Sobre la
condena al p. Leonard
Feeney, y sus alcances, se ha publicado mucho en diversos blogs (un
documentado estudio del p. Brian Harrison, aquí). El tema nunca nos ha
interesado de modo particular. Porque además del documento del Santo Oficio, el sentir común de los teólogos se ha manifestado pacíficamente en favor
del bautismo de deseo implícito.
Así, por ejemplo, P. Parente, destacado representante de la Escuela Romana : “el que bajo el influjo divino hace
un acto de fe y alcanza después la santificación, adhiriéndose a Dios y a su
voluntad, pertenece ya de alguna manera a la Iglesia (suele decirse: al alma de la Iglesia ), y teniendo un
deseo implicito del Bautismo pertenece también al cuerpo de la Iglesia in voto”.
Causa
sorpresa leer a veces intentos de “ponerle puertas al campo” en lo tocante a la
acción de la gracia. Se olvida la omnipotencia divina, la voluntad salvífica
universal, que la gracia es un don gratuito y que Dios puede darla por cauces extra-sacramentales.
Reproducimos al pie el decreto del Santo Oficio para quien pueda estar interesado en conocerlo. Transcribimos la nota introductoria de la fuente para precisar mejor el contexto:
Condenación
del P. Feeney, de Boston
En el año 1949 se
desarrolló una violenta polémica en que, contra el parecer común de los
teólogos católicos, el P. Feeney y un pequeño grupo de adeptos suyos defendió que
nadie podía salvarse si no pertenecía de hecho a la Iglesia católica. Con ello
quedaban excluidos de la salvación muchos protestantes de buena fe y aún muchos
paganos que pueden recibir el bautismo de deseo y salvarse por un acto de
caridad perfecta. Para dar lugar a la defensa de los inculpados de error, el
Santo Oficio ha tardado hasta hoy en dar su sentencia definitiva, y lo hace con
el decreto condenatorio siguiente. A continuación añadimos dos breves
exhortaciones con que el Arzobispo de Boston ha acompañado la promulgación del
edicto en su órgano oficial.
Feeney condena by Martin Ellingham on Scribd
3 comentarios:
Sobre el bautismo in voto, el sentir de los teólogos no es tan común. Acaso desconocéis los enjundiosos estudios de los hermanos Dimond?
Parece que la cuestión no fue tan simple. Lo que el P. Feeney decía era que el deseo implícito no podía suponerse en cualquier caso, como en el "ser buena persona". Según él, eso aflojaría el celo evangélico católico.
El caso es que se sometió pacíficamente a lo dicho por el Santo Oficio al mismo tiempo que dijo que lo que el S. O. condenaba no era lo que él afirmaba. Por esa razón, el Arzobispo de Boston, al que en realidad le molestaban más las quejas de los padres de alumnos de Harvard que se habían quejado por las conversiones de sus hijos, lo echó de la diócesis. Feeney marchó no me acuerdo a qué ciudad del Medio Oeste donde pudo ejercer su ministerio casi sin problemas. En tiempos de Pablo VI se le permitió regresar a Boston y ejercer plenamente su ministerio sin exigírsele ninguna retractación.
La exposición de Walter Kurtz demuestra que la claridad de la letra (en este caso el decreto) no puede leerse de manera correcta sin el subsidio de la historia.
En esta página se hace gala del justo medio y de no respaldar a priori posturas del todo extremas, pues bien, considero acertadísimo que cualquier documento se sustente con la historia del mismo, pues se arroja mucha luz sobre el asunto.
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