlo tan sólo a la vida familiar y al desarrollo de los cuerpos intermedios.
4 comentarios:
Quien en su sano juicio aceptaría renunciar a cualquier acción política en concreto?
Con la cantidad de alternativas que hay, desde pintar una plaza, ser buen vecino, tener correctamente contratados y dar buen ejemplo a los empleados a tu cargo....
Para que algunos no aceptan participar en ningun proyecto politico que no incluya el "combo" (como dice el Wanderer) politico-doctrinal que a ellos les acomoda. En el mundo tradi ese combo pasa por Estado confesional católico, monarquía tradicional, sufragio de los padres de familia y cortes estamentales, etc. etc., Como dichas opciones no existen o no pasan de grupúsculos testimoniales, que se joda el país hasta la Parusía.
Aprovecho la instancia para plantear un tema. ¿Es correcto hablar de "Estado católico" y no más bien de "gobierno católico" o "gobernantes católicos"? Lo digo porque la noción de "Estado" supone la idea moderna de soberanía y su potencial carga totalitaria. No me extraña que para muchas católicos sea preferible un Estado liberal a un Estado "católico" que podría perfectamente convertirse en un poder totalitario arropado con la Cruz, ajeno totalmente a la realidad histórica de los regímenes católcios tradicionales.
Lefe estepario
El tema del concepto de "Estado" da para largo. Si puede leer algunas publicaciones del Dr. Sergio Castaño verá que fundamenta muy bien el legítimo uso del término.
Saludos.
Lefe estepario:
Coincido con lo que dice, salvo con lo del Estado. En la "escuela argentina", la palabra Estado se ha tomado como sinónimo de comunidad política. Así, por ejemplo, Guido Soaje Ramos, Félix Lamas, Héctor Hernández, Sergio Castaño, Bernardino Montejano. Y la lista sigue.
El "Estado moderno" (que algunos llaman "Estado" a secas) es una realidad que se apoya sobre la comunidad política, aunque -es verdad- con elementos modernos que la desfiguran, como Ud. bien señala respecto de la soberanía (entendida en sentido moderno, por cierto).
Para evitar equívocos, parece preferible hablar de "comunidad política católica".
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