"Hace unos años, más o menos por el año 2003, estaba yo culminando
un largo período de estudios sobre la vida religiosa cuando de repente caí en
la cuenta de que el curso tomado por la Iglesia era mucho peor de lo que por ese entonces
nos hacían creer los escritores católicos “conservadores”. Ese fue el incómodo
momento en el que comprendí a los llamados “tradicionalistas”, y aunque jamás
luego quise volver atrás y des-conocer lo que ahora sé, ese conocimiento no
vino sin un costo. Ya nunca
podría des-conocer lo que ahora conozco.
Yo me inicié creyendo en la simplificación de la realidad del relato
conservador, que sería más o menos así: en el Concilio y luego de él, había
habido un grupo de prelados “liberales” que había tratado de “desviar” los
documentos conciliares y la praxis subsiguiente para sus propios propósitos.
Estos prelados habían tenido bastante éxito en su cometido y las cosas habían
estado bastante complicadas hasta los 80s y 90s, particularmente por los malos
Obispos bajo Paulo VI. Pero luego un Papa “conservador” los coartó “limpiando”
los seminarios, y convocando nuevos Obispos (mayormente) “conservadores”. El
intento de “apropiarse” de la
Barca había fracasado en gran medida, y las cosas iban
volviendo lentamente al cauce natural de la Iglesia. Había
muchos signos de que este joven movimiento “conservador sería el futuro,
especialmente por su difusión entre los seminaristas. Algunos Colegios
católicos nuevos se autoidentificaban como “Ex corde ecclesiae” mientras las
parroquias y algunas diócesis se deshacían de los bongós, las guitarras, los
muñecos y los globos en las Misas…todo parecía retornar a la normalidad.
Sonaba bien. Los Buenos ganaban. El problema es que no era verdad.
Los cimientos de lo “normal”, es decir, de la Ortodoxia , eran un piso
falso. La realidad era que
bajo ese piso falso yacía un enorme edificio, una Iglesia perdida que había
sido enterrada y casi olvidada y de la que era estrictamente prohibido hablar. Pero, para peor, ese falso piso
era movible.
Había que enfrentarlo: existía una enorme grieta en la Iglesia Católica ,
una división de proporciones tales que constituía un cisma de facto. Una nueva
y falsa religión se estaba desarrollando dentro de todas las instituciones de la Iglesia , como la
toxina de una infección bacteriana que enferma al cuerpo, y nadie parecía
notarlo. Había un cisma oculto, que nadie parecía corregir, anidando desde el
final del Concilio. El Neo-modernismo había tenido éxito en reemplazar las
auténticas enseñanzas católicas hasta el punto en que el sostenimiento de
ciertas doctrinas de la fe o su profesión eran suficientes para expulsar a
cualquiera de este “revival católico
conservador”. El Neo-Modernismo se había convertido de hecho en el nuevo
conservadorismo.
Trece años son un largo tiempo y desde entonces, y
particularmente en estos últimos tres años, las falsas categorías
“conservador/liberal de este simplificado relato se fueron volviendo
rápidamente obsoletas. Las contradicciones ya son finalmente inevitables para
una gran cantidad de católicos. Y no comenzó con Francisco. Juan Pablo II
impulsó este largo declive cuando (por ejemplo) aprobó el uso de mujeres
servidoras en la Misa ,
y una gran cantidad de estos “conservadores", que venían clamando por la
restauración de la norma, se vieron repentinamente desbancados por su querido
Papa “conservador”
Este golpe a la imagen cuidadosamente construida de Juan Pablo II
como ícono “conservador”, fue devastador para ellos y se quedaron sin poder
explicar la realidad. Entonces tomaron la única solución posible, que fue
redefinir la ortodoxia de manera tal que incluyese cualquier novedad teológica
o disciplinaria que cualquier Papa decidiera instalar. La Papolatría , o
Positivismo Papal, como comenzamos a llamarlo, había nacido. La persona del Papa, el hombre
mismo, devino en la nueva ortodoxia, una especie de oráculo semi-divino que
nos traería la nueva o la antigua doctrina según el humor, directamente desde
la boca del “Espíritu” susurrante en sus oídos. Las “monaguillas” estaban bien,
y cualquiera que pidiera su abolición sería un extremista reaccionario, tradi
radical, cismático...etc….
Pero había una cosa (realmente una gran área de confluencia) que
mantenía a los católicos “conservadores” del mismo lado que a los “Tradis”:
Lentamente, el piso en que se afirmaban estos “neocatólicos”
comenzó a moverse, hasta que les quedó el último metro cuadrado que era la
enseñanza de la Iglesia
sobre la moral sexual. El relato decía que mientras que el Papa continuara
defendiendo y manteniendo estas tesis, no importaba cuantos Coranes besara.
