La derrota de Sarkozy… y el callejón sin salida de
todos
Por José Javier
Esparza
Sarkozy ha fracasado porque llegó al poder
envuelto en un discurso de afirmación nacional y, una vez en la presidencia, no
ha sido capaz de afirmar nada. La crisis global se lo ha llevado como a tantas
otras cosas. Y ha quedado demostrado que ni siquiera Francia es capaz de
trabajar por libre. ¿Qué está pasando?
Está pasando
que hemos construido un mundo –o, si se prefiere, nos hemos dejado absorber por
él– donde las soberanías nacionales han quedado reducidas a fosfatina. Lo cual
tiene sus inconvenientes cuando se trata de asegurar instrumentos para
garantizar el bienestar del pueblo. Por decirlo en dos palabras, el capital se
ha comido a lo nacional, primero, y ahora parece que va a comerse a lo social.
Hasta ahora hemos vivido envueltos en la propaganda de la globalización, según
la cual el mercado iba a salvarnos de las violentas inclemencias del tiempo de
las naciones. Hoy vemos que también el mundo globalizado presenta sus
inclemencias, y no son moco de pavo. El problema es cómo salir de aquí. Sarkozy
no ha podido. Hollande tampoco podrá. En cuanto a nosotros, más vale no
pensarlo… de momento.
En los
comentarios al último post, donde se exponía la frustración del proyecto de
Sarkozy, algunos lectores ponían ejemplos de políticas económicas que en el pasado
pudieron dar la vuelta a una situación de crisis. Se cita el New Deal de
Roosevelt, por ejemplo. Con igual o más razón podría ponerse el ejemplo de la
política de Hjalmar Schacht en la Alemania de Hitler, que fue incluso más
revolucionaria, porque aplicó el keynesianismo antes de que Keynes lo
inventara. El problema del New Deal –problema que, por cierto, hoy olvidan casi
todos sus cantores– es que produjo un déficit público sideral, es decir,
exactamente el tumor que hoy nos aqueja a todos los países occidentales. La
recesión norteamericana de 1937 demostró que el New Deal no era una buena
receta económica, a pesar de sus logros sociales. La única solución pasaba por…
la guerra, como explicó el propio Roosevelt al secretario del Tesoro,
Morgenthau. Y hubo guerra.
La misma
dinámica terminó envolviendo a la Alemania de Hitler, aunque, en este caso,
Schacht intentó limitar los gastos militares porque le disparaban la inflación.
Hitler no aceptó, evidentemente, y al final la guerra fue la única vía para
evitar el colapso de la economía alemana. Esto no quiere decir que la causa de
la segunda guerra mundial fuera económica, pero sí que la guerra había dejado
de ser un inconveniente económico. Ojo al asunto.
Otros países
apostaron después por políticas que expandían igualmente su gasto público, pero
como motor de la iniciativa privada –lo cual permitía recuperar la inversión– y
con objetivos que no requerían una salida bélica. Dos casos de libro son el
Japón de los años sesenta y la España de Franco a partir del Plan de
Estabilización. En ambos países los resultados fueron excelentes desde el punto
de vista económico. Y no muy distinto fue el camino de Francia y Alemania desde
los años cincuenta, en los llamados “treinta años gloriosos”. Fueron los tiempos
del gran crecimiento europeo.
Un crecimiento
que, en todos los casos, se apoyaba en una serie de requisitos imprescindibles:
dirección política de los objetivos económicos (pero sólo de los objetivos),
ancha libertad de empresa, abundante mano de obra disponible y autonomía
financiera del Estado. Porque la clave de estas políticas de capitalismo social
–llamémoslas así– está en que necesitan una financiación abundante y constante.
Hace falta dinero que responda al endeudamiento público. Si no hay tal dinero,
entonces la fiesta se acabó.
Nuestro
problema, hoy, es que los Estados han perdido toda autonomía financiera en
beneficio de instituciones transnacionales o del propio mercado, a lo cual se
suma que los gobiernos ya no tienen capacidad real para fijar los objetivos
generales de la economía nacional. Y si uno no tiene capacidad para decidir qué
hacer ni con qué hacerlo, entonces ya me contará usted cómo resolvemos la
crisis. Quienes fantasean con grandes proyectos de impulso público, al estilo
Hollande, mienten a sabiendas: o se cambia el modelo, o no hay salida duradera.
Es lo que no se atreven a decir ni la derecha ni la izquierda.
8 comentarios:
El miedo al comunismo servía para disciplinar al capitalismo. No se podía tener al pueblo pobre e infeliz por miedo a una revuelta.
El estado de bienestar fue inventado por gente de derecha, Bismarck, Ford, Perón, para lograr que el comunismo ya no sea atractivo a las masas.
Hitler no aceptó, evidentemente, y al final la guerra fue la única vía para evitar el colapso de la economía alemana
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La típica tesis liberal de la "economía de compulsión" de la Alemania del III Reich que a día de hoy no he visto demostrada en ningún lado con datos económicos. Y es muy bonito eso de llamar Keynesianismo a lo que no fue sino la gran revolución de salirse del circo montando por los dueños de los bancos centrales y retomar el control de la propia moneda.
Sobre el resto del artículo se puede decir que se describre la enfermedad pero no se atina del todo con las causas o no se queiere decir claramente en que consiste eso de la financiación y el control de algo más que los objetivos económicos.
