viernes, 18 de noviembre de 2016

Acción y contemplación (2)



Lo dicho en la entrada anterior debe enfocarse ahora desde una perspectiva sobrenatural que es distinta –aunque no opuesta- a la natural. Así, hay coincidencias de términos y analogías entre contemplación natural y contemplación cristiana. Pero no se puede obviar lo original de la contemplación infusa. Sin hacer una comparación detallada, se puede señalar que el objeto de la contemplación cristiana no es el Dios de los filósofos, sino la Trinidad revelada por Jesucristo. En esta contemplación, la caridad está en el punto de partida del deseo de conocer, sostiene el ascetismo y se ubica en su término amoroso. De modo que es posible que uno, siendo cristiano, tenga grandes dotes para la especulación sin salir nunca del plano natural por faltarle la gracia, o que nunca logre la contemplación infusa porque no ha progresado en la vida espiritual. No hay que olvidar que:
Melior est (in vita) amor Dei, quam Dei cognitio" (I, q. 82, a. 3). Aunque la inteligencia sea superior a la voluntad a la cual dirige, en la tierra el conocimiento de Dios es inferior al amor de Dios, porque cuando en la tierra conocemos a Dios, lo atraemos en cierta manera hacia nosotros, y para representárnoslo le imponemos el límite de nuestras ideas limitadas; mientras que cuando lo amamos, nosotros somos atraídos hacia El, elevados hacia El, tal como es en Sí mismo. Y por eso el acto de amor de un santo, como el Cura de Ars, explicando el catecismo, vale más que una sabia meditación teológica inspirada por un amor menor.” (Garrigou-Lagrange).
1. Todos los católicos tienen vocación contemplativa. Esta afirmación pudiera chocar en una primera lectura, pues se tiende a pensar que vocación contemplativa es sinónimo de estado religioso de vida contemplativa, como es el de los anacoretas y cenobitas, y de hecho, en la Iglesia hay diversidad de vocaciones. Hay que disipar esta confusión.
a) Contemplación sobrenatural. Ya no se trata de una actividad contemplativa de orden natural –que podríamos denominar especulación- como la que realiza un metafísico. Se habla ahora de una operación sobrenatural, fruto de la infusión de la gracia generadora del organismo sobrenatural. Los tomistas coinciden en que no hay más que una especie de contemplación cristiana: la contemplación infusa y totalmente sobrenatural. Especificando más, agregan que procede formalmente de los dones del Espíritu Santo (es  acto de los dones de inteligencia y sabiduría), que la caridad es causa de los dones y, por medio de ellos, de la contemplación. Se la define como “visión simple, afectuosa y prolongada de Dios y de las cosas divinas, efecto de los dones del Espíritu Santo y de una gracia actual especial que se apodera de nosotros, y nos hace habernos más pasiva que activamente” (Tanquerey). Así, Dios es conocido y amado de un modo experimental, que no puede explicar el lenguaje humano. No es inducción, ni deducción, sino simple intuición, que todavía no es visión clara de Dios; una especie de contacto con Dios que hace sentir su presencia y gustar de ella.
b) Vocación universal a la contemplación sobrenatural. Este punto no es más que la conclusión de un silogismo sencillo. Todos los católicos están llamados a la santidad. La contemplación infusa es parte (eminente) de la santidad. Luego… Es sentencia común entre los tomistas, vigorosamente defendida por Garrigou-Lagrange, que todo bautizado tiene vocación (general y remota) a la contemplación infusa. Todo bautizado significa que no se trata de una vocación exclusiva de algunos (obispos, sacerdotes, religiosos, monjes, etc.), sino de todo fiel católico en gracia. También de los fieles más rústicos, los que no saben nada de filosofía, ni de teología; y no se excluye a los casados, pues a pesar de lo que alguno pudiera insinuar, Cristo no instituyó seis sacramentos y un desliz… 
2. Pero no todos los católicos tienen vocación a la vida religiosa contemplativa. Este punto lo tratamos en una entrada precedente. Si la vocación religiosa no la reciben todos los fieles, mucho menos se puede decir que todos los católicos están llamados a una vocación religiosa contemplativa (a hacerse cartujos, por ejemplo). Están llamados, sí, a la santidad y a la contemplación infusa como su punto culminante. 
3. La perfección no es un estado; pero hay estado de perfección. El denominado estado de perfección (expresión legítima, si se la entiende bien) consiste en la práctica efectiva de los consejos evangélicos. Pero la perfección no es un estado sino que consiste esencialmente en la perfecta caridad. Razón por la cual, recuerda Santo Tomás, en el estado de perfección hay muchos que tienen una caridad imperfecta, o nula, “como muchos obispos y religiosos que viven en pecado mortal... Mientras que hay muchos laicos, también casados, que poseen la perfección de la caridad”. Si la perfección fuese un estado, habría que concluir que Martín Lutero y Marcial Maciel fueron santos por pertenecer a un estado de perfección, el religioso. La clave para no caer en confusión está en distinguir entre la perfección de estado y la perfección personal; sabiendo que en no pocos casos son imperfectas personas que viven estado de perfección, y que son perfectas personas que no viven en dicho estado. 
4. Vida contemplativa, activa y mixta. Santo Tomás trata esta cuestión de las diferentes formas de vida partiendo del ejemplo de las anfitrionas de Cristo en casa de Lázaro: Marta y María (Lc 10, 38-42), símbolos tradicionales de la vida activa y contemplativa. 
“Con relación a la perfección cristiana, Santo Tomás distingue tres clases de vida: la vida contemplativa, la vida activa y la vida mixta o apostólica (II-II, q. 179 ss.). En efecto, unos se consagran principalmente a la contemplación de las cosas divinas, otros a las obras exteriores de misericordia, y los apóstoles a la enseñanza de la doctrina revelada y a la predicación que debe derivarse de la contemplación (q. 188, a. 6).” (Garrigou-Lagrange).
Se habla de vida para designar un modo de vivir, cierto carácter espiritual, resultante de la especialización por las actividades u obras. Vale decir que son las ocupaciones dominantes las que especifican el tipo de vida: contemplativa, activa y mixta. Estos tres tipos de vida se presentan tanto en el estado religioso, con la diversidad de sus formas institucionales, como en el laical, cuando los seglares, que no son llamados al primero, organizan su vida en función de ciertas ocupaciones predominantes.
La santidad cristiana consiste en la perfecta caridad por lo cual el tipo de vida a elegir se determina para cada uno por las exigencias concretas de esta virtud. La vida elegida, por más perfecta que sea en su especie, no es algo que santifique de modo automático, con independencia los dones que Dios concede a cada persona. 
En la próxima entrada lo veremos un poco mejor.


9 comentarios:

Platense dijo...

Los rústicos pueden ser contemplativos. Qué poco “elitista” es N.S.-

El poeta dijo...

Estimado: hay algunos artículos del ruso Eudokimov que dicen muy bien esto de la vocación contemplativa del laico, del monaquismo interiorizado de todo cristiano cabal. Aquí le comparto el enlace de dos brevísimos escritos:
http://theoesis.blogspot.com.ar/2012/06/el-monaquismo-interiorizado.html
http://theoesis.blogspot.com.ar/2012/05/el-sacerdocio-conyugal.html

Saludos,

El poeta.-

Anónimo dijo...

Santo Tomás considera suficiente la clasificación en vida activa y contemplativa, y rechaza la vida mixta (ex utroque compositum) enseñada por San Agustín (II-II q. 179 a.2 ad 2)

Mendocino

Anónimo dijo...

Gracias. Trato de "llegar" (no encuentro el término) a esa contemplación infusa, la anhelo, la pido. Me clavo frente al Santísimo y lo miro, rezo, lo sigo mirando. Vuelvo al otro día, y así, pero me pasa lo de Job:

"Pero si voy al oriente, no está alii,
si hacia el occidente, no le diviso,
si me vuelvo al norte, no le descubro,
si hacia el mediodia, tampoco le' veo."

Carlo dijo...

Al último anónimo: eso usted debería hablar directamente con su director espiritual, si no tiene uno busque. Hay casos y casos y con un simple comentario anónimo por internet es imposible que cualquier persona, por más adelantada espiritualmente que sea, pueda ayudarle.

Anónimo dijo...

no existe la vida activa, existe la vida de oración de la que sacan fuerzas para seguir dócilmente las inspiraciones de Dios. El santo Tomás moderno debe hablar de la vida activa, el verdadero no creo, los modernistas le hacen decir cada cosa a los santos que ay ay..

Redacción dijo...

Anónimo persistente (19:16):

Le publicamos el anterior comentario para que los lectores se hagan una idea del “tenor” de sus habituales intervenciones en nuestra bitácora, que borramos sistemáticamente.

El Santo Tomás de la Summa usa la expresión “vita activa” (cfr. II-II, qq 179 a 182, citadas en esta serie de entradas) cuarenta y siete veces (47) en las cuestiones citadas:

http://www.corpusthomisticum.org/sth3179.html

“Consequenter considerandum est de vita activa et contemplativa…”

Una vez más, lo que le hace falta es ayuda profesional, o abandonar el uso de estupefacientes, y no comentar en un blog. No espere que le publiquemos sus comentarios estúpidos. Por norma, los borraremos hasta que encuentre otro lugar para manifestar sus patologías.

Anónimo dijo...

21 de noviembre de 2016, 0:23 ite ad Joseph.

Anónimo dijo...

0:23 creo que esta lectura le puede servir
http://sanmiguelarcangel-cor-ar.blogspot.com.ar/2016/10/penas-espirituales-maravillosa-y.html