domingo, 24 de marzo de 2013

La Iglesia indefectible


La indefectibilidad de la Iglesia es una verdad de fe. Pero para precisar el contenido de esta verdad resulta de capital importancia distinguir entre lo que enseña la Iglesia y las opiniones de algunos teólogos.
Esta nota de indefectibilidad es una realidad que está como contenida entre un límite inferior, por debajo del cual la Iglesia no puede caer, y un límite superior, que no podrá sobrepasarse hasta la Parusía. Si se exagera la indefectibilidad de la Iglesia, como suelen hacer conservadores y ultramontanos, elevando demasiado el límite inferior, la confrontación con la realidad -histórica o presente- puede suscitar notables perplejidades y hasta ser peligrosa para la fe. Si se baja en exceso el límite inferior,  el resultado es una defectibilidad eclesial de cuño protestante.
La concepción teológica que hipertrofia el carácter indefectible de la Iglesia tiene un subproducto: esa apologética boba, generadora de leyendas áureas, triunfalismos selectivos, obediencias extremas, jerarcolatrías anónimas y ceguera para percibir deficiencias de las autoridades eclesiásticas. Razón por la cual es conveniente contrarrestar esta concepción con una exposición equilibrada del dogma.
Ofrecemos una breve explicación del tema que esperamos ayude a perfilar mejor los límites de una verdad que no debe enloquecerse. Los papas Honorio I y Alejandro VI debieran ilustrarnos  sobre la permisión divina respecto del Romano Pontífice como parte de la Iglesia.
Tesis IX. La Iglesia es indefectible en el cumplimiento de su misión.
Honorio I.
Esta tesis es de fe, en el sentido que vamos a precisar ahora. Con el término «indefectibilidad» apuntan los teólogos a tres certezas relativas a la Iglesia: 1) la Iglesia no perecerá; 2) la Iglesia no desfallecerá; 3) la Iglesia subsistirá hasta el final tal como Cristo la ha querido y fundado, sin experimentar cambios sustanciales que pudieran equivaler prácticamente a su desaparición.(…)La indefectibilidad de la Iglesia se reduce, en el fondo, a la fidelidad de Dios para con ella, fidelidad que explica y funda por sí sola esa indefectibilidad: como acabamos de ver, Dios le ha dado su palabra y no se retractará.
Así, pues, para dar todo su sentido a esta indefectibilidad, no debemos separarla de otro aspecto del  misterio eclesial, a saber, el de la alianza, que traduce la voluntad de Dios de no llevar a cabo su designio de salvación sin la colaboración del hombre. La indefectibilidad, por consiguiente, no hace superfluo el trabajo del hombre, sino que, al contrario, lo supone y lo estimula.«Es preciso sostener... que Cristo quiere el concurso de sus miembros... Misterio insigne sobre el que jamás se reflexionará bastante: la salvación de muchos depende de las plegarias, de las mortificaciones... y de la colaboración que los pastores y los fieles... deben aportar a nuestro divino Salvador» (Mystici corporis, en CEDP, 1. I, p. 1038-1039).Sin embargo, hay que guardarse muy bien de confundir la indefectibilidad de la Iglesia con su triunfo o con su perfección. Cristo, en efecto, ha prometido a su Iglesia que sería victoriosa, no triunfante. Incluso le predijo positivamente lo contrario (Jn. 15, 20). Nunca le prometió que iba a ser perfecta. En su indefectibilidad (o, como acostumbraban decir los padres, en su «virginidad»), la Iglesia de este mundo estará marcada hasta el final por los límites, las imperfecciones y los pecados de sus miembros. Así, pues, se evitará siempre con sumo cuidado el doble escollo al que nos hemos referido ya en la presente obra: minimizar la realidad humana en nombre de lo divino, evacuar lo divino en nombre de lo humano. Concretamente, las dificultades humanas no nos autorizan a olvidar la promesa divina, ni esta promesa nos dispensa de ver y resolver los problemas humanos.

