sábado, 13 de octubre de 2012

Del espíritu del Concilio al fantasma neocon



Teníamos esta entrada en archivo. Pero el inefable Arráiz nos obliga a ponerla al día y publicarla cambiando algunos datos menores. El venezolano no ha podido resistirse la tentación de decir algo sobre el Vaticano II y el comunismo, aunque para ello recurra a un libro desactualizado y tenga que citarlo de manera sesgada. Porque la obra de Svidercoschi que cita el bolivariano (disponible aquí) da cuenta del pedido de algunos padres conciliares para una condena explícita y nominal del comunismo. En prieta síntesis, los argumentos para la condena fueron los siguientes: 
Positivos,
1) el ateísmo, aun siendo uno de los errores fundamentales del comunismo, no es el único ni es propio y exclusivo del comunismo. Incluso en el caso de que el comunismo, por hipótesis, no fuera ateo, debería, sin embargo, ser rechazado por la negación de otras verdades fundamentales del orden natural.
2) Los Concilios deben, cada uno en su propio tiempo, desenmascarar los errores tal como en concreto y no en abstracto se difunden de una manera larvada. Ahora bien, hoy la forma más peligrosa y virulenta, bajo la que se encarna y actúa el ateísmo, es el comunismo.
3) Si el Vaticano II tiene un carácter eminentemente pastoral, ¿qué otro problema hay más pastoral que el de impedir que los fieles terminen haciéndose ateos a través del comunismo?
4) Puesto que el esquema XIII se ocupa de problemas mundiales, debe considerarse como mundial el fenómeno del comunismo que oprime a más de la mitad del mundo, un problema ya acuciante y que lo será aún más en el futuro.
5) El Concilio, que pretende promover el aggiornamento de la doctrina y de la praxis de la Iglesia, no puede menos de emitir solemnemente su juicio sobre este actualísimo problema.
6) Los fieles esperan que el Concilio hable con la mayor claridad y fuerza de este tema, a fin de que queden abolidas del seno de la Iglesia las dudas, las incertidumbres y los engaños sobre la posibilidad de un acuerdo entre comunismo y cristianismo.
7) Centenares de miles de aquellos que han sufrido y sufren persecución por parte del comunismo -católicos, ortodoxos, protestantes o fieles de cualquier religión- esperan del Concilio conforto y solidaridad. He aquí el valor ecuménico de la adición pedida.
Y negativos,
1) Si el Concilio guardara silencio sobre el comunismo, este silencio sería comparado en la mente de los fieles, como consecuencia injusta pero fatal, a una tácita abrogación de todo cuanto los últimos Sumos Pontífices han dicho y escrito contra el comunismo, y ciertamente también de las condenaciones hechas repetidas veces por el Santo Oficio.
2) Nadie puede dudar de que el comunismo interpretaría a su favor, mediante una gran labor propagandística, el silencio del Concilio, creando una deplorable confusión de ideas entre los fieles.
3) Como hoy, por ejemplo, algunos acusan injustamente a Pío XII, de venerada memoria, de silencio hacia las víctimas del nazismo, así, después del Concilio, el Colegio Episcopal podría ser acusado, con todo derecho y merecidamente, de silencio hacia las víctimas del comunismo. En conclusión no es superfluo tratar del comunismo, aunque se hayan ocupado ya de él los últimos Papas, porque el consenso solemne de todo el Concilio da mayor fuerza y eficacia a este tema, y no puede suceder que los cristianos de la Iglesia del silencio sufran más de lo que sufren hoy.
La petición, firmada por numerosos obispos, sufrió muy curiosas peripecias reglamentarias y al final, los textos aprobados no incluyeron la condena, sino que se remitieron a reprobaciones precedentes en una nota al pie. Cabe preguntarse, ¿por qué no intervino Pablo VI para remediar la omisión como lo hizo en materia de colegialidad? 
Las razones positivas y negativas de la petición son discutibles en cuanto referidas a la oportunidad pastoral de reiterar una condena ya formulada en el pasado. Pero lo que no puede hacerse honestamente es adulterar los textos conciliares en su literalidad y sentido objetivo.
Además, decir que una condena implícita es diáfana resulta una burla grosera a las más elementales reglas de interpretación de las condenas magisteriales (v.odiosa restringenda, favorabilia amplianda). Y se da de patadas con lo dicho recientemente por Benedicto XVI sobre “…la necesidad de regresar, por así decirlo, a la «letra» del Concilio, es decir a sus textos…”. 
Al ya problemático espíritu del Concilio, creador de un para-concilio que multiplica las dificultades de los textos conciliares en sí mismos, se une ahora el fantasma neoconservador, que pretende reescribir la historia silenciando datos relevantes y hacer las interpretaciones más arbitrarias, toda vez que los textos no encuadren en sus esquemas preconcebidos. 

