El p. Marie-Michel Labourdette
(1908‒1990) fue un destacado teólogo tomista. Un aspecto
importante de su trayectoria intelectual lo constituye su impugnación de la
denominada Nouvelle théologie.
Para comprender mejor el contexto histórico de sus críticas a dicho movimiento,
pueden ayudar estas líneas:
“Según la periodización de Th. Tshibangu, que ha
reconstruido detalladamente los debates sobre el estatuto epistemológico
de la teología en la primera mitad de nuestro siglo, la controversia sobre
la «nouvelle théologie» se desarrolla en dos fases: la primera, entre
1938 y 1946, está marcada, como hemos visto, por las publicaciones de los
libros de los teólogos dominicos Chenu (1937) y Charlier (1938), que
fueron sometidos a crítica sobre todo por teólogos romanos, tanto dominicos
(Gagnebet y Cordovani) como jesuítas (Boyer y Zapelena); la segunda, entre
1946 y 1948, donde se habla más expresamente de «nouvelle theologie»,
tiene como protagonistas a teólogos dominicos (como Labourdette y
Garrigou-Lagrange), en calidad de críticos, y teólogos jesuítas de la
Escuela de Lyon-Fourviére, como Daniélou, de Lubac, Bouillard, Fessard y
von Balthasar.
[…]
La querella teológica
se inicia con un polémico artículo publicado en la Revue Thomiste con
la firma de su director, el teólogo dominico M. Labourdette, titulado La
teología y sus fuentes (1946), y que registra, entre las
intervenciones más polémicas, el artículo del teólogo dominico R.
Garrigou-Lagrange en la revista romana Angelicum, con el expresivo
título de ¿Adonde va la nueva teología? (1946). Además del artículo
de Daniélou en Études -que sus adversarios consideran el
manifiesto de la «nouvelle théologie»-, los escritos y autores que están
bajo el punto de mira son los siguientes: algunos volúmenes de la
colección Théologie, dirigida por la facultad de teología de
Fourviére; en concreto, Conversión y gracia en santo Tomás de Aquino (1944),
de Henri Bouillard, Corpus Mysticum (1944), de Henri de Lubac, Autoridad y
bien común (1945), de Gastón Fessard, y Sobrenatural (1946),
de Henri de Lubac; además, algunas introducciones -de carácter no
sólo histórico, sino también actualizador- a traducciones de textos
patrísticos aparecidos en la colección Sources Chrétiennes, en
particular la introducción de de Lubac a la traducción francesa de las Homilías
sobre el Génesis de Orígenes; y a todo ello hay que añadir la
introducción de Hans Urs von Balthasar a su estudio -publicado en otra
colección- sobre la filosofía religiosa de Gregorio de Nisa, Presencia
y pensamiento (1942). Pero también aparecen los nombres del filósofo
Maurice Blondel y del paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, a
quienes se considera inspiradores de la «nueva teología».
Entre los textos más
frecuentemente citados de esta literatura teológica, además de los pasajes
ya referidos del artículo de Daniélou en Études (1946), figuran
sobre todo algunas páginas de Bouillard y de de Lubac. Bouillard, en la
conclusión a Conversión y gracia en santo Tomás de Aquino (1944),
abordando el problema de los condicionamientos históricos de la teología
tomista, escribía: «Cuando el espíritu evoluciona, una verdad inmutable
rige solamente gracias a una evolución simultánea y correlativa de todas
las nociones; evolución que mantiene entre ellas una misma relación. Una
teología que ya no fuese actual sería una falsa teología »; y también:
«La teología está, pues, ligada al tiempo y a la historia, a la vez que
expuesta a sus riesgos, y es susceptible de progreso»60. De Lubac, en Corpus
Mysticum (1944), donde estudiaba la relación entre iglesia y
eucaristía en el medievo, mostraba -en el capítulo X, titulado Del símbolo
a la dialéctica, y en la Nota F, titulada Una ilusión de la
historia de la teología- cómo en la historia de la teología se había
producido un paso de la teología simbólica de los Padres a la teología
dialéctica de los escolásticos, pero no por ello la teología patrística
debía ser considerada como una especie de prehistoria de la
teología escolástica.
El punto en discusión
lo constituía sobre todo el estatuto epistemológico de la teología: los
teólogos dominicos percibían en la operación de historización de la teología
escolástica, vista por ellos como «el estatuto verdaderamente científico
del pensamiento cristiano», una peligrosa tendencia al relativismo
teológico, que habría conducido al relativismo dogmático; los teólogos
jesuitas, en cambio, se negaban a pensar que la teología escolástica
hubiera «drenado»62 la sustancia de la teología patrística, y sostenían
que una teología viva debía volver a las fuentes y confrontarse con el
pensamiento y la experiencia de su propio tiempo.
En el curso de la polémica se produjo el ataque frontal de
Garrigou-Lagrange, que reconducía la «nouvelle théologie» al subjetivismo de
la filosofía de la acción de Blondel y a la perspectiva evolucionista
de Teilhard de Chardin (algunos de cuyos escritos circulaban
multicopiados) y que, sin medias tintas, escribía en el alarmante artículo
citado: «¿Y adonde está destinada a llegar esta nueva teología, con esos
nuevos maestros en los que se inspira? ¿Adonde, si no es al escepticismo,
a la fantasía y a la herejía?»; y más duramente aún: «¿Adonde va la
nueva teología? ¿No está volviendo al modernismo?»
[…]
La situación teológica seguía siendo tensa, y en Roma
crecía la preocupación de adonde podrían conducir los nuevos fermentos:
con fecha de 12 de agosto de 1950, publicaba Pío XII su encíclica Humani generis,
que sometía a crítica «las nuevas tendencias que se agitaban en las
ciencias sagradas».” (Rosini, G. La
teología del siglo XX, p. 181 y ss.).
Una vez publicada la Humani generis, el p. Labourdette
daría a conocer un artículo comentando el texto pontificio. No conocemos traducción
castellana del mismo. Sólo pudimos encontrar algunos fragmentos citados y
traducidos en las ponencias de la XI Semana
española de teología (aquí),
dedicadas la encíclica de Pío XII. Teólogo de sólida ortodoxia, profundo
conocedor de Santo Tomás, el p. Labourdette estuvo muy lejos de ajustar su
perfil intelectual a la caricatura que algunos pudieran imaginarse.
Dejamos copia digital de su
artículo «Les enseignements de l'encyclique Humani Generis» (Revue Thomiste, n°
l [1950], p. 32-55 (aquí). El lector encontrará muy interesantes precisiones sobre el Magisterio de la
Iglesia en su relación con la Teología y la Filosofía, sobre si la Iglesia canoniza
de suyo una particular sistemática
filosófica y -más en concreto- si el «tomismo» tiene la
exclusiva en la filosofía cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario