El 31 de octubre próximo se cumplirá un nuevo aniversario de las 95 tesis de Lutero de 1517. Cuando se habla de Lutero uno suele tener en mente que se trató de un hereje que fijó los principios fundamentales del protestantismo: sola Escritura (con libre examen) y sola fe. Pero los errores luteranos son muchos más. Concentrémonos en dos que pueden acecharnos:
- Pesimismo radical. La naturaleza humana -según Lutero- quedó totalmente corrompida por el pecado
original. De modo que es incapaz, por sus propias fuerzas, de llegar a
cualquier conocimiento de la verdad religiosa y de realizar acciones naturalmente buenas (v. aquí, § 9). Un
pesimismo radical en el orden antropológico y ético, reprobado por la Iglesia, diametralmente opuesto al “omneverum et omne bonum est a Spiritu sancto”. Aunque no seamos conscientes, este pesimismo radical puede nublar nuestra visión del pasado o de la actualidad.
- Crede firmiter, pecca fortiter. Cree firme y peca fuerte; porque la fe es lo que justifica.
Ni siquiera son necesarias las buenas obras para la salvación de los adultos,
bastando la fe. Se dirá que estamos muy lejos de este error. Pero
podríamos desdoblarnos, como aquellos
hombres decimonónicos
que vivían la fe como un crede firmiter público -gesto retórico, apologético- más que como una auténtica disposición
espiritual informada por la caridad e integrada en un organismo espiritual.
¿Cómo podría darse este
desdoblamiento? Mediante una reducción del organismo sobrenatural a alguno de sus elementos. La vida sobrenatural que Cristo nos mereció consiste radicalmente
en la gracia santificante. Ella es el principio y el fundamento de nuestra vida
sobrenatural. Pero no es inmediatamente operativa, por lo cual Dios
infunde energías sobrenaturales capaces de producir los actos sobrenaturales
correspondientes (virtudes infusas y los dones del Espíritu
Santo). Con el nombre de organismo
sobrenatural se designan
esas energías sobrenaturales, es decir, la gracia con todas las virtudes y los
dones que la acompañan y que, recibidos en el alma, hacen al
hombre nuevo en Cristo. Se emplea la expresión organismo para indicar que esas fuerzas no son
aisladas e inconexas sino que están íntimamente vinculadas entre sí. Este organismo sobrenatural se conserva y crece con el ejercicio
de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) perfeccionadas
por los dones.
Una concepción mutilada del organismo sobrenatural podría conducirnos a este crede firmiter, pecca fortiter. Por poner énfasis unilateral en las virtudes teologales, por ejemplo, podríamos minusvalorar o ignorar a las virtudes morales.
“La existencia de las virtudes teologales es postulada por la
naturaleza misma de la gracia santificante. No siendo ella inmediatamente
operativa—como ya vimos—, necesita principios operativos sobrenaturales para
crecer y desarrollarse hasta alcanzar su perfección. Ahora bien: entre estos principios,
unos deben referirse al fin sobrenatural (virtudes teologales) y otros a los
medios a él conducentes (virtudes morales infusas) […] Exigidas las virtudes
teologales por la gracia santificante para ordenarse dinámicamente al fin
sobrenatural, las virtudes morales infusas son exigidas, a su vez, por las
teologales, porque estar ordenado al fin exige disposición con relación a los
medios.” (Royo Marín)
Al descuidar gravemente las virtudes morales perderíamos el estado
de gracia. Si el descuido fuera leve, no perderíamos la gracia, pero el organismo
sobrenatural se debilitaría. Y de este debilitamiento podría sobrevenir más fácilmente la pérdida de la gracia.
Hay que recordar que el eje de la vida sobrenatural pasa
por las virtudes teologales pero estas se integran armónicamente en un organismo que incluye a las cardinales y a los
dones. La perfección de la vida cristiana exige todas las virtudes infusas
relacionadas con la caridad y las virtudes morales adquiridas (que dan facilidad
extrínseca). Quien no cultive de manera integral y armónica todas las virtudes tendrá un desarrollo anómalo en su vida espiritual. Y así podrá llegar a transformarse en un "luterano inconsciente", que suponga que el "pecar fuerte" se redime profesando públicamente su "catolicidad" y lanzando anatemas a machamartillo.
24 comentarios:
Dios me libre de la ilusión de creer que el "pecar fuerte" se redime profesando públicamente "catolicidad" y lanzando anatemas a machamartillo.-
"Este organismo sobrenatural se conserva y crece con el ejercicio de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y de las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) perfeccionadas por los dones."
En realidad la conservación y el crecimiento del organismo sobrenatural, de manera análoga a la conservación y el crecimiento de los músculos, requiere dos cosas: alimentación y ejercitación (el crecimiento muscular requiere también dormir un tiempo suficiente, pero de ese factor no encuentro analogía).
La alimentación espiritual tiene lugar por la lectura orante de la Palabra de Dios - o la oración informada por la Palabra de Dios, en el caso de los Salmos y sobre todo del Padre Nuestro - y la recepción de los sacramentos, incluyendo la comunión espiritual en estado de gracia.
El nombre de organismo sobrenatural o supernaturaleza es muy apropiado para "la nueva criatura" (2 Co 5,17; Gal 6-15), y en esta línea, reservando el término "acción creativa" a la actividad divina de creación y crecimiento de la naturaleza u organismo natural, yo llamo "acción super-creativa" a la actividad divina de creación y crecimiento de la supernaturaleza u organismo sobrenatural. Una diferencia entre ambas actividades es que la super-creativa requiere, ordinariamente, el consentimiento de la criatura, como dijo S. Agustín: “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
Volviendo a las dos vías por las que el organismo sobrenatural se conserva y crece, la alimentación y la ejercitación, ambas están reflejadas en la petición "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" si tenemos en cuenta los dos planos de la voluntad de Dios: su voluntad super-creativa, lo que Él quiere obrar en nosotros, y su voluntad normativa, lo que Él quiere que nosotros obremos.
"La naturaleza humana (...) es incapaz, por sus propias fuerzas, de llegar a cualquier conocimiento de la verdad religiosa y de realizar acciones naturalmente buenas."
Esto también lo afirma la doctrina católica, ya que el hombre necesita de la Gracia para realizar acciones naturalmente buenas; otra cosa sería pelagianismo.
Hermenegildo:
Le recomiendo este enlace:
http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/OTT/342-382_gracia_en_general.htm
En el apartado § 9 (LA CAPACIDAD DE LA NATURALEZA HUMANA SIN LA GRACIA, Y SUS LÍMITES).
Saludos.
Muy buen artículo. Sobre el organismo espiritual, las virtudes teologales y la relación con los dones del Espíritu Santo vale la pena leer a Garrigou Lagrange. El problema de los católicos que hacen de la religión una ideología y de la Fe algo desconectado de la vida diaria es real y su parentesco con el protestantismo una interpretación válida. No estoy tan seguro que el "peca fuerte" los luteranos lo entiendan en sentido literal. Es más, tengo entendido que - dada su peculiar doctrina de la predestinación - al menos algunos de ellos ven en el cumplimiento de los Mandamientos y Bienaventuranzas, un signo de la salvación eterna. Por último creo que Infocaótica está en sintonía con ciertas corrientes del "esoterismo tradicional". Ese lenguaje acerca de las "energías espirituales" no es muy ortodoxo...:)Seguro que hay una conspiración entre cierta derecha gnóstica y esta bitácora. No me extrañaría que estén financiados por la Nouvelle Droite... Si quieren volver por los fueros de la sana doctrina, es menester que regresen a las buenas lecturas, como las del Dr. Plinio o el Padre Fuentes...Eviten a Ezcurra, que era muy devoto de Guenon, aunque rechazara sus errores, y también la espiritualidad rusa, que tiene peligros similares. Idem con el Padre Baliña y el Padre Sáenz. Vuelvan a las fuentes de la vera Tradición: Trento, la Contrarreforma y el Barroco. Es importante blindarse contra el protestantismo, el modernismo y la Revolución. Eso sí, con artículos como éste, no esperen que los inviten a visitar la estatua de Lutero en el Vaticano...
