sábado, 1 de noviembre de 2014

Cuando Burke recibió a un activista "gay"


Un amigo de nuestra bitácora nos envía esta traducción que ahora publicamos.
 El cardenal Raymond Leo Burke salió del reciente y tempestuoso Sínodo Extraordinario Sobre la familia como un campeón de la moral sexual católica ortodoxa, justo cuando Francisco lo despidió del puesto más alto de la Iglesia en Derecho Canónico.
Sin embargo, si usted se opone a la batalla cultural planteada por el ex arzobispo de St. Louis, como hace Alicia Ambrosio, productora y conductora de “Vatican Connections” en el canal canadiense “Salt and Light Television “, usted lo verá atrapado en una "torre de marfil" aislado del "desorden de vida" con el que lidian los católicos homosexuales.
Actualmente ha surgido en Internet el testimonio de uno de esos católicos homosexuales, agradeciendo al Cardenal Burke por ayudarlo a escapar, en vez de dejarlo instalado, en el así llamado desorden, y a recuperar su ciudadanía católica.
"Mientras que algunos calumnian al arzobispo Burke por su fidelidad a Dios, a la Iglesia y a las almas, yo digo que  es un verdadero pastor de los fieles y Atanasio de este tiempo."
El ex activista homosexual Eric Hess, que escribía hace tres años en la revista Celebrate Life, rompió con varios dogmas sagrados de la homosexualidad militante al relatar cómo regresó como el hijo pródigo y encontró una cálida bienvenida por parte del hombre al que una vez despreció.
La primera herejía de Hess estaba en señalar la causa de su homosexualidad: una relación terrible con un padre alcohólico que frecuentemente golpeaba a su madre, "además de amenazarme a mí y a mi hermano”. Hess escribe cómo respondió a esto buscando de un padre sustituto en su adolescencia y pensó que lo había encontrado en un maestro suyo, que se aprovechó de su vulnerabilidad para seducirlo.
Si bien esto coincide con lo que la psicología había concluido a mediados del siglo XX como  explicación de la homosexualidad y base para el tratamiento, la feroz presión ejercida por el lobby homosexual obligó tanto a la psicología como a la psiquiatría a suprimirla a mediados de los años 70. Ambas profesiones ahora siguen mansamente la línea dictada por el lobby gay, que dicta, sin pruebas, que la homosexualidad es innata, y por lo tanto inmutable e intratable.
Pero Hess va más allá, atribuyendo a la predicción del Papa Pablo VI de que la píldora, al desconectar la sexualidad de su propósito divino, ha favorecido no sólo la homosexualidad, sino el adulterio, el aborto y el uso de células madre embrionarias: que todas son expresiones de las personas reducidas a "objetos sexuales".
En 1995, después de cuatro años de tratar de combinar la practica esporádica del culto católico con la cohabitación homosexual de tiempo completo, Hess se dio por vencido, y dramáticamente guardó "en una caja de seguridad de todos mis crucifijos y biblias y los dejó en la oficina del obispo de La Crosse, Wisconsin, con una carta de renuncia a la fe católica".
Ese obispo era Raymond "Torre de Marfil" Burke. Para sorpresa y disgusto de Hess, el obispo Burke le respondió amablemente, diciendo que respetaba su decisión, pero que rezaría por su regreso. Un Hess que se llamaba a si mismo "activista gay", se indignó con el obispo por su "arrogancia", y le escribió de nuevo acusándolo de acoso e intimándolo a que nunca más le escriba. Pero el obispo Burke insistió una vez más, con una última y amable carta, prometiendo obedecer el pedido de Hess, pero también prometiéndole que, "si quería reconciliarme con la Iglesia, que él me daría la bienvenida con los brazos abiertos."
Por supuesto, Hess no estaba en nada de esto. Pero cuando le dijo a su amante tres años más tarde, después de un corto pero intenso período de oración y discernimiento dirigido por un sacerdote de la parroquia, que necesitaba volver a la Iglesia, este le respondió: "Sabía desde el principio que este día llegaría. Haz lo que tengas que hacer para ser feliz".
Hess luego describe la maravillosa bienvenida que recibió. Su párroco oyó su confesión y le encontró una familia católica para vivir con él hasta que pudo encontrar un nuevo apartamento. En cuanto al obispo Burke, cuando Hess llamó a su oficina para reconciliarse con él, "él me abrazó". También le preguntó si recordaba el paquete de objetos católicos que en su enojo había dejado allí, que por supuesto Hess recordaba. El obispo los había guardado, creyendo que Hess volvería, y ahora se los devolvió.
Hess relata cómo él consideró en ese momento -y aun estudió- para ser sacerdote, pero finalmente concluyó que su vocación era la de "vivir en fidelidad la vida de soltero" en la castidad.
Sin embargo, algunos sacerdotes "apóstatas" (en su mayoría en sus 50 y 60 años) todavía tratan de convencerlo, incluso desde dentro del confesionario, que Dios quería que él reviviera su homosexualidad. Estos hombres no le ayudaban, él dice. "Como alguien que sufrió el estado de pecado mortal muchos años, les aseguro que no hay felicidad fuera del orden moral."
El hombre que le ayudó fué su obispo, que le permitió salir de la Iglesia para que pudiera regresar a ella. "Mientras que algunos calumnian al arzobispo Burke por su fidelidad a Dios, a la Iglesia y a las almas, yo digo que  es un verdadero pastor de los fieles y Atanasio de este tiempo", dice Hess. "Yo digo que él sigue siendo mi mentor y que me sigue inspirando. Aunque mi propio padre biológico me rechazó, el Arzobispo Burke se convirtió en mi padre espiritual, representando el amor de nuestro Padre que está en los cielos".
Fuente:

5 comentarios:

Alan Argento dijo...

Hola a todos. ¿Estuvo mal Burke? Para mí estuvo muy bien. Obró piadosamente y respetó el libre albedrío del sujeto, el cual volvió solito a Casa...

Anónimo dijo...

Alan Christian:

No estuvo mal para nada.

Justamente el articulo muestra como, el que los medios muestran como duro y alejado de la realidad de las personas, fue un padre cordial y cercano de quien acudió a él.

Y es importante porque se trata de una persona con tendencias homosexuales que le agradece haberlo ayudado a salir de ahí.

Esa fue su obra de misericordia: no dejar al pecador en el pecado, dandole una palmada en la espalda "no te preocupes, está todo bien". sino ayudarlo a salir de él.

Muchos de los que levantan la bandera de la misericordia deberían acordarse de que no hay caridad sin verdad.

Juancho.

Fernando Jaramillo dijo...

Interesante testimonio, digno de ser publicado y difundido.

Saludo en Cristo.

marcos dijo...

Dureza contra el pecado ,caridad con el pecador.Clarisimo. Esa es la doctrina Catolica verdadera puesta en practica.
Ahora ,la moda francisquista es que ya no hay pecado,por lo tanto ,todo vale .
Esta onda de "misericordina",sin duda la fogonea el innombrable.
SAN MIGUEL ARCANGEL,DEFIENDENOS EN LA BATALLA.....

criollo y andaluz

Anónimo dijo...

Puesto que no dejan un correo lo expongo aquí. Creo que el caso de Sarlinga-Fsspx merece ser tratado en este blog. Saludos.