sábado, 24 de enero de 2015

Diálogo con el Islam: no al baile de máscaras (II)


102. Se afirma con frecuencia que cristianos y musulmanes pueden colaborar en muchos campos: la promoción de la paz, la defensa de la vida (aborto, eutanasia, manipulaciones genéticas), y, en general, en temas relacionados con los así llamados «valores comunes». Pero ¿cuál es el auténtico fundamento del diálogo? ¿Es un fundamento de tipo ético o hay algo más radical sobre el que éste se pueda fundamentar en el plano antropológico?
Es menester plantear una premisa. Para el cristiano, la razón es un dato que pertenece a la naturaleza humana, que invita al hombre a preguntarse por el significado y por las implicaciones últimas de su existencia y de todo el universo, y que llega a hacerle intuir la existencia del Misterio, de Dios, el cual se manifiesta en la Revelación. Desde esta perspectiva abierta por el cristianismo existe, pues, un punto de partida que es común a todos los hombres, un dato de la naturaleza que se desarrolla y llega a plenitud por el encuentro con el significado último de la realidad, pero que todos pueden compartir. En este sentido la noción de derecho natural representa un terreno común entre el creyente y el que no lo es, y permite el reconocimiento de los llamados derechos universales.
Por otra parte, en la visión bíblica, el hombre (y no el «creyente») ha sido creado a imagen de Dios (45). Por consiguiente, todos los hombres pueden encontrar esta «imagen» divina, que servirá de valor común a la humanidad, si intentan ahondar en el sentido de la vida y purificarse a sí mismos.
El musulmán, en cambio, considera inconcebible hablar de derecho natural, a no ser en el interior de la ley religiosa (la sharPa) entregada al hombre por Dios, con la convicción de que no existe un dato universal que no esté incluido ya previamente en la concepción islámica de la vida. Mientras que en el cristianismo se parte de la razón y se llega a la Revelación, en la concepción islámica clásica la Revelación precede a la razón y «prevalece» sobre la misma, la engloba. En árabe se dice que el islam es din al fítra, la religión natural del hombre. Por otra parte, es interesante observar que muchos musulmanes, y no de hoy precisamente, atribuyen al derecho natural una dignidad propia y autónoma respecto a la ley religiosa, aunque esto no pertenece a la tradición clásica. Este hecho es muy importante, tanto porque puede contribuir a la evolución del pensamiento islámico, como porque permite reconocer también los derechos fundamentales a quienes no pertenecen a la comunidad islámica.
En este marco, el papel de los cristianos es fundamental, porque pueden ayudar a llevar a cabo este discernimiento, tal vez tomando impulso en esos valores que son definidos y practicados como «valores comunes». Es verdad que estos valores no constituyen el fundamento del diálogo, pero representan la ocasión histórica que hacen encontrarse a cristianos y musulmanes, y que los fieles de ambas religiones pueden compartir, por los cuales pueden luchar, aun llegando por itinerarios lógicos y antropológicos diferentes. El fundamento del diálogo no es, por tanto, un conjunto de afirmaciones teóricas, ni una serie de valores, sino más bien la condición humana común, que implica la apertura al Misterio, a la dimensión religiosa de la vida. Pretendo decir que sería erróneo negar, en nombre de las irreductibles diferencias que existen también, la posibilidad de emprender itinerarios comunes y de entendimientos en algunos aspectos específicos, aunque debemos ser conscientes de que, posiblemente, llegaremos a algunos puntos cruciales en los que, después de haber recorrido un trecho del camino común, nuestros itinerarios vuelven a separarse. Por ejemplo, cuando se trata el problema de la igualdad entre el hombre y la mujer, en el que, mientras que el cristiano reconoce la validez del derecho natural, el musulmán afirma el primado de la ley religiosa que niega esta igualdad.
Como puede verse, se trata de un camino compuesto de llanuras y de repechos muy accidentados, hace falta un buen entrenamiento para seguir recorriéndolo.

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(45) Esto es absolutamente negado por el islam. Muchos investigadores musulmanes creen encontrar en un hadiz de Mahoma («Dios ha creado al hombre a su imagen») el equivalente al versículo bíblico (Gn 2). En realidad, el sentido del adjetivo «su» en el islam es «a imagen del hombre», mientras que en el texto bíblico es «a imagen de Dios», como se explícita en el resto del versículo. 

Tomado de:

Samir, K. Cien preguntas sobre el Islam. Ed. Encuentro, 2001, ps. 165-167.


3 comentarios:

Antonio dijo...

Mientras que en el cristianismo se parte de la razón y se llega a la Revelación,

Esto era esperable de la editorial Encuentro, de Comunión y Liberación, modernistas, pero es herejía.
La Revelación es gratuita, y por ser obra de Dios, no puede ser merecida ni "conseguida" a través del raciocinio.

U_lema dijo...

Antonio, campeón, estás sacando la frase de contexto para dejarlo como el culo al jesuita. Leete de nuevo la pregunta, la respuesta y lo que dice sobre el derecho natural.

Martin Ellingham dijo...

El autor no quiere decir que la Revelación no sea gratuita y que pueda alcanzarse por sola la razón sino otra cosa muy distinta: que el Islam no distingue fe y razón; que por ello no posee una doctrina iusnaturalista que le sirva de punto de partida para reconocer derechos naturales universales.
Saludos.