Los neoconservadores (políticos) se indignan cuando
algunos afirman que el intervencionismo militar norteamericano, pasado y
presente, es factor de hostilidad en el mundo musulmán, facilita el
reclutamiento de terroristas por parte de organizaciones como Al Qaeda o Isis,
y puede contribuir a la comisión de atentados en las naciones de Occidente. La
palabra “blowback” (tiro por la culata), acuñada por la CIA para uso interno,
ahora es bastante común en el campo relaciones internacionales. Se refiere a
las repercusiones no buscadas de políticas clandestinas por lo general, que no son de público conocimiento. El “blowback” es
uno de los factores del terrorismo. Hacerlo explícito no implica, como es lógico,
justificar o excusar a unos asesinos salvajes.
Financiamiento opaco o Blowback
¿Cómo es que una
organización como EI [Estado Islámico], que reniega de la modernidad y sus
avances de todo tipo, puede llegar a tener los alcances presentes? En este
punto se abre una tangente que suele ser ocultada por gran parte de los medios
de información masivos. El Estado Islámico de Iraq y Siria no se trata de un
grupo que tomó por sorpresa a EEUU y sus aliados en la región. Se trata de una
realidad mucho más compleja que esa visión naive.
El ascenso relámpago del
EI, en gran parte, es la consecuencia de una estrategia con largo historial
sostenida por Estados Unidos y sus aliados en la región (las monarquías
salafistas árabes) que consiste en financiar secretamente grupos de este tipo
para desestabilizar gobiernos que no están alineados con las pretensiones del
establishment económico y militar estadounidense ni de sus socios sobre
recursos naturales tan preciados y rentables como el petróleo o el gas.
Esta política de “dividir
para reinar” ha proliferado en la región del medio oriente y el Magreb durante
el desarrollo de la llamada “primavera árabe”, EEUU, a través de la OTAN , así como las monarquías
de Arabia Saudita y Qatar y el Estado turco se han servido de la región como un
tablero de ajedrez, provocando injerencias continuas en los sucesivos
estallidos sociales que han tenido lugar en Egipto, Libia, Siria. Iraq, por
supuesto, no ha sido ninguna excepción. La intervención ha sido indirecta por
medio financiamiento a grupos de fundamentalistas yihadistas a través de
petrodólares. Entre esos grupos se encuentra el EI. (4)
Las monarquías como Arabia
Saudita y Qatar son fundamentales en este esquema. Llevando a cabo un juego de
doble rasero que los beneficia. Exportan fanáticos a otros países para que no
causen problemas en casa. Estos difunden su visión yihadista, compatible con el
salafismo institucionalizado de esas naciones absolutistas, en países de la
región donde no predomina esa postura. Así como también los financia a través
de dinero, recursos y armas. (5)
Lo que sucede con esta
dinámica es que, durante la última década ha escapado del control
estadounidense. Estos grupos utilizan el financiamiento mencionado para sus
propios planes de reducir la influencia estadounidense y occidental en la
región, aunque sin tocar a sus mentores monárquicos. Ya sucedió con Al-Qaeda,
ahora sucede con EI. Que rompió las alianzas mantenidas con gran parte del arco
de grupos fundamentalistas a causa de divisiones que responden a las
ambivalentes relaciones entre Arabia Saudita y Qatar. Quienes siguen sus
propios juegos de poder en la región. La actual postura en contra de los
saudíes hacia el Estado Islámico es una señal elocuente de que este grupo es
financiado en forma opaca por la monarquía qatarí.
El Gobierno de EEUU, luego
de mantener una postura pasiva de apoyo indirecto a los grupos fundamentalistas
que tomaron el poder en Libia y la resistencia en Siria, ha enviado fuerzas
militares nuevamente a Iraq ante la avanzada del Estado Islámico de Iraq y
Siria sobre recursos estratégicos que amenazan intereses estadounidenses en ese
país.
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