Reproducimos hoy un artículo interesante con el que no estamos en
todo de acuerdo. En primer lugar, porque pensamos que la Legión de Cristo no tiene "carisma" en sentido estricto, aunque pudiera
tenerlo en un sentido amplio (=fin, misión, cometido apostólico); y porque carisma es un término que convendría no usar para esta singular congregación, a menos que se procediera a reformarla radicalmente cambiándole hasta el nombre. En segundo lugar, porque compartimos la opinión que Marcial Maciel no fue propiamente un fundador sino un simple organizador material. Y en tercer lugar, porque llamar "obra de Dios" a esta congregación -de institución eclesiástica y no divina- resulta inconveniente habida cuenta de los turbios orígenes del instituto. A pesar de nuestro desacuerdo, el artículo de Gaxiola tiene algunos puntos interesantes y supera en contenido y estilo las habituales apologías voluntaristas de otros legionarios.
P.S.: parece que hay alguna novedad de parte de la L.C.
P.S.: parece que hay alguna novedad de parte de la L.C.
(Javier Gaxiola, LC).- La gente como yo aprende con el
tiempo a tragarse palabras. Me explico. Por personalidad,
tendemos a decir lo primero que se nos viene a la mente. A menudo decimos cosas
que no pretendíamos decir. A lo largo del tiempo vas aprendiendo que la mejor
forma de mejorarlo es callarte una que otra vez. Nunca llegas a lograr el
absoluto control, pero por lo menos aprendes a pensar dos veces
antes de hablar.
La lectura de un artículo reciente me ha animado a compartir mi
punto de vista sobre la Legión. Confieso que este escrito es en parte desahogo de muchos años de
silencio, pero creo
que es mejor así. El tiempo me ha permitido discernir mejor y hacer una lectura
de la historia desde Dios, liberándome de juicios parciales y fáciles, no
siempre constructivos y sanos. Lo hago desde dentro, como uno más que ha vivido
todo esto en primera fila. Comparto las reflexiones que han ido madurando a lo
largo de los últimos años de historia de mi Congregación. Repito: soy un legionario más, que nadie conoce o por lo menos muy pocos. Soy un religioso con votos
perpetuos y ni siquiera soy sacerdote aún.
¿Qué hay en mi corazón? Ahora paz y descanso después de tantos años de borrasca y tensión. Escribo después de momentos de
sufrimiento, confusión e incertezas. Quisiera decir tantas cosas, y que a la
vez todo esto tuviera un cierto orden. Lo hago sin pretender dar una opinión
institucional sino personal, y en un contexto de Capítulo General que
está siendo celebrado actualmente en la ciudad de Roma. Tampoco soy un experto
en el tema de los carismas en la Iglesia, sino todo lo contrario. Comienzo sin
más la lista, esperando que pueda expresar lo que ha ido creciendo dentro de mí
en estos últimos años.
1) Perdón: yo también pido perdón. Lo hicieron algunos superiores, lo
hizo recientemente el Padre Juan Sabadell, padre capitular,y lo hago también yo.
Primero porque sé que el fundador no lo hizo con
quienes ofendió y a quienes abusó, y había gente que lo esperaba.
Segundo porque yo también soy parte de una Legión
pecadora, a la que he contribuido con mi pecado personal y mis actitudes poco
cristianas en tantas
ocasiones. Créanme que me esfuerzo por vivir el Evangelio todos los días, busco
con sincero corazón reparar mis pecados y desagraviar el Corazón de Cristo y de
tantos hermanos míos que han sufrido y siguen sufriendo por nuestra causa. Perdón por no creerles a
tiempo, perdón por criticarles en el pasado, perdón por mis
favoritismos y mi poco espíritu evangélico que en ocasiones reflejé en la
pastoral vocacional y juvenil.
