Muy
interesante artículo de Sandro Magister. Dignos de destacarse son los textos de
Divo Barsotti citados en el nuevo libro de Radaelli que enfocan la cuestión que divide a
conservadores y tradicionalistas: el Vaticano II en sí mismo, en sus textos, y
no sólo la interpretación abusiva posconciliar, como causa de los problemas de la Iglesia. Un libro que cuenta con prólogo
del obispo Mario Olivieri (al parecer, un filolefebvriano muy peligroso).
ROMA, 9
de febrero de 2013 – En un nuevo libro dado a la imprenta en estos días, el
profesor Enrico Maria Radaelli – filósofo, teólogo y discípulo predilecto de
uno de los más grandes pensadores católicos tradicionalistas del siglo XX, el
suizo Romano Amerio (1905-1997) – cita tres pasajes de los diarios inéditos de
don Divo Barsotti (1914-2006).
En ellos, este
genial y estimado místico y maestro espiritual – llamado en 1971 para predicar
los ejercicios de Cuaresma al Papa y a la curia romana – expresaba duras
críticas al Concilio Vaticano II. Escribía don Barsotti:
"Estoy
perplejo en lo que concierne al Concilio: la plétora de documentos, su
longitud, a menudo su lenguaje, me dan miedo. Son documentos que dan testimonio
de una seguridad totalmente humana, más que de una firmeza simple de fe. Pero,
sobre todo, me indigna el comportamiento de los teólogos".
"El
Concilio y el ejercicio supremo del magisterio está justificado sólo por una
suprema necesidad. La sorprendente gravedad de la situación actual de la
Iglesia, ¿no podría derivar, precisamente, de la inconstancia por haber querido
provocar y tentar al Señor? ¿No se ha querido, tal vez, obligar a Dios a hablar
cuando no existía esta suprema necesidad? ¿Acaso esto es así? Para justificar
un Concilio que ha pretendido renovar todo, era necesario afirmar que todo iba
mal, lo que hacen de continuo, si no el episcopado, sí los teólogos".
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Don Divo Barsotti. |
"Nada me
parece más grave contra la santidad de Dios que la presunción de los clérigos
que, con un orgullo que sólo puede ser diabólico, creen poder manipular la
verdad y pretenden renovar la Iglesia y salvar el mundo sin renovarse a sí
mismos. En toda la historia de la Iglesia no hay nada que sea comparable con el
último Concilio, pues el episcopado católico creyó poder renovar todo
obedeciendo únicamente al proprio orgullo, sin compromiso de santidad, en una
oposición tan abierta a la ley del evangelio que nos impone creer cómo la
humanidad de Cristo ha sido instrumento de la omnipotencia del amor que salva,
en su muerte".
Lo que
impresiona de estas palabras de don Barsotti son dos elementos:
- Ante todo,
dichas críticas provienen de una persona con una profunda visión teologal y con
fama de santidad, muy obediente a la Iglesia.
- Y en segundo
lugar, las críticas no se dirigen contra las desviaciones del postconcilio,
sino contra el Concilio en sí.
Son las mismas
dos impresiones que se obtienen de la lectura del nuevo libro de Radaelli,
titulado: "Il domani - terribile o radioso? - del dogma".
*
Según Radaelli,
la crisis actual de la Iglesia no está causada por una errada aplicación del
Concilio, sino por un pecado de origen cometido por el mismo Concilio.
Dicho pecado de
origen sería el abandono del lenguaje dogmático – proprio de todos los
concilios precedentes, con la afirmación de la verdad y la condena de los
errores – y su sustitución con un lenguaje "pastoral" vago y nuevo.
Hay que decir –
y Radaelli lo hace notar – que también entre los estudiosos de orientación
progresista se reconoce en el lenguaje pastoral una novedad decisiva y
significativa del último Concilio. Es cuanto ha sostenido recientemente, por
ejemplo, el jesuita John O'Malley en su afortunado ensayo "Che cosa è
successo nel Vaticano II".
Pero, mientras
para O'Malley y los progresistas el nuevo lenguaje adoptado por el Concilio es
juzgado de manera totalmente positiva, para Radaelli, Roberto de Mattei y otros
exponentes del pensamiento tradicionalista – como antes para Romano Amerio – el
lenguaje pastoral está estigmatizado como la raíz de todos los males.
En efecto,
según ellos, el Concilio habría pretendido – abusivamente – que la obediencia
debida a la enseñanza dogmática de la Iglesia valiera también para el lenguaje
pastoral, elevando así afirmaciones y argumentaciones sin una base dogmática
real a indiscutible "superdogma", sobre las cuales en cambio sería
legítimo y obligado avanzar críticas y reservas.
Por estos dos
lenguajes contrapuestos, el dogmático y el pastoral, Radaelli ve originarse y
separarse "casi dos Iglesias".
