En los últimos días asistimos asombrados a una vorágine de acusaciones y descalificaciones –unidireccionales, apunto- a un nuevo concepto elaborado por el sector neocon filoañastrista: el filo-lefebvriano. ¿Qué es un filolefebvriano para estos neocons? Pues esencialmente aquél ente (de razón o real) adornado con todos los atributos que hasta hace unos pocos años se aplicaban a los “lefebvrianos” con la salvedad de que estos filo-lefebvrianos no son lefebvrianos: son igual que los protestantes, saben más que el Papa, hacen uso del magisterio a beneficio de inventario, manejan un concepto de tradición ajeno a la Tradición viva de la Iglesia, son soberbios, malhumorados, enfadados, blanquecinos, locos, ignorantes, semianalfabetos, rudos, ultramontanos, gordos y con boina. Hasta hace unos pocos años el calificativo de quien se encontraba atónito y perplejo respecto a la vida diaria de la Iglesia, el loquerío ecumenista práctico, el progrerío clerical, la desinformación eclesiástica y el rupturismo de la Iglesia actual respecto a la Iglesia histórica era directamente calificado como “preconciliar” o directamente “lefebvrista”. A no ser que se fuera del Opus de Dei (en adelante “cofradía del marquesado de Peralta y del Banco Popular”, o más sucintamente “cofradía”) aunque su fundador recomendase a sus fieles el uso del “catecismo para párrocos” (de San Pío V) y el catecismo mayor de San Pío X. Si no se era de la Opus y se leían estas cosas, uno era un lefebvrista de tomo y lomo. Quizás el problema era otro, el miedo de las autoridades a que la combinación entre una situación pastoral práctica de ruptura y las elocubraciones teóricas de identidad teórica entre el pre y el postconcilio llegasen a situaciones críticas. La Opus para narcotizar ese problema hizo grandes aportaciones. Pero no nos desviemos. ¿Por qué filo-lefebvristas y no lefebvristas? Primero, porque los neocons ven con horror cómo la acusación de “lefebvrismo” en el sentido de excomunión, cisma, herejía, ya no puede aplicarse a gentes que no manifiestan una actitud hostil ni al Papa ni al magisterio. Ya no les funciona el argumento, y sólo vale reelaborarlo: son exactamente lo mismo que ese lefebvrismo, pero instalados dentro de la Iglesia. Tales neocons no se atreven a concluir su propia argumentación, porque ello les llevaría a desautorizar algunos actos del Papa, con los que, al menos en la práctica están muy incómodos. Y segundo, porque la acusación de lefebvrismo ya no funciona tan bien como hace unos años, desde el levantamiento de las excomuniones a la FSSPX y la promulgación del motu proprio summorum pontificum. Estos neocons, que llevaban años despotricando teóricamente cualquier cosa que estuviese relacionada con la Misa tradicional, con el pontificado de Benedicto XVI, han tenido que tragar sapos y culebras, eso sí, sin desdecirse de la actitud mantenida al respecto hasta entonces. Evidentemente, si el Papa considera que la liturgia tradicional es una riqueza para la Iglesia, y tiene interés en solucionar el problema canónico planteado por las ordenaciones de 1988, estos neocons tienen que redefinir este tipo de ataques. ¿Hacia dónde? Pues hacia los "filo-lefebvristas". Esto es, aquellos que no son lefebvristas, no se dedican a descalificar al Papa ni al magisterio de la Iglesia, pero les parece que están a su “derecha”. Y estos neocons ya no pueden permitir esto, pues creen constituir la representación exacta de lo que es un católico ortodoxo-fiel-a-la-Iglesia-eclesial. Les llaman “tradicionalistas”, cuando nadie se ha definido con ese adjetivo, sino que es una denominación empleada por los neocons para parcializar ya no grupos, sino tendencias existentes en la Iglesia. Y desde aquí podemos mirar el problema de fondo: los neocons suelen moverse en la esfera teórica de la abstracción, interpretando y reinterpretando declaraciones conciliares con el magisterio pre y pos conciliar o haciendo midrashes variadas de los dos últimos pontificados. Sin embargo, ese “tradicionalismo” del que hablan no procede de sesudas indagaciones hermenéuticas, sino de la percepción práctica de la ruptura que existe, ya no entre la vida real de la Iglesia- del día a día- y la Iglesia histórica, sino entre ese misma vida real y lo que la Iglesia a día de hoy dice de si misma. Esa incongruencia es la que motiva que haya quienes se dan cuenta de que hay algo que no va bien, y que es un problema no accidental, sino de fondo. Y es ese problema de fondo el que esos “filo-lefebvristas” plantean remover. Problema que en definitiva afecta a la liturgia, a la doctrina, a la pastoral. Demasiado incómodo para quienes se han fosilizado en él, aunque viesen a la Iglesia caer a pedazos. Extra Añastrum, nulla salus.
9 comentarios:
Estoy de acuerdo. En el ataque al llamado filolefebvrismo hay una conjunción o convergencia -intencionada o no, no lo sé- entre tendencias "antitradicionalistas" de la jerarquía eclesiática española y la sensibilidad llamada neocón.
Las posturas de lo que llaman "filolefebvrismo", que son católicas, aunque sean socio-político-eclesiásticamente incorrectas se desplazaban de un plumazo diciendo: estás excomulgado como Lefebvre, ampliando una cuestión canónica al problema de la autodemolición (Pablo VI dixit) de la Iglesia. Ahora que a esos teóricos filo-lefebvrianosvuvuzuelistas no les es aplicable el adjetivo, se emplea otra táctica. El problema es el mismo: los neocons creen representar lo que debe ser un católico hoy. No quieren a nadie a "su derecha", que pueda hacer dudar a muchos de que el catolicismo no es exactamente lo que ellos dicen que es. Cualquier duda al respecto es tachada como ataque a la Iglesia, asimilándola al progresismo, al protestantismo, al cisma y la herejía.
Ludovicus dijo,
Yo voy a subir la apuesta: dicha actitud de identificar a un grupo como "filolefebristas" que no han sido señalados así por la autoridad apostólica corre el peligro de incurrir en cisma (aprovechemos la generosidad con que se reparte este mote, como han dicho varios en Infocatólica, sin mayores escrúpulos "leguleyos" o formalistas", ya sabemos que peligro de cisma o cisma material significa para ellos cisma puro y duro), en cuanto un señor sin jurisdicción ni misión canónica alguna se arroga el derecho de definir quiénes están en plena comunión con Pedro y quiénes no, en exceso al mismo Magisterio, que sólo ha hablado de los lefebristas.
"Filolefebvrista" es todo aquél que no es neocon, o al menos el que no piense que ellos son ya no el futuro de la Iglesia, sino lo que la Iglesia debe ser.
Ludovicus dijo,
A mí me parece que con esto de los filos- el negocio se puede ampliar indefinidamente, y lograr repercusiones impredecibles.
Por ejemplo, denunciar a los "filo homosexuales"; no son propiamente homosexuales, hombre, pero ese modito, ese andar, esas amistades, caray, esa corbata rosa... Polémica asegurada, cientos de comentarios de potenciales ofendidos, y la posibilidad de que el Padre Iraburu, con viril sobriedad, extienda certificados de hombría por un precio razonable, para salir de la duda y del cisma varonil.
También se podría hacer con los "filo comunistas". Pero caray, Salem queda lejos y Mac Carthy hubo uno solo, hoy el horno no está para bollos. Promete más la cacería del "filo nazi".
O denunciar a los "filo musulmanes"... no, perdón, muy peligroso, no parece buena idea.
¿Y los "filo falangistas"? Serían los que, por ejemplo, le celebran misa a esos señores... mmmm no, tamoco parece buena idea.