Xavier De Bouillon
Muy bueno el link Doc Ellingham. Gracias!
Juancho de Marmol.
Xavier:
Un autor totalmente arriesgado como Royo Marín habla de los hábitos como "energías"... Qué barbaridad! Ya no se puede confiar en nadie :)
Saludos.
Lo de las "energias" o "gracia increada" es un tema que amerita discutir. ¿estarán tan errados los orientales? Me pregunto si nosotros los entendemos mal o ellos se expresan mal.
Problemas de lo catafatico contra lo apofático.
Otro problema, como dijo Xavier, es la conversión de la Fe en ideología. Si bien en estos tiempos la versión más grotesca es la progresista (teología de la liberación, feminista, etc), en el entorno tradicional puede darse -y de hecho se da- una ideología catolica casi saducea, que centra todos sus esfuerzos en la "restauración de la cristiandad" con gloriosos ribetes contrarreformistas. Me reconforta ese espíritu, pero me preocupa que muchos pierdan de vista lo eterno.
¿Como se explica que clerigos furibundos, ultramontanos, casi fascistodies, se hayan transmutado en guerrilleros y intelectuales marxistas? ¿No habrá sido porque lo Increado pasó a segundo o tercer plano?
¿Como podemos escapar de eso? Ya hace un tiempo me inicié en la teología oriental y, apartando las diferencias dogmáticas con Roma, pienso que Oriente nos da una gran lección el priorizar sobre todo los dogmas trinitarios y cristológicos, e inferir los fundamentos de la vida cristiana y eclesial de esos dogmas.
Los occidentales nos mal acostumbramos a ver la religion como un conjunto de compartimentos estancos (fe, sacramentos, oración y mandamientos) producto de la estructura de catecismo (invento luterano que poco tiene que ver con la catequesis partistica). Al separarse estos elementos
1. la fe se convierte en un mero conjunto de "ideas" que damos por ciertas pero cuya relación con nuestro obrar queda por explicar.
2. Los mandamientos se convierten en la tarifa que debemos pagar para ganarnos el cielo, como si pudieramos a punta de voluntarismo
3. Los sacramentos pasan a ser meras formalidades que debemos cumplir cada cierto tiempo.
4. La oración se convierte en sentimentalismo, mera forma o vana superstición.
Lefe, he estudiado algo el tema de la doctrina de Gregorio Palamas sobre la distinción real entre la esencia y las energías divinas, por lo que tal vez algo de lo siguiente pueda serle útil.
Resumen de la incompatibilidad de esta doctrina con la doctrina católica de fide (definida como tal luego del cisma de 1054). En mi primer comentario bajo este artículo:
http://info-caotica.blogspot.com/2015/08/moeller-jesucristo-para-los-cristianos.html
Resumen (en inglés) del status oficial de esta doctrina en las Iglesias Ortodoxas:
http://classicaltheism.boardhost.com/viewtopic.php?pid=5133#p5133
Resumen (en inglés) de los problemas lógicos de esta doctrina más allá de su incompatibilidad con definiciones conciliares católicas:
http://classicaltheism.boardhost.com/viewtopic.php?pid=5134#p5134
Puede ser útil traducir el núcleo de esto último. Si el propósito de las energías divinas es comunicar la naturaleza divina a las criaturas (2 Pe 1,4), entonces una de las siguientes opciones debe ser verdadera, probablemente la d:
a. La energía divina comenzó a proceder de la esencia divina en el momento de la creación, como consecuencia de la decisión divina contingente de crear. Esta opción es la peor, porque implica una naturaleza divina cambiante y parcialmente contingente, pero afortunadamente está descartada porque el Synodikon dice que la energía "everlastingly and inseparably proceeds from the very essence of God".
b. La energía divina procede de la esencia divina eternamente pero contingentemente, como consecuencia de la decisión divina contingente de crear. Esta opción implica una naturaleza divina inmutable y parcialmente contingente. Parece estar descartada porque "inseparably" probablemente implica "necessarily".
c. Dios creó no por una decisión libre sino por necesidad de su naturaleza. No sé si los Ortodoxos profesan o pueden profesar esto, pero para los católicos es un anatema explícito del Concilio Vaticano I.
d. Las energías divinas, que proceden eterna e inseparablemente de la esencia divina, no habrían tenido ningún propósito si Dios hubiese decidido no crear.
