En la Evangelii gaudium el papa Francisco
dicta las reglas de la relación con los musulmanes. El jesuita islamólogo Samir
Khalil Samir las examina exhaustivamente una por una y denuncia los límites.
PUNTOS DE LA "EVANGELII GAUDIUM" QUE REQUIEREN ACLARACIÓN
por Samir Khalil Samir
1. Los musulmanes "adoran con nosotros a un Dios único,
misericordioso" (n. 252)
Tomaré con cautela esta frase. Es
verdad que los musulmanes adoran un Dios único y misericordioso. Pero esta
frase sugiere que las dos concepciones de Dios son iguales. Por el contrario,
en el cristianismo Dios es Trinidad en su esencia, pluralidad unida en el amor.
Es un poco más que la sola clemencia y misericordia. Tenemos dos concepciones
bastante diferentes de la unicidad divina. La musulmana caracteriza a Dios como
inaccesible. La visión cristiana de la unicidad trinitaria subraya que Dios es
Amor que se comunica: Padre-Hijo-Espíritu Santo, o bien Amante-Amado-Amor, como
sugería san Agustín.
Además, ¿qué significa también la
misericordia del Dios islámico? Que Él practica misericordia con quien quiere y
no la practica con los que no quiere. "Dios hace entrar en Su misericordia
a quien Él quiere" (Corán 48:25). Estas expresiones se encuentran en forma
casi literal en el Antiguo Testamento (Ex 33, 19). Pero no se llega jamás a
decir que “Dios es Amor” (1 Jn 4, 16), tal como se expresa san Juan.
En el caso del Islam, la
misericordia es la del rico que se inclina hacia el pobre y le concede algo.
Pero el Dios cristiano es Aquél que desciende hacia el pobre para elevarlo a su
nivel; no muestra su riqueza para ser respetado (o temido) por el pobre: se
dona a sí mismo para hacer vivir al pobre.
2. "Los escritos sagrados del Islam conservan parte de las
enseñanzas cristianas" (n. 252)
Es verdad en un cierto sentido,
pero puede ser también ambiguo. Es verdad que los musulmanes retoman palabras o
hechos de los evangelios canónicos, por ejemplo, el relato de la Anunciación se
encuentra casi literalmente en los capítulos 3 (la familia de 'Imr?n) y 19
(Mariam).
Pero más frecuentemente el Corán
se inspira en los relatos píos de los evangelios apócrifos, y no extraen el
sentido teológico que se encuentra en ellos y no dan a estos hechos o palabras
el sentido que tienen en realidad, no por malicia, sino porque no tienen la
visión global del mensaje cristiano.
3. La figura de Cristo en el Corán y en el Evangelio (n. 252)
El Corán se refiere a "Jesús
y María [que] son objeto de profunda veneración". A decir verdad, Jesús no
es objeto de veneración en la tradición musulmana. Por el contrario, en el caso
de María se puede hablar de una veneración, en particular por parte de las
mujeres musulmanas, que van voluntariamente a los lugares de peregrinación
mariana.
La ausencia de veneración para
Jesucristo se explica probablemente por el hecho que, en el Corán, Jesús es un
gran profeta, famoso por sus milagros a favor de la humanidad pobre y enferma,
pero no es igual a Mahoma. Sólo por parte de los místicos se puede notar una
cierta devoción, ellos lo llaman también "Espíritu de Dios".
En realidad, todo lo que se dice
de Jesús en el Corán es lo opuesto de las enseñanzas cristianas. Él no es Hijo
de Dios: es un profeta y basta. No es ni siquiera el último de los profetas,
porque por el contrario el "sello de los profetas" es Mahoma (Corán
33:40). La revelación cristiana es vista sólo como una etapa hacia la revelación
última, traída por Mahoma, es decir, el Islam.
4. El Corán se opone a todos los dogmas cristianos fundamentales
La figura de Cristo como segunda
persona de la Trinidad es condenada. En el Corán se dice en forma explícita a
los cristianos: "Oh, gente de la Escritura, no se excedan en su religión y
digan de Dios nada más que la verdad. El Mesías Jesús, hijo de María, no es más
que un mensajero de Dios, una de sus palabras que Él pone en María, un Espíritu
[que proviene] de Él. Crean entonces en Dios y en sus mensajeros. No digan
‘Tres’, ¡deténganse! Será mejor para ustedes. En verdad Dios es un dios único.
¿Tendría un hijo? Gloria a Él (Corán 4:171). Los versículos contra la Trinidad
son muy claros y no tienen necesidad de tantas interpretaciones.
El Corán niega la divinidad de
Cristo: "Oh, hijo de María, ¿eres tú quien dijo a la gente: 'tomadme a mí
y a mi madre como dos divinidades además de Dios'?" (Corán 5:116). ¡Jesús
lo niega!
Por último, en el Corán se niega
la redención. Directamente se afirma que Jesucristo no murió en la cruz, sino
que fue crucificado un doble: "No lo han matado, no lo han crucificado,
sino que les pareció" (Corán 4:157). De este modo Dios salvó a Jesús de la
malicia de los judíos. ¡Pero entonces Cristo no ha salvado al mundo!
