La reciente exhortación Amoris laetitia
es un documento de 325 parágrafos y 391 notas al pie. A juzgar por la extensión,
habría que decir que representa un nuevo pico en el fenómeno de la inflación magisterial. La cantidad de texto es capaz
de desalentar a los lectores más entusiastas.
Vistos los anteriores documentos del
Pontífice, pareciera estar condenado a lo que un crítico literario dio en llamar “tantalismo”. En efecto, el autor parece continuamente
tentado por una búsqueda de adaptación al mundo que origina ornamentación vacua. Está como atado a una segunda naturaleza de ornato palabrero
y la realidad cada vez más se le escapa o al menos se desdibuja.
“Y el escritor, tantalizado, a su vez tantaliza: pronto el lector se percatará
que no se encuentra frente a una obra de captación difícil sino ante una
solución verbal o una impotencia del espíritu. Así, la ratio última queda oculta por la ornamentación, no aparece;
esperamos que la nueva obra lo aporte pero cuando ella adviene es de la misma
naturaleza tantálica que la anteriores.
(…) el peligro de esta necesidad de ser tantálico radica
en la fórmula que se utiliza para hacerlo: una vez obtenida dicha fórmula se
repite hasta el infinito, se fija, se mecaniza, el escritor goza de ella, ella
hace gozar al escritor, se convierte en una operación verbal (los griegos la
llamaban logorrea), la ornamentación sube a punto y color cada vez más. Al
final, su creador se ve ahogado por sus propias consecuencias.”
En cuanto a los contenidos, al
menos no hay que lamentar que se haya asumido la doctrina de Kasper. Pero esto
no implica que el documento no contenga pasajes ambiguos,
circiteristas, abiertos a múltiples interpretaciones contrastantes, consideraciones
absurdas, expresiones cutres y algunos errores notables (ejemplo paradigmático, la nota
al pie 329).
Seguramente en los próximos
días se publicarán muchos comentarios críticos. Nosotros renunciamos desde
ya al intento de hacer una exégesis sensata de los peores pasajes de este
documento. Porque no disponemos de tiempo. Seguramente otros lo harán
mucho mejor.
2 comentarios:
Lo peor: las notas al pie 336 y 351. Donde se admite la comunión y otros sacramentos a los que viven en situación de pecado "objetiva" aunque "subjetivamente" sean inocentes. ¡La negación total de la "Veritatis Splendor"!
“Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio! Aquí no estoy hablando solamente de los divorciados y vueltos a casar, sino de todo el mundo , en cualquier situación en que se encuentran.”– Francisco, 8 de Marzo 2016
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