Como comentario al margen, la doctrina de la distinción real entre la esencia y las energías divinas es notablemente similar a la doctrina en la base de la Kabbalah, que copio de wikipedia:
"The nature of the Divine prompted kabbalists to envision two aspects to God: (a) God in essence, absolutely transcendent, unknowable, limitless Divine simplicity, and (b) God in manifestation, the revealed persona of God through which He creates and sustains and relates to mankind. Kabbalists speak of the first as Ein/Ayn Sof (אין סוף "the infinite/endless", literally "that which has no limits"). Of the impersonal Ein Sof nothing can be grasped. The second aspect of Divine emanations, however, are accessible to human perception, dynamically interacting throughout spiritual and physical existence, reveal the Divine immanently, and are bound up in the life of man."
Claramente si uno reemplaza en el párrafo anterior Ein Sof por Ousia y emanaciones (Sefirot) por Energeia, obtiene la doctrina palamista, con la obvia diferencia de que en ella las energías no están estructuradas ni proceden unas de otras como los Sefirot en la Kabbalah.
Si tenemos ahora en cuenta la dimensión temporal, según la cual los libros que dieron origen a la Kabbalah, Bahir y Zohar, fueron escritos ca. 1200 y 1280 respectivamente, mientras que la controversia hesicasta, que dió lugar a que Gregorio Palamas formulase su doctrina, comenzó en 1336, es claro cuál puede haber sido el sentido del flujo de ideas. Lo cual no debe ser entendido obviamente como implicando que Palamas leyó esos libros.
Lefe, pasando a su segundo comentario, no me parece mal la estructura del catecismo. Porque adherirse a Dios con todo el corazón y toda el alma implica estar dispuesto a:
- creer todo lo que Él ha revelado, porque Él lo ha revelado;
- permitirle que Él obre en nosotros lo que Él quiere obrar;
- obrar lo que Él quiere que obremos.
Lo cual corresponde a las tres primeras partes del catecismo: lo que se ha de creer, lo que se ha de recibir (porque Dios obra en nosotros ordinariamente a través de los sacramentos), lo que se ha de obrar.
Esta estructura no es la causa de las deformaciones que Ud acertadamente señala.
Gracias Johannes, me dedicaré al asunto. Al menos tenia clara las precisiones dogmáticas que condenan el Palamismo por negar la simplicidad divina. Aún cuando debo leer los que ud. me deja, me queda dando vuelta una objeción comun en los orientales, que es como podría Dios deificar a los hombres con "una cosa" creada como es la gracia creada. Eso nos lleva a otro tema que es la divinización y como se relaciona con el concepto occidental de la visión beatífica.
En cuanto al tema del catecismo, concuerdo con ud. Mi aprehensión va no tanto en la estructura catequetica en si misma (la cual en todo caso esp siempre preparatoria) sino en su práctica, que separa etsas áreas de la doctrina como se no tuvieran relación entre sí.
En particular los dogmas sobre la Trinidad, los Creado frente a lo Increado, la Encarnación, naturalezas de Cristo, Gracia, Divinización, Novisimos, que para muchos fieles no pasan, en el mejor de los casos, de meros conceptos que se aceptan formalmente, pero que podría venir cualquier Papa a cambiarlos, como el Presidente mormón.
Leyendo a Lossky, veo que cada dogma de los concilios tiene para los orientales una importancia decisiva en la vida diaria, y es lo que deberíamos recuperar aquí. En San Buenaventura se aprecia todavía un pensamiento "trinitario" para explicar todo.
Adolezco de una profunda formación (y una básica también), pero siempre me hizo ruido está obsesión neurótica con la contrarreforma, el antiliberalismo, antimodernismo, y una larga lista de antis, como si la fe católica se redujese a la simple oposición de las doctrinas perversas. Y lo mismo de hablar de Trento como si fuese el origen y culmen de la Iglesia; parece la misma lógica que se aplica con el CVII: antes no existía nada y después... tampoco.