P.S.: De la lectura del post de Arráiz pareciera que al pacto de Metz es una invención conspirativa de tradicionalistas como De Mattei y Madiran. Recordemos que la reciente publicación de la biografía de Pablo VI, escrita por Andrea Tornielli -que no es un autor tradicionalista- aporta nuevos elementos de prueba sobre el acuerdo de Metz. Más información, aquí.



23 comentarios:

Miles Dei dijo...

Monsñor Lefebvre, que fue padre conciliar y firmante de la Gaudium et Spes le contesta a Arraiz:

Este Concilio, donde estaban reunidos 2.500 obispos responsables de la Iglesia Católica ¡no fue capaz de condenar formalmente al comunismo!

Nosotros, por nuestra parte, hicimos todos los esfuerzos posibles para que se condenara al comunismo. Así logramos reunir 450 firmas para pedir esa condenación. Monseñor Sigaud y yo fuimos a ver a Monseñor Felici, el Secretario del Concilio, llevando en nuestras manos las firmas que habíamos reunido dentro del tiempo establecido de acuerdo con el Reglamento interno, a fin de que se propusiera esta condenación del comunismo a los padres conciliares. Cuando Monseñor Garrone, que era el relator del Concilio hizo referencia a este documento, dijo que tan sólo un obispo había presentado la posibilidad de que se condenase al comunismo, siendo que nosotros habíamos reunido 450 firmas. Él dijo: "Yo no he oído hablar de eso". Sabemos que Monseñor Glorieux, que era uno de los secretarios del Concilio, hizo desaparecer esta lista de firmas, de manera que nosotros no pudimos buscar otras para ser presentadas a los padres conciliares. Ante esta situación, pensamos dirigirnos a los cardenales y a los obispos de atrás de la cortina de hierro: el Cardenal Wyszynski, el Cardenal Beran y el Cardenal Slipyi que habían sido perseguidos por el comunismo, que habían estado presos. Creíamos que si conseguíamos el apoyo de estos tres cardenales, tal vez podríamos llegar a obtener cerca de mil firmas. Fuimos los dos entonces a ver al Cardenal Wyszynski, al Cardenal Beran y al Cardenal Slipyi. Habíamos preparado un proyecto con una redacción muy cuidada a cargo de Monseñor Carli, en la que se pedía a los padres conciliares la condenación del comunismo.

En primer lugar, fuimos a ver al Cardenal Beran, que en ese momento era arzobispo de Praga. El Cardenal Beran nos dijo: Estoy totalmente de acuerdo con ustedes, quiero firmar el documento, pero no solo. Si firmo solo, los comunistas van a atacar a mi familia en Checoslovaquia. Quiero firmar, pero quiero que otros obispos, otros cardenales apoyen también esta posición. porque siendo 'muchos les será mucho más difícil atacarme. Finalmente, firmó y nosotros le prometimos que si ningún otro obispo firmaba la declaración le devolveríamos su firma. Luego nos dirigimos a ver al Cardenal Slipyi que vivía en el mismo Vaticano, detrás de la sacristía de San Pedro. Al dar con 61 y presentarlo el documento, nos dijo: Estoy totalmente de acuerdo con ustedes. Si hay un error que debemos condenar es el comunismo. Ya saben cual es mi posición, pero yo soy un huésped del Vaticano y estoy seguro que allí, arriba (señalando la cúpula de San Pedro) no quieren que se condene al comunismo. Esto lo sé muy bien. Por último, fuimos a ver al Cardenal Wyszynski, y al no encontrarlo en sus habitaciones le hablé por teléfono. El Cardenal Wyszynski me dijo: Monseñor, usted sabe cuál fue mi intervención sobre este punto en el Concilio. Yo pedí en el Concilio que se redactara un documento completo para condenar al comunismo y nadie me apoyó; mi proposición fue rechazada, y yo ya no quiero Intervenir más. Entonces nos vimos obligados a devolver su firma al Cardenal Beran, arzobispo de Praga. Esta es la verdadera historia de este documento de condenación del comunismo que nunca fue aprobado por el Concilio. Este solo ejemplo muestra lo que fue el Concilio Vaticano II, un Concilio en el que estaban reunidos 2.500 padres que no se enfrentó el comunismo, el mayor enemigo de Dios, de la Iglesia, de todo principio espiritual. Un Concilio que actúa de esta manera se condena por sí solo.

