Muchos
discuten acerca de la eticidad del Estado o de sus leyes o instituciones, a
través de las premisas teóricas o las interpretaciones filosóficas que se dan. En este caso, sería
necesario hablar de la eticidad de las teorías y de las premisas, y no de otra
cosa.
En
verdad, no porque J.J. Rousseau opinara que la sociedad política es de origen
voluntario, por un pacto tácito o expreso, por ello los estados modernos que en
su ordenamiento presuponen de algún modo el pensamiento de Rousseau son -de
hecho- sociedades voluntarias. Ni porque los ordenamientos políticos actuales
sean interpretados como fundándose en la soberanía popular, por ello la
autoridad política ha perdido su verdadera característica de voluntad. Nadie
dirá que el sufragio universal sea inmoral, porque aquellos que lo sancionaron
por ley partieron del presupuesto que la autoridad política reside toda y sola
en el pueblo.
Se necesita, por tanto, distinguir entre el presupuesto erróneo o
inmoral de leyes singulares y la objetiva inmoralidad de las leyes mismas; entre la errónea o la inmoral
teoría del Estado y el influjo que tal teoría ejerce sobre quienes la
actualizan en prescripciones concretas.
De esto se deduce que para hablar
de eticidad del Estado es necesario distinguir y precisar: el Estado tiene ya
su eticidad fundamental en cuanto sociedad natural ordenada a un fin natural,
esto es, el bien común o bien social; que las leyes y prescripciones concretas
del Estado serán morales, si están ordenadas a este bien; que toda moralidad se
resuelve en aquella que es individual, donde reside la responsabilidad por los
actos y la conciencia de estos.
Es superfluo agregar que todo esto
se encuentra en las antípodas del Estado ético de Gentile, sea como concepción
metafísica, sea como valor moral.
Tomado y traducido de:
L. Sturzo. L'ETICITA' DELLO STATO. Publicado en: Rivista di autoformazione, nov.-dic. 1929.
6 comentarios:
Se puede preguntar a cuento de qué viene esta entrada? A cual hecho o situación se puede aplicar?
Acudo al espíritu docente de los Info-Caóticos.
Agradecido,
Juancho.
Se dice en alguna bitácora que el votar “conspira” (sic) contra el Octavo Mandamiento. No sabemos qué autoridad docente tiene ese blog en cuestiones morales. En cualquier caso, la Iglesia no enseña tal cosa desde el siglo XIX hasta el presente. Y la clave para comprender por qué la Iglesia no lo enseña está en esta entrada. Así, por ejemplo, si el código civil nazi dijera que los padres deben alimentar a sus hijos, tal deber sería moralmente honesto con independencia de la ideología nacionalsocialista que inspirase al legislador.
Más allá de la opinión del P. Luigi Sturzo, que no es santo de mi devoción (antes que alguien recurra al argumento ad hóminem), el problema no creo que sea justamente de un platonismo político, sino más bien de una concepción kantiana de la política (concepción que ha impregnado innegablemente el nacionalismo en sus orígenes y que se arrastra, de alguna manera, hasta hoy).
Un tomista (y un agustiniano) sabe que perfecto es sólo Dios y que en este mundo sublunar sólo hay grados de perfección o, si preferimos hablar metafísicamente, hay una participación de esa perfección. Y así como el error o la mentira manifiesta repelen el intelecto, también en regímenes perversos se pueden encontrar verdades participadas. Más aún, como dice el Aquinate, la ley positiva convencional (la que no se deriva directamente de la ley natural) obliga en conciencia.
Cf. STh I-II, q. 93, a. 2.
Para el último párrafo, cf. STh I-II, q. 96, a. 4.
Gracias por la aclaración, crystal clear.
Juancho.
Pienso que Jesús no vino a predicarnos un modelo de Estado. Por lo tanto, mientras el modelo de estado que adoptemos no vaya contra la religión verdadera no debería haber conflicto.
Por otro lado, no creo que los distintos modelos de estado, utilizados a lo largo de la historia, sean intrínsecamente malos. Es el ser humano que, en su maldad, convierte en malo a cualquier sistema organizativo de la sociedad. Por eso el verdadero cristiano siempre ha tenido que estar cuidándose del Estado.
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