miércoles, 22 de julio de 2015

Atrofia dialéctica (y 3)

Hemos visto que la Dialéctica es la parte de la lógica que regula el pensamiento que se mantiene como en movimiento en dirección a la verdad o que arriba a ésta sin certeza. Dicho en forma más breve, con una expresión de Aristóteles, es la lógica de lo probable, también llamada lógica tópica, lógica de lo razonable o lógica de lo opinable. Es un tratado especial dentro de la lógica que juzga en general la validez y corrección de las operaciones de la razón. La diferencia que específica a la Dialéctica es que se aplica en todo el ámbito de las proposiciones probables, las tesis opinables, es decir, meramente plausibles pero que no alcanzan una verdad cierta y definitiva; es decir que la Dialéctica se estructura en base a silogismos probables, que son diferentes de los silogismos necesarios
Para una explicación más didáctica de esta cuestión, conviene poner algunos ejemplos simples y comentarlos brevemente:
- Silogismo necesario. Silogismo por definición, o deducción necesaria. Se lo denomina también demostrativo, apodíctico o científico. Ejemplo:
Todo animal es sustancia
Todo hombre es animal
Luego, todo hombre es sustancia.
Las premisas son universales, necesarias y ciertas; por tanto la conclusión también lo es. Las verdaderas demostraciones, fruto de silogismos necesarios, son menos numerosas de lo que vulgarmente se cree. El asentimiento a las premisas es causa y razón suficiente del asentimiento a la conclusión; de manera que si las premisas son ciertas, la conclusión será igualmente cierta.
- Silogismo dialéctico o probable*. Según Aristóteles es el silogismo fundado sobre premisas probables. Ejemplo:
El cielo nublado indica probable lluvia.
Hoy está el cielo nublado.
Luego, hoy es probable que llueva.
El silogismo dialéctico tiene una o dos premisas probables, lo cual hace que de ellas se infiera una conclusión probable. Ya el mero hecho de tener una premisa probable determina una conclusión probable, porque la conclusión, según los principios argumentativos, sigue la parte peor o más débil, que en este caso es la probabilidad en comparación con la certeza. Esta argumentación no engendra ciencia, en sentido aristotélico, sino opinión. Por tanto, no se trata de una demostración sobre cosas que son necesariamente, y no pueden ser de otra forma, sino que se trata de lo posible y contingente, aquello que puede o no puede ser, puesto que se delibera sobre opiniones probables.
Hemos dedicado una entrada sobre lo probable en Teología, por lo cual es suficiente ahora dar el enlace. También nos hemos ocupado del sedevacantismo, tal vez con demasiada extensión. Sin embargo, nos parece importante insistir hoy en la gran deficiencia lógica que tiene el sedevacantismo especulativo en algunas de sus formulaciones usuales. En efecto, la premisa mayor de la que parte el sedevacantismo –posibilidad de un papa herético; nulidad iure divino de la elección pontificia por herejía antecedente- es siempre una proposición teológicamente probable, no cierta, como se puede constatar en todas nuestras entradas dedicadas al tema, con profusas citas de autores probados. Y de lo probable, sólo puede seguirse una conclusión probable. Esta conclusión produce opinión, u asenso opinativo, jamás certeza. Se han de rechazar, por tanto, todos los pretendidos "anatemas", a veces acompañados de calumnias, con los cuales desde algunas modalidades del sedevacantismo se ataca a quienes no aceptan una doctrina que enloquece opiniones teológicas discutibles, desnaturalizando su índole epistémica.
El sedevacantismo especulativo al que aludimos ofrece un ejemplo luminoso de atrofia dialéctica. Porque prescinde de la lógica aristotélica; busca a cualquier costo hacer cierta -a veces dogmática-, una conclusión que sólo puede ser probable, por la naturaleza de sus premisas. Esta atrofia dialéctica ciega para reconocer en este punto una materia opinable en Teología.
Sobre el sedevacantismo en su dimensión práctica, ya nos hemos ocupado aquí y aquí, por lo que no vale la pena dedicarle más palabras en esta entrada. Además, cabe recordar que, en el plano moral objetivo, valen las reglas tradicionales para resolver casos de conciencia dudosa, dejando el juicio último de las conciencias en manos de Dios.

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* «Dupliciter definitur syllogismus probabilis: 1° Argumentatio quae ex utraque vel alierutra praemissa probabili conclusionem infert. Quando utraque praemissa est probabilis tantum, conclusio nonnisi probabilis esse potest, ut liquet. Si autem una est probabilis, altera certa, conclusio peiorem sequitur partem. Cum enim una praemissa sit mere probabilis, comparatio cum medio non fit certo et necessario, sed contingenter et fallibiliter. Ergo etiam in conclusione est contingenter et fallibiliter atfirmanda. 
2° Definitur: Argumentatio quae opinionem tantum generare valet. Quae definitio est descriptiva; sicut enim demonstratio ex effectu definitur: Syllogismus faciens scire, ita syllogismus probabilis dicitur: Syllogismus faciens opinari.» (cfr. Hugon, OP. LOGICA MAIOR, SEU CRITICA, TRACT. III. Q. 1., p. 402)

2 comentarios:

Juan de los palotes dijo...

No hay que pedir peras al Olmo. La mayoría de los sedevacos, en el mejor de los casos, se quedó con el Casaubón de tapas azules. De la Dialéctica no tienen ni la menor idea.

Anónimo dijo...

En el mejor de los casos vieron el libro alguna vez!
Api