En síntesis, el Corán y los
musulmanes niegan los dogmas esenciales del cristianismo; la Trinidad, la
Encarnación y la Redención. ¡Se debe agregar que éste es su derecho más
absoluto! Pero entonces no se puede decir que "los escritos sagrados del
Islam conservan parte de las enseñanzas cristianas". Se debe hablar
simplemente del “Jesús coránico” que no tiene nada que ver con el Jesús de los
Evangelios.
El Corán cita a Jesús porque
pretende completar la revelación de Cristo para exaltar a Mahoma. En el resto,
viendo cuánto Jesús y María hacen en el Corán, nos damos cuenta que ellos no
hacen más que aplicar las oraciones y el ayuno según el Corán. María es
ciertamente la figura más bella entre todas las presentadas en el Corán: es la
Madre Virgen, que ningún hombre jamás ha tocado. Pero no puede ser la
Theotokos; más bien es una buena musulmana.
LOS PUNTOS MÁS DELICADOS
1. Ética en el Islam y en el cristianismo (252)
La última frase de este parágrafo
de la "Evangelii gaudium" dice, al hablar de los musulmanes:
"También reconocen la necesidad de responderle [a Dios] con un compromiso
ético y con la misericordia hacia los más pobres". Esto es verdad y la
piedad hacia los pobres es una exigencia del Islam.
Pero me parece que hay una doble
diferencia entre la ética cristiana y la musulmana.
La primera es que la ética
musulmana no es siempre universal. Se trata a menudo de ayuda dentro de la
comunidad islámica, mientras que la obligación de ayuda, en la tradición
cristiana, es de por sí universal. Se nota, por ejemplo, cuando hay una
catástrofe natural en alguna región del mundo, que los países de tradición
cristiana ayudan sin considerar la religión de quien es ayudado, mientras que
los riquísimos países musulmanes (los de la Península Arábiga, por ejemplo) no
lo hacen en este caso.
La segunda es que el Islam liga
ética y legalidad. El que no ayuna durante el mes de Ramadán comete un delito y
va a la cárcel (en muchos países). Si cumple el ayuno previsto, desde el alba
hasta la puesta del sol, es perfecto, aunque luego de la puesta del sol come
hasta el alba del día siguiente, más y mejor que lo que come habitualmente: "se
comen las cosas mejores y en abundancia", como me decían algunos amigos
egipcios musulmanes. Parece que no hay otro significado en el ayuno si no es el
de obedecer a la ley mismo del ayuno. El Ramadán se convierte en el período en
el que los musulmanes comen más, y comen las cosas más deliciosas. Al día
siguiente nadie trabaja, dado que por comer nadie ha dormido. Pero desde el
punto de vista formal todos han ayunado durante algunas horas. Es una ética
legalista: si usted hace esto, usted está en lo justo. Es una ética
superficial.
Por el contrario, el ayuno
cristiano es algo que tiene como fin aproximarse íntimamente al sacrificio de
Jesús, a la solidaridad con los pobres y no es el momento en el que se recupera
cuanto uno no ha comido.
Si alguno aplica la ley islámica,
todo está en orden. El fiel no pretende ir más allá de la ley. La justicia es
requerida por la ley, pero no es superada. Por eso, no está en el Corán la
obligación del perdón. Por el contrario, en el Evangelio Jesús pide perdonar de
modo infinito (setenta veces siete, cf. Mt 18, 21-22). En el Corán la
misericordia no llega jamás al amor.
Lo mismo vale para la poligamia:
se puede tener hasta cuatro esposas. Si quiero tener una quinta, basta repudiar
a una de las que ya tengo, quizás la más vieja, y tomar una esposa más joven.
Al tener siempre sólo cuatro esposas estoy en la legalidad perfecta.
Está también el efecto contrario,
por ejemplo, para la homosexualidad. En todas las religiones es un pecado. Pero
para los musulmanes, es también un delito que debería ser castigado con la
muerte. En el cristianismo es un pecado, pero no un crimen. El motivo es obvio:
el Islam es religión, cultura, sistema social y político; es una realidad
integral. Es claramente así en el Corán. Por el contrario, el Evangelio
distingue claramente la dimensión espiritual y ética de la dimensión
socio-cultural y política.
Lo mismo vale para la pureza, como
lo explica en forma clara Cristo a los fariseos: "No es lo que entra en la
boca lo que contamina al hombre, sino que es lo que sale de su boca lo que
contamina al hombre" (Mt 15, 11).
2. "Los fundamentalismos de ambas partes" (n. 250 y 253)
Por último, hay dos aspectos que
querría criticar. El primero es aquél en el que el Papa pone juntos a todos los
fundamentalismos. En el n. 250 se dice: “Una actitud de apertura en la verdad y
en el amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las religiones no
cristianas, a pesar de los varios obstáculos y dificultades, particularmente
los fundamentalismos de ambas partes”.
