Hay una expresión del papa que
orienta sobre el valor de LS: “se agrega
al Magisterio social de la Iglesia”. Es decir, hay voluntad de que se
integre en la DSI, al menos materialmente, por los temas tratados en el documento.
Pero esta inclusión no implica, cabe anticiparlo, que se requiera un
asentimiento unívoco para todo el documento. Se impone la distinción de sus partes,
aunque resulte una tarea tediosa, y un asentimiento diferenciado.
Es necesario hacer una aclaración
importante. El magisterio de la Iglesia tiene un objeto material, que es aquello sobre lo cual enseña, que puede ser
inmediato (fe y moral) y mediato (por su conexión necesaria con
el objeto inmediato). La DSI, como parte del magisterio eclesial, también trata sobre su objeto mediato. Pero no tiene competencia sobre lo que podríamos denominar objeto remoto, que cae fuera de los
límites de la potestad docente, por no tener conexión necesaria con el objeto
inmediato. Así, es legítimo que desde la DSI se emita un juicio moral sobre materias puramente temporales, pero no un juicio
de otra naturaleza. Algunos ejemplos pueden ilustrar: el magisterio
eclesiástico no es competente para decir si la quimioterapia es eficaz tratamiento de un tumor, porque
ese juicio corresponde a la ciencia médica; pero podría dar un juicio moral
sobre el uso de quimioterapia en embarazadas, por los efectos del tratamiento
sobre los niños por nacer. En un documento de Francisco se dice que las teorías
económicas del derrame no se han visto confirmadas por los hechos. Y el pontífice
ha querido defender la tesis diciendo en una entrevista que tal cosa no es un
juicio técnico, sino que habla desde la DSI, lo cual ha sido generador de más
confusión. Porque desde la DSI cabe un juicio moral sobre las teorías económicas
del derrame; se puede decir, por ejemplo, que tales teorías son causa de
injusticias sociales, pretextos para no ejercitar la caridad con los
menesterosos, etc. Pero de ninguna manera la DSI es competente para dar un
juicio de orden científico sobre esas teorías, y afirmar o negar su
verificación empírica, porque ello es materia ajena al magisterio de la
Iglesia. Lo mismo habría que decir si pretendiera dar recetas de cocina,
proponer métodos para reparar motores, indicar los mejores colores para pintar
paredes, explicar la composición química de un medicamento y un interminable
etcétera. Non lo
sapevate un corno!, diría
Castellani. Por todo ello, es claro que ningún católico tiene obligación de
prestar asentimiento a todo lo que LS dice acerca de lo que hemos denominado objeto remoto de naturaleza temporal. El
magisterio es incompetente en estas materias y el Espíritu Santo no presta
asistencia cuando la potestad docente se ejercita en materias
extra-magisteriales. Esperamos que “apologetas bobos”, “teólogos respondones” y
“neconservadores eclesiales” no quieran cargar conciencias con puntos que claramente
no son vinculantes para los fieles.
Asimismo, cabe anticipar que en el
documento hay numerosos elementos de tipo
descriptivo del estado de las sociedades, o del medio ambiente, que no
requieren una adhesión intelectual. Algunos autores (Ocáriz) piden respeto para
estas descripciones, lo cual en nuestra opinión se le debe a la dignidad de
quien habla, pero no a la descripción en sí misma, que puede ser acertada, pero
también absurda, carente de sustento científico, incoherente, etc. Para que se entienda
mejor: si el papa describe un círculo cuadrado, se le debe respeto a su
dignidad pontificia, pero no a su descripción.
Otro elemento a tener presente en
la lectura del documento son los pasajes carentes de intención magisterial
objetiva. Se trata de textos que por el tenor de sus expresiones no quieren imponer
un asentimiento a los fieles. Así, si se manifiesta voluntad de opinar, dialogar,
proponer temas, ofrecer una respuesta personal pero abierta a la
discusión, promover el debate, respetar la diversidad de opiniones, etc.; por
los verbos empleados, y por su contexto inmediato, se puede concluir que se
está ante una opinión del pontífice. Y las opiniones no son vinculantes; sólo las
aserciones que dan certeza moral o equivalente.
La DSI se integra de diversos
elementos. Uno, el más abstracto, son los principios
del orden social, por ejemplo, primacía del bien común, subsidiariedad del Estado,
etc. En este plano, se puede decir LS no agrega nada nuevo. Reitera
principios generales ya conocidos aunque a veces con una formulación menos
clara que en los predecesores de Francisco, con concesiones al lenguaje
políticamente correcto en uso, y contaminada de los defectos de cantidad y
calidad que mencionamos en la entrada anterior.
Luego, están los denominados criterios de juicio, que a la luz de los
principios pronuncian un juicio sobre situaciones, estructuras y sistemas económicos,
sociales y políticos. Se trata de juicios históricos de tipo moral.
En este campo, LS presenta novedades respecto de los pontífices precedentes en
lo referido al cuidado del medio ambiente. El ejemplo más claro lo tenemos en
el ya comentado calentamiento global.
Estas novedades resultan al menos problemáticas. Y es previsible que afecten
negativamente a la ya muy limitada recepción de la DSI por parte de los fieles.
Otro defecto de LS es el casuismo. En materia moral, el exceso de
ejemplos –si no se conjuga con una exposición general muy precisa- conduce a una
recepción casuística. Y así aparecen preguntas tales como: “¡¿es verdad que la
Iglesia condena el uso acondicionadores de aire?!”