Ya sé. Los "filo iraburistas". El Padre se los guisa y se los come. Serían aquellos que no adhieren en forma incondicional a sus categorías, y estarían por tanto en riesgo de caer en cisma material, confundiéndose en el Tártaro con los filo lefebristas.
Con un buen tratamiento de lectura de sus Reforma y Apostasia (acompañados de una buena dosis de antisomníferos para no caer rendido por los plúmbeos párrafos de "catolicos y política"), el filo iraburista se puede convertir en iraburista enragé, y escribir algún artículo apolojetico. El certificado corre por cuenta de la casa.
Si hacemos un esfuerzo por entender el móvil psicológico del neocón que no quiere tener a nadie a "su derecha" por más que un sincero estudio de la historia y la doctrina justificaría esa posición, encontramos en que lo que no quieren es pasar por tontos.
Cuando un tipo es "conservador" se cree top, de derecha y considera un gil al zurdito.
Cuando sabe que hay otro tipo que más que "de derecha" los considera a lo sumo "a la derecha de los zurdos", empiezan a sospechar que frente a éstos sean ahora ellos los considerados un poco bobos, y, lo que no quiere el hombre moderno, antes que hereje, es ser tenido por gil. Eso no se lo bancan.
Ahora bien, no se trata de estar tan a la derecha como sea posible, pues la verdad está donde está y no en extremos ni justos medios; y es por esto que se enojan los neocones. Se enojan porque con doctrina e historia eclesiástica se refutan sus posiciones "mesuradas" (medianas), con lo que hay, con la verdad y no simplemente con considerarlos un poco menos zurditos que los feligreses de la parroquia del barrio que directamente ya no saben ni qué hacen allí ni para qué van.
Todo tipo "de derecha" detesta al que sabe más a la derecha, en especial si sabe en conciencia que no logra refutarlo; mucho más que lo que puede detestar un zurdo a un derechoso.
El Carlista.
Ps. "derechoso": dícese del conservador que conserva lo bueno y lo malo, pero que a diferencia del progre no va "por más" como éstos; por suerte. No obstante ello, por eso mismo, es quinta columna del progresismo que dice detestar.
Muy bueno este artículo.
Filo-lefebvrista es el nombre para espantar al que se dice que algo anda mal, y que Lefebvre lo vió de entrada, o más o menos.
Y para neutralizar la desgracia de que lo vieron de entrada, y además se cumplió.
Si todo fueran rosas (es decir, si no se hubiera cumplido buena parte de lo que Juan 23 sindicara livianamente al parecer como "profetas de desgracias", pero que el siguiente Papa constatara al hablar casis desesperado de autodemoliciones, humitos azufrados y grietas eclesiales) ¿a qué que el Papa a 40 años del concilio esté hablando todavía (o lance al "ruedo hermenéutico" más bien) lo de "hermenéutica de la continuidad".
Dice un bonito (Barrera, de ReL) que los tradicionalistas son protestones protestantes, y cuestiona el cuestionamiento al concilio, pero no advierte que el concilio mismo fue una fuente de protestantismo, ¡al punto que el Papa llama la atención en contra de la, a fin de cuentas, "libre interpretación del concilio" (sindicado como hermenéutica de la ruptura)!
La verdad es que me parece que este artículo está MUY bueno.
Lo lamento, porque me toca estar en la contra del oficialismo y ser pasible de las rabietas que produce la mala fe cuando viene con sonrisas.
Pero bueno, es lo que hay.
Será ocasión de acrisolarse en la paciencia, potenciando la conversión, después de todo, al final, estamos en Cuaresma.
Saludos a quienes sean
Si Infocaótica no existiera, habría que inventarla.
Que malos somos los filolefebvristas sino es por el reverendo Iraburu y su ciber-feligresía que cacarea lo mismo ni nos damos cuenta. ¡Válganos el Cielo! Menos mal que Infocatólica nos llevará por el buen camino a Añostro con aquellos que muy bien definía don Jaime Balmes: los que "conservan la revolución".
Que entrada más buena un saludo desde el exilio y a luchar.
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