En la primera,
la de los tradicionalistas más coherentes, él incluye también a los
lefebvrianos, plenamente "católicos por doctrina y por rito" y
"obedientes al dogma", si bien desobedientes al Papa, por lo que han
sido excomulgados durante 25 años. Es la Iglesia que, precisamente por su
fidelidad al dogma, "rechaza el Vaticano II como asamblea que rompe
totalmente con la Tradición".
A la segunda
Iglesia él le asigna todos el resto, es decir, la casi totalidad de los
obispos, sacerdotes y fieles, incluido el Papa actual. Es la Iglesia que ha
renunciado al lenguaje dogmático y "es hija en todo del Vaticano II,
proclamándolo – y esto también desde el trono más alto, pero sin traer las
pruebas – en total continuidad con la Iglesia preconciliar, si bien en el
ámbito de un cierto tipo de reforma".
¿Cómo ve
Radaelli la sanación de esta contraposición? A su juicio "no es el modelo
de Iglesia obediente al dogma la que debe volver a someterse al Papa",
sino que "es más bien el modelo obediente al Papa el que debe volver a
someterse al dogma".
En otras
palabras:
"No es
Ecône [es decir, la comunidad de los lefebvrianos - ndr] la que debe someterse
a Roma, sino que Roma debe someterse al Cielo: toda dificultad entre Ecône y Roma
se resolverá sólo tras la vuelta de la Iglesia al lenguaje dogmático que le es
propio".
Para alcanzar
esta meta, Radaelli presupone dos cosas:
- que Roma
garantice a los lefebvrianos el derecho de celebrar la misa y los sacramentos
únicamente en el rito de San Pío V;
- y que la
obediencia requerida al Vaticano II sea reconducida, en los límites de su
lenguaje "falso-pastoral" y, por tanto, pasible de críticas y
reservas
Pero antes de
alcanzarla, – añade Radaelli – deberán cumplirse también otras dos peticiones:
- la primera,
avanzada en diciembre de 2011 por el obispo de Astana en Kazajistán, Athanasius
Schneider, es la publicación por parte del Papa de una especie de nuevo
"Sillabo", que golpee con anatemas todos "los errores
hodiernos";
- la segunda, ya propuesta por el teólogo
Brunero Gherardini al supremo magisterio de la Iglesia, es una "revisión
de los documentos conciliares y magisteriales del último medio siglo", que
debería hacerse "a la luz de la Tradición".
*
Planteadas así
las cosas, hay que pensar, por tanto, que la reconciliación entre los
lefebvrianos y la Iglesia de Roma no es fácil ni está cercana, tal como
demuestra el impasse de las negociaciones entre ambas partes, que dura ya desde
hace muchos meses.
Pero también
con los tradicionalistas que han permanecido en comunión con la Iglesia – desde
Radaelli a de Mattei y Gherardini – el foso se agranda. Ya no esconden su
desilusión por el pontificado de Benedicto XVI, sobre el cual inicialmente
habían depositado algunas esperanzas. A su juicio, sólo una vuelta decidida del
magisterio del Papa y de los obispos a los pronunciamientos dogmáticos podrá
reconducir a la Iglesia por la recta vía, con la consiguiente corrección de
todos los errores propagados por el lenguaje pastoral del Concilio.
Errores que
Radaelli enumera del modo siguiente en una página de su libro, definiéndolos
"verdaderas y propias herejías":
"Eclesiología;
colegialidad; fuente única de la Revelación; ecumenismo; sincretismo; irenismo
(sobre todo hacia el protestantismo, islamismo y judaísmo); modificación de la
'doctrina de la sustitución' de la Sinagoga por la Iglesia en 'doctrina de las
dos salvaciones paralelas'; antropocentrismo; pérdida de los novísimos (y del
limbo y el infierno), de la justa teodicea (de aquí, mucho ateísmo como 'huida
de un Padre malo'), del sentido del pecado y de la gracia; desdogmatización
litúrgica; iconoclasia; subversión de la libertad religiosa; además de la
'dislocación de la divina Monotríada' con lo que la libertad destrona a la
verdad".
Radaelli
concluye su libro con un llamamiento a "deponer las armas" dirigido
tanto a los "hermanos innovadores" como a los "hermanos
tradicionistas" (como él prefiere llamarlos, en lugar de
"tradicionalistas").
Sin embargo,
después de todo, él parece identificar la deseada pacificación con una victoria
total de los lefebvrianos y de todos los que, como ellos, se consideran los
últimos y únicos defensores del dogma.
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El libro:
Enrico Maria
Radaelli, "Il domani - terribile o radioso? - del dogma", Edizione
Aurea Domus, 2013, pp. 278, euro 35,00.
El libro se
abre con una prefación del filósofo inglés Roger Scruton y con tres comentarios
de: Mario Olivero, obispo de Albenga-Imperia; el teólogo Brunero Gherardini, y
de Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro.
No se vende en
todas las librerías, por lo que deberá solicitarse directamente a la página web
del autor:
> Aurea Domus
O bien en estas
dos librerías de Milán y Roma:
> Hoepli
> Coletti