Caballero Errante
Caballero Errante, excelente!!!
Trento debe ser visto como lo que es: un Concilio dogmático que hizo frente a unas herejias concretas de su tiempo, y adoptó soluciones concretas de disciplina en el contexto de una Cristiandad quebrada y el surgimiento del Estado moderno. Debe integrarse con los otros Concilios y los Padres.
Del mismo moodo, el Magisterio antimodernista del siglo XIX debe entenderse como la reacción a teorías y prácticas de esa época, y no pretender darles una vigencia atemporal. Sobre todo condenas que presuponen el concepto de "Estado", no habrian tenido sentido en el orden pluralista medieval, aunque quizás sí en Bizancio.
Cierto que muchos tradis se saben al revés y al derecho el Syllabus y la Inmortale Dei, a tal punto de olvidarse del Credo salvo para cuando lo recitan. Olvidan que durante 300 años los cristianos no tuvieron tiempo de preocuparse por el Reinado social de Cristo o el régimen político mixto ¿eran herejes por ello?
A cada dia su afán.
Caballero Errante.
Yo tampoco entiendo bien estas críticas, pero por otro motivo...
Me da la impresión que cuando se habla de un exceso de tridentinismo vinculado con antiliberalismo y antimodernismo se habla de la SSPX, por ser la única antiliberal y antimodernista.
Pero en todo caso la crítica que se hace es tramposa por no ser directa y explícita (al ser implícita uno puede decir que no se refería a la SSPX...) y es falsa porque en mis más de veinticinco años de feligrés de la SSPX no recuerdo un solo sermón en que me hayan hablado de Trento, pero recuerdo unos cuantos sobre ejemplos de santos que fueron Padres de la Iglesia o de san Atanasio y aquel concilio...
Además, cabe agregar que si bien es cierto que la Iglesia no nació con Trento ni con el Concilio Vaticano II, Trento tiene partes de fide que más nos conviene respetar, y si es al dedillo, mejor.
Lefe Observatore, pegado a los atajos seguros, con fe de carbonero y sin delirios místicos ni intelectuales.
Lefe Observatora, nada me resulta más entrañable que la fe sencilla y sin complejos que Peguy no muestra en su personaje de Hauviette, que confia en Dios, goza sanamente de esta vida y rechaza revelaciones particulares pues le basta la que le enseñan en su misa.
Precisamente por ello recelo de quienes adosan sobre la fe de los sencillos un ladrillo saduceo destinado a construir el paraiso en este tierra, sea en su versión progre y marxistoide o en una utopia nacionalcatolica (para que hablar del "Reino de Maria" tefepista).
Mi respeto por la teología apofática oriental (apartando sus errores) es que busca derivar todo de los dogmas, sacandole al Credo todo aquello que puede dar.
Lefe estepario dijo:
"me queda dando vuelta una objeción comun en los orientales, que es como podría Dios deificar a los hombres con "una cosa" creada como es la gracia creada. Eso nos lleva a otro tema que es la divinización y como se relaciona con el concepto occidental de la visión beatífica."
Puede facilitar el entendimiento del tema ver la participación de la naturaleza divina en su aspecto de unión y considerar dos entes, uno a un nivel muy superior que el otro. Hay dos maneras básicas de unir esos entes: levantar al de abajo o bajar al de arriba (más una combinación de ambas maneras). Pero la naturaleza divina, AUN CUANDO, según la doctrina palamista, consistiese de esencia y energías, es inmutable! Por lo tanto, la única manera de lograr la unión es levantando el ente de abajo: gracia creada.
La necesidad de la participación de la naturaleza divina para la visión beatífica se entiende a partir de un concepto claro de esta última como un conocimiento intuitivo directo de la esencia divina. Ese conocimiento es connatural solamente a las Personas divinas, no a una naturaleza creada, humana o angélica. Para que un hombre o ángel pueda gozarlo, debe ser hecho partícipe de la naturaleza divina.
