jueves, 27 de noviembre de 2014

Pablo VI y Franco: Los verdaderos desencuentros


Los hechos que se relatan en el artículo titulado “Desencuentros Pablo VI – Franco”, publicado el 1/11/14 en la pág. 9 del nº 727 SP’, son muy anteriores y tienen muy poco que ver con las verdaderas raíces de ese distanciamiento existente entre el Papa Pablo VI y el General Franco.

Estimo como dato sobresaliente de esa disyunción la sopesada en agosto de 1953, previa a la firma del Concordato, cuando el embajador de España en la Santa Sede, Fernando María Castiella, informó a Pío XII que de su Secretaría de Estado salía información con destino a la URSS de los nombres y destinos de los sacerdotes que el Papa enviaba a la “Iglesia del silencio”, y que eran allí ejecutados. Confidencia desvelada por el espía Jesús Galíndez Suárez, que acusaba al jesuita Alighiero Tondi, secretario particular de Montini, de “ese soplo” y de montar la red de curas comunistas para operar en Hispanoamérica (como el hebreo Antonio Hortelano). Y aunque no se pudo probar la implicación directa de Montini, es vox populi, que sí existió una firme sospecha que obligó a Pío XII a apartarle de la Secretaría de Estado nombrándole Arzobispo de Milán.

Trascurridos diez años, otro desencuentro en abril de 1963, cuando tras un juicio sumarísimo se condenó a muerte al comunista Julián Grimau, y el entonces arzobispo de Milán, Cardenal Montini, pidió a Franco conmutar la pena, a lo que éste no accedió; Grimau fue fusilado el 20 de abril 1963, a pesar del “No hemos sido escuchados”, que pronunciara quien sería elegido Papa dos meses más tarde, el 21 de Junio. Elección que fue un duro golpe para el General Franco y gran parte del pueblo español.

Dos décadas después, en 1974, Pablo VI, volvió a hacer gestiones para evitar la ejecución del anarquista catalán Salvador Puig Antich, pero Franco se negó a atender su llamada telefónica.

En 1965, con la excusa del Año Santo Compostelano, Pablo VI quiso peregrinar a España, pero el General Franco se lo impidió. Esta circunstancia está contenida en una carta personal que Montini, siendo ya Papa y a la clausura del Vaticano II, remitió al Franco. La carta fue publicitada en Brescia, localidad italiana donde nació Pablo VI, con motivo de un congreso sobre este pontífice que dirigió los destinos de la Iglesia católica entre 1963 y 1978. El papa Pablo VI vinculaba de algún modo su presencia en España a la renuncia, por parte del régimen español, del privilegio de la presentación de las candidaturas de obispos.

Aunque la renuncia no se llegó a formular personalmente, al margen de Concordato, entre 1965 y 1970, Pablo VI nombró más de 35 obispos auxiliares (¡y qué ejemplares!). En esta tarea participaron activamente el Nuncio Luigi Dadaglio (Nuncio entre 1967-1980) y su consejero Monseñor Dante Pasquinelli, “verosímilmente masónicos” según Ricardo de la Cierva. El Nuncio Antonio Riberi, aunque fue nombrado por Juan XXIII, era hombre de confianza del luego Pablo VI y con él comenzaron la renovación postconciliar del episcopado y las primeras jubilaciones de obispos; su brazo derecho en Madrid (1962-1965) fue Monseñor Benelli, luego Secretario de Estado asociado a negros rumores. Ese grandísimo disparate, entre otros, es el que iría arrastrado a España católica a la más brutal incredulidad y apostasía hoy reinante.

