Hace unos días, el cardenal Oscar Rodríguez
Maradiaga declaraba en una entrevista lo siguiente: «Pedir la dimisión del Papa a mi juicio es un pecado contra el Espíritu
Santo, quien en definitiva es el guía de la Iglesia , como decimos en el Credo: "Señor y
dador de vida"» (aquí).
Los pecados contra el Espíritu Santo son aquellos que se cometen con
refinada malicia y desprecio formal de los dones sobrenaturales que nos
retraerían directamente del pecado (ver aquí,
n. 268 y ss.). Por lo cual hay que preguntarse sobre la naturaleza de la
renuncia del Papa a su ministerio para ver si la opinión de Maradiaga tiene algún
sustento doctrinal.
¿Qué es la renuncia
del Papa?
«La renuncia del Romano Pontífice, llamada también
abdicación o dimisión, consiste en el abandono voluntario del oficio primacial
por el Papa. Dado el carácter específico de la misión del Sucesor de Pedro, no
le son aplicables todas las causas jurídicas de la pérdida del oficio
eclesiástico (cf cc. 184-196)».
El Papa, ¿puede renunciar a su Oficio?
«El c. 332
§ 2 en primer lugar –haciéndose eco de la discusión medieval- indica claramente
que el Romano Pontífice puede dimitir. Del mismo modo que el Papa es elegido
por los cardenales y consiente libremente en esta elección, también puede
retirar su consentimiento sobre la permanencia en el oficio supremo».
¿Por qué motivos puede renunciar?
«la causa de la renuncia del Papa debe ser
proporcionada a la importancia del oficio, y por eso –en el caso del Obispo de Roma–
gravísima, aunque queda a la libre valoración y a la conciencia del Sumo
Pontífice. Para la validez de la dimisión no se requiere ninguna causa
concreta, pero en la doctrina se indican genéricamente: la necesidad o utilidad
de la Iglesia
universal y la salvación del alma del Papa mismo. En la historia se enumeraban
también algunas circunstancias concretas: irregularidad canónica, pública
conciencia de un delito cometido, el odium
plebis que no se podía corregir o tolerar, el deseo de evitar el escándalo,
la falta de discreción de juicio, enfermedad, vejez, inhabilidad para ejercer
su misión, deseo de llevar la vida religiosa o eremítica». (ver aquí).
Visto lo anterior, cabe concluir
que la afirmación de Maradiaga carece de fundamento doctrinal. No es más que
una expresión de «papolatría».
Quienes piden la renuncia de
Francisco, por circunstancias concretas de su pontificado que están previstas
por la doctrina tradicional no pueden ser acusados de pecar contra el Espíritu
Santo.