2) Pronunciamiento sobre el fundador: estoy
también de acuerdo con la opinión de que la Legión necesita pronunciarse
sobre la figura del fundador y tomar una postura institucional clara. La Legión necesita iluminar la
oscuridad que existe sobre su historia y a la vez disponerse a cerrar el tema
para poder seguir avanzando en su proceso. En parte lo ha hecho, pero no es suficiente. Personalmente
confío esta tarea al Capítulo General en el que toda la congregación participa
a través de sus representantes elegidos por votación. Tengo esperanza en que
Dios nos ayudará a arrojar luz sobre el tema, pues hasta ahora estuvimos en
años de silencio al respecto: en parte por la investigación, por la obvia
complejidad del caso y en parte también por un evidente estancamiento inicial
debido a fuertes tensiones entre nosotros, que defendíamos diferentes puntos de
vista sobre el tema. Hoy siento que, en general, los legionarios coincidimos en
este punto concreto, y de hecho ya ha sido anunciado como primer punto de
análisis del capítulo, en la parte del examen de conciencia y el compromiso
penitencial. Me consta que muchos padres capitulares lo llevaban como punto de
partida en sus anotaciones personales, en parte por petición de la base.
3) El carisma existe: me permito hacer unas observaciones a un artículo reciente que
sostiene como tesis que el carisma de la Legión de Cristo es un enigma.
Entiendo que el fundador haya hecho sufrir a mucha gente y me apena
profundamente. Entiendo también que la Legión cometió muchos errores, que los legionarios cometimos y
seguimos cometiendo errores. Pero el salto de ahí a la deducción de
que no hay carisma es mortal yno tiene fundamento.
4) La palabra carisma no se usa en el derecho canónico: la
afirmación sobre el carisma del Cardenal De Paolis,
delegado del Papa para el proceso de renovación de la congregación, en su
entrevista sobre el capítulo, no es incorrecta: el derecho canónico actual no
menciona la palabra carisma cuando habla de los institutos de vida religiosa.
Decir que prefiere hablar de patrimonio espiritual en lugar de carisma no es
necesariamente porque crea que la Legión no lo tiene, sino que simplemente
habla como un canonista. Otra razón obvia es que la palabra carisma se suele usar para referirse a los fundadores,
lo cual en la Legión no sólo es dañino, sino que es lo contrario a lo que se
busca. En el fondo los
términos son intercambiables.
5) La Legión sí tiene carisma. El hecho de que no hayamos llegado a la redefinición exacta no
quiere decir que no lo haya. La dificultad es grande porque la definición del
carisma y la vivencia del mismo se tenía y tiene que purificar de desviaciones,
vicios, psicopatías y pecados del fundador y de tantos legionarios que han y
hemos contribuido a esa desviación. Pero una cosa es la redefinición del
carisma y muy distinta su existencia. Más aún: me atrevería a decir que hay que distinguir entre
carisma fundacional y carisma del fundador. En la Legión el carisma del
fundador no existió. Sin embargo se coló en las estructuras. El
proceso de renovación y purificación no ha sido otra cosa que buscar detectar
con sinceridad y espíritu evangélico aquellos puntos en los que el carisma
fundacional de la orden fue contaminado por el fundador y distanciarse de
ellos. No ha sido fácil. El discernimiento también produce tensiones. Considero
un milagro que hayamos llegado a un cierto consenso sobre el tema.
6) El carisma no es estático: no nos debe sorprender que la formulación del carisma cambie. De
hecho los grupos carismáticos pasan a lo largo de su vida por un proceso de
identificación que no siempre es lineal y progresivo. La evolución de un
carisma fundacional que se extiende en el tiempo es un fenómeno normal en la
Iglesia. Los capítulos Generales son precisamente para adecuar el carisma a los
tiempos y lugares. Posteriormente, la Iglesia universal y local tiene la
autoridad dada por Cristo para discernir si un carisma le es evangélicamente
útil en un momento concreto. El caso de la Legión es obviamente distinto y el
capítulo actual es de hecho extraordinario. La Legión ha sido acompañada por la Iglesia para renovarse y la Iglesia misma discernirá la
utilidad evangélica de la nueva Legión.
7) Para ser carisma no se necesita novedad doctrinal. El hecho de que una congregación tenga como carisma un aspecto ya
existente en la espiritualidad de la Iglesia, no quiere decir que no es un
auténtico carisma. De hecho, el carisma de las congregaciones no se inventa nada.
Es un don que el Espíritu da a su Iglesia para enriquecerla, resaltando un modo
de vivir el Evangelio y la vida cristiana que surge de alguno de los misterios
revelados de Cristo.