Alejandro VI.
(…) Referida a la totalidad del misterio eclesial, la indefectibilidad no significa en modo alguno: 1) la indefectibilidad de cada iglesia particular; 2) la indefectibilidad individual de los miembros de la Iglesia, ni siquiera de los más eminentes. Así, pues, garantiza solamente la vida y la fidelidad del conjunto de la Iglesia.
Tomado de:
 Faynel, P. La Iglesia. Herder, Barcelona, 1974: pp. 41-44.

23 comentarios:

Jordi dijo...

Ni hay que desengañarse del Espíritu Santo ni hay que buscar en él unas seguridades que son mucho más supersticiosas que creyentes. Dios sólo interviene en la historia respetando nuestra libertad y contando con nuestra respuesta libre.

Vamos pues a tener una paciencia esperanzada: dejando para otros momentos nuestra necesidad de aplaudir y aclamar (porque las multitudes, ya se sabe, son idólatras por naturaleza y así se falsifica la comunidad), y dejando para otros momentos nuestras desesperanzas.

Vamos también a ver si, aprovechando estos episodios, los católicos abandonamos la papolatría (o el papa-natismo): Jesús escogió a un Pedro, intuitivo y con innegable madera de líder según parece, pero cargado de defectos que los evangelios nunca ocultaron.

Anónimo dijo...

Pero es otro contexto Jordi.

Miles Dei dijo...

El problema al comparar con Pedro a los Paps siguientes es que la sentencia común entre los teólogos es que el colegio apostólico fue confirmado en gracia tras Pentecostés. Eso no se habría dado en sus sucesores.

Platense dijo...

"La suposición de un papa cismático -dice Journet, L'Eglise du Verbe Incarné, vol. II, pág. 839/sgs.- nos revela con mayor intensidad, a la luz de un discernimiento dramático, el misterio de santidad en esta unidad de orientación que es necesaria a la Iglesia; y quizá (tal suposición) podría ayudar al historiador de la Iglesia a iluminar con un rayo divino las más sombrías épocas de los anales del papado, permitiéndole señalar cómo la iglesia ha sido traicionada por algunos de sus depositarios"

Anónimo dijo...

Estimados: estaba mirando los comentarios en Infocatólica y me encontré con la siguiente respuesta de Iraburu ante uno de los que preguntaban si los Cardenales podrían haberle pifiado en la elección. ¿Es como dice Irabutu?:
"Desde las hondas profundidades de mi ingenuidad le diré que si en un Cónclave los electores eligen a uno que es hereje, cosa que puede permitir Dios, no se produce un Pastor necio, falso, precursor del Anticristo: sencillamente la votación, aunque haya sido unánime, es nula e inválida. Hay "error in persona". No hay Papa. Hay sede vacante. Y ya la providencia de Dios verá los medios para remediar el desastre, y asegurar un Papa verdadero en la Sede de Pedro, que es la Roca indefectible, sobre la que Cristo edifica su Iglesia, aunque las fuerzas infernales atenten contra ella.

Anónimo dijo...

Para ser hereje de verdad, formaliter, hay que cumplir con muchas condiciones y además probarlo.

Irabutu tiene que repasar canónico.

`Para evitar incertidumbres y otros graves inconvenientes, los requisitos de validez del voto están reducidos al mínimo: basta que el procedimiento sea secreto y dado con consentimiento naturalmente suficiente; por lo tanto, no lo hacen nulo el error, el miedo o la simonía.`(Hervada)

Anónimo dijo...

Ludovicus dijo,

Por favor, que alguien le avise al P. iraburu que acaba de coincidir con el principal axioma sedevacantista. Se ha convertido en sedevacantista potencial, bastaria con mostrarle que Bergoglio ha promovido herejías (lo cual el identifica con ser hereje) para tener que reconocer que la elección es nula. Frente a ésto, la posición de Caponnetto es mucho más moderada.

Anónimo dijo...

Exactamente estaba notando lo que señala Ludovicus. Leyendo los últimos comentarios de infocatólica, Iraburu dice que si se elige a alguien como Papa que ha promovido herejías entonces la elección es nula e inválida. ¿Alguien duda de que Bergoglio las promovió? Ahora sí que el Padre es Iraburro.