El otro es la conclusión de la
sección sobre la relación con el Islam que termina con esta frase: "Frente
a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los
verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas
generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del
Corán se oponen a toda violencia" (n. 253).
Personalmente, yo no pondría los
dos fundamentalismos en el mismo plano: los fundamentalistas cristianos no
llevan armas; el fundamentalismo islámico es criticado ante todo y precisamente
por los propios musulmanes, porque este fundamentalismo armado busca reproducir
el modelo mahometano. En su vida, Mahoma libró más de 60 guerras; ahora bien,
si Mahoma es el modelo excelente (como dice el Corán en 33:21), no sorprende
que algunos musulmanes usen su violencia a imitación del fundador del Islam.
3. La violencia en el Corán y en la vida de Mahoma (n. 253)
Por último, el Papa menciona la
violencia en el Islam. En el parágrafo 253 se lee: "el verdadero Islam y
una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia".
Esta frase es bellísima, y expresa
una actitud muy benévola del Papa hacia el Islam. Pero me parece que ella
expresa más un deseo que una realidad. Que la mayoría de los musulmanes puede
ser contraria a la violencia también puede darse. Pero decir que "el verdadero
Islam es contrario a toda violencia" no me parece cierto: la violencia
está en el Corán. Decir además que "una adecuada interpretación del Corán
se opone a toda violencia" tiene necesidad de muchas explicaciones. Basta
recordar los capítulos 2 y 9 del Corán.
Sin embargo, es verdad cuanto el
pontífice afirma sobre el hecho que el Islam tiene necesidad de una
"adecuada interpretación". Este camino ha sido recorrido por algunos
eruditos, pero no es lo suficientemente fuerte para contrastar la que recorre
la mayoría. Esta minoría de eruditos busca reinterpretar los textos coránicos
que hablan de la violencia, mostrando que ellos están ligados al contexto de la
Arabia de la época y estaban en el contexto de la visión político-religiosa de
Mahoma.
Si el Islam quiere permanecer hoy
en esta visión ligada al tiempo de Mahoma, entonces siempre habrá violencia.
Pero si el Islam – hay un buen número de místicos que lo han hecho – quiere
encontrar una espiritualidad profunda, entonces la violencia no es aceptable.
El Islam se encuentra frente a una
encrucijada: o la religión es un camino hacia la política y hacia una sociedad
políticamente organizada, o la religión es una inspiración para vivir con más
plenitud y amor.
El que critica al Islam a
propósito de la violencia no hace una generalización injusta y odiosa: muestra
las cuestiones presentes, vivas y sangrantes en el mundo musulmán.
En Oriente se comprende muy bien
que el terrorismo islámico está motivado religiosamente, con citas, oraciones y
fatwa por parte de imanes que fomentan la violencia. El hecho es que en el
Islam no hay una autoridad central que corrija las manipulaciones. Esto hace
que cada imán se crea un mufti, una autoridad nacional que puede emitir juicios
inspirados por el Corán, hasta llegar a ordenar que se mate.
CONCLUSIÓN: UNA "ADECUADA INTERPRETACIÓN DEL CORÁN"
Para concluir, el punto
verdaderamente importante es el de la "adecuada interpretación". En
el mundo musulmán, el debate más fuerte – que es también el más prohibido – es
precisamente el de la interpretación del libro sagrado. Los musulmanes creen
que el Corán salió de Mahoma, completo, en la forma que conocemos. No existe el
concepto de inspiración del texto sagrado, la cual da espacio una
interpretación del elemento humano presente en la palabra de Dios.
Tomemos un ejemplo. En tiempos de
Mahoma, con tribus que vivían en el desierto, el castigo para un ladrón era
cortarle la mano. ¿Para qué servía? ¿Cuál era la finalidad de este castigo? No
permitir que el ladrón siguiera robando. Ahora debemos preguntarnos: ¿cómo
podemos salvaguardar hoy esta finalidad, es decir, que el ladrón no robe?
¿Podemos utilizar otros métodos en lugar del corte de la mano?
Hoy todas las religiones tienen
este problema: cómo reinterpretar el texto sagrado, el cual tiene un valor
eterno, pero que se remonta a siglos o a milenios.
Cuando encuentro a amigos
musulmanes, saco a la luz el hecho que hoy en día es necesario interrogarse
sobre la "finalidad" (maqased) que tenían las indicaciones del Corán.
Los teólogos y los juristas musulmanes dicen que se deben buscar las
“finalidades de la Ley divina” (maq?sid al-shar?'a). Esta expresión corresponde
a lo que el Evangelio llama “el espíritu” del texto, en oposición a la “letra”.
Es necesario buscar la intención del texto sagrado del Islam.
Varios eruditos musulmanes hablan
de la importancia de descubrir “la finalidad” de los textos coránicos para
adecuar el texto del Corán al mundo moderno. Me parece que esto está muy
próximo a cuanto el Santo Padre intenta sugerir al hablar de "una adecuada
interpretación del Corán".