8) Caso sin precedentes. Efectivamente, como ha dicho más de alguno, estamos ante un caso
sin precedentes (al menos de lo que yo conozco) en la Iglesia. Estamos ante una
congregación que ve la necesidad de desvincularse de la figura de su fundador
por todo lo que se sabe, y que en ese mismo distanciamiento busca descubrir con
más pureza el propio carisma. No lo considero tan problemático, si entendemos
que el carisma fundacional es
distinto al del fundador, y
que una obra puede seguir adelante mientras Dios así lo quiera, manifestándose
a través de la tradición legítima de la Congregación y el discernimiento de la
Iglesia universal o local.
9) Espíritu nuevo y nueva Legión: el Card.De Paolis nunca dijo que los problemas de la Legión se
resolverían con el Capítulo General extraordinario, ni con las nuevas
Constituciones o los nuevos superiores. Sería una aberración teológica, y
pretender una perfección imposible en la contingencia de una obra conformada
por hombres. De hecho, en su última homilía a la comunidad de Roma, se atrevió
a afirmar que no era suficiente para renovarnos tener nuevas Constituciones y
nuevo gobierno y que era necesario que los legionarios viviéramos esta nueva etapa con un espíritu
nuevo. Dijo también que nuestra memoria histórica se debía remontar
no a la época del fundador (por razones que ya sabemos) sino al proceso de
renovación que hemos vivido, con todo lo que hemos descubierto, con las heridas
que han sido expuestas, las víctimas que han sufrido, la reparación
y la acción purificadora y renovadora de Dios de
la que hemos sido testigos los que la hemos vivido y experimentado.
10) Libertad interior y ejercicio de la autoridad: es mentira que nos manipulan y nos esconden información. Sé que antes se hizo, y está muy mal, aunque hay que entender los contextos
(no justifico; sólo digo que era comprensible por la estructura que había
creado el P. Maciel). Ya no es así, tenemos acceso a la
información necesaria, libertad de expresar las opiniones que queramos y de
confrontarnos en fraternidad y verdad. La autoridad está siendo también ejercida de un modo diferente.
Se respetan las indicaciones de la división de fueros y se promueve un espacio
de libertad interior y discernimiento personal. El proceso es lento pero sí se
ha avanzado y veo con mucha esperanza el comienzo de un ejercicio de una
autoridad más caritativa y más pastoral.
11) Obra de Dios: Yo sí me atrevo a afirmar con
certeza que la Legión es una obra de Dios. Primero porqué veo un
claro carisma. Como dije antes, el Capítulo General en el que nos encontramos
se encargará de formularla. Después de estarlo reflexionando comunitaria mente
durante los últimos 4 años, para mí (no soy el único) es vivir el Misterio de
Jesús que anuncia el Reino, un Reino que se instaura desde la humildad de la
Cruz. Ante ese Jesús los legionarios y miembros del Reino cerramos filas.
No soy ingenuo. Sé que hay muchos retos por delante, muchos problemas que resolver
y muchas heridas que cicatrizar. Sé que el proceso de cambio de
mentalidad en la praxis será lento y a muchos nos gustaría que se acelerara un
poco el ritmo. Independientemente de las opiniones sobre la velocidad del
proceso, tengo esperanza en Dios. Soy de los que creen que Dios actúa en la
historia, que Él puede levantar al caído y que su Misericordia no se cansa de
perdonarnos. Por ello me lanzo con entusiasmo al futuro, aceptando mi pasado, nuestro
pasado, confiándolo en las manos de Dios y poniendo los medios para disponernos
a recibir de Él una verdadera conversión. Confío en que la gracia prevalecerá
sobre el pecado y el mal mientras en la Legión haya frutos de santidad y
corazones que lo busquen con sincero corazón.
Fuente:
11 comentarios:
Estimada redacción: de acuerdo con Udes. que se le llama "carisma" a cualquier cosa. No todo modo de ser significa una gracia divina.
En esta línea, no coincido con Udes. en la posibilidad de reformular un carisma. Se podrá hacer con modalidades o modos de ser, pero no con el carisma, que, de existir, se recibe de Dios y estimo que los hombres no estamos en posibilidades de modificarlo.
Saludos cordiales,
El Sanjua bis
Este es como esas mujeres que describe Pablo en su carta a Timoteo:
3,7 "esas que siempre están aprendiendo, pero nunca llegan a conocer la verdad"
En vez de salvar a la Legión que se preocupe por salvar su alma.
En vez de salvar el negocio, que lo cierre y se ponga una pizzeria.
Constancio
Carisma es, en sentido estricto teológico, una gracia que Dios ha dado no para santificación del que la recibe, sino del prójimo.
Por su misma definición es factible que un carisma sea recibido por alguien que sea un profundo pecador, un tarado o ambas cosas.
Todo se reduce a que parece ser que Dios no daría un carisma a alguien de tal talante. Pero obviamos que Dios no es que quiera que alguien de tal talante tenga el carisma, sino que da el carisma a su Iglesia tolerando la perversión del que lo recibe. ¿Qué pasa si Dios lo está usando para purificar a su Iglesia? Eso es ya otro carisma o gracia dada gratis.
La dinámica de la estructuración de un carisma determinado o fundación es un problema canónico. Lo anterior es un problema teológico. Creo que en el caso Maciel hay que distinguir ambos planos.
De acuerdo con Miles Dei.
1º. La causa eficiente del carisma es el Espíritu. Ni el capítulo ext., De Paolis o Bergoglio lo pueden dar.
2º En las palabras del pronunciante no se advierte ningún carisma fundacional; puesto que lo que él, casi al final, describe como tal es propio a toda la Iglesia y miembros; salvo que yo quiera decir que mi carisma es ir a Misa todos los Domingos y fiestas de guardar y montar la pataleta para que se me reconozca canónicamente;no veo cómo definir lo que tiene apariencia de existir.
3º.- En realidad la cuestión no trata de la definición del carisma fundacional, sino si éste existe o no: La definición no se encuentra, a mi modo de ver, porque no existe tal carisma.
4º.- El pedido de perdón no ha alcanzado a todos los ámbitos ¿Qué pasa con los cardenales y los curiales que protegieron al pederasta? ¿Y de los amigables gestos y variadas alabanzas de Wojtyła al fundador de los Legionarios, cuando el asunto era bastante conocido en medios jurisdiccionales? ¿Se van a ir de rositas y hasta turbocaninizados algunos?
5º.- Supuesta la redefinición, restablecimiento.. ¿ a quién van a servir? antes juanpablistas y ahora toca bergoglianos o lo que venga (quien se mueva no sale en la foto); aunque un día sí y otro también el porteño llevado a Santa Marta a pastorear con olor a oveja diga errores, frases con sabor herético e incluso, porque no decirlo, materialmente herejías.
¿Alguien puede decir, en serio, que para eso le va a dar Dios un carisma? Salvo, como dice Miles, que Dios da el carisma a su Iglesia tolerando la perversión del que lo recibe: eso entonces con Maciel; hoy ya redefinidos, El Señor toleraría una nueva legión bergogliana ¡No sé! lo que sí creo saber, es con el nuevo carisma serían un grupo más apoyando a la jerarquía secundovaticanista contra la Tradición de la Iglesia ¡Ojalá me equivocase! Ya es hora de parar a los neo saduceos, porque no hay moneda falsa más dañina que aquella que más se parece a la verdadera.
Es que hay ocasiones claras en que Dios ha dado carismas tolerando la perversión de quienes los reciben, Sofronio. El orden sacerdotal y el carisma que conlleva es un claro ejemplo. De hecho, salvo que se demuestre que Maciel fue ordenado inválidamente, tuvo ese carisma verdadero en su perversión. Otro es el carisma de infalibilidad papal. En fin. Esto funciona así y nada nos dice que no funcione de igual modo en cuanto a la fundación de algo. El problema canónico de los cauces de discernimiento para poder dar lugar a una aprobación es otra cosa. Ahí hay mucho pringue que no van a sacar ni en pintura y al que le van a dar carpetazo con las canonizaciones pontificias. Pero sí. La Legión podría tener su carisma fundacional que no sólo puede pertenecer al fundador, sino a todos los que cofundaron con él en vida.
¿Cómo se distingue un auténtico carisma fundacional de una estructura humana que, accidentalmente y en ocasiones, pueda servir a Dios y a la Iglesia? ¿Acaso la santidad del fundador no es uno de los criterios a tomar en cuenta? Por otra parte, no me parece adecuada la comparación entre el orden sacerdotal y la gracia fundacional. El primero es administrado por medio de la Iglesia, que no sólo puede ser engañada, sino que voluntariamente puede prescindir de la necesaria condición moral, intelectual o psíquica de una persona para llevar a cabo su ministerio. El segundo, en cambio, es concedido directamente por Dios, que nunca hace las cosas imperfectas.