Ludovicus dijo...

Ludovicus dijo,

El tema lo excede, claramente.

Ludovicus dijo...

Ludovicus dijo,

Aclaro, nos excede a todos. Sólo que nosotros no pontificamos.

Anónimo dijo...

Beatríz, a ver si enteras: "no significa en modo alguno... la indefectibilidad individual de los miembros de la Iglesia, ni siquiera de los más eminentes."

Beatriz dijo...

Muy bien.

¿Como explican el punto 3? ¿Que entienden por "sin experimentar cambios sustanciales que pudieran equivaler practicamente a su desaparicion"?

Saludos

Martin Ellingham dijo...

Don Nitoglia, que ha sido sedevacantista y es un tradi hardliner, responde al ultramontanismo de Iraburu (sobre la validez del Cónclave) y a los sedevacantistas (sobre la validez de los sacramentos post-conciliares) en un ejercicio de sensatez teológica.

http://chiesaepostconcilio.blogspot.com.ar/2013/03/certezza-del-papa-e-dei-sacramenti-o.html

Un cambio sustancial -pienso yo-sería que la Iglesia perdiese dos sacramentos: Orden y Eucaristía.

Saludos.

Anónimo dijo...

Don Nitoglia ¿ ha sido sedevacantista o sigue siéndolo ?
No entiendo, ¿ Don Nitoglia se reconcilió con Roma ?
Aclare Martin, por favor.

Saludos

Anónimo dijo...

Desde hace siglos la Iglesia pide en las letanías de los santos: "Que te dignes conservar en tu santa religión al Sumo Pontífice".

¿Acaso la liturgia católica considera inútil la oración de Cristo por Pedro?

No va a faltar neocon papólatra que piense que esas letanías son un invento de los filolefebvristas.

Anónimo dijo...

Por favor expliquen el artículo de Don Nitoglia.

Beatriz dijo...

¿Infocaotica ha censurado mis comentarios? envie dos comentarios el jueves santo y viernes santo y no los veo.

Le respondi a Martin que entre los "elementos esenciales" no solo son Orden y Eucaristia -lo que denota poco conocimiento sobre esta doctrina catolica-

POR VOLUNTAD DE CRISTO LA IGLESIA JERARQUICA PERMANECERA SIENDO LA MISMA EN LO ESENCIAL HASTA EL FIN DEL MUNDO (DOCTRINA CATOLICA IMPLICITAMENTE DEFINIDA)

-Por voluntad de Cristo, es decir, por derecho divino, la Iglesia Jerarquicapermanecera siendo siempre la misma EN LO ESENCIAL hasta el fin del mundo. No esta o aquella iglesia particular sino la Iglesia Universal. Permanecera siendo siempre la misma, es decir, SIN NIGUNA CORRUPCION ESENCIAL, y no con una perennidad de hecho en cuanto que permanece pero puede no permanecer, sino con perennidad de derecho, en cuanto que no ha de poder desaparecer debido a una causa que hace imposible su destruccion cual es la asistencia infalible y eficaz de Dios.

- En lo esencial: seran elementos esenciales que han sido establecidos por el mismo fundador, ya procedan de la misma naturaleza de la cosa, ya de alguna causa extrinseca; tales son, la triple potestad de regir, ensenar. y santificar y el regimen tanto monarquico como colegial.

http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/STE/iglesia/libro_1_cap_3_art_1.htm

Beatriz dijo...

Nitoglia ha comprendido que por voluntad de Cristo y en lo que afecta a los elementos esenciales, la Iglesia ha de permanecer siendo la misma, sin ninguna corrupcion esencial, hasta el final de los tiempos. Eso significa que nunca, ni antes del Vaticano Ii, ni despues, se han agotado los medios para conseguir la gracia y eso incluye el novus ordo. Si era sedevacantista, dejo de serlo.

Beatriz dijo...