Ahora bien, prescindiendo de florituras de historia económica. ¿Qué entiende Esparza por cambiar el modelo? That´s the question.
¿Es Estado dirigiendo la economía? Venga, hombre.
Nótese la contradicción de presentar la cosa sin salida por la perdida del control político de la propia situación financiera y a la vez pedir a este poder político que afirme que es necesario un cambio de modelo.
Si quiere que los políticos se autosuiciden va listo, ya una de las críticas fundamentales al keynesianismo es que el poder político no podía llevar siempre a cabo los planes económicos requeridos por el ciclo por su necesidad de contentar a la masa para permanecer en el poder. A la postre eran las consecuencias políticas las que desmontaron el keynesianismo como es la falta de control polítioc la que parece desmontar este sistema.
De cualquiera de las formas un buen conflicto global que a la postre acabe en un poder omnímodo supramundial puede arreglarlo todo. Ya verán como no tarda en surgir. Esto no lo dirigen financieros codiciosos o una raza perversa, mucho menos una fuerza irracional en forma de anhelos individuales, sino un ente de una inteligencia muy superior al conjunto total de toda la humanidad. Apuren, apuren.
Centrémonos:
1. EUA es EL Imperio, que se sostiene gracias a una economía apoyada en la supremacía militar, encargada de garantizar el abastecimiento de materias primas y mercados.
2. Esa supremacía militar y de inteligencia es muy cara. Se paga por medio de la devaluación vía inflación causada por la impresión masiva de dólares y soportada por todos los tenedores de dólares, que somos todos porque todos compramos el petróleo única y exclusivamente en dólares. Todos si exceptuamos, claro, a Saddam Hussein que usaba el Euro, Gadafi que usaba el Dinar-oro, y China-Rusia que usan una divisa basada en el Rublo-Yuan. A eso se le llama "tensiones internacionales".
3. El Euro debe ser controlado. EUA abre sus fronteras, Alemania fabrica en Euros... y cobra en dólares que cada vez valen menos. ¿Qué hace con ellos? Se los presta a los PIIGS, endeudados hasta las cejas por unos políticos irresponsables a los que los mismos alemanes han financiado de forma indirecta para que se los devuelvan transformados en Euros. El negocio es redondo.
4. Francia es la coartada usada por Alemania para disimular su hegemonía continental, deseada por EUA para contener a Rusia. El futuro de Francia está inexorablemente unido a la "grandeur" los PIIGS. Sarko y Hollande lo saben bien.
5. EUA presiona a Portugal, Argentina y a algún otro país latinoamericano para socavar las bases de la economía financiera Española. Si España cayera, el Euro caería con ella. España es la válvula que controla la presión de las ambiciones alemanas.
6. El 14 de mayo de 2002, el Euro cotizaba a 0,921 dólares. A pesar de la crisis que atraviesa Europa, ahora cotiza a 1,28896 con tendencia al alza. (El 28 de abril de 2008 llegó a cotizar 1,59752, algo claramente inaceptable.) Al no cambiar sus depósitos de dólares en euros, los jeques del Golfo Pérsico han perdido en una década un tercio de su fortuna. Si la geopolítica internacional no fuera tal y como la describo, hace tiempo que los habrían cambiado. Pero no lo han hecho porque el Imperio al que deben su existencia les vigila, y en cualquier momento les puede llegar una "primavera árabe".
7. Como se imaginarán, hay muchas más cosas por decir pero creo que con lo apuntado basta para que se hagan una idea acerca de qué va todo este asunto de la crisis. En ese sentido, el artículo de Esparza es una pérdida de tiempo.
Excelente el último comentario. La soberanía nacional de la que tanto se habla y que pretende defenderse acaba por convertirse en un ente de razón que fundatur in libidine nostra, una quimera; es decir, vamos al mundialismo useño en su sentido más craso. Ni estado, ni mercado, ni perros verdes.
Tal vez la única fuerza que pueda hacer frente y recobrar algo parecido a un orden social de índole más o menos tradicional sea la Rusia de Putin y han hecho y hacen todo lo posible por minar dicho sistema y desacreditar mediáticamente todo lo que pueda suceder en Rusia. A veces con información veraz y con mayor frecuencia con información completamente sesgada. La pena es que en medios católicos se hace un seguidismo incondicional de estas opiniones e informaciones.
ivan
"Porque la clave de estas políticas de capitalismo social –llamémoslas así– está en que necesitan una financiación abundante y constante. Hace falta dinero que responda al endeudamiento público. Si no hay tal dinero, entonces la fiesta se acabó."
ME parece que subestimas esta parte. Los gloriosos años de Europa despues de la guerra, salieron gratis habia pocos viejos que mantener y la economía crecia espectacularmente porque habia que reconstruir todo lo que habia destruido la guerra. Con el bienestar los politicos gastaron hoy los ahorros del mañana, la gente se volvió longeva y pretendio retirarse antes. El estado de bienestar pasó a ser un derecho. Hoy en los paises europeos el estado se queda con un 50% de la producción de los individuos. Esta es la causa de la crisis, son los estados que necesitan de los mercados, porque los ciudadanos quieren vivir bien sin producir y los politicos son incapaces de decirles que no porque se les acaba su fiestita.
A propósito de guerras ¿quien genera màs guerras el nacionalismo o el capitalismo?
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