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Pablo VI presionó de tal forma a Franco, tras ser sancionada por el Vaticano II la libertad religiosa, que incluso envió al Cardenal Carasoli (masón desde el 1957, según la listas de la P2), para que, al amparo de dicha promulgación, se exigiese la supresión del artículo 2º de los Principios del Movimiento Nacional que decía: “La Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”. Franco, obediente e hijo fiel de la Iglesia, lo eliminó el 10 de enero de 1967 y aprobó la libertad religiosa. Controversia que provocó limitaciones no solo a la Unidad Católica de España sino también a la Confesionalidad del Estado. Proceso que, a partir de entonces, dejó patente la secularización de 90.000 sacerdotes españoles y el vaciamiento de los seminarios diocesanos.

Por otra parte, no se entiende cómo se obligó a España a la renuncia del privilegio de la presentación de las candidaturas de obispos, en tanto que en Francia, en la región de Alsacia-Lorena, aún está vigente todavía el concordato napoleónico, en virtud del cual las autoridades republicanas mantienen el derecho de presentación sobre los obispos de dicha región.

Franco escribió una carta a Pablo VI el 29 de diciembre de 1972 en la que expresaba su preocupación por las actitudes políticas de una parte del clero e instaba al Papa a que hiciera lo posible por las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado. La respuesta de Pablo VI fue que “los indicios de subversión son más bien una admirable (muestra) de vitalidad espiritual del pueblo español” (ETA nació en un seminario, de Álvaro Baeza, pág. 12). De igual fuente (pág. 37) se desprende que Pablo VI previó la excomunión de varios miembros del Gobierno Español cuando el caso Añoveros (1974), así como en 1975, cuando los fusilamientos de etarras y miembros del FRAP, incluyendo en este caso al propio Franco y teniendo el Cardenal Tarancón en una mano el decreto firmado por el Papa, y en la otra los recibos que él y el Cardenal Bueno Monreal pagaban por el alquiler del despacho laboralista en Sevilla a Felipe González y Rafael Escudero (¡A saco! La cloaca española, De Álvaro Baeza, pág. 34).

Pablo VI, al igual que muchos hombres de Iglesia, se olvidaron de que Franco fue quien salvó la Iglesia en España. Y es que ya se sabe, de desagradecidos está el mundo lleno. No obstante, tengo entendido que Pablo VI se arrepintió de esos desencuentros y al final de su vida consideró, con toda humildad, que se había equivocado con Franco y con España. 

SÁNCHEZ FLORES, José Manuel.
“PABLO VI Y FRANCO, LOS VERDADEROS DESENCUENTROS".
En Siempre P´alante, 728 (2014) 10.

[Tomado del sitio en Facebook de la revista Siempre P'alante.]

10 comentarios:

Miles Dei dijo...

Da igual al final todos están en el cielo de fiesta eterna.

En pendiente dijo...

Desde Pablo VI la Iglesia parece empeñada en quitarle la fe a los fieles, y desde luego cada día lo consigue más. Montini entregó a los enemigos de la fe hasta la tiara, y esto es sólo un símbolo. Abrió las ventanas, las puertas y entrego las llaves a filo masones y marxistas. Juan Pablo II frenó la teología de la liberación (sin anularla), pero apoyó a movimientos liberales como Legionarios y Opus, a la par que apoyaba al indeseable de Maciel. A la vez, provocaba la mayor brecha entre la Iglesia y la sociedad con la política de silencio con los curas pedófilos.
Benedicto intentó restaurar algo en materia doctrinal y moral, pero no pudo o no le dejaron. Y ahora tenemos un Papa que quiere aprobar el sacrilegio de dar la Comunión a divorciados vueltos a casar y que parece buscar el apoyo del lobby gay teniendo ayudantes pro homosexualismo. Miedo me da pensar qué será lo próximo.

Anónimo dijo...

"Pablo VI se arrepintió de esos desencuentros y al final de su vida consideró, con toda humildad, que se había equivocado con Franco y con España. "
O dicho de otra manera: " al final la Iglesia (Pablo VI) se doblegó y quemo el incienso de la religión Franquista (dicese del catolicismo entendido según Franco y su regimen)"

Hermenegildo dijo...

