En Teología hay un ámbito «de
libre discusión entre los teólogos» (Pío XII, v. aquí).
Dentro del cual cabe una legítima libertad para las diferentes opiniones, escuelas y corrientes (v. aquí).
La recomendación que la Iglesia ha
hecho de Santo Tomás nunca ha implicado un tomismo
excluyente. En efecto, explicaba el dominico Labourdette, en su comentario
a la Humani generis, que «uno puede
ser cristiano sin ser tomista» (v. aquí).
Dentro de los cánones de la ortodoxia, es legítimo que un católico
siga las opiniones de otros doctores (San Buenaventura, San
Agustín, etc.) o escuelas (agustiniana, jesuita, franciscana, etc.), aunque
sean contrarias a las del Angélico, sin que sea legítimo ponerlo bajo sospecha
de heterodoxia. Así, por ejemplo, un cristiano puede pensar que la única razón
de la Encarnación es la Redención (con S. Tomás) o bien que la Encarnación
hubiera tenido lugar sin el pecado porque pertenece al plan divino original de
la creación (con S. Alberto Magno, Duns Escoto, S. Francisco de Sales, Suárez).
Ambas opiniones son católicas y ortodoxas.
La tradicional recomendación del
Aquinate, tampoco ha implicado un eclecticismo
igualitario, pues dentro de los diversos doctores de la Iglesia, Santo
Tomás ocupa un lugar de preferencia. Las directivas tradicionales del
Magisterio al respecto, podrían sintetizarse así: pluriformidad
(no ecléctica) de opiniones y escuelas (ortodoxas), compatible con el primado de Santo Tomás.
Un reciente documento del papa
Francisco, sin embargo, parece alterar esta pacífica doctrina católica
introduciendo confusión y discontinuidad. Así lo sugiere una entrada del p. Francisco José Delgado, en Infocatólica, que por una parte celebra que la reciente Constitución Apostólica haga mención del
Aquinate en Filosofía, pero por otra critica que el documento silencie «el papel de Santo Tomás en la
enseñanza de la teología y, particularmente, de la teología especulativa o
dogmática». Y agrega: «el recurso a la síntesis teológica tomista es, a mi
entender, el único camino para la recuperación de la única Tradición en la que
se puede ser católico».
En nuestra modesta opinión, la constitución Veritatis Gaudium de Francisco, al silenciar el papel de Santo Tomás en Teología,
parece inclinarse por un eclecticismo igualitario.
Como dice la letra de un tango (v. aquí): ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un
burro que un gran profesor!