Indefectibilidad de la Iglesia no solo significa perennidad, sino también que la Iglesia permanecerá siendo la misma, sin ninguna corrupción esencial, hasta el fin del mundo.

http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/STE/iglesia/libro_1_cap_3_art_1.htm

P. Joaquín Salaverri, S.J.
Profesor de Eclesiología y de Historia de los Dogmas en la Universidad Pontificia de Comillas



294. Doctrina de la Iglesia. 1) La perennidad del Primado está definida explícita y directamente en el Concilio Vaticano (D 1824s).



2) La perennidad de la Iglesia está definida explícita, pero indirectamente, en el mismo Concilio (D 1821 1824s).



3) La perennidad de la Jerarquía la definió implícitamente el Concilio Vaticano I. En efecto definió explícitamente la perennidad del Primado (D 1824s); Es así que también definió que es propio del Primado el tener subordinados a é1 y el gobernar a los Pastores u Obispos de la Iglesia universal (D 1827-1831); luego siempre habrá Pastores u Obispos subordinados al Primado. Esto mismo se enseña explícitamente en la introducción a la Constitución de la Iglesia (D 1821).



4) Que el modo jerárquico de la constitución del sujeto de los cargos ha sido establecido por orden de Dios, lo han definido Pío ViI en la Constitución "Auctorem fidei" y el Concilio Tridentino (D 960 967 1502s).



León XIII en la Encíclica "Satis cognitum" enseña la perennidad de la Iglesia y del Primado: "La Iglesia es el Cuerpo de Cristo dotado de vida sobrenatural... ahora bien al ser la Iglesia así por voluntad y constitución divina, debe permanecer así sin ninguna interrupción por siempre: si no permaneciera, ciertamente no hubiera sido fundada para siempre, lo cual va en contra de la verdad". "Pertenece a la obra de Jesucristo el librar del castigo eterno en orden a la salvación a todo lo que había perecido, esto es no a algunos pueblos o ciudades sino absolutamente a todo el linaje humano, sin ninguna distinción de lugares ni de épocas (San Juan 3,17; Hechos de los Apóstoles 4,12). Así pues la Iglesia debe derramar a lo ancho y a lo largo sobre todos los hombres y extender a todos los tiempos la salvación que brota mediante Jesucristo, y al mismo tiempo todos los beneficios que de ahí provienen. Por lo cual según la voluntad de su Fundador es necesario que sea única en toda la tierra y perpetuamente a través de todos los tiempos... Por consiguiente la Iglesia de Jesucristo es única y perpetua" (D 1955). Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (San Mateo 16,18). El sentido de esta sentencia divina es el siguiente: Sea cual sea la fuerza que empleen los enemigos visibles e invisibles y sean cuales sean los medios de que echen mano, nunca sucederá el que la Iglesia fundada sobre Pedro sucumba, ni tampoco el que falle de cualquier forma que sea. Luego Dios encomendó su Iglesia a Pedro a fin de que la conservara perpetuamente incólume como defensor invencible" (ASS 28,710ss.714.727).

sigue...

Beatriz dijo...

continuación...


295. En el Concilio Vaticano I se preparaba una definición formal y explícita acerca de la perennidad de la Iglesia, en contra de todos aquellos adversarios, que hemos reseñado siguiendo las Actas del mismo Concilio. En efecto en el esquema primero de la Constitución acerca de la Iglesia habían sido propuestos dos cánones: 7. (En contra de los Pesimistas) "Si alguno dijere que la misma Iglesia de Jesucristo puede verse envuelta en las tinieblas, o estar envenenada por los males, con los que se aparte de la verdad saludable de la fe y de las costumbres, se desvíe de su institución primera, o una vez depravada y pervertida deje por fin de existir, sea anatema". 8. (En contra de los Iluministas.) "Si alguno dijere que la Iglesia actual de Jesucristo no es la última y definitiva economía para alcanzar la salvación, sino que hay que esperar otra, mediante una nueva y más plena manifestación del Espíritu divino, sea anatema". Según las actas del Concilio consta que ninguno de los Padres propuso nada en contra de estos cánones, sino que solamente se indicaron en el estudio del esquema por parte de algunos cambios accidentales y de estilo.
296. En el esquema reformado se proponía en cuanto a este tema la misma definición. Solamente se quitaban del canon 7 las palabras "por los que se aparte de la verdad saludable de la fe y de las costumbres", puesto que en estas palabras estaba contenida la infalibilidad de la Iglesia, la cual juzgaron los Padres que debía ser definida en otro canon peculiar y con más detalle. Por tanto en este otro esquema se hablaba exclusivamente acerca de la perennidad:

