viernes, 17 de noviembre de 2017

Conspiracionismo 2


II. Determinismo pesimista.
Hay libertad física (libre de vínculos físicos, como las cadenas), moral (ante vínculos morales, como las leyes) y de la voluntad (libre albedrío) de la que aquí hablamos y que es el poder que tiene la voluntad para elegir ante una alternativa. Mientras la materia obedece necesariamente las leyes físico-químicas, y los animales siguen irresistiblemente sus instintos, el hombre es dueño de sus decisiones. Luego, sólo el hombre es un ser moral responsable de sus actos.
Los determinismos suprimen el libre albedrío. El hombre no es dueño de sus decisiones porque algo lo impulsa a obrar necesariamente en algún sentido. Para los maniqueos, hay dos principios eternos e irreductibles, uno bueno y el otro malo, y de ambos se derivan una serie de emanaciones que se entremezclan en el mundo y en el hombre. La acción de estos principios suprime el libre albedrío y, por tanto, la responsabilidad
El «conspiracionismo» suele agregar al determinismo un sesgo pesimista: no sólo la humanidad (o una parte de ella) carecería de libre albedrío, sino que estaría determinada a obrar el mal, manipulada por los oscuros poderes que conforman la «gran conspiración». Al igual que los protestantes, Bayo y Jansenio, desde el «conspiracionismo» se supone que el libre albedrío habría sido totalmente extinguido, de suerte que la voluntad humana estaría incapacitada para cualquier acción buena que se desvíe del plan trazado por los conspiradores.
En el marco de este pesimismo antropológico, los «conspiracionistas» suelen negar o poner en duda verdades católicas bien establecidas por la Iglesia sobre las capacidades de la naturaleza humana (herida, pero no destruida), tanto en el orden especulativo como en el práctico, firmemente defendidas por el Vaticano I (una explicación: aquí, n. 200.3) y también sobre el importante papel de la gracia actual (v. aquí) en el obrar moral que conduce a la justificación. 
La existencia de la libertad humana, la capacidad ética de la naturaleza caída y la gracia actual, son factores de incertidumbre que destruyen el fatalismo pesimista de una «conspiración infalible». El ser humano, incluso el pecador más endurecido, no es una marioneta que actúa indefectiblemente mal.

5 comentarios:

Favila dijo...

Muy buena esta serie. Por favor, seguid con ella.

Redacción dijo...

Anónimo persistente: no es necesario que nos demuestre por enésima vez que tiene necesidad de tratamiento psiquiátrico, dejándonos cinco o seis comentarios, que no publicamos porque, además de manifestar que su mente está desequilibrada, contienen herejías, errores filosóficos y un sinfín de pavadas. Si quiere una definición de libre albedrío, lea un manual de filosofía tomista, antes que esta bitácora, que no llega a comprender por sus abismales carencias intelectivas y su manifiesta pertinacia en el error.

Redacción dijo...

Anónimo persistente: busque ayuda profesional. Consulte sobre:
http://www.cat-barcelona.com/faqs/view/que-es-el-trastorno-obsesivo-compulsivo

Anónimo dijo...

Directo al hueso.-

Favila dijo...

Como decía, esta serie de artículos es excelente pero también es muy necesaria. Gracias por tener la valentía de abordarlo.

¿Van a ceñirse al ámbito religioso, como hasta ahora, o también van a abordar el tema desde una perspectiva psicológica y social? Ahí entra desde la patología mental de los anónimos persistentes hasta el sucedáneo religioso, pasando por la propaganda de las superpotencias favorecida por el "efecto red".