Todo eso podía debatirse. El sexo, el matrimonio y los bebés serían la
última línea. El problema es que esta “última línea” había sido escrita con
tiza en el piso falso. Y Francisco ha empezado a borrarla. La posición “católica conservadora”
había estado a salvo en la zona demarcada, al menos hasta la aparición de la Amoris Laetitia.
Disgresión: (Irónicamente, quizás, este compromiso de la ortodoxia
católica vinculándola exclusivamente con las enseñanzas de la Iglesia sobre la moral
sexual ha significado tomar la línea de los medios de comunicación: la moral católica solamente trata
sobre las “cuestiones pélvicas”. Ni un católico neocón ni el editor de
temas religiosos del New York Times han escuchado jamás mencionar el Reinado
Social de Cristo Rey. Este enorme espacio en blanco en el que solía estar la Religión Católica
es la razón por la que los apologistas del Novus Ordo continúan diciendo que a
ellos “les simpatizan los Tradicionalistas” siempre que sean de la clase de los
que prefieren la Misa
Antigua. Los otros, esos que se la pasan mencionando el
Syllabus, son llamados “católicos reaccionarios radicales”, porque desafían el
paradigma completo. La buena clase de tradicionalistas son esos de los que
habla Francisco: un grupo mitológico a los que les ocurre ser “adictos” a una
estética anterior. En cambio, los malos prefieren vivir en una Iglesia
completamente diferente, en ese edificio en ruinas y enterrado del que se
supone que nadie ha escuchado hablar jamás)
Me llevó mucho tiempo de lecturas, de conversaciones, y de
pensar y visitar y aprender para comprender todo esto, pero cuando lo hice fue
como si hubiera salido de la
Matrix. El universo católico no tenía nada que ver con lo que
había creído hasta ese momento.
Hay ciertamente muchos llegados al tradicionalismo que preferirían no saber lo que ahora sabemos. Es terrible e implica saber que muchas puertas se cerrarán para siempre, especialmente con respecto al trabajo y la vocación. Eso es particularmente duro de soportar. Pero allí fue donde la evidencia me llevó: no era posible esquivar la realidad. Sólo cuenta lo Real, aún cuando eso signifique no tener jamás lo más ambicionado en la vida. Aún cuando eso signifique que la dirección que toma la vida propia, y para siempre, no hubiera sido jamás la que se hubiera elegido. Pero esa es la razón por la que entendemos qué es lo que está pasando.
Hay ciertamente muchos llegados al tradicionalismo que preferirían no saber lo que ahora sabemos. Es terrible e implica saber que muchas puertas se cerrarán para siempre, especialmente con respecto al trabajo y la vocación. Eso es particularmente duro de soportar. Pero allí fue donde la evidencia me llevó: no era posible esquivar la realidad. Sólo cuenta lo Real, aún cuando eso signifique no tener jamás lo más ambicionado en la vida. Aún cuando eso signifique que la dirección que toma la vida propia, y para siempre, no hubiera sido jamás la que se hubiera elegido. Pero esa es la razón por la que entendemos qué es lo que está pasando.
Resumiendo, Francisco no es una extraña e inexplicable anomalía. Francisco es la conclusión lógica
de lo que ha estado pasando en la
Iglesia desde 1965. No
es una sorpresa. No es “confuso”. Ciertamente
no es una desviación del camino glorioso en el que la Iglesia ha transitado
desde la finalización del Concilio. Él es la corporización de todo lo que ha
venido pasando desde que la
Iglesia abrió las ventanas y dejó entrar al mundo
post-ilustrado para que dirigiera las cosas hacia la degradación moral e
intelectual. Esto incluye su aparente inhabilidad (y la de sus amigos y
seguidores) para entender por qué una contradicción en los términos es un
sinsentido (cuando menciono la “degradación intelectual”, me refiero
precisamente a eso: a la pérdida de la capacidad de emplear los principios
básicos del pensamiento racional)
Todo esto (lo sigo sosteniendo) está bien. No es un desastre salvo que
empecemos a (no) pensar de ese modo. Más aún, todo esto será algo
bueno al final, desde que en el mismo Francisco podemos ver a qué grotesca
parodia de la fe y de la racionalidad nos lleva este camino. Francisco no es
meramente la personificación del vaticanosegundismo: mientras él se mueve
rodeado de un aurea de blasfemia y herejía, mientras se toma selfies, haciendo
gala de su irracionalidad, lo cierto es que constituye una muestra educativa
del Mal Ejemplo. Alguien que personifica tan perfectamente lo que es un
mal padre que sirve de saludable lección para los hijos.
