El análisis filosófico propone los elementos principales de una
reflexión sobre el trabajo. Sin embargo, para comprender el trabajo en el
contexto de la vida humana histórica hace falta además una consideración teológica
[...] la teología católica ha dedicado poca atención a la consideración del
trabajo como una operación que se inhiere en la marcha del hombre hacia su fin
celestial. En nuestro siglo la revolución de las estructuras del trabajo por un
lado, la ideología marxista del homo
oeconomicus por otro, han
provocado una reflexión más intensa. Para Santo Tomás la Sagrada Biblia es
la fuente principal de su teología del trabajo. Ciertos textos bíblicos
proponen los principios que sostienen e iluminan el análisis. He aquí los
principales: Génesis 3,17: «Con trabajo comerás de ella
(la tierra) todo el tiempo de tu vida»; Ecclesiàstico 7,16: «No aborrezcas la labor por
trabajos ni la agricultura que es cosa del Altísimo»; 31,3-4: «Fatígase el
pobre por sus necesidades, y si descansa, es para verse en la indigencia»; 1 Cor 10,31: «Ya comáis, ya bebáis o ya
hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios»; 1 Tes 4,11: «Os esforzéis para llevar
una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios y trabajando con vuestras manos
como os hemos recomendado»; 2 Tes 3,10: «El que no quiere trabajar,
no coma». Hay que añadir la doctrina del pecado original, el ejemplo de Cristo
y de los apóstoles que trabajaban con sus propias manos.
Mientras que el economista considera el rendimiento inmediato del
trabajo, el teólogo estudia su relación con la vida sobrenatural. Como un acto
humano el trabajo debe inherirse en el orden de las virtudes: es obvio que la
prudencia debe regir el tipo y el modo del trabajo que uno está por ejecutar.
Cuando se trabaja al servicio de otros y se exige una remuneración es la
justicia la que regula las modalidades.
En vista de las dificultades que provienen del cansancio y de las
distracciones de atención deben intervenir también la fortaleza y la
temperancia. En la vida espiritual el trabajo libera del ocio que según Santo
Tomás es el origen de muchos males.
Pero el trabajo está también relacionado con las virtudes
teológicas: por la fe el cristiano sabe que trabajando bien él colabora con
Dios en su administración del mundo y prepara la Parusía del Señor. Es
consciente que la providencia divina le ayuda y le dará lo que él y los suyos
necesitan. En su esperanza cristiana aguarda el obrero «la recompensa conforme
a su trabajo» (1 Cor. 3,8).
Más importante todavía es la perspectiva del amor sobrenatural: si el trabajo
del cristiano es animado por el amor posee un valor particular de mérito en
vista de la visión de Dios. Nota Santo Tomás que el que trabaja con más caridad,
recibirá un premio más grande, aunque su trabajo sea menos importante.
Con relación al amor con el cual el cristiano ejecuta su trabajo,
hay que añadir que el trabajo tiene una función social: a través de su trabajo
para los otros él rinde servicio, subviene a las necesidades de sus prójimos y
tiene la posibilidad de dar limosnas. Así sigue el ejemplo y la doctrina de
Jesús mismo que ha puesto su vida al servicio de todos y dijo que no había
venido para dominar sino para servir.
El animal no trabaja porque no piensa, el ángel no trabaja porque
no tiene cuerpo, pero para el hombre el trabajo es la expresión de su
naturaleza. Lejos de ser una pena, el trabajo en todas sus formas es de por sí
el acto más natural del hombre; es necesario para el género humano, la
construcción de la sociedad y la promoción del bienestar y de la cultura. El
trabajo es nuestro modo de trato con el mundo y la naturaleza. Pero, contrariamente
a lo que afirma el marxismo, el hombre no está sometido a la materia y no se
universaliza trabajando para el bien común. Al contrario, por el trabajo
alcanza su propio perfeccionamiento. En vista de la urgente necesidad, en la
que tantos hombres se encuentran, de trabajar mucho y casi sin parar, es
preciso insistir sobre la finalidad del trabajo y el primado de la vida
contemplativa.
Por otro lado, a medida que la tecnología y la economía
contemporáneas permiten reducir la duración del trabajo conviene recordar las
leyes de la vida moral y los peligros del ocio. La doctrina profunda y
equilibrada de Santo Tomás nos procura los principios siempre válidos para
semejante reflexión.
Tomado de:
Elders, L. EL
PENSAMIENTO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO SOBRE EL TRABAJO, pp. 1075-1080.
1 comentario:
En un florilegio bíblico sobre el trabajo, no puede faltar el versículo 2 del Salmo 127 (antes 126): «En vano madrugáis y veláis hasta tarde los que coméis el pan de vuestras fatigas: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!» Aunque no se avenga bien con el calvinismo imperante, o precisamente por eso.
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