"Canon 14: Si alguno dijere que la Iglesia no ha sido constituida por nuestro mismo Señor Jesucristo con ninguna ley fija y de una forma inmutable, o que la Iglesia puede pervertirse de forma que alguna vez deje de existir, o de manera que ciertamente pueda apartarse de su constitución primera, sea anatema.

Canon 15: Si alguno dijere, que esta Iglesia de Jesucristo no es la última economía de la salvación, sino que hay que esperar otra manifestación más plena del Espíritu Divino, sea anatema". En el primero de estos cánones eran condenados los Pesimistas, y en el segundo eran condenados los Iluministas"

Redacción dijo...

Beatríz

No hemos censurado sus comentarios.

Martin Ellingham dijo...

Beatríz:

Es evidente que Ud. no entendió nada. Porque:

1. Dije que Nitoglia “ha sido sedevacantista”; no dije que siga en la misma posición. Hoy es un tradicionalista de línea dura (si es que eso indica algo, aunque más no sea para describirlo sucintamente).

2 Tampoco dije que "elementos esenciales” son sólo “Orden y Eucaristia”. Que ud. interprete eso que denota incomprensión básica de textos. Dije que “Un cambio sustancial -pienso yo-sería que la Iglesia perdiese dos sacramentos: Orden y Eucaristía.” UN cambio, no el único cambio, y en alusión a la posición sedevacantista.

3. ¿Qué quiere probar con su larga copia de Salaverri? ¿Lo mismo que dice Faynel? ¿O pretende decirnos que “conservadores y ultramontanos” no exageran la indefectibilidad de la Iglesia? Porque supongo que Ud. sabrá quién fue Salaverri (célebre por su exageración de la infalibilidad en la década de 1950).

4. Nitoglia dice que el Novus Ordo es válido; luego, hay sacrificio y hay sacramento. Pero el mismo reitera la posición de Lefebvre. Incluso pone el ejemplo extremo de la misa negra…

5. A esta altura me parece llamativo que cite propuestas debatidas pero no aprobadas por el Vaticano I como si fuera el más concluyente de los argumentos, para probar ¿qué cosa?. ¿No ha leído nada sobre las tendencias en los debates conciliares? ¿No se enteró de que los ultramontanos “perdieron”? ¿No sabe que el maximalismo infalibilista, de un Manning por ejemplo, salió derrotado en las votaciones?

Parece que Ud. no se termina de enterar que una cosa es un dogma, en su formulación pura, y otra los comentarios de algunos teólogos que lo interpretan de modo extensivo.

Saludos.

Martin Ellingham dijo...

P.S.:

Dice don Nitoglia:

La “Nuova Messa” (senza volerla identificare con la “Messa Nera”, ma solo per fare un esempio comprensibile al lettore e per non venire accusato di essere a favore della nuova Messa, come qualcuno scorrettamente ha voluto farmi dire) favorisce l’errore luterano sul Sacrificio della Messa, però mantiene la sostanza della forma del Sacramento dell’Eucarestia...

Traduzco:

La "Nueva Misa" (sin querer indentificarla con la "Misa negra", pero sólo para dar un ejemplo comprensible al lector y para no ser acusado de ser partidario de la Nueva Misa, como alguno incorrectamente ha querido hacerme decir) favorece el error luterano sobre el Sacrificio de la Misa, pero mantiene la susbtancia de la forma del Sacramento de la Eucaristía...

Es la posición de Lefebvre o coincide casi en todo.