Miles Dei dijo...

De lo dicho por Lefebvre se deduce que hubo al menos tres intentos de llevar esta condena a discusión en el aula conciliar y que fracasaron. La primera a iniciativa del cardenal Wysynzki, la segunda la que no pasó del "inocente" Glorieux y la tercera que no llegó a prosperar al encontrarse con la confirmación de que en la cúpula de San Pedro no se quería tal condenación y la desmoralización de los principales cardenales que podían apoyarla.

Una nota: el inocente Glorieuz no era obispo entonces sino sólo monseñor. ¿Quién era él para juzgar de la petición firmada de un grupo de padres conciliares sin comunicar a sus superiores? Eso es una intromisión ilegítima en la esencia de un concilio que es la libertad de discusión en el aula de los obispos que lo conforman.

Quizás el premio a su "inocencia" fue que en 1969 lo consagraran obispo.

Miles Dei dijo...

El inocente Glorieux luego se destacó como un ferviente materialista, en el sentido más antiguo del termino, al dedicar una obra a demostrar que la doctrina de la Iglesia católica no permite concretar si los ángeles son espíritus puros o tienen un cuerpo más sutil que el nuestro y que donde se hablaba de la espiritualidad de los ángeles en la doctrina definida no se hacía sino ir contra la dualidad de los albilgenses y no definir nada sobre esta cuestión.

Esta doctrina no es nueva, ya lo defendían los franciscanos en el siglo XIII y aparece en la Suma de Alejandro de Halés, cuyas reminiscencias recoge Dante en los ángeles tibios. Pero me he asombrado mucho al verla hoy por algún lado como soporte de la teoría de que los extraterrestres son nuestros hermanos... Serían esos ángeles corpóreos que vivirían obviamente por algún lado.

En fin, que el inocente Glorieux bien entendió los vientos materialistas que soplaban como signos de los tiempos y seguramente fue el primer conciliar en aplicar las leyes del materialismo histórico a los ángeles.

En esos años Glorieux también fue secretario de la Congregación para los laicos y además miebro de la recien reestructurada Pontificia Comisión para América Latina después del Concilio. Supongo que para combatir bien el tema del comunismo que luego explotaría en teología de la liberación ¿no?

Pero quizás el testimonio que ha olvidado Arraiz es el de Bernard Häring, a la fecha secretario coordinador de la comisión de redacción de la Gaudium et Spes:

“Cuando cerca de doscientos obispos pidieron una condenación solemne del comunismo, Monseñor Glorieux y yo, fuimos acusados (de ocultarla), a manera de chivos expiatorios. No tengo motivos para negar que hice todo lo posible para evitar esa condenación…. Yo sabía que Juan XXIII había prometido a las autoridades de Moscú que el Concilio no condenaría el comunismo para posibilitar la participación de observadores de la Iglesia Ortodoxa rusa”.

Claro que esto lo dice, cuando ya no tenía nada que perder, a 30 Giorni en 1989.

JM dijo...

Que "algo" esté incluido en otra cosa sin que esta lo exprese, no se opone a que esté incluido de una forma que se pueda deducir claramente por medio de la recta razón.

JM dijo...

El argumento se entiende perfectamente: La condena de parte del Concilio al Comunismo está allí clara y nítida, aunque no fuera explícita. Como dice el dicho: a buen entendedor, pocas palabras bastan.

JM dijo...

El Concilio Vaticano II si condenó al comunismo, a diferencia de lo que algunos sectores ya sea progresistas o tradicionalistas suelen afirmar.

Anónimo dijo...