"Mi aprehensión va no tanto en la estructura catequetica en si misma (la cual en todo caso esp siempre preparatoria) sino en su práctica, que separa etsas áreas de la doctrina como se no tuvieran relación entre sí."
Comparto eso, y de hecho he trabajado en integrar los dogmas trinitarios con la participación de la naturaleza divina y la inhabitación trinitaria en el alma de la persona justificada. Para ello, encontré acertada la noción de causalidad cuasi-formal de Karl Rahner (sin perjuicio de rechazar sus doctrinas trinitaria, cristológica, etc.). Resumiendo el resultado de mi trabajo, hay una correspondencia total y perfecta entre los planos de:
- el alma humana o la naturaleza angélica (esencia y voluntad),
- los dones sobrenaturales (gracia santificante y caridad), y
- las Personas divinas (Hijo y Espíritu Santo),
siendo los dos componentes de cada plano realmente distintos entre sí y a la vez inseparables, o más aún, en el caso de las Personas divinas, consubstanciales. Citando a S. Tomás, respecto al primer plano "De la esencia del alma brotan sus potencias, que son los principios de sus operaciones;" y respecto al segundo plano "de la gracia misma fluyen sobre las potencias del alma las virtudes, que mueven estas potencias a sus actos." (ST I-II, q.110, a.4 ad 1). Donde si la potencia del alma es la voluntad, la virtud sobrenatural correspondiente es la caridad (ST II-II, q.23, a.2).
Por lo tanto, análogamente a la procesión del Espíritu Santo del Hijo (y del Padre, directamente por espiración e indirectamente por la generación del Hijo que lo espira), la caridad procede de la gracia santificante (y de las tres Personas divinas actuando como una sola causa eficiente, directamente por infusión e indirectamente por la infusión de la gracia santificante de la cual fluye).
Puede ser útil mencionar una noción a la que llegué en mi reflexión sobre estos temas: dado que la naturaleza divina no existe "aparte" o "anterior" a las Personas divinas, sino solamente como Padre, Hijo y Espíritu Santo, la participación de la naturaleza divina es necesariamente participación de una o más Personas divinas. (Esto es distinto al caso de la participación en una naturaleza creada, porque la persona humana no es idéntica a la naturaleza humana por la composición de naturaleza y acto de ser; caso contrario la naturaleza humana de Jesucristo sería una persona humana. En contraste, por la absoluta simplicidad divina cada una de las Personas divinas es la naturaleza divina.)
Considerando esta noción a la luz del texto bíblico que enseña que "se nos han concedido las preciosas y sublimes promesas, para que, por medio de ellas, seáis partícipes de la naturaleza divina," (2 Pe 1,4), mi entendimiento es que "las preciosas y sublimes promesas" que "se nos han concedido" para que, "por medio de ellas," seamos partícipes de la naturaleza divina, son la gracia santificante y la caridad, tal que por la primera somos partícipes de la persona del Hijo, miembros del Hijo, y por la segunda somos partícipes de la persona del Espíritu Santo, templos del Espíritu Santo.
Por un lado, este entendimiento está de acuerdo con uno de los cánones de Trento sobre la justificación:
"CAN. XI. Si alguno dijere que los hombres se justifican o con sola la imputación de la justicia de Jesucristo, o con solo el perdón de los pecados, excluida la gracia y caridad que se difunde en sus corazones, y queda inherente en ellos por el Espíritu Santo; o también que la gracia que nos justifica, no es otra cosa que el favor de Dios; sea excomulgado."
Por otro lado, que la caridad es una participación de la Persona del Espíritu Santo, es afirmado explícitamente por S. Tomás en su tratamiento de la caridad en ST, II-II, q.24:
"La caridad, pues, no está en nosotros ni de manera natural ni como efecto de las fuerzas naturales, sino por infusión del Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, y cuya participación en nosotros es la caridad misma creada, como ya hemos dicho (q.23 a.2 ad 1)." (a.2)
"Esto es, en realidad, lo que hace Dios aumentando la caridad: que se enraice más y se participe mejor en el alma la semejanza del Espíritu Santo." (a.5 ad 3)
"La caridad misma, por su propia especie, no tiene límite en su crecimiento, dado que es una participación de la infinita caridad, que es el Espíritu Santo." (a.7)
"Por la caridad habita en nosotros el Espíritu Santo, como se deduce de lo que dejamos expuesto (a.2; q.23 a.2)." (a.11)
Johannes, le agradezco su ayuda pero seguiré explorando pues el tema ciertamente es complejo y admito mis limitaciones.