Desde el primer día de este Pontificado, he venido diciendo que este es el despertador quela Iglesia estaba necesitando
tan desesperadamente. Esto era tan evidente que terminado el Cónclave
lo primero que un viejo amigo ateo me dijo fue “Bueno….parece que el Papa
Francisco es muy popular entre los que no son católicos, no?”
Desde el primer día de este Pontificado, he venido diciendo que este es el despertador que
He mantenido que la
Iglesia , sangrando por miles de pequeñas heridas, no hubiera podido sobrevivir a otro
papa “coservador”. Juan Pablo II y Benedicto tenían todavía el capital de
siglos para gastar, pero ya no queda nada y hay que empezar de cero. Francisco
no solamente va a hacer eso posible, sino que no
dejará otra alternativa para los creyentes. Y eso es bueno. Resumiendo: este
pontificado era exactamente lo que hacía falta para forzarnos a los
Católicos a re-aprender nuestra fe, para poder defenderla, no sólo del
Mundo sino también de una jerarquía impregnada y adicta a sus pecados
intelectuales y carnales.
Así que (Alleluya!) los restos que quedan de los creyentes católicos
comienzan a darse cuenta. Aún aquellos que fueron infectados por el positivismo
papal que fue la norma bajo Juan Pablo II han comenzado a cuestionarse las
panaceas del novusordismo, es decir de esa serie de supuestos tácitos sobre el
Catolicismo, que en realidad estaban en directa contradicción con la fe de
nuestros Padres" .
Visto en:
5 comentarios:
Yo no llevo tantos años de despertar, pero me siento 100% identificado con este escrito. En mi caso, lo que como seminarista (lo fui durante 6 años), había amado como "tradicional", luego se me reveló como simplemente "neocón", y tuve que reconocer que muchas de las cosas que hice e ideas que defendí como tradicionales eran simplemente falacias y errores. Y sí, en los peores momentos siento el deseo de ser un idiota y olvidarlo todo, pero ya no es posible, ¡gracias a Dios!
Alleluia! Sí. Muy buen artículo. Pero no creo que vaya a haber un despertar de la Iglesia y un reflorecimiento de la Cristiandad (y esto no es una contradicción al artículo).
Creo más bien que será una pequeña minoría la que volverá o se mantendrá en el quicio de la fe, que la Iglesia como Institución continuará su desbarre cada vez más agravado, y que seremos expulsados de la Sinagoga (espero estar dentro de este grupo). Con lo cual el Alleulia cobra un significado potenciado, porque está a las puertas, "se acerca nuestra salvación".
Que bueno lo que comenta Andrés, gloria a Dios que van despertando.
El resultado de cuando la gente de recta intención comienza a recibir la información correcta.
Costa Astur • hace 13 días
El papa Wojtyla era filo-comunista, lo demostró en sus viajes "apostólicos".
Emmanuel Mounier y el segundo Maritain, fueron tan heterodoxos como el Papa que cita. Sé lo que digo:
Yo pertenecí a un grupo personalista mounierano durante décadas.
El grupo de seguidores de Mounier (I.E.M. español) se confiesa de izquierdas y está implantando sus doctrinas actualmente en centro (México) y Sudamérica, me refiero en concreto al profesor Carlos Díaz; buen padre de familia, buen católico practicante e incansable trabajador no lo niego, pero arrastra inadvertidamente al error a sus seguidores y teniendo como tiene, figuras insignes de la reciente Cruzada española, (nunca le oí hablar de José Antonio y mire que he asistido a innumerables conferencias suyas de corte político-filosófico y leído buena parte de su obra) es progresista por definición, pues cita hasta la saciedad al movimiento obrero casi casi como dogma de fe y luego se va hasta Francia en busca de un admirador de Descartes, del anarquismo y en menor medida del marxismo, que salva parte de los postulados de Nietzsche, aunque es cierto que Mounier propuso otros nuevos.
Sería bueno, se pusiera en contacto con escritores como Miguel Ayuso y José Miguel Gambra porque sabrían especificarle en concreto de qué errores se trata, yo no soy capaz. Tengo las obras completas de Mounier, si quiere se las envío a cambio de otras de Santo Tomás.
Un fuerte abrazo desde España y gracias por todos sus artículos.
http://adelantelafe.com/personalismo-bioderecho-bioderecho-personalista-la-necesidad-defensa/
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