Ludovicus dijo,

Es tan idiota decir que algo implícito está expresado claramente, que no vale la pena discutir con este tal JM, que presumo que no será otro que el apolojeta bolivariano.
Es un voluntarista enragé, torturador de la realidad para que ésta diga lo que el quiere. La trasncripción de los testimonios de Monseñor Lefebvre y de Haring creo que lo dejan desnudo en esa empresa.

Miles Dei dijo...

¿Qué condenó el materialismo dialéctico, el materialismo histórico, el milenarismo presente en la originaria "sociedad de los justos" o tan solo el ateismo...?

Y dado este ateismo ¿lo condenó en cuanto apetencia de lo material con menosprecio de Dios, tal como era el materialismo clásico y práctico del ignorante, o en el sentido de desarrollo lógico de la filosofía de la inmanencia asumida por el mismo Concilio en cuanto expresión del mundo moderno y ya atisbado en sus desarrollos teológicos como la "teología de la muerte de Dios"?

No se, la cosa está tan clara que por eso mismo lo que se llamaba en círculos clericales "la carcajada eclesiastica" (JOC, HOAC, etc) se entregó en masa al marxismo y de millares de miembros ha pasado hoy a ser prácticamente inexistente.

Tras la crisis de los 60 (1966-69), en que se puso en cuestión la especialización de los movimientos apostólicos de A.C. [Accion Católica] y aun del apostolado laical, la IV Asamblea de 1970 supuso un nuevo relanzamiento. Las especiales circunstancias políticas entorpecieron y aun represaliaron repetidas veces el movimiento H.O.A.C., llegando incluso a suprimir su semanario T.U., que contaba con más de tres mil lectores en Zaragoza (1951). Los militantes H.O.A.C. revitalizaron durante la clandestinidad algunas centrales sindicales (U.G.T. y C.N.T.) y estuvieron presentes en la creación de otras (CC.OO., U.S.O. y F.S.T.). Siendo un movimiento apostólico y eclesial, consiguió solidarizarse de manera notoria en la lucha del pueblo y en la renovación eclesial tras el Concilio. Muchos militantes socialistas, comunistas y anarquistas han enriquecido con su militancia y experiencia la H.O.A.C. y a la vez han descubierto en ella la fuerza de la fe cristiana y del Evangelio. En su preocupación por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, potenciaron la creación de cooperativas de viviendas. Así, el Patronato Hogar Cristiano construyó una barriada de casas de una o dos plantas en Torrero y otra, en Balsas de Ebro Viejo, además de un bloque de viviendas en la Avenida de Cataluña, en Zaragoza, y otro en Gallur. La cooperativa Juan XXIII levantó otro bloque en la Romareda.

Vea el resto en http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=6764

Debía estar clarísima la condena implícita que se explicitó en lo que un viejo párroco de vuelta de todo me decía en los noventa: En aquel tiempo la élite en la que nos fijabamos el clero secular había optado por el marxismo (se refería sobre todo a los grandes directores del clero secular, los jesuitas y otros miembros del clero regular) ¿Qué podía hacer un pobre cura sino seguir la corriente?

¿Usted cree de verdad que con una condena del concilio en la mente los curas, muchos de tan buenas intenciones como queramos imaginar, iban a darse a la aventura de negar todo lo que habían vivido y aprendido desde que entraron en el seminario. No.


Miles Dei dijo...

Ad Hominem:

1) Foto del año 1969 (para celebrar la condena del comunismo, supongo) http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/64/Guerrilla_Christ.jpg/220px-Guerrilla_Christ.jpg

2)Si el comunismo hubiera sido condenado por el Concilio, entonces Juan Pablo II (el coco del comunismo) porqué no lo dice claramente en algún sitio.

3) El Concilio es tan claro en sus condenas implícitas que no sólo condenó el comunismo, sino el nazismo y el sionismo y toda clase de ateismo. Es dogma de fe que el sionismo no puede ser condenado jamás porque sería antisemitismo, luego el concilio no condenó ninguna clase de ateismo.


Miles Dei dijo...

Ad hominem (definitivo para los hombres de poco seso de hoy):

Analizando literalmente, como desea el Papa, el texto de la condena implícita:

“Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.


Entiendo que lo que condenó el Concilio fue el liberalismo que manda hoy en el mundo. En concreto es una condena implícita del Partido Popular Europeo.

