jueves, 11 de febrero de 2016

El nacionalismo según Alberto Ezcurra Medrano

Un amigo envía un texto de Alberto Ezcurra Medrano sobre el nacionalismo que publicamos en esta entrada.
“Mi nacionalismo es esencialmente católico y tradicionalista. Fue una reacción de mi patriotismo contra el internacionalismo marxista y el desprecio por la patria de los liberales. Siempre fui patriota, como lo fue mi padre. No creo que el patriotismo sea un sentimiento que me sobre. Lo creo una virtud positiva. Me acompaña en esta opinión Santo Tomás de Aquino (…) Nunca pude ser conservador, como parecería destinado por mi nacimiento, porque el conservadorismo, en nuestro país, se proclama liberal y el liberalismo es una herejía, y en nuestro país, con frecuencia, una traición. No es de la esencia del conservadorismo ser liberal, ni del liberalismo ser traidor, pero, en nuestro país, se han dado esas coincidencias, que soy el primero en lamentar (…)
Tampoco pude ser conservador porque he visto siempre en el conservadorismo, y sobre todo en los conservadores, demasiado espíritu de clase, demasiada defensa de intereses, los he visto demasiado conserva duros, como les decían en España. Y yo, aunque personal y familiarmente aristócrata, como ciudadano argentino antepuse siempre los intereses del país a los míos propios. ¿Quijotismo político? No. Verdadera aristocracia, que es la que tiene el sentido de servir al bien común. La que mira primero por sí misma se transforma automáticamente en oligarquía.
Pero si pude ser nacionalista y no conservador, ello no significa que esté de acuerdo con ciertas corrientes nacionalistas donde se da a la nación o alestado un valor demasiado absoluto; donde con criterio materialista se acentúa demasiado la importancia de lo económico; donde se acepta laRevolución como hecho ineludible, al cual hay que plegarse. Para mí la Revolución es el Anticristo en marcha y galoparle al lado es engrosar su cortejo.
Mi nacionalismo es un nacionalismo “sui géneris”, de muy difícil encuadre fuera de “El Baluarte” y “Restauración”. Soy, más que nada, un “carlista” (Memorias, 1956 y Apéndice al Capítulo III, 1960)



9 comentarios:

Walter E. Kurtz dijo...

ello no significa que esté de acuerdo con ciertas corrientes nacionalistas donde se da a la nación o alestado un valor demasiado absoluto; donde con criterio materialista se acentúa demasiado la importancia de lo económico; donde se acepta laRevolución como hecho ineludible, al cual hay que plegarse. Para mí la Revolución es el Anticristo en marcha y galoparle al lado es engrosar su cortejo.

Lamentablemente este tipo de "nacionalismo" no es el que prosperó entre nosotros y hoy, en 2016, cuando se habla de nacionalismo se piensa exclusivamente en alguna forma de chauvinismo ("mal o bien es mi país"), en el estatismo (se identifica Estado con nación y/o pueblo), en la "revolución nacional" en un sentido positivo que el concepto de Revolución no puede tener.

Anónimo dijo...

Hay que decirlo: por "nacionalismo" se entiende cualquier cosa. Lo dice alguien que hace algunos años miraba con cariño a esa entelequia. Criticaba al peronismo por falta de unidad en el ser, y al final aquí ocurre lo mismo. Vayan buscando algún otro vocablo, muchachos. Para mí "tradicionalismo" es mejor. Las distintas visiones en lo historiográfico constituyen, a mi juicio, una legítima "interna" entre tradicionalistas. El facherío tendrá sus puntos rescatables (menos el Diablo mismo, todos los tienen), pero son harina de otro costal. No le demos más vueltas.

Jacques Cathelineau

Anónimo dijo...

Se dice nacionalismo por la defensa de la soberanía política y la independencia económica, punto que nos separa de la mayoría de los tradicionalistas que no comparten nuestra visión de la Patria como una semi- colonia, ayer de Inglaterra, hoy del Nuevo Orden Mundial. Eso justifica la exigencia de un Estado fuerte, más no grande ni "estatista". Íntimamente ligado a tales ideales esta la bandera de la justicia social, que ya se encuentra presente entre 1927-1934 pero que se hace más explícita en 1935 y podría justificar un limpio uso de la expresión Revolución Nacional, como lo explica Félix A. Lamas en su "Ensayo sobre el Orden Social". Justicia social que no implica socialismo. De otra parte se dice tradicionalista por la defensa de los principios, valores e instituciones de la Antigüedad clásica y de la Cristiandad medieval frente a la Revolución moderna. Eso nos distingue de los nacionalismos fascistas, populistas y/o de izquierda. Genta señalaba como desviaciones del nacionalismo el clasismo, el socialismo y el populismo. Meinvielle criticaba la recepción acrítica de Maurras y el estatismo economico. Castellani, el militarismo lugoniano, el voluntarismo político y el fanatismo religioso o integrismo. Sacheri no cayó en ninguno de esos errores pero se consideraba nacionalista. Con matices, podemos ubicar en esta corriente de nacionalismo católico y tradicionalista a Cesar Pico, Ezcurra Medrano, Federico Ibarguren, Hugo Wast, Santiago de Estrada, Alberto Caturelli, Patricio Randle, Ricardo Curutchet, Mario y Antonio Caponnetto, Bernardino Montejano, Enrique Diaz Araujo, Luis Roldan, Hector H. Hernandez, los padres Garcia Vieyra, Pinto, Saenz, Ezcurra (como sacerdote, no como dirigente político), entre otros, además de los nombrados Castellani, Genta, Meinvielle y Sacheri. Lo que necesita el nacionalismo católico es una sana puesta al día, una actualización doctrinal y un cambio de estilo. Respeto empero, a los ques opinan sin ser nacionalistas, aún cuando nos critiquen a veces sin matizar y estén preparando nuestro funeral político

Xavier De Bouillon

Anónimo dijo...

