jueves, 21 de septiembre de 2017

San Pío X y la lectura de la Biblia

Los autores citados en entradas anteriores ponen énfasis en la lectura de la Escritura como medio de santificación para todos los fieles cristianos. Pero no se trata sólo de contemplar, sino también de dar a otros de lo contemplado. 
En los inicios del siglo XX se destacó un movimiento apostólico de difusión masiva de la Biblia. Así, en 1900, se publicó en Turín un volumen titulado De la lectura en familia del Santo Evangelio de N.S. Jesucristo. El proyecto fue asumido por completo por la Sociedad de San Jerónimo, obra que obtuvo la aprobación del entonces cardenal Sarto (carta del 30-V-1902), quien luego, como papa, continuaría apoyando a esta sociedad, cuyo principal apostolado consistía en la divulgación masiva de la Escritura.
Un testimonio de la estima de San Pío X por la lectio lo encontramos en la carta «Qui piam» (21 de enero de 1907), en la cual felicita al cardenal protector de la Sociedad de San Jerónimo por la ingente labor de dicha asociación, que llegó a distribuir en aquel tiempo más de 500.000 ejemplares de los Evangelios. En la carta, el papa Sarto encomia el hábito de leer la Biblia «no sólo con frecuencia, sino hasta diariamente»; impulsa el apostolado bíblico, al vincular la lectura de los Evangelios con el omnia instaurare in Christo, programa de su pontificado; destaca el valor de los Santos Evangelios como un medio que «llega incluso hasta aquellos que [...] no tienen contacto alguno con el sacerdote»; y felicita a la Sociedad por su contribución a «acabar con la opinión de que la Iglesia ve con disgusto o trata de poner impedimentos a la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar».
Reproducimos la carta de San Pío X (la tomamos del volumen de Documentos bíblicos publicado por la B.A.C en 1955; completo, aquí) y resaltamos algunos pasajes.
Nos, que ya cuando administrábamos la iglesia patriarcal de Venecia favorecimos con nuestras oraciones y mejores votos al Pío Sodalicio de San Jerónimo, ahora —pocos años después—, desde la sede suprema de la Iglesia, podemos gozarnos singularmente al ver que en tan breve tiempo ha hecho tan grandes progresos y producido tan abundantes frutos. Porque la Sociedad de San Jerónimo, para la divulgación de los Evangelios, no sólo ha invadido Italia, donde sabemos que tiene fundadas tres casas para mayor eficacia de su misión, sino también América, llevando libros allí donde se encuentre uno que hable italiano, en favor principalmente de los emigrantes de Italia. Los casi 500.000 ejemplares impresos y oportunamente divulgados muestran bien a las claras el increíble afán con que han trabajado los socios de la Obra y cómo la Sociedad ha sabido abarcar el inmenso campo de su actuación.
He aquí una empresa admirable, sobre todo si se tiene en cuenta la desproporción de los medios con el fin; empresa grata y digna de los mejores votos si miramos el bien que la Sociedad se propone: ofrecer a las gentes la oportunidad y facilidad de leer y meditar el Evangelio, especialmente en nuestros tiempos, cuando los ánimos se entregan con más ardor que nunca a la lectura muchas veces dañina; empresa, en fin, fructífera y saludable, no sólo en sí, puesto que se ocupa en cosa tan divina como es describir la vida de Cristo, que es lo más eficaz para mover a la santidad de las costumbres, pero además y sobre todo por cuanto presta un gran servicio al magisterio de la Iglesia, preparando los ánimos a una mejor acogida del mensaje divino y ayudando a fijar en la memoria y a conservar más claramente lo enseñado sobre el Evangelio en la primera catequesis de la Iglesia. Añádase a esto —y no es el menor fruto de estos libros, dadas las circunstancias de nuestros días—, que, con la divulgación de su lectura, cierto eco de la divina palabra llega incluso hasta aquellos que, sumergidos en la desesperación de la vida, en el odio o en el error, no tienen contacto alguno con el sacerdoteinmenso y por Nos deseado beneficio este de poder con los libros, ya que con la palabra no es posible, curar los ánimos de los hombres y restaurar con los ejemplos de la vida de Cristo las cosas, pública y privadamente tan perturbadas.
Es por Nos demasiado conocida y comprobada la diligencia con que la Sociedad se entrega al cumplimiento de su misión para que consideremos necesario exhortar y empujar a los socios a una más diligente perseverancia en lo comenzado. No se olvide, sin embargo, para dar cada día mayor incremento a la Obra, que se trata de la empresa más útil y apropiada a nuestro tiempo y que conviene continuar con duplicados esfuerzos, ya que en tan breve tiempo tanto se ha acreditado por los bienes producidos. Procurad, con el creciente aumento de ejemplares, que siempre se divulgarán con fruto, fomentar el común deseo de leer el Evangelio que vuestro celo ha sabido despertar; esto servirá también para acabar con la opinión de que la Iglesia ve con disgusto o trata de poner impedimentos a la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar. Siendo como es de máximo interés no sólo conseguir este propósito de la Sociedad por encima de otros que pudieran atraer su actividad, sino perseguirlo sin distraer fuerza alguna, será muy conveniente que vuestra Sociedad se percate de que la divulgación de los Evangelios y Hechos de los Apóstoles es un campo suficientemente amplio para vuestro trabajo.
Sigue, pues, venerable hermano nuestro, sigue promoviendo con tu autoridad y con tu ejemplo una obra que nos es tan grata; sigan sus socios entregándose a la empresa con la diligencia y afán con que lo han hecho hasta el presente. Siendo nuestro deseo instaurar todas las cosas en Cristo, nada anhelamos tanto como ver que nuestros hijos van adquiriendo el hábito de leer no sólo con frecuencia, sino hasta diariamente, los ejemplos de los Evangelios, en los cuales se aprende de qué manera pueden y deben ser todas las cosas instauradas en Cristo.
En prenda de los divinos dones y testimonio de nuestra benevolencia, impartimos de corazón en el Señor la bendición apostólica a ti y a los asociados, así como a todos aquellos que de una u otra forma presten su ayuda a la Asociación. Dado en Roma, junto a San Pedro, a 21 de enero de 1907 año cuarto de nuestro pontificado.
PÍO PP. X.