Por último, quedan las directivas de acción que son
proposiciones de orden práctico. Y dada la materia considerada, y la cantidad de
contenidos de LS, para no enloquecer es imprescindible distinguir entre preceptos y consejos. Además, recordar que los preceptos positivos no obligan siempre y en toda circunstancia. En cuanto a los consejos, se
supone que los fieles deben saber que no son obligatorios.
Las reflexiones precedentes,
pueden ayudar a quien esté interesado en realizar una descomposición analítica
de LS. Nosotros renunciamos a esta tarea de hacer un comentario integral del
documento. En la próxima entrada, que será la última dedicada a LS, nos limitaremos a
comentar sólo algunos contenidos, entre los cuales hay elementos "llamativos y extraños".
10 comentarios:
Sirius Black dijo:
buen intento de discernir...
Es un mentecato.
http://desotanasyprocustos.blogspot.com.ar/2015/06/el-mentecato.html
Según First Things, es la encíclica más antimoderna desde la Syllabus:
http://www.firstthings.com/web-exclusives/2015/06/the-return-of-catholic-anti-modernism
Medioambiente Simbólico (el mejor blog en castellano sobre medios y tecnología) recoge algunos párrafos de la encíclica que me parecen especialmente acertados:
http://medioambientesimbolico.asumearagon.es/contaminacin-mental/
Sé que no es el fin de estas entradas hacer un análisis completo de la encíclica, pero me parece interesante valorar estos aspectos positivos y profundizar en ellos, lo que no significa dar por bueno todo el documento.
Yo creo que la encíclica va a hacer bien. Razones:
- casi nadie se la va a leer
- la noción general que va a quedar, incluso entre los paganos (ayer en Onda Cero nomás) es que el Papa ha instado a la Iglesia y al mundo a la tesponsabilidad medioambiental, lo cual es positivo
- todo el tiempo que ha empleado en la encíclica no lo ha empleado en peores desmanes, desaciertos y tonterías a las que nos tiene acostumbrados
- mientras Bergoglio calla, otros predican la Verdad sin el obstáculo de Bergoglio
Tulkas
Con independencia de las consideraciones teológicas, muchos contenidos de la Encíclica no resisten el examen del sentido común:
http://www.libertaddigital.com/opinion/daniel-rodriguez-herrera/un-papa-contra-el-aire-acondicionado-76017/
Hermenegildo, ¿dónde condena el papa el aire acondicionado? Me parece que ciertas críticas a la encíclica están cayendo en el disparate. Es lógico que los liberales como Daniel Rodríguez estén muy disgustados (como dice aquel artículo de First Things, aun con sus errores y su cansina verborrea, la Laudato Si es la encíclica más antimoderna de los últimos tiempos). Lo que no se entiende es que los tradicionalistas suscribáis estos argumentos de los liberales y, por otra parte, no valoréis los aspectos antimodernos, y en definitiva antiprogresistas, de la encíclica.
Favila, en el punto 55 de la Encíclica, el Papa dice: "Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar sólo un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida".
Hermenegildo, ese párrafo no es una condena de los aires acondicionados. El papa comenta que tenemos unos hábitos de consumo que resultan dañinos, puesto que no disponemos de energía ilimitada y generarla tiene un coste, y pone como ejemplo la proliferación de aires acondicionados. Yo no no hubiera metido eso una encíclica, y quizá el ejemplo no es el más afortunado, pero lo que dice es esencialmente verdad. Los aires acondicionados no son malos, pero usarlos más allá de lo estrictamente necesario, sin reparar en los costes que ello conlleva, es un error. Los puntos 54 y 56 enmarcan mejor la cuestión y a mi juicio son bastante más afortunados; sólo con leerlos se puede entender por qué el liberal Daniel Rodríguez Herrera está tan cabreado.
Favila: hace ya tiempo que los Papas dejaron de emitir condenas a la manera tradicional.
El ejemplo de los aires acondicionados es especialmente malo, porque existen múltiples beneficios de este invento. Que por de pronto resulta imprescindible para salvar la vida a miles de ancianos o enfermos en zonas de clima tropical. Pero que también ha sido mencionado en diversos estudios como factor decisivo en el desarrollo de regiones (por ej, Sur de USA o Indonesia). Lo mismo cuando en la Encíclica se sugiere abrigarse y usar menos la calefacción. En muchas zonas del globo es un consejo suicida.
Los recursos están para usarse, las cosas están para gastarse. La racionalidad en el uso de los recursos no es tacañería.
Es preocupante cuando las fobias y los hábitos se hacen doctrina. No creo que sea interesante saber qué piensa un señor Jorge de los aires acondicionados.
Desde una perspectiva puramente realista y racional, la defensa de los aires acondicionados revela una ignorancia total de las dinámicas físicas y geologicas en juego. No por el cambio climático, sino por la finitud de los combustibles fosiles y la criticidad de esos combustibles para el funcionamiento de la sociedad moderna.
Los aires acondicionados cuentan por la mitad o mas del consumo de energía eléctrica en verano. Gran parte de esa energia electrica se produce a partir de combustibles fósiles. El problema real con los combustibles fósiles no es que producen el calentamiento global, sino que su stock es finito, por lo que la tasa de extracción (y no de "producción") de cada uno necesariamente llegará a un valor maximo (el Zenit de Hubbert o Hubbert's Peak) y luego comenzara a declinar. Negar eso es como creer que la tierra es plana e infinita.
Acelerar el agotamiento de los combustibles fosiles, haciendo a la vez que el funcionamiento de la sociedad sea cada vez mas dependiente de esos combustibles, es una estrategia conducente al colapso social catastrofico.
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