Hay libertad física
(libre de vínculos físicos, como las cadenas), moral (ante vínculos morales, como las
leyes) y de la voluntad (libre albedrío) de la que aquí hablamos y que es el poder que tiene la
voluntad para elegir ante una alternativa. Mientras la materia obedece
necesariamente las leyes físico-químicas, y los animales siguen irresistiblemente
sus instintos, el hombre es dueño de sus decisiones. Luego, sólo el hombre es un
ser moral responsable de sus actos.
Los determinismos
suprimen el libre albedrío. El hombre no es dueño de sus decisiones porque algo
lo impulsa a obrar necesariamente en algún sentido. Para los maniqueos, hay dos
principios eternos e irreductibles, uno bueno y el otro malo, y de ambos se derivan una serie
de emanaciones que se entremezclan en el mundo y en el hombre. La acción de estos principios suprime el
libre albedrío y, por tanto, la responsabilidad
El «conspiracionismo» suele
agregar al determinismo un sesgo
pesimista: no sólo la humanidad (o
una parte de ella) carecería de libre albedrío, sino que estaría determinada a
obrar el mal, manipulada por los oscuros poderes que conforman la «gran
conspiración». Al igual que los protestantes, Bayo y Jansenio, desde el «conspiracionismo» se supone que el libre albedrío habría sido totalmente extinguido, de suerte que la
voluntad humana estaría incapacitada para cualquier acción
buena que se desvíe del plan trazado por los conspiradores.
En el marco de este pesimismo antropológico, los
«conspiracionistas» suelen negar o poner en duda verdades católicas bien
establecidas por la Iglesia sobre las capacidades de la naturaleza humana (herida,
pero no destruida), tanto en el orden especulativo como en el práctico,
firmemente defendidas por el Vaticano I (una explicación: aquí,
n. 200.3) y también sobre el importante papel de la gracia actual (v. aquí)
en el obrar moral que conduce a la justificación.
La existencia de la libertad humana,
la capacidad ética de la naturaleza caída y la gracia actual, son factores de
incertidumbre que destruyen el fatalismo pesimista de una «conspiración
infalible». El ser humano, incluso el pecador más endurecido, no es una marioneta que actúa indefectiblemente mal.
5 comentarios:
Muy buena esta serie. Por favor, seguid con ella.
Anónimo persistente: no es necesario que nos demuestre por enésima vez que tiene necesidad de tratamiento psiquiátrico, dejándonos cinco o seis comentarios, que no publicamos porque, además de manifestar que su mente está desequilibrada, contienen herejías, errores filosóficos y un sinfín de pavadas. Si quiere una definición de libre albedrío, lea un manual de filosofía tomista, antes que esta bitácora, que no llega a comprender por sus abismales carencias intelectivas y su manifiesta pertinacia en el error.
Anónimo persistente: busque ayuda profesional. Consulte sobre:
http://www.cat-barcelona.com/faqs/view/que-es-el-trastorno-obsesivo-compulsivo
Directo al hueso.-
Como decía, esta serie de artículos es excelente pero también es muy necesaria. Gracias por tener la valentía de abordarlo.
¿Van a ceñirse al ámbito religioso, como hasta ahora, o también van a abordar el tema desde una perspectiva psicológica y social? Ahí entra desde la patología mental de los anónimos persistentes hasta el sucedáneo religioso, pasando por la propaganda de las superpotencias favorecida por el "efecto red".
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