Anónimo dijo...

aterrizó un jm por estos lares y cree que se la va a llevar de arriba como acostumbra en infocatólica....

Anónimo dijo...

Esa condena al liberalismo esta buena.

El tema es que luego con la ostpolitik promovían el colaboracionsimo ¿o me equivoco?

Arzobispo Sigaud dijo...

"Existe una diferencia entre llevar un sombrero en el bolsillo, y llevarlo en la cabeza".

Eso fue la nota al pie sobre el comunismo, palabra que no aparece en el documento

sofronio dijo...

Parte I de II
Quien firma como JM, o un es un troll o, como decían los comunistas refiriéndose a los cristianos que colaboraban con ellos, un tonto útil.

He aquí un fragmento de una carta, testimonio de un seglar que formó parte de la J.O.C. con 16 años, y que le reprocha , 40 años después, a su antiguo párroco que fuera un tonto útil; tal vez sirva a estos neocones, que son el problema más grave de la Iglesia, caer de la soberbia:

Tú me decías de vez en cuando que tenías una reunión de arciprestazgo, como si yo entendiera algo de esta jerga. Desconocía lo que era una vicaría, un canónigo, un prepósito y un arcediano, entre otras dignidades más; de casi todo era un ignorante, pero poco a poco fui comprendiendo, pues a la sazón, cuantas más reuniones teníais, más cambios, sobre todo litúrgicos, les sucedían. Luego introdujiste los movimientos entre la feligresía y yo me hice monitor de la Juventud Obrera Católica (JOC). El discernimiento en aquél entonces no abundaba, pues al efecto yo aún no había colgado los libros y hoy me resulta difícil comprender cómo unos bachilleres conversaban en cada encuentro sobre los problemas de los aprendices y obreros, no siéndolo ellos.

¡Querido amigo! En las reuniones de nuestra organización jamás se oraba, aunque al principio se leía algo el Evangelio por aquello de darle un cierto barniz de su método: Ver. Juzgar. Actuar. Porque si había que juzgar, al menos que fuera con algo de disimulo para aparentar que nos guiábamos a la luz de la Palabra ¡Qué menos se puede pedir a un movimiento católico! En la medida que asumía más responsabilidades y el círculo de personas era mucho menor, toda referencia a la Buena Nueva brillaba por su ausencia y el nombre de Cristo jamás se pronunciaba, salvo para manipularlo y presentarlo como un revolucionario. Porque de su trina metodología tan sólo se practicaba el tercer punto, es decir, actuar por actuar; acción dirigida únicamente al cambio político, por descontado. De esa guisa me propusieron asistir a un congreso nacional en Alicante, pero rehusé la invitación porque carecía de medios económicos, aunque ofrecí otra excusa para no revelar las carencias de mi familia. Pero con tu habitual perspicacia te diste cuenta de la verdadera causa y me brindaste medios de la parroquia para sostener mi viaje a tan importante reunión ¡Qué inmenso error usar la alcancía de la Iglesia para semejante evento católico, donde abundaban disfrazados con piel de oveja los nuevos nicolaítas y sus ídolos de moda! Había allí toda una nueva hornada de curas de paisano, ejerciendo algunos de obreros. Estos si que eran unos curas bien curas, es decir, más clericales y autoritarios que muchos de los que se resistían a quitarse la sotana y a confraternizar con el mundo. De cuantos al evento acudimos, no son pocos los que se han pasado al bando contrario y hoy predican la cultura de muerte. Pero no te hago responsable, pues aunque la muerte, fruto del pecado, es más fuerte que nuestra vida mortal,- y tú ignorabas las consecuencias de tu ignorancia- tenemos la esperanza de que la resurrección sea más fuerte que ambas. Permíteme esta licencia parafraseando a W. Soloviev.

Al primer ponente nos lo presentaron como abogado laboralista y marxista. El meollo de su "explicatio" fue inculcarnos, que en cualquier circunstancia deberíamos apoyar a nuestros compañeros de trabajo frente al patrón- según la terminología de la época, el explotador más sanguinario de los hombres y pertinaz fumador de cohíbas, con traje a rayas y chistera-. Predicaba la defensa a toda costa del proletario, incluso si para conseguir dicho objetivo nos fuera preciso acudir a la práctica de la mentira. Su rancia arenga nos pedía ni más ni menos, que nos dejáramos de “pamplinas morales” y nos inspiráramos en el humo de la frase archisabida que reza: "El fin justifica los medios”. Ahí mismo recibí la primera bofetada, pues pensé: “¿No es más importante la verdad, a la que debo fidelidad?”

sofronio dijo...