Si sigue con el uso equívoco del término «carisma» la confusión será permanente.
Es necesario distinguir entre:
1) Carisma del fundador: es una gracia personal, intransferible, ordenada al bien común eclesial. Es la gracia que pueden haber recibido los grandes santos fundadores. Y digo que pueden porque la Iglesia no se pronuncia acerca del punto mediante un juicio definitivo. Esa gracia es personal, no puede transferirse a las instituciones, ni a sus miembros. Un verdadero «carisma», gracia recibida de Dios, si no está regido por la caridad, es un falso carisma.
2) «Carisma» de la fundación: sólo de manera impropia puede llamarse un carisma. Y sería deseable que no se empleara el término, para evitar equívocos de consecuencias nocivas. Es el conjunto de rasgos que configuran la identidad de una institución eclesial aprobada. Son los fines institucionales, los medios previstos para alcanzar esos fines, el conjunto de normas, costumbres, usos, etc. Cuando la Iglesia los aprueba en su conjunto, sólo pronuncia un juicio en virtud del cual entiende que no hay, en lo sometido expresamente a aprobación eclesiástica, nada que represente un peligro de condenación de quienes quieren vivir de acuerdo a lo aprobado. No se pronuncia, en cambio, sobre el posible origen sobrenatural de lo aprobado, ni mucho menos afirma que es una suerte de institucionalización de la gracia personal recibida por el fundador, que es en sí misma personalísima e intransferible.
En base a la anterior distinción, sobre el «carisma de la fundación» propio de las instituciones aprobadas con el nombre de «Legionarios de Cristo» y «Regnum Christi» puede afirmarse que el «núcleo» debe ser preservado —la «militia christi» es un elemento del patrimonio común de la Iglesia, presente en san Pablo, que no podría ser considerado vicioso por la Jerarquía— y al mismo tiempo que hay elementos estructurales —es decir, esenciales— que requieren de una profunda revisión.
Si se tratase de un verdadero «carisma de fundador» no podría haber revisión de su estructura. La gracia no es pasible de ser reestructurada por obra de los hombres, ni siquiera del Papa. La gracia no es un objeto que pueda diseccionarse en un laboratorio.
Entonces habría que distinguir, como Ud. bien hace, entre un “carisma de fundación” que tenga su origen en un santo fundador que verdaderamente ha recibido una gracia no maleable por los hombres para incoar el instituto, y un mero estructurador que ha logrado organizar una institución eclesiástica, en el mejor de los casos, por pura bondad natural.
Si el carisma del fundador es una gracia (gratis data), y por lo mismo, ordenada a la santificación de los demás, la santidad del fundador debiese ser uno de los criterios para juzgar acerca de la autenticidad del carisma, por cuanto resulta contradictorio que Dios pretenda buscar la santificación de los demás por medio de una persona cuya escandalosa condición moral resulte un serio obstáculo para la santificación del resto. Menos aún, a través de alguien que, en palabras del Evangelio, sería mejor que le ataran una piedra de molino al cuello…
Digo yo que esto de andar hurgándose el ombligo todo el día no es cosa de varones ni de santos.
Si el hombre es clérigo, que lo sea, y ya, y deje las gazmoñerías psicologistas y los perdones públicos y las introspecciones y la restante moralina modernista para los afeminados. A él le toca santificar y sacrificar o rezar, según fuera su estado, y no vagar por las mares del mundo juzgado a superiores, fundadores o fundaciones. Y como andando, traicionar el llamado de Dios para dedicar su vida a mirarse a sí mismo.
Nada de lo que escribe este Javier me parece digno de varón de Dios.
Esas horrendas cosas sobre el "carisma", fuera de sitio están; si tiene el oficio sagrado, que lo cumpla y ya. Nuestro Señor no le preguntará por los legionarios, sino por su propia milicia.
In Dómina
Junípero
Excelente comentario del anónimo 10:40. Un carisma que no está regido por la caridad es falso. Es verdad que Dios puede conceder un carisma a un pecador. Pecador no delincuente. Todos somos pecadores pero no todos somos delincuentes.
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