Acabo de leer el excelente libro Amos
del Mundo, del
periodista, ensayista y traductor español Juan Carlos Castillón (arriba, imagen
de la portada) que resulta bastante esclarecedor para nuestros actuales tiempos
en los que han adquirido gran popularidad las tesis de la Conspiración,
simplemente, tras la desaparición famosa del avión de Malasia Airlines a
inicios de marzo de este año, ahora se maneja en forma viral por el Internet la
idea de que el avión fue de algún modo derribado para beneficiar al banquero
inglés de ascendencia judía Simón Rotschild, a quien además, se le enjareta ser
el propietario de las Bancas Centrales de todo el mundo con excepción de 9,
mismos que curiosamente resultan ser los países contrarios a los intereses
norteamericanos: Rusia, Cuba, Venezuela, Corea del Norte, China, Irán, Siria y
algún otro; la verdad, revisando el marco jurídico y la forma en que funciona
la banca central en nuestro país, el Banco de México, no encuentro la manera en
que un banquero británico de ya muy lejanos ancestros hebreos, si es que alguna
vez los tuvo y no es descendiente de kházaros conversos en el siglo VIII, y hoy
más anglosajón que nada tras una sucesión inveterada de matrimonios con
aristócratas de dicha etnia y totalmente secularizado, y cuya familia fue dueña
de empresas que en el siglo XIX fueron muy poderosas, pero que hoy no aparece
en los primeros lugares de la lista Forbes, sea el verdadero dueño de un
organismo constitucional autónomo que es parte de nuestro inmenso sector
público ni que éste tenga deudas personales con ese señor o su familia, como si
fuera a pedírsele dinero a Don Simón el tendero de la esquina y agiotista de
afición.
Aunque no se pueda estar al
100% de acuerdo con las ideas vertidas por Castillón en su obra, --por ejemplo,
en considerar a la Masonería como algo inocuo, casi inocente, o el tener una
óptica demasiado optimista sobre la Modernidad, un gran desprecio por la
Religión o una fascinación exacerbada por EUA y sus modelos políticos y
económicos, algo por cierto muy común en cierta "Derecha" española
como la representada por José María Aznar-- tiene puntos muy interesantes y
certeros: para empezar, que muchos de los cambios que vemos al día de hoy o
muchas situaciones que vienen definiendo al mundo desde 1789 a la fecha no surgieron
de secretos conciliábulos en oscuros escondrijos, sino se originaron de
procesos históricos complejos y de situaciones sociales que orillaron a la
aplicación de determinadas doctrinas políticas o filosóficas en las que se
buscó una solución; muchas veces, el efecto o la consecuencia de ello escapó a
todo control y superó las expectativas deseadas.
Es evidente que existen lobbies o
hay personajes que pueden tener influencia, pero, como el mismo autor lo
describe, el conspiranóico le atribuye a esos grupos de presión, o a tal o cual
personaje, una infalibilidad y una permanencia de siglos, una unanimidad
increíble y una buena fortuna que evita que siquiera el simple azar trastoque
los planes ideados, más aparte, pone el dedo en uno de los puntos más débiles
de las tesis conspiranóicas: los acusados siempre son los mismos: los Judíos,
los Masones, los Iluminati, --pese a pruebas de que su fundador Adam Weisphaut
murió reconciliado con la Iglesia-- los Banqueros ingleses, los Jesuitas... y a
todos ellos, Castillón los coloca dentro del mismo saco: fueron grupos que, o
se beneficiaron de la Modernidad, como en el caso de los Judíos, que salieron
de los guetos para convertirse en financieros, científicos o activos
participantes en política, aprovechando la igualdad con independencia de credos
decretada por la Revolución y las Constituciones, o sus promotores, como en el
caso de la Compañía de Jesús, que abonó al desarrollo de la Educación y la
Ciencia que desembocó en la Revolución Industrial. Esto provoca que, por
ejemplo en América Latina, o México en específico, exista cierto prejuicio
antijudío ("antisemitismo" es una incorrección) --recordemos los
paranóicos libros de Salvador Borrego-- pese a que, en el caso de nuestro país,
sean los Libaneses, encabezados por Carlos Slim Helú la comunidad de
inmigrantes que prácticamente se han adueñado del mundo de las empresas y las
finanzas y los Judíos constituyan una minoría marginal, situada más
dentro de las clases medias y muy integrada a la cultura nacional.
En mucho, la idea de la
conspiración surge de aquellos que no fueron beneficiados por la Modernidad o
de plano, perjudicados directamente por ella y que no supieron aprovecharla, en
mis navegaciones por las redes sociales, encuentro mucho de esto en los
Argentinos, por ejemplo, quienes no encuentran una explicación para entender
porqué hacia 1900 eran