Qué claridad, qué sencillez y cuánta contundencia. Leer este enjundioso párrafo me hace recordar con afecto al hijo de Alberto Escurra Medrano, es decir, a Alberto Ezcurra Uriburu, gran sacerdote.

Jacques Cathelineau dijo...

Xavier: muy interesantes sus palabras. Tengo un par de observaciones críticas. En primer lugar, creo que el término "nacionalista" debería reservarse para quienes defienden la doctrina del Estado-nación (principio de las nacionalidades). En ese sentido, entiendo mucho más acertado el uso que del término se hace en España que por estos lares. Esta divergencia queda en el plano semántico. Lo curioso es que he leído a varios autodenominados nacionalistas que lo reconocen, pero dicen que lo usan igual por una suerte de "costumbre criolla". Nunca fui aficionado a las jugarretas lingüísticas. En segundo lugar, lo que Ud. plantea parece algo bastante convencional. Me explico: pareciera que hubo un "Pacto Social" donde se han definido los conceptos de "nacionalismo" y "tradicionalismo". Aclaro que yo no fui invitado, y no suscribí dicho pacto. Que quede claro: es más que lícita la interpretación que Ud. hace, pero a mí nunca me convenció. Si así fuera, debería yo reconocer que la ortodoxia política es una especie de "combinación" entre tradicionalismo y nacionalismo. Las características que Ud. señala en ese supuesto "nacionalismo" (Justicia Social, independencia económica, conciencia del carácter semicolonial de la Argentina, etc.) son del tradicionalismo. Esa es mi tesis. Si Ud. conoce tradicionalistas que andan no ya notando aspectos positivos en el gobierno de Macri -totalmente lícito- sino prácticamente embelesados, es un problema de ellos, no del tradicionalismo. ¿Desde cuándo atacar la usura -por citar sólo un ejemplo- es algo distinto al tradicionalismo? Me pierdo. Y si Ud. ve que andan convocando a defender el Virreinato del Río de la Plata, no significa que se trate de hombres más tradicionalistas, o que ellos lo sean y nosotros no; significa que no se puede dar de alta antes de que los pacientes del Borda no hayan completado el tratamiento. Conclusión: esos aspectos que Ud. señala (aquí y en otros escritos que le he leído) no son ajenos al tradicionalismo, no son extrínsecos. El tradicionalismo no necesita de ningún otro término talismán para que le "complete" lo que supuestamente le falta. Se basta a sí mismo. El tradicionalismo a secas es ortodoxo y bello. Otra cosa serán algunos tradicionalistas, pero es problema de ellos.

Tradicionalista en serio dijo...

Disculpe don Jacques, pero un tradicionalista no puede aceptar conceptos evidentemente "modernos" como "justicia social, independencia económica, anticolonialismo".

El nacionalismo es de naturaleza evidentemente moderna e ilustrada, como lo fueron sus padres: la Revolución Francesa (los vandeanos se pronunciaron contra el "nacionalismo" de la Revolución), idealistas como Fichte y románticos como Herder. Aunque en la Argentina haya sido pulido superficialmente por un cierto hispanismo (un hispanismo de naturaleza postcarlista, como ha demostrado Ayuso), en el fondo reivindica conceptos "modernos" como los nombrados arriba y otros como Estado-nación, soberanía abstracta, "patria chica", jus solis, liderazgo moral o mesiánico, etc.

Fijémonos cómo cercenó a su maestro Maurras de su monarquismo ¡como si no hubiese sido un concepto fundamental ("el" concepto fundamental) del célebre autor contrarrevolucionario!

En fin, el sólo hecho de reivindicar el 25 de mayo de 1810 ó el 9 de julio de 1816 ¡los hace revolucionarios, no tradicionalistas!

Despabílese, buen hombre. O se es nacionalista o se es tradicionalista. No hay mezclas posibles.

Jacques Cathelineau dijo...

¡Caramba! Habría que ver si uno no se pelea con términos más que con conceptos. Reconozco que lo mismo se aplica a lo de "nacionalismo". In fine, me dice: aut nacionalista aut tradi. ¿Tertium non datur?

Tradicionalista en serio dijo...

Podría ser... pero uno debería cambiar el significado de las palabras para hacerles decir lo que no todo el mundo entiendo por ellas, ni la enorme mayoría de los politólogos o historiadores.

Estaríamos en el mundo de "1989".

Favila dijo...

En la actualidad el vocablo "tradicionalista" está tan contaminado o más que el de "nacionalista".

Hace treinta años, cuando uno aludía al "tradicionalismo" en España, se identificaba inmediatamente con la tradición católica y en particular con el carlismo, vivo todavía el recuerdo de su participación en la Guerra Civil como movimiento de masas.

Hoy en día "tradicionalista" significa muchas cosas y, excepto en el caso del carlismo, ninguna buena. Hay muchos más "tradicionalistas" contrarios la Religión católica que partidarios.

En otros países no hispanos, que no han conocido un movimiento como el carlista, el "tradicionalismo" es directamente sinónimo de una facción de la masonería que tiene especial interés en el paganismo, las religiones de Oriente y el gnosticismo luciferino. La tarea de infiltración de Guénon y Evola ha dado sus frutos. Los estantes de las librerías están llenos de sus libros y el sistema ha asimilado gran parte de sus doctrinas subversivas. Pero lo peor es que muchas de estas doctrinas están empezando a calar hondo también en los tradicionalistas del antiguo tipo, ya sea en el ámbito religioso o político.