Bajo el título «¿El primer y último concilio pastoral?» La revista tradicionalista Der Fels cita, al respecto, el siguiente punto de vista: «Un concilio pastoral fue una novedad, un experimento. El intento del Segundo Concilio Vaticano resultó catastrófico. Tenía que ser así. La pastoral, es decir, la aplicación en la práctica de la religión (doctrina y moral manifestada, inalterable y universal) sobre cada época y cada lugar no debe ser decidida en el centro. La pastoral pertenece a los sacerdotes y apóstoles que actúan en la base. Ha de conservar su variedad, y ha de adaptarse localmente a las diferentes situaciones y cambios. Un concilio pastoral ecuménico fue, fatalmente, una empresa totalitaria que impuso a los pastores una tiranía en un ámbito en el que no existe la infalibilidad.
El papel verdadero que debe desempeñar un concilio
ecuménico, consiste en definir la doctrina, los principios universales en
cuanto a la moral y la disciplina. Pero no puede interferir en la humilde
competencia que corresponde a los sacerdotes en la base, cuya tarea es la
de transmitir la religión católica a la gente teniendo en cuenta las
circunstancias temporales y locales. Es una aberración haber pretendido
una doctrina libre por un lado y mimetismos condicionantes por otro. (En la
catequesis, p. ej., unos contenidos difusos en cuanto a la doctrina y unas
recetas pedagógicas exageradamente concisas). El provecho que hay que
sacar de la infeliz experiencia del Segundo Concilio Vaticano consiste en
que la Iglesia estará curada de la tentación de reunir otros concilios
pastorales nuevos. La pastoral es efímera de por sí: se adecua a una época
determinada. (En una época determinada, por ejemplo, podría ser
aconsejable retirarse del mundo antes que lanzarse a él precipitadamente).
La pastoral no puede ser objeto de decisiones irrevocables. Por ello
tampoco comparto la opinión de Marcel Clement, quien afirma en el «Homme Nouveau»,
de julio/agosto de 1985, que el Segundo Concilio Vaticano posee, en la
vida de la Iglesia, la misma autoridad que los concilios anteriores. Fue
el primer concilio pastoral (y en consecuencia transitorio). ¡Probablemente
habrá sido, a la vez, el último!».
Tomado de:
KLINGER, E. EL CONCILIO COMO TAREA DOGMATICA. En rev. Salmanticensis (1988), volumen 35, n.º 1-2.
Ps 63-75.
5 comentarios:
Efectivamente. Esto es algo que hasta los críticos del concilio han pasado en ocasiones por alto por lo paradójico que es.
Porque es paradójico que a medida que se potencia la colegialidad disminuyendo el papel del Papa en la Iglesia en cuanto al dogma, al mismo tiempo la pastoral del Papa se haga tan universal que lo tenemos hasta en la sopa y en la tele a todas horas, lo cual es algo novedosísimo porque los cristianos anteriores al concilio a penas tenían noticias de sus Papas, salvo cuando morían, los elegían o proclamaban algún dogma, y quizá alguna encíclica.
Y a nivel de obispado ocurre lo mismo. Los curas siguen la pastoral de su obispo, mientras el obispo no se dedica a perseguir la herejía en el dogma.
Está todo del revés.
PEDRO HISPANO: Excelente análisis y comentario de las 16,53 ¿Alguien tiene algún indicio de cuándo pueda llegarse a la salida de este tunel?
PEDRO HISPANO: ¿Lo de "empresa totalitaria no va en la linea de quien -P. Alvaro Calderón y no sé si alguno más- define el V II como una revolución cultural?
Pienso que el autor habla de "totalitario" no tanto en el sentido de "revolución cultural" sino más bien como una comparación con esa "centralización" tan excesiva que prescinde de la necesaria y sana "subsidiariedad" propia de los regímenes políticos totalitarios.
Saludos.
minuto 27:50
http://youtu.be/7nqtj2lzsQY
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