martes, 16 de octubre de 2012

El pacto de Metz visto por dos profesores del Opus Dei


 El sacerdote mallorquín, José Orlandis Rovira, miembro del Opus Dei desde 1939, primer director del Instituto de Historia de la Iglesia de la Universidad de Navarra, autor de varios libros sobre esta última disciplina. En su obra La IglesiaCatólica en la Segunda Mitad Del Siglo XX (ps.30-31) se expresa sobre el “Pacto de Metz” en los siguientes términos:



Desde las páginas de la Revista Verbo, Álvaro D´Ors, reconocido romanista e integrante del Opus Dei, reseñaba un libro sobre el Sínodo Romano de 1960, un notable antecedente de lo que pudieron ser, y no fueron, los documentos del Vaticano II. Resulta muy interesante el contraste entre la claridad de dicho Sínodo pre-conciliar y los circiterismos post-conciliares. Con palabras de D´Ors:

Algo parecido ha ocurrido con la condena del Comunismo, que, naturalmente, no podía figurar todavía en el antiguo Código. El Sínodo de 1960, no sólo tenía un recuerdo de sentimiento (págs. 477 y 499) para los que sufren en la Iglesia del silencio, y, por otro lado, volvía a afirmar la licitud de la propiedad privada (art. 217 § 1), sino que declaraba como enemigos de la Iglesia al Comunismo, Marxismo y Materialismo; no sólo condenaba los partidos políticas contrarios a la Iglesia (artículo 246, cfr. 216) y prohibía (art. 672) la pertenencia a los sindicatos marxistas, sino que negaba expresamente la intervención de personas comunistas y similares en las ceremonias nupciales (art. 509) y como padrinos de Bautismo (art. 379 § 3).Esto era congruente con el Decreto del Santo Oficio de 28-11-1949, bajo Pío XII, y con el más severo todavía del nuevo Papa Juan XXIII, el 25-111-1959. Pero esta hostilidad había de cesar desde los primeros momentos del Concilio. En agosto de 1962, ya con la autorización pontificia, se celebró en Metz un encuentro con el Metropolita de Moscovia, Nicodemo, en el que se convino que el Concilio no iba a proferir condena alguna del Comunismo, y así sucedió, en efecto: «Comunismo» y «Marxismo» son palabras que no aparecen ni una sola vez en los textos conciliares. Sólo Dios podrá juzgar sobre el acierto o no de esta«Ostpolitik» influida ya entonces por el futuro Papa Pablo VI, quien, quizá con su mayor clarividencia, veía —y no seré yo quien lo niegue— cierta lejana esperanza de restauración cristiana del mundo precisamente ex Oriente, es decir, con un objetivo de mucho mayor alcance que el que pudiera pensarse a primera vista. 
 Suponemos que el bolivariano no calificará de ultra-tradicionalistas afectos a teorías conspirativas a estos profesores del Opus Dei por su visión acerca del Pacto de Metz y la ausencia de  condena al comunismo por parte del Vaticano II.

P.S.: Para completar el panorama, es útil citar ahora el testimonio reciente de José Morales,  sacerdote del Opus Dei y profesor de Teología en la Universidad de Navarra, en su Breve historia del Concilio Vaticano II, publicada en 2012:



13 comentarios:

Juan Cavallo dijo...

Evidente que los neocones no son todos iguales. El pana es un negacionista del pacto de Metz.

Anónimo dijo...

El "pana" es un negacionista de la inteligencia.

Miles Dei dijo...

Si quieren un ejemplo de ignorancia afectada propio de salir en los manuales de moral ahí lo tienen.

Un neocon-verso que no atiende a fuentes de historiadores católicos de alta reputación de toda la gama eclesial y que busca cualquier parrafito en el que pueda excusarse porque en su celo de neocon-verso la Santa Sede es impoluta en todo lo que hace. Por tanto y sacando el estilo aprendido de los protes y sectarios diversos pues hace lo que los testigos de Jehová llaman la "guerra teocrática".

El que se ponga como ejemplo es que no es el único caso.



Miles Dei dijo...

Pongamos el testimonio de otro gran conservador, antiguo ministro de cultura de España y afamado historiador. Por cierto, este no traga del todo al Opus Dei, por lo que es otro testimonio más por si dicen que el Opus Dei tenía algún plan.

