El p. Iraburu ha dicho en el n. 7 de su réplica a
Antonio Caponnetto algunas cosas que merecen una breve reflexión. Para
comenzar, señalemos que no se ha cumplido el vaticinio de Iraburu de que el
Papa Francisco “mantendrá también en cuestiones menores una continuidad
espiritual con las mejores tradiciones de la Iglesia”, y un claro ejemplo
en contrario lo tenemos con lo sucedido en la Misa del Jueves Santo. La
explicación del liturgista Adolfo Ivorra es clara y contundente, lo que nos exime de más comentarios.
Además, alude
Iraburu al axioma Prima Sedes
a nemine iudicatur que tiene
una larga historia y un sentido diferente al que le
atribuye el infocatólico. La prohibición de juzgar tiene base dogmática: el
Papa no puede ser juzgado por nadie, porque no existe ningún juez en esta
tierra que tenga potestad para hacerlo. Por lo que contra un acto
definitivo del Papa no cabe apelación a ninguna instancia superior.
Hay una clara traducción canónica del principio: el Romano Pontífice –Prima Sedes- no puede ser juzgado por ningún tribunal de la Iglesia (c. 1404), ya que todo poder judicial eclesiástico tiene como cabeza su potestad judicial. Por ello en caso de transgresión de esta norma, las actas y decisiones serían inexistentes, pro infectis habentur (c. 1406, 1). La falta de competencia de tales jueces es absoluta respecto del Papa.
Además, la Iglesia condena la apelación
a un concilio universal, porque eso equivaldría a situar al concilio por encima
del Papa. Razón por la cual el CIC (c. 1372) establece un delito que consiste
en el recurso contra un acto del Romano Pontífice sea al Concilio Ecuménico o
al Colegio de los Obispos. Y la doctrina es pacífica en admitir que el Papa
goza de un privilegio de derecho divino que lo hace inmune al juicio de los
gobernantes temporales.
Pero es evidente que no se puede hacer de esta inmunidad judicial una suerte de absoluto moral que
impida cualquier juicio respecto de los actos de un papa. En primer lugar,
porque la gracia supone la naturaleza y el acto de juzgar es connatural a la
inteligencia humana. En segundo lugar, porque no hay modo de obedecer virtuosamente
a un Papa sin un previo juicio sobre la moralidad del acto
imperado, so pena de pecar contra la virtud de la obediencia y falsificarla
mediante el servilismo. Un ejemplo: Alejandro VI, mediante una carta -publicada
por el historiador Picotti- ordenó a su concubina retornar al lecho bajo
amenaza de excomunión. ¿Debemos decir que tal mandato no debió ser juzgado por
la mujer en virtud del principio Prima Sedes? ¡Absurdo! La mujer debió analizar la orden, juzgarla como inmoral –la fornicación
y el sacrilegio son pecados graves-, considerar absolutamente nula la
excomunión amenazada y resistir el mandato pontificio. Por último, cada vez que
en Infocatólica se elogian o critican gestos
del Papa Francisco se realiza un juicio previo a la opinión positiva o negativa.
La República de Venecia tuvo dificultades con la
Santa Sede. Se reunieron los teólogos de dicha República y emitieron varias
proposiciones. De éstas, la proposición n. 10 decía: La obediencia al Papa no es
absoluta. Esta no se extiende a los actos donde sería pecado obedecerle. Estas
proposiciones fueron sometidas al examen de san Roberto Bellarmino. He aquí la
respuesta el Santo: “No hay nada que decir contra la proposición diez, pues
está contenida expresamente en la Sagrada Escritura”.
Decía Chesterton que
para entrar en la Iglesia hay que quitarse el sombrero pero no la cabeza. Ser
católico nunca puede significar una amputación de la inteligencia en su
capacidad de juzgar, ni la anulación de la conciencia moral y su reemplazo por
una "obediencia extrema".
Hay una clara traducción canónica del principio: el Romano Pontífice –Prima Sedes- no puede ser juzgado por ningún tribunal de la Iglesia (c. 1404), ya que todo poder judicial eclesiástico tiene como cabeza su potestad judicial. Por ello en caso de transgresión de esta norma, las actas y decisiones serían inexistentes, pro infectis habentur (c. 1406, 1). La falta de competencia de tales jueces es absoluta respecto del Papa.
