Ofrecemos
un fragmento de un libro cuya lectura recomendamos.
Lamentablemente, la situación que se repite con
frecuencia es aquella en que los "párrocos creativos" abusan de la
paciencia de un público cautivo que no tiene más remedio que asistir a las
"producciones" de su talento frustrado, de los que muchas veces podríamos
dudar con fundamento si lograrían atraer a alguien si se presentaran en
circunstancias en las que el "auditorio" pudiera tener alguna
libertad de elección.
Quisiera
citar a este respecto varios extractos de un texto del Archimandrita Robert
Taft sj, antiguo vice-rector del Pontificio Instituto Oriental, quien es el
mayor "historiador de la tradición litúrgica" de nuestra época, al
menos en lo que respecta al oriente cristiano. Considero que este testimonio es
especialmente valioso, pues su autor, más allá del reconocido prestigio
científico que posee, en tanto que sacerdote de rito Bizantino, cuyos estudios
se han dirigido específicamente a la realidad oriental, habla desde una
perspectiva que lo pone por encima de las hodiernas discusiones internas al
rito romano: "Aquello de lo que la gente común en las parroquias comunes
tiene necesidad es la familiaridad, la identidad, la estabilidad de una
tradición ritual que sólo puede ser conseguida con la repetición, y que no
tolera verse sometida a cambios cada vez que el cura lee un nuevo artículo
sobre liturgia. El
único modo en que la gente percibe la liturgia como propia, y por ende
participa en ella, es cuando sabe qué es lo que viene después". Y
prosigue más adelante: "El ritual -o si se prefiere el «orden del culto»-,
una cierta estabilidad en el desarrollo del culto, lejos del cerrar la
espontaneidad y la participación de la asamblea, es su conditio sine qua non, como
ocurre en cualquier acontecimiento social. La muchedumbre italiana grita
espontáneamente «brava» a las divas a la opera, pero no en el medio de la frase
de un aria sino siguiendo las convenciones de la urbanidad porque hay un tiempo
y un lugar para cada cosa. Por otra parte, llama la atención sobre el hecho de
que cuando los liturgistas hablan de espontaneidad, la entienden como su propia
espontaneidad, no la de la comunidad". "El único modo de asegurar la
apropiación del culto por parte de la asamblea es celebrar el orden del culto
que les es propio y no poner sobre sus hombros ya cansados un «viaje por la
espontaneidad» en el que ellos no toman parte".
Concluye el P. Taft: "Lo que estoy tratando de decir
es que tengo que hacer que la liturgia hable por sí misma en lugar de tratar de
hacerla hablar en mi lugar, en lugar de explotarla como instrumento de
autoexpresión. Como las catedrales medievales, las liturgias fueron creadas no
como monumentos a la creatividad humana, sino como actos de culto. El objetivo
de la liturgia no es la auto-expresión, tampoco lo es la auto-satisfacción,
sino Dios. Él tiene que crecer y yo en cambio disminuir, dice de Jesús Juan el
Bautista, y éste es un principio excelente para los ministros del culto. En todo
caso, la experiencia enseña que el sumum de la espontaneidad es espontáneo sólo
la primera vez. Después es siempre lo mismo. [...] Por otra parte, la mayor
parte de la gente no es particularmente creativa en los otros aspectos de su
propia vida, y no hay razón para pensar que lo será cuando asista a la
liturgia. Pueden sin embargo ser llevados a participar de la herencia común que
es mucho más noble y rica que la creación de cada uno de nosotros como
individuos. Lo que necesitamos no es descubrir la pólvora, ni dar una nueva
forma a nuestra liturgia cada vez que leemos un nuevo artículo, sino
simplemente tomar lo que tenemos y usarlo del mejor modo posible [...] En otras
palabras, la liturgia es una tradición común, un ideal de oración con el que
tengo que crecer, y no uno juego privado al que estoy libre de reducir al nivel
de mi banalidad".
Tomado
de:
Díaz
Patri, Gabriel. Participación
y tradición litúrgica. ¿Dos conceptos antagónicos?, pp. 78 y ss. En: AA.VV.
(Ed.) Bux, Nicola - Ferrer, Juan-Miguel - Díaz Patri, Gabriel. El Motu Proprio "Summorum
Pontificum" y la hermenéutica de la continuidad. I Jornadas sobre el
Motu Propio Summorum Pontificum, Ed. Arca de la Alianza, Madrid 2011.
2 comentarios:
El giro copernicano en la liturgia: de la liturgia configura mis sentimientos, a mis sentimientos configuran la liturgia.
Hace poco un amigo me invitó a un servicio religioso pentecostalista en un teatro de una gran ciudad. Ahí me di cuenta de que la Iglesia no tiene nada que hacer si sigue en el camino de la dudosa huida hacia delante de la "originalidad" y la "innovación". Todas las liturgias "originales" que había visto hasta el momento se quedaban en inocentes horteradas al lado del despliegue escénico que hicieron allí.
Mi conclusión fue clara: la única senda que hay que seguir es la de la misa tridentina, pues es lo único verdaderamente "original" de la Iglesia Católica y lo que verdaderamente nos hace diferentes de otras denominaciones cristianas. A diferencia de ellos, cuya propia esencia les priva de tradición, nosotros tenemos una rica tradición en la que apoyarnos, no sólo desde el punto de vista doctrinal, sino además del litúrgico. Comprendí además que sin el aparato solemne de la liturgia tradicional, el cuerpo doctrinal hace aguas porque se le priva del terreno en el que se asienta.
Gracias por los contenidos que publica en este blog, los encuentro muy reconfortantes.
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