7 comentarios:

Pino dijo...

¿Por qué algunos que se dicen "católicos" y "tradicionalistas" insisten con su opinión de "que la Iglesia ve con disgusto o trata de poner impedimentos a la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar”?

Miguel Echeverría dijo...

Pero aquó se habla de la lectura de los Evangenios, no de la Biblia, ¿no?

Martin Ellingham dijo...

¿Los evangelios no son parte de la Biblia? ¿Hay que excluir las epístolas, los Hechos, el Apocalipsis? ¿El A.T. no ha sido revelado? ¿Qué significado tiene la condena al marcionismo?
Saludos.

Martin Ellingham dijo...

P.s.: ¿El A.T. no es inspirado?

Martin Ellingham dijo...

Preguntas retóricas, que respondió León XIII, haciéndose eco de una Tradición, que San Pío X no pudo ignorar:

I. La Escritura es una, e inspirada por Dios.

46. Tal es la antigua y constante creencia de la Iglesia definida solemnemente por los concilios de Florencia y de Trento, confirmada por fin y más expresamente declarada en el concilio Vaticano, que dio este decreto absoluto: «Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, íntegros, con todas sus partes, como se describen en el decreto del mismo concilio (Tridentino) y se contienen en la antigua versión latina Vulgata, deben ser recibidos por sagrados y canónicos. La Iglesia los tiene por sagrados y canónicos […]

II. Importancia del A.T. en relación con el N.T.

5. Los apóstoles, de acuerdo con la palabra y las enseñanzas del Maestro y aunque El mismo les concedió el don de hacer milagros, sacaron de los libros divinos un gran medio de acción para propagar por todas las naciones la sabiduría cristiana, vencer la obstinación de los judíos y sofocar las herejías nacientes. Este hecho resalta en todos sus discursos, y en primer término en los de San Pedro, los cuales tejieron en gran parte de textos del Antiguo Testamento el apoyo más firme de la Nueva Ley. Y lo mismo aparece en los evangelios de San Mateo y San Juan y en las epístolas llamadas Católicas; y de manera clarísima en el testimonio de aquel que se gloriaba de haber estudiado la ley de Moisés y los Profetas «a los pies de Gamaliel», para poder decir después con confianza, provisto de armas espirituales: «Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas para con Dios»[10].

http://w2.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_18111893_providentissimus-deus.html

Saludos.

Redacción dijo...

G.:

Preferimos no publicar su comentario. Sintéticamente:

- ¿Es bueno leer la Biblia? Garrigou-Lagrange responde. Lo mismo, Straubinger. Es sentir unánime de los teólogos y pertenece a la Tradición.

- ¿Cómo leer con fruto la Escritura? Straubinger da unas reglas que pueden ayudarle.

- ¿Y qué decir de la hermenéutica bíblica? Es parte de la Teología. Spadafora le da una introducción.

- ¿La Iglesia prohíbe leer la Biblia? No, los fieles tienen derecho de leerla.

- ¿En alguna época se prohibió leer la Biblia? Hubo algunas restricciones disciplinarias circunstanciales, que nunca fueron una prohibición absoluta, que ya no están vigentes. Perujo lo explicaba muy bien en el siglo XIX...

- ¿Y San Pío X? Recomendaba no sólo la lectura frecuente de la Escritura sino el apostolado bíblico de difusión masiva de los textos sagrados. Asimismo señalaba el error de quienes sostienen que “la Iglesia ve con disgusto o trata de poner impedimentos a la lectura de la Sagrada Escritura en lengua vulgar”. Lo mismo hicieron otros papas preconciliares: Pío XII, y sus predecesores Pío XI y Benedicto XV.

Si ante esta lista de autoridades pontificias y teológicas usted quiere seguir la opinión de alguien que carece de ambas autoridades, conviene que se pregunte si no hay temeridad en su modo de obrar.

En Xto.,

Redacción.

Johannes dijo...

Tres perlitas de muestra de la importancia del AT para entender el NT:

1. Solamente a partir de la revelación del nombre de Dios en primera persona (Ex 3,14) se entienden los 4 pasajes en que Jesús dice "Yo Soy" a secas (Jn 8,24.28.58 y 13,19).

2. Solamente a partir de lo anterior y del rito israelita de Yom Kippur se entiende el sentido de la caida en tierra de la partida que venía a apresar a Jesús cuando Él respondió "Yo Soy" por primera vez (Jn 18,5-6).

3. La resurrección de muchos santos luego de la muerte de Jesús en Mt 27,52-53 es cumplimiento literal de Eze 37,12-14. A continuación resaltaré la correlación exacta entre los dos pasajes poniendo cada acción prometida por el Señor a través de Ezequiel, en sus dos enunciaciones, junto a su cumplimiento registrado por Mateo:

1. He aquí que Yo abro vuestras tumbas; / cuando abra vuestras tumbas

1. Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron.

2. os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, / y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.

2. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Él,

3. y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. / os estableceré en vuestro suelo,

3. entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.

De hecho, pienso que Mateo no escribió que este evento era cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento, como hizo en muchos otros pasajes de su Evangelio, porque la correlación entre los dos pasajes era tan evidente que pensó que no era necesario señalarla.