Pero es evidente que no se puede hacer de esta inmunidad judicial una suerte de absoluto moral que impida cualquier juicio respecto de los actos de un papa. En primer lugar, porque la gracia supone la naturaleza y el acto de juzgar es connatural a la inteligencia humana. En segundo lugar, porque no hay modo de obedecer virtuosamente a un Papa sin un previo juicio sobre la moralidad del acto imperado, so pena de pecar contra la virtud de la obediencia y falsificarla mediante el servilismo. Un ejemplo: Alejandro VI, mediante una carta -publicada por el historiador Picotti- ordenó a su concubina retornar al lecho bajo amenaza de excomunión. ¿Debemos decir que tal mandato no debió ser juzgado por la mujer en virtud del principio Prima Sedes? ¡Absurdo! La mujer debió analizar la orden, juzgarla como inmoral –la fornicación y el sacrilegio son pecados graves-, considerar absolutamente nula la excomunión amenazada y resistir el mandato pontificio. Por último, cada vez que en Infocatólica se elogian o critican gestos del Papa Francisco se realiza un juicio previo a la opinión positiva o negativa.
La República de Venecia tuvo dificultades con la Santa Sede. Se reunieron los teólogos de dicha República y emitieron varias proposiciones. De éstas, la proposición n. 10 decía: La obediencia al Papa no es absoluta. Esta no se extiende a los actos donde sería pecado obedecerle. Estas proposiciones fueron sometidas al examen de san Roberto Bellarmino. He aquí la respuesta el Santo: “No hay nada que decir contra la proposición diez, pues está contenida expresamente en la Sagrada Escritura”.
24 comentarios:
Ahora tienen otra rotura de la Ordenación General del Misal Romano algo más grave a mi modo de enteder: negarse a que haya homilía en día de precepto y además Domingo de Pascua de Resurrección sin grave motivo.
La excusa que la dio por la noche en la otra Misa, pero en cada Misa que asista el pueblo en día de precepto es preceptiva la homilía. Es la dejación de su oficio de Pastor en lo más genuino del mismo: la predicación del evangelio en la liturgia.
Y sin necesidad de juicio esto es otro acto materialmente cismático por parte del Papa: negarse a enseñar a las ovejas cuando es su deber. Eso sí, basado en su suprema potestad que parece hacer y deshacer a su gusto la ley litúrgica de la Iglesia.
hacer y deshacer a su gusto...
nada diferente de lo que hacía en la arquidiócesis de Bs. As., Miguel.
Apologética errática pues han existido Papas que han sido manifestado posiciones heréticas. Honorio por ejemplo
Y todo lo que nos faltará ver¡¡¡. Los porteños ya estamos habituados...aunque nó por ello dejamos de estar preocupados y con dolor.
Miles Dei: me dicen que Benedicto XVI tampoco hizo homilía los Domingos de Resurrección de 2011 y 2012 con la excusa de que luego pronunciaría el discurso previo a la bendición "Urbi et Orbi".
Hola. Para Miles: ¿podría citar, por favor, una fuente o algún link donde se narre aquello de que ---si entendimos bien--- el papa no pronunció homilía en la misa de Resurrección? Le agradeceremos.
Perdón, quise decir Miles no Miguel.
¿Dijo Misa Benedicto XVI esos domingos? Me parece que no. Porque otra novedad es que el Papa bine sin necesidad.
Binar en argot eclesiástico es decir misa dos veces en un mismo día. Trinar, decir tres, etc. El derecho solo permite una Misa diariamente salvo que la necesidad pastoral indique otra cosa. Pero en cada Misa que se diga, a no ser que haya causa grave, se debe decir homilía. Es preceptivo y parte de la liturgia, no algo optativo.
La fuente la teneis en el mismo libreto de celebración publicado en la página de la Santa Sede que dispone un silencio reflexivo tras la lectura del Evangelio. En los videos lo podeis ver.
Y es que si no te queda claro por el mensaje anterior, Hermengildo. Es otra novedad que el Papa "bine" en el día de la Pascua.
Y en caso de que Benedicto XVI hubiera binado, estamos en la misma novedad y si no dijo homilía, es la misma cosa horrenda. De hecho fue con Benedicto con quien se empezó a adelantar la vigilia para comodidad del anciano. La papolatría lleva a eso: que si el Papa es muy anciano podemos cambiar el signo para acomodarlo al papa. Las novedades de Francisco no crecen en los árboles. Son parte de un todo posconciliar.
Y tras investigar un poco más, lo confirmo. La novedad de negarse a decir homilía en la misa del domingo de Pascua es cosa de Benedicto XVI instaurada en el 2011. Hasta el 2010 la había dicho sin problemas. ¿Es de entonces cuando se adelantó también la hora de la vigilia?
No me extraña que luego abandonara. El camino empezó a notarse ya entonces.
Miles Dei: de todos modos, ¿la obligación de la homilía los domingos no es una norma postconciliar? Creo que antes de la reforma litúrgica, no siempre se predicaba en las Misas; por el contrario, muchas veces, el sermón tenía lugar fuera de la Misa.
De la Ordenación general del Misal Romano:
"el Concilio Vaticano II advirtió también que debían ponerse en práctica algunas prescripciones del Tridentino no en todas partes acatadas, como la homilía los domingos y los días festivos"
O sea, es una de las pocas reformas buenas que tenemos la que se cargan. Se va siendo infiel en lo de la homilía desde Trento.
Segun Sandro Magister, tampoco se leyo completa la primera lectura del genesis, y se suprimio la lectura de Isaias.
Gracias, Miles. Su información nos sirvió para nuestro último post: http://elblogdelfaq.wordpress.com/2013/04/01/que-haces-francisco-ii/ Saludos.
PEDRO HISPANO: Felicito cordialmente al autor de este artículo por su claridad, concisión y solidez. Y será sin duda útil para quien no sea Iraburu que en este tema está bloqueado afectiva y efectivamente. Y como ejemplo de otro acto pontificio, que más vale no calificar pero que en manera alguna se puede aprobar por nadie que conserve un mínimo de sentido común, tenemos las peticiones de perdón de Juan Pablo II por actos promovidos por sus predecesores que eran tan Papas como él, que vivieron en un contexto histórico totalmente distinto del suyo y que no sé si en todos pero sí en muchos casos pudieron presentar un balance final de sus respectivos pontificados muy superior al que él dejò. Con nombramientos cardenalicios como el de Kasper, Sistach y, por supuesto, Bergoglio. Con el beso al Corán y la alabanza pública a Maciel...Y no sigo.
«El poder conferido por Cristo a Pedro y a sus sucesores es, en sentido absoluto, un mandato para servir. La potestad de enseñar, en la Iglesia, implica un compromiso al servicio de la obediencia a la fe.
El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración, así como frente a todo oportunismo».
BENEDICTO XVI, ‘Homilía en la Misa de toma de posesión de su Cátedra’ (Basílica de San Juan de Letrán, 7 de mayo de 2005
Miles, permítame que le haga una puntualización (secundaria, de todos modos): la cuestión de que el Papa pueda o no binar en Pascua, o de que se adelante la hora de la Vigilia, no son sino un producto de la reforma del Sábado Santo en 1951. Anteriormente, los ritos de la Vigilia se celebraban la mañana del sábado, no por la noche.
En realidad, la papolatría se dio ya entonces, cuando Pío XII se permitió destruir los ritos del Sábado Santo y substituirlos por otros que eran el antecedente directo del Novus Ordo.
Por lo demás, estoy de acuerdo con Vd.
Kyrie eleison
Ya lo he dicho en otros lados, esto del lavatorio es también obra de la reforma de Pio XII.
Antes no había problema en cuanto el lavatorio era un sacramental que no implicaba referencia eucarística alguna, sino servicio. La abadesa lavaba los pies de sus hermanas súbditas el jueves santo, el obispo el de sus sacerdotes y el prior el de sus frailes, incluso se vería bien que un padre de familia lavara los pies a sus hijos y esposa. Al unir el sacramental a la Eucaristía, Pio XII introdujo en este sacramental una reforma que lo hacía exclusivo de una imitación del cenáculo inherente al sacramento del orden. Ahora había un problema porque el sacerdote que celebrara la Misa In Coena Domini en una abadía femenina no podía lavar los pies a las monjas... Y así todo. El problema a mi modo de ver no es tanto la legislación y, con ello, la orientación dada a la liturgia, sino el que se haga de la legislación un iuspapapositivismo. Así hace el Papa, luego está bueno. No. El Papa debe hacer para que todo sea lo mejor en orden a la orientación que se busca del signo y para ello debe legislar claramente y no hacer de su capa un sayo.
Exacto. No es lícito obedecer al Papa en caso de que mande Pecado...
Pero en caso de prácticas litúrgicas... ¿Por qué no? Si la Liturgia la hace la Iglesia.
Si el Papa es el sumo liturgo cuando nos gusta lo que hace... ¿Por qué va a dejar de serlo cuando nos disgusta a nuestros gustos estéticos?
Anónimo, le contesta Ratzinger: el papa no es el dueño de la liturgia, es su custodio. Parádosis, que le dicen.
Aparte que hay algo más que el gusto estético en juego en los actos de Francisco. Se está dando lugar a la confusión del signo. Por ejemplo, cuando se lavan los pies a no cristianos. Muy legal, pero poco adecuado al signo. Mucho menos que el que hubiera mujeres.
Notable marcha atrás de Iraburu hoy, llega a admitir el término papolatría.
En lo que sigue equivocándose es en lo de la nulidad de la elección pontificia, tiene los mismos axiomas que los sedevacantistas.
El tema le queda grande.
Explíque un poco el tema, Ludovicus, pues parece que Iraburu dá como posible que un papa pueda caer en herejía, y por eso mismo dejar de ser papa. Sostiene también que un hereje, que fuera elegido papa, hace nula la elección.
Por otra parte, confiesa un conocimiento muy pobre de los escritos esjatológicos del P. Castellani.
Alberto
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