En principio me manejaba solo con los argumentos del Manual de Ott, pero llegó a mis manos "La Gracia de Dios", de Juan Luis Lorda (perdón por lo Opus jeje) que trata de compatibilizar la doctrina palamita con la ortodoxia cató0lica, argumentando que se trataría, a grandes rasgos de un conflicto sobre equivocidad en los términos (problema que, como sabemos, imposibilita de inicio muchos debates).
Bouyer decía que lo de Palamas admite una lectura ortodoxa y otra heterodoxa. Depende del sentido de los términos empleados.
Martin: es lo que dice Lorda. Por un lado, las "energías divinas" de Palamas es lo que en Occidente llamamos operaciones ad extra de Dios (por lo que no se afecta la simplicidad divina). Y la "gracia creada" de los latinos no es la causa sino el efecto o estado de santificación en la persona, que no puede sino ser creada por darse en una criatura, pero la causa de la santificación es siempre increada.
De la lectura me queda la idea que efectivamente en el debate Occidente-Oriente no se han definido bien los términos del debate. Y si el estado de la cuestión no es claro, poco se puede hacer.
De nada, Lefe. Y por supuesto que hace bien en seguir explorando. Solamente un detalle sobre su último comentario, ya que estamos hablando de equivocidad en los términos: cuando decimos que 'la "gracia creada" de los latinos no es la causa sino el efecto o estado de santificación en la persona' tenemos que distinguir entre los distintos tipos de causa (eficiente, formal, final, etc.) Y justamente en este punto es esencial recordar lo que Trento enseña en el Decreto sobre la Justificación, Capítulo 7, cuando expone las distintas causas de la justificación, en el marco filosófico aristotélico. Enfocándonos en tres de ellas: la final, la eficiente y la formal:
"Las causas de esta justificación son: la final, la gloria de Dios, y de Jesucristo, y la vida eterna. La eficiente, es Dios misericordioso, que gratuitamente nos limpia y santifica, sellados y ungidos con el Espíritu Santo, que nos está prometido, y que es prenda de la herencia que hemos de recibir. ... Ultimamente la única causa formal es la santidad de Dios, no aquella con que Él mismo es santo, sino con la que nos hace santos; es a saber, con la que dotados por Él, somos renovados en lo interior de nuestras almas, y no sólo quedamos reputados justos, sino que con verdad se nos llama así, y lo somos, participando cada uno de nosotros la santidad según la medida que le reparte el Espíritu Santo, como quiere, y según la propia disposición y cooperación de cada uno."
Por lo tanto, la causa formal de la justificación es la gracia santificante y la caridad. Ahora bien, dado que ambas son formas accidentales infundidas directamente por Dios, la primera en la esencia del alma y la segunda en la voluntad, es lógico preguntarse: ¿cuál es la causa formal de la gracia santificante y de la caridad? La respuesta a que llegué es que hay relaciones de causalidad cuasi-formal entre las Personas del Hijo y del Espíritu Santo y la gracia santificante y la caridad respectivamente. Así, las tres causas de la justificación en el párrafo citado de Trento se corresponden con los tres modos de inhabitación trinitaria en el alma justificada:
- la causa eficiente de la justificación corresponde al modo de inhabitación por presencia operativa, el cual es común a las tres Personas divinas como un solo principio o causa eficiente (dogma de la unidad de la operación divina ad-extra),
- la causa final de la justificación corresponde al modo de inhabitación por presencia intencional, que es diferenciado entre las Personas divinas y principalmente del Padre y del Hijo (Jn 14,23 y liturgia celestial en el Apocalipsis),
- la causa formal de la justificación corresponde al modo de inhabitación por presencia cuasi-formal, que es propia del Hijo y del Espíritu Santo (Jn 17,26).
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