Parte II
"El segundo sopapo fue el ambiente entre los congresistas, quienes supuestamente deberían haber llevado en su frente la marca del Cordero, en vez del signo de la Bestia en la mano derecha, como algún sinvergüenza me parecía que lucía. No faltaban quienes con una falta descarada de pudor y aprovechando las oportunidades del escenario frívolo, trataban de darse el "lote" o de entregarse a la fornicación, si surgía la oportunidad.

Pero la propuesta más audaz y también la más indecente, la escucharía al siguiente día. Pues era esa ponencia y no otra, el verdadero objetivo del aquel contubernio de los herederos de Vladímir llich Uliánov, más conocido como Lenin; todo lo anterior, sólo había sido un aperito para abrir el apetito y entretener a los asistentes más despistados, entre los cuales me encontraba; “tontos útiles”, se nos denominaba en la época y meditando sobre ello no cabe añadir otra cosa más, que acertaron de lleno con esa clasificación, en cuyas filas también militaba sin haber cumplido aún los diecisiete años.

Allí escuché la exhortación más increíble. El conferenciante supuestamente católico, solicitó el pronunciamiento de toda la asamblea sobre algo descabellado o al menos eso me pareció a mí. Se sometió a votación que aquel adjetivo de “católico”, cuya sentido se representaba por la letra "C", mutase su significado por el de “comprometido” y de esa forma, sin mudar el anagrama del movimiento, éste pudiese admitir a cualquier joven, creyente o no, perdiendo así la organización su identidad por arte de un cambio semántico. Método por cierto muy en boga hoy día y muy del gusto de los que asientan sus posaderas en los tronos de la tierra. Pensé que esa locura jamás se aprobaría y desde luego mi voto fue en contra. Me parecía una traición a Cristo y a su Iglesia, al ideal del fundador Joseph Cardijn e incluso a aquel casto personaje literario de “El coraje de Vivir”, cuya lectura tanto me había estimulado. Pero para mi sorpresa, la deshonesta proposición obtuvo un gran respaldo, aunque le faltaron unos pocos votos para obtener la mayoría absoluta: Por tal causa se consensuó con una enmienda presentada por otros congresistas, que asustados por la deriva del congreso, propusieron que aquella "C" significara “cristiano”, dándole al movimiento un cierto aire e inspiración eclesial, y ecuménico. Concluyo esta explicación pecando de candidez con toda seguridad, porque conociendo la tendencia a las artimañas de los progresistas, bien pudiera ser cierto que esa reacción o enmienda presentada estuviese premeditada y pactada a priori, por si fracasaba el primer embate.

sofronio dijo...

Parte III de III (resultó que no entraba en II partes)

"A partir de entonces y oficialmente, los militantes tenían carta blanca para mostrar tibieza en la Fe en Cristo Jesús; aunque ya se admitían con anterioridad, después del congreso se evacuaron los escasos obstáculos que franqueaban el acceso al movimiento de cualquier joven no católico, incluidos especialmente los ateos. No sé si me explico; no es que se acogieran para proclamarles la salvación, cosa acertada si así fuese, aunque pudiéramos divergir en la forma, sino que se les admitía como compañeros de viaje ¿Viaje adónde? “Extra ecclesiam” por supuesto, como la reciente historia ha demostrado. En los grupos semanales nadie rezaba y daba la impresión de que casi ninguno sabía pronunciar el nombre Dios ¿Cómo podíamos santificarle si nuestros labios no hablaban con su Espíritu?