Ricardo de la Cierva en su libro "Oscura rebelión en la Iglesia"

La revelación del pacto de Metz

No era un secreto pero ha funcionado como un secreto; hoy, en
plena década de los ochenta, no hay una probabilidad contra mil de que
un solo experto católico recuerde el hecho, y la precaria información
que sobre él se dio, envuelta en las convulsiones informativas conciliares.
(El experto historiador jesuíta Floridi oyó campanas, pero en su
importante libro citado de 1986 no llega a detectar el pacto.) El hecho,
desnudamente, es éste: en agosto de 1962, y en la ciudad francesa
de Metz, se concluyó un pacto formal entre la Santa Sede, representada
por el cardenal Tisserant —por encargo del Papa Juan XXIII—
y el patriarca ortodoxo de Moscú, que como hemos visto no era ni
es más que un satélite del Partido Comunista de la Unión Soviética,
por el que el Patriarcado aceptaría una invitación papal de enviar
observadores al Concilio Vaticano II y el Papa se comprometería a que
el Concilio no formulase condenación alguna contra el comunismo. Las
pruebas se detallan en un libro sorprendente, discutible pero profundo
y sugestivo, escrito desde una perspectiva de catolicismo tradicional,
pero enteramente fiel a la Iglesia: su autor es Romano Amerio, un
italiano experto en historia eclesiástica, su título Iota Unum, editado
en 1986 por «Ricciardi» en Milán. El problema que nos ocupa se expone,
con las pruebas objetivas y plenamente convincentes, en la página 66
y siguientes.
Monseñor Schitt, obispo de Metz, reveló el pacto en una conferencia
de prensa celebrada poco después, y comunicada en Le Lorrain
el 9 de febrero de 1963. El acuerdo fue descrito en Franee nouvelle, boletín
central del Partido Comunista de Francia, número 16 de 22 de enero
de 1963, en estos términos: «Como el sistema socialista mundial manifiesta
de forma incontestable su superioridad, y es aprobado por cientos
y cientos de millones de hombres, la Iglesia no puede ya contentarse
con el anticomunismo grosero. Ella misma ha asumido el compromiso,
con ocasión de su diálogo con la Iglesia ortodoxa rusa, de que en el
Concilio no habrá un ataque directo contra el régimen comunista.» El
diario católico Le Croix, del 15 de febrero de 1963, decía tras la noticia:
«Tras este encuentro, monseñor Nicodemo acepta que alguien fuera a
Moscú para llevar una invitación, a condición de que se dieran garantías
sobre la actitud apolítica del Concilio.»

Miles Dei dijo...

(sigue...)

Amerio cree que estas noticias no incidieron sobre la opinión por
el entreguismo de muchos católicos frente al comunismo en aquella
época y por el freno informativo que decidió el Vaticano. Recientemente
monseñor George Roche, que fue durante treinta años secretario del
cardenal Tisserant, ha confirmado el pacto de Metz en una impresionante
carta publicada en la revista Itinéraires número 285, p. 153. Roche
afirma que la iniciativa del acuerdo vino personalmente de Juan XXIII
por sugerencia del cardenal Montini y que Tisserant, decano del Sacro
Colegio, recibió órdenes formales tanto para firmar el acuerdo como para
vigilar durante el Concilio su exacto cumplimiento.
Las órdenes se cumplieron. En las actas del Concilio figuran las
palabras capitalismo, totalitarismo, colonialismo, pero no aparece el término
comunismo. H. Fesquet, el famoso corresponsal de Le Monde en
el Concilio afirma (Le Monde, 16 de noviembre de 1965, nota incluida
en su Diario del Concilio, Barcelona, 1967, p. 1182) que en tres ocasiones
la comisión competente se ha negado a que el esquema mencione
explícitamente al comunismo. ¿Por qué? Porque así corresponde a unas
posiciones tomadas muy claramente por Juan XXIII y Pablo VI. Y el
día 26 de noviembre (Diario, p. 1214 y ss.) completa la información:
«Pese a todos los esfuerzos de la minoría, el Vaticano II se ha negado
a condenar nuevamente al comunismo.» El 4 de diciembre (Diario, página
1230) remataba: «Con respecto al pasaje sobre el ateísmo, del cual
'ya habíamos hablado largamente, monseñor Garrone ha hecho las tres
precisiones siguientes que son muy importantes:
»1. Eran 209 los modi que pedían una condenación formal y expresa
del comunismo.
»2. La petición escrita que sobre el mismo tema se había remitido
anteriormente, iba firmada por 332 padres. (Se recordará que la cifra
indicada por los que habían tomado la iniciativa de esta gestión era
de 450.)
»3. Debido a un contratiempo involuntario, esta petición, que había
sido entregada a su debido tiempo, no fue sometida a examen de los
miembros de la comisión.»
De esta manera que insinúa en la Iglesia del siglo xx algunos métodos
borgianos se dio carpetazo a un asunto que, desde nuestra perspectiva,
constituye uno de los puntos más negros en el siglo xx. Lo digo
con tanto dolor como respeto y convicción.

Miles Dei dijo...