Constituye un tópico infundado afirmar que bajo el régimen de Franco, los nuncios tuvieran que recurrir inexorablemente al "portillo" de la libre designación de auxiliares para nombrar obispos "progresistas".
De los ochenta y seis obispos (incluidos los dimisionarios) que existían a la muerte del anterior Jefe del Estado, cuarenta y cinco habían accedido al ministerio episcopal (es decir, habían sido elevados a la dignidad episcopal) mediante el sistema de presentación; habían sido nombrados, en definitiva, por el Caudillo, que no había puesto objeción alguna durante las diversas cribas excepto en un traslado. Entre ellos, muchos obispos luegos considerados "progresistas", como Buxarrais (dos presentaciones de Franco), Díaz Merchán (dos), Tarancón (cuatro presentaciones de Franco, nada menos), Infantes Florido (una), Dorado (dos), Larrea (una), Martí Alanís (una), Palenzuela (una) y Mauro Rubio (una). Por designación directa de la Santa Sede, sin intervención de S. E. el Jefe del Estado, habían accedido al Episcopado, a fines de 1975, cuarenta y uno, la mayoría "progresistas" (vía Dadaglio), pero también algunos considerados "conservadores" como Antastasio Granados y José Guerra Campos, anteriores a la época de Dadaglio.

Anónimo dijo...

¿Dónde se pueden encontrar los datos que corroboren estas sospechas sobre Montini? Si son ciertas, es un escándalo que debería provocar replanteamientos profundos en esta Iglesia tan dañada por el y post Concilio

Quién contra el espíritu del concilio dijo...

¿De verdad reconoció Pablo VI, que está en los altares, al final de su vida que se había equivocado con Franco y con España?

Siempre nos quiso hacer ver a los españoles que le éramos antipatiquísimos. No Franco, sino nosotros. Como ya está en los altares, seguro que la culpa es nuestra, digo, de los españoles.
Como siempre.

Anónimo dijo...

No sé si sería legítimo entronar como Sucesor de Pedro a un Papa que mandó a la muerte segura a cientos de sacerdotes por simple delación. Está claro que el Espíritu no lo dejaría de asistir, pero por la pura promesa de Dios, no porque el individuo se lo propusiera intencionalmente.

Cuanta falta de humildad y caridad hay en la Iglesia. Lo dijo Benedicto y supongo que se refería a muchos años anteriores a los suyos.

Favila dijo...

No creo que Franco se viese constreñido por la Iglesia a permitir la libertad religiosa. Franco ya había iniciado movimientos liberalizadores mucho antes, y de hecho encontró resistencia por parte de algunos pastores. Lo que hizo el CVII fue anular la resistencia de esos pastores, que ya no tenían un quicio en el que apoyarse. Pero el movimiento partía del propio Franco, que quería homologarse con las democracias occidentales.

Igualmente es poco plausible que Franco rechazase la visita de Pablo VI, con la buena publicidad que habría supuesto para el régimen.

A pesar de sus buenas intenciones, creo que el articulista tiene una visión distorsionada de lo que fue el régimen de Franco. Franco fue el gran modernizador de España, el que trajo una libertad de costumbres hasta entonces desconocida, el que arrasó lo poco que quedaba de una sociedad tradicional.

Franco liquidó el 18 de Julio en fechas tempranas, entregó al poder los que habían conspirado contra la España tradicional y sentó las bases del régimen presente, al que se llega por evolución natural y no por ruptura, como defiende con orgullo la propia Fundación Nacional Francisco Franco.

Bien está criticar los errores del CVII, pero si apoyamos esa crítica en Franco construimos sobre terrenos movedizos.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: En el libro de Jaime Tovar "los curas de la Cruzada" lei que el numero de auxiliares nombrados por el tandem Montini - Dadaglio en poco mas de 4 annos fue de 55. Aqui he visto otra cifra y agradeceria precisiones al respecto.

Hermenegildo dijo...

Pedro Hispano: he tomado los datos de "La hoz y la Cruz", de Ricardo de la Cierva.