Aunque aquel “compromiso de Alicante” rompió mi alma y me propuse hacer caso omiso del ominoso acuerdo, ya había bebido la ponzoña del diablo, introducido en la Iglesia para seducirme. Fue el caldo de cultivo propicio para mi primera caída y también la causa de la degeneración del movimiento ¿Me dejé arrastrar por aquella vorágine apóstata? Aunque pude nadar en su contra, acepté que me llevara la corriente. Era muy brava, pero de más envergadura era mi brazada y capaz de remontar la fuerza de sus aguas, si mi corazón hubiese permanecido fiel. Te lo recordé en nuestra última conversación cuando te comenté: “Cómo era posible que la máxima dirigente diocesana de un movimiento de la acción católica fuera atea sin disimulos y que para más mofa, condujese un “seiscientos amarillo” pagado, sino íntegramente, al menos en gran parte, por alguna partida de nuestra sede eclesiástica, conforme era “vox populi” ¡Cuánto mejor uso hubieran tenido esos fondos en el anuncio del Evangelio y en los pobres de Cristo!"

Esta fue la realidad generalizada, el taranconismo y herederos; no necesita más comentarios

Martin Ellingham dijo...

Esta es la nota de la Gaudium et spes que, a juicio de Arráiz, sería una condena "diáfana" para "buenos entendedores":

301. Cf. Pío XI, e. DR l. c., 65-106; Pío XII, Litt. Encycl. Ad Apostolorum Principis 29 iun. 1958 A.A.S. 50 (1958) 601-614; Juan XXIII, e. MM l. c., 451-453; Pablo VI, e. ES l. c., 651-653.

Por más que no aparezca la palabra "comunismo".

Saludos.

Anónimo dijo...

Ludovicus dijo,

Son tan diáfanas las notas que ni siquiera se ven Diría que son transparentes.

Anónimo dijo...

toda la cuestión es sobre si la condena fue "diáfana", implícita", "clara"????
parece que la cosa es pegarle a este tipo más que ver si el CVII condeno o no a los comunistas...

me pregunto: alguien puede leer el texto de la Gaudium sin darse cuenta inmediata e inequivocamente que el concilio está condenando al comunismo??

que Lefebvre hubiera querido una condena más dura, puede ser. parece que el mismo Arraiz hubiera querido eso, al menos por lo que dice... pero ni Lefebvre ni nadie con dos dedos de frente puede pensar que el texto se está refiriendo a otra cosa que al comunismo...

El Juglar

Miles Dei dijo...

Ad Hominem ultradefinitivo:

La primera de las citas es de la Divini Redemptoris, donde se dice entre otras cosas:

"Y por lo que toca a los errores del comunismo, ya en el año 1846 nuestro venerado predecesor Pío IX, de santa memoria, pronunció una solemne condenación contra ellos, confirmada después en el Syllabus."

Por lo que el Concilio diáfnamente cita las condenaciones del Syllabus y las hace suyas.

¿Que implica esto?

Que en primer lugar todo aquel que piense que el Concilio es un antisyllabus está fuera de la fe de la Iglesia, pues clara y diáfanemente el Syllabus está implícito en la Gaudium et Spes. Algún personaje público debe retractarse de lo que ha escrito al respecto. Cuidado con los sedevacantistas a los que Arraiz acaba de dar una prueba definitiva de la Sede Vacante.

En segundo lugar que el Concilio acaba en una contradicción al recoger luego algunas proposiciones del Syllabus. Por lo que clara y diáfanamente estamos en un gran problema, porque un texto magisterial no puede a la vez confirmar y negar el Syllabus y seguir siendo magisterio diáfano y claro.



Insider dijo...

"El Vaticano II, a diferencia de otros concilios, no se convocó para rechazar una herejía o superar una crisis profunda. Su primer propósito, según el pensamiento expresado de Juan XXIII, fue muy claro: no habría condenas, ni siquiera del marxismo o del comunismo." (Casiano Floristán).

Miles Dei dijo...

Ya fuera de argumentos "ad hominem" le he hecho un estudio serio en cuanto a lo literal a los párrafos 20 y 21 de GS. Lo tienen aquí:

http://tradiciondigital.es/2012/10/15/en-que-quedo-la-supuesta-condena-implicita-del-comunismo/

Martin Ellingham dijo...

Dice Arráiz "El comunismo es la expresión política del ateismo marxista. Condenar al segundo implica por consecuencia condenar al primero..."

Lógicamente sería correcto si hubiera una relación unívoca entre ateísmo y comunismo. Pero el ateísmo no es propio y exclusivo del comunismo. Hay una falacia de accidente.

Saludos.