Pero lo mejor de Ricardo de la Cierva está en esto, donde pocos llegan y que muestra cual era la intención de hacer un chantaje a la Santa Sede, porque luego se acabó comprobando al abrirse los archivos de la antigua Unión Soviética que el prelado ortodoxo del Pacto trabajaba a sueldo del Kremlin. Así sigue Ricardo de la Cierva:

"Las consecuencias funestas del pacto de Metz

Para la estategia soviética era una pieza clave en los años sesenta el montaje del movimiento PAX, que lograron durante el Concilio en combinación
con la red cristiano-marxista IDO-C pronto extendida a todo
el mundo católico, como expusimos detalladamente en nuestro primer
libro. Pero el montaje del sistema PAX-IDO-C no hubiera sido posible
con la envergadura que adquirió inmediatamente si el Concilio hubiese mantenido la tradicional condena de la Iglesia contra el comunismo."



(Y sigue durante casi dos páginas con testimonios de las consecuencias.)

Pero Arraiz sabe más. No existió y punto.

sofronio dijo...

Millones de católicos asesinados y torturados bajo el yugo comunista fueron traicionados de la más infame manera a causa de las maquinaciones de Montini.

Pero Montini tenía experiencia. En 1954, según Andreas Böhmler narra: “Se había visto salir del Vaticano a un hombre esposado, al que un coche celular se lo había llevado. Este hombre despojado de su sotana por orden de Pío XII, no era otro que Mons. Alighiero Tondi, jesuita, secretario particular de Mons. Montini, éste a su vez, Prosecretario de Estado de Pío XII”.

"Este personaje infiltrado por Montini tenía acceso al Archivo Secreto Vaticano y allí obtenía los nombres de todos los sacerdotes enviados detrás del Telón de acero y se los comunicaba al Secretario General del Partido Comunista Togliatti,de larga amistad con Montini, según parece, quien a su vez se los transmitía, se supone a sus camaradas rusos- no parece que tenga sentido suponer que se los transmitía a la C.I.A, aunque los neocones son capaces de tragarse eso y más- los cuales se encargaron de capturar y martirizar a estos sacerdotes nada más traspasar sus fronteras."

En cuanto Pío XII tuvo conocimiento de estos gravísimos hechos, expulsó a Tondi, quien había confesado bajo interrogatorio ser agente del KGB formado en Moscú e infiltrado en la Iglesia.

Pues bien, a este Montini quieren ahora beatificar ¿habrá que preguntarse por qué razón fue tan manipulable por comunistas, masones..?

Tal vez se necesite otro Abad de Nantes para impedir tamaña locura e infamia: su beatificación. Quien quiera oír que oiga o a buen entendedor pocas palabras bastan.

Molinoviejo dijo...

Dice el opusino Morales:

"Era conocida la oposición de Pablo VI a semejante medida. El Papa deseaba con la mayoría de los Padres conciliares, una censura del ateísmo como ideología antirreligiosa. Consideraba inoportuna, y en gran parte innecesaria, una condenación del comunismo, porque habría parecido un gesto político."

A qué le teme Arráiz?

“LA PRIMERA LEY DE LA HISTORIA ES NO ATREVERSE A MENTIR, LA SEGUNDA, NO TEMER DECIR LA VERDAD"

Buen entendedor dijo...

«En Alemania el diálogo entre cristianos y marxistas es casi inexistente. Esto ocurre porque el Partido Socialdemócrata no es un partido oficialmente marxista y porque los obispos preservan su carácter de cristianos de un modo bastante reaccionario. Nosotros, en la Sociedad Paulina, a la que pertenezco, intentamos un diálogo internacional, en el que participarían checos, italianos y personas de otras nacionalidades. Las intenciones del diálogo, el acercamiento entre cristianos y marxistas parecieron propias del diablo. Por eso, la confluencia de opiniones que serían precisas para un entendimiento cristiano-marxista resulta imposible de momento en mi país.» (Karl RAHNER).

Miles Dei dijo...

Acaba de salir en Vatican Insider: una carta revela la implicación de Montini, entonces secretario de Estado, en hacer fracasar la "operación Sturzo" que Pio XII aprobaba y que estaba destinada a lograr una coalición de políticos católicos que impidiera a los comunistas tomar el ayuntamiento de Roma.

PArece que a Montini no le importaba que los comunistas obtvieran victorias políticas si con eso él ayudaba a sus amigos liberales a tener poder.

Miles Dei dijo...

¿Por cierto, tienen problemas para entrar en la versión italiana de The Vatican Insider? Yo sólo puedo entrar si navego de forma anónima.

Anónimo dijo...

Buen entendedor discúlpeme pero no entiendo a que apunta el párrafo.

Martin Ellingham dijo...

Miles:

Cuando ingreso en vaticaninsider me "impone" la versión en español. La solución que encontré fue escribir en la barra un IT y pulsar enter:

http://vaticaninsider.lastampa.it/it/

Saludos.