Si bien San Francisco de Asís temió que de los estudios surgiera
un peligro para la piedad, también mostró aprecio por la teología en su
testamento, preconizó en su regla el respeto hacia los teólogos y permitió a
San Antonio de Padua que enseñase en Bolonia.
La
Orden Franciscana nació como una fraternidad laica pero su «clericalización, la
necesidad de combatir las herejías, la actividad misionera, la expresa voluntad
de los Papas, la fraterna emulación con la Orden dominicana y el haberse
establecido en Bolonia, París y Oxford, donde era muy fuerte el ambiente
intelectual, explican los orígenes de esta escuela [franciscana] que, con la
tomista, constituye uno de los pilares de la Escolástica» (ver aquí).
Se
distinguen en la Escuela Franciscana tres fases: 1) inicial, cuyo
personaje más importante es San Buenaventura; 2) intermedia, a la
que pertenecen los teólogos del tiempo posterior a San Buenaventura hasta el
Beato Juan Duns Escoto; 3) moderna, que se
remonta a Juan Duns Escoto y se llama escotista.
I. San Buenaventura. Amoros (cfr. p. 77 y ss) da cuenta de al menos
diez documentos pontificios que son testimonio de su importante autoridad
doctrinal. Recuerda asimismo que Sixto V no sólo le confirió el título de Doctor de la
Iglesia, sino que lo colocó entre los doctores
primarios, en sexto lugar después del Aquinate. Y explica que la doctrina
del Seráfico ha sido consultada en los grandes concilios (Lyon, Constanza,
Basilea, Florencia, Trento, Vaticano I).
II. Beato Duns Escoto.
Según Amoros: «la aportación de los
teólogos de la escuela franciscana de todos los tiempos, cuyos máximos
exponentes son San Buenaventura y el B. Juan Duns Escoto, para la exposición
clara y nítida de los dogmas de nuestra fe, ha sido siempre sumamente valiosa y
reconocida como tal por los Romanos Pontífices».
La ortodoxia de Escoto ha sido puesta en duda. Así lo explicaba el
p. Llorca (aquí):
«A
Escoto le perjudica, para ser muy leído, lo difícil y oscuro de su lenguaje,
consecuencia a veces de su carácter polémico. […] Habiendo muerto tan joven, no
tuvo tiempo para explicar mejor y limar y redondear su sistema […] Así surgió
el escotismo como un gran sistema, opuesto al tomismo, cuyo examen critico
realizó con innegable agudeza; y esa fue la causa de ciertas rivalidades entre dominicos
y franciscanos; rivalidades que se acentuaron cuando los franciscanos tomaron
como propia la piadosa opinión de la concepción inmaculada de María, defendida
por Escoto, al paso que los dominicos sostenían con Santo Tomás la contraria. Y
no sólo en este punto, sino en casi todos los demás problemas doctrinales, se
agudizó más de lo justo la oposición y se ensanchó la distancia entre el
tomismo y escotismo. El moderno florecer de la neoescolástica postergó
demasiado a Escoto, presentándolo como precursor de casi todos los errores, a
pesar de que Paulo V había declarado su doctrina inmune de toda censura
eclesiástica y otros muchos papas la habían aprobado implícitamente. La estima
y buen nombre que Escoto disfruta en la Iglesia, decía Catarino, OP, en el
siglo XVI, tan sólo dejan de verla los de mala voluntad. La teología católica
puede todavía beneficiarse del estudio profundo y comprensivo de Duns Escoto».
A
pesar de los debates entre escuelas, la Iglesia no ha condenado el pensamiento
de Escoto, sino que lo ha aprobado y recomendado. El Doctor Sutil ha sido un
pilar de la organización de los estudios teológicos franciscanos:
«En
honor a la verdad, debe decirse que la figura de Duns Escoto ha gozado de no
poca estima de parte de la Sede Apostólica a lo largo de los siglos. Para
ratificar tal afirmación, serán citados una serie de pronunciamientos oficiales
de la Santa Sede que dan testimonio del aprecio hacia la persona y doctrina del
Doctor Sutil. Mediante una serie de Decretos Papales, sus enseñanzas fueron no
sólo aprobadas, sino vivamente recomendadas como objeto de estudio. No es
intención de esta investigación hacer un elenco completo de todo lo positivo
que fue dicho por parte de la Sede Apostólica sobre la vida y doctrina de Duns
Escoto, sino solamente ratificar, con estas voces autoritativas, la grandeza
moral, espiritual e intelectual que encierra la figura de Escoto.
Ya
a partir de 1500, tenemos una serie de decretos en los cuales se prescribe que
en los estudios de la Orden Franciscana, durante el trienio
teológico, sean seguidos, como doctrina oficial, uno de los doctores
franciscanos, y, dentro de estos, siempre viene mencionado el nombre de Duns
Escoto. De este modo, en las Constituciones Generales de 1501 se ordena que en
los estudios generales sean leídos por tres años los cuatro libros de las
Sentencias de Pedro Lombardo «cum quaestionibus Doctoris Subtilis»[…] El
decreto fue confirmado y prescrito «inviolabiliter servari» por el Papa
Alejandro VI en 1501. El Papa San Pío V con la Constitución Apostólica Illa Nos del
23 de julio de 1568, aprueba las Constituciones de los Franciscanos Conventuales,
en las cuales se prescribe que la teología especulativa deba enseñarse según la
doctrina de Escoto. Clemente VIII, el 26 de junio de 1603, confirma el decreto
del Capítulo General de Valladolid, en el cual se recomienda a todos los
profesores de la Orden de los Frailes Menores «comentar ex professo solamente
las Sentencias de Escoto y no de otros autores». El 31 de octubre de 1634,
Urbano VIII, con el Breve Alias, aprueba el
decreto de capítulo de Tolosa que, de forma perentoria, ordena que «los lectores de
Filosofía y Teología sean privados de su cargo, sin apelación, si, de manera
directa o indirecta, por escrito o de viva voz, se distanciaren de la doctrina
de Escoto». Un decreto de Paulo V declara inmune de cualquier censura la
doctrina escotista y determina que nadie ose prohibir la impresión de todo
aquello que sea auténticamente de Escoto. Hurter hace referencia a este decreto
de Paulo V con las siguientes palabras: “La S. Congregación, por determinación
de Paulo V (el cual murió en 1621), declaró inmune de cualquier censura la
doctrina de Escoto, determinando que ningún censor de libros tuviese la osadía
de prohibir la publicación de todo aquello que consta ha sido tomado de Escoto”.
En
1729, Benedicto XIII, con el Breve Ad pastoralis
dignitatis, hace un elogio de la Suma Teológica del Doctor Sutil, editada
por Girolamo de Montefortino. En 1757, Benedicto XIV se congratula por el hecho
que en el cuatrienio teológico se enseñen los Tratados y las Cuestiones del
Doctor Sutil, de los cuales el general, Clemente de Palermo, había ofrecido un
elenco dedicado al Sumo Pontífice. En 1823, Pío VII, con el Breve Non raro in humanis,
confirma las Constituciones urbanianas de los Menores Conventuales, en las
cuales se encuentra severamente exigida la enseñanza de la doctrina escotista.
En 1858,
la S. Congregación aprueba los
«Estatutos generales de los Frailes Menores para la reorganización de los
estudios», los cuales prescriben que las disciplinas teológicas deben reflejar
el espíritu y el pensamiento de Duns Escoto. En 1897, León XIII en la
Bula Felicitate quadam, ordena que las Constituciones de los
Frailes Menores, en las cuales se prescribe a los Lectores de Filosofía y
Teología de estar atentos a la antigua escuela franciscana, y, en particular, a
la doctrina de Duns Escoto, «sean observadas con escrupulosa fidelidad y
constancia».
En
1908, San Pío X, con ocasión de la publicación del opúsculo sobre las
meditaciones inspiradas en la doctrina escotista, congratula a su autor, el P.
Gargia, por la inteligente iniciativa que contribuye a divulgar, con fervor de
ánimo y elegancia de estilo, la enseñanza de Escoto. El Santo Padre aprovecha
la ocasión para invitar al autor, y a otros franciscanos, a combatir el
modernismo con las intuiciones filosóficas y teológicas del Doctor Sutil»
(fuente, aquí;
la traducción es nuestra).
Ciertamente estas aprobaciones eclesiásticas no impiden que el pensamiento de Escoto pueda
ser objeto de justas críticas, tanto en teología como en filosofía.
Para terminar con esta pequeña entrada, nos resta decir que hemos querido dar
cuenta de la existencia de la Escuela Franciscana y de la aprobación
eclesiástica que tienen sus dos representantes más destacados. Es una Escuela
con una tradición propia, diversa del Tomismo. Que tiene «derecho de ciudadanía»
(Pío XII) en la Iglesia, el cual es de justicia respetar, aunque nuestra
preferencia sea otra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario