domingo, 25 de febrero de 2018

El Cambalache de Francisco




En Teología hay un ámbito «de libre discusión entre los teólogos» (Pío XII, v. aquí). Dentro del cual cabe una legítima libertad para las diferentes opiniones, escuelas y corrientes (v. aquí).
La recomendación que la Iglesia ha hecho de Santo Tomás nunca ha implicado un tomismo excluyente. En efecto, explicaba el dominico Labourdette, en su comentario a la Humani generis, que «uno puede ser cristiano sin ser tomista» (v. aquí). Dentro de los cánones de la ortodoxia, es legítimo que un católico siga las opiniones de otros doctores (San Buenaventura, San Agustín, etc.) o escuelas (agustiniana, jesuita, franciscana, etc.), aunque sean contrarias a las del Angélico, sin que sea legítimo ponerlo bajo sospecha de heterodoxia. Así, por ejemplo, un cristiano puede pensar que la única razón de la Encarnación es la Redención (con S. Tomás) o bien que la Encarnación hubiera tenido lugar sin el pecado porque pertenece al plan divino original de la creación (con S. Alberto Magno, Duns Escoto, S. Francisco de Sales, Suárez). Ambas opiniones son católicas y ortodoxas.
La tradicional recomendación del Aquinate, tampoco ha implicado un eclecticismo igualitario, pues dentro de los diversos doctores de la Iglesia, Santo Tomás ocupa un lugar de preferencia. Las directivas tradicionales del Magisterio al respecto, podrían sintetizarse así: pluriformidad (no ecléctica) de opiniones y escuelas (ortodoxas), compatible con el primado de Santo Tomás.
Un reciente documento del papa Francisco, sin embargo, parece alterar esta pacífica doctrina católica introduciendo confusión y discontinuidad. Así lo sugiere una entrada del p. Francisco José Delgado, en Infocatólica, que por una parte celebra que la reciente Constitución Apostólica haga mención del Aquinate en Filosofía, pero por otra critica que el documento silencie «el papel de Santo Tomás en la enseñanza de la teología y, particularmente, de la teología especulativa o dogmática». Y agrega: «el recurso a la síntesis teológica tomista es, a mi entender, el único camino para la recuperación de la única Tradición en la que se puede ser católico».
En nuestra modesta opinión, la constitución Veritatis Gaudium de Francisco, al silenciar el papel de Santo Tomás en Teología, parece inclinarse por un eclecticismo igualitario. Como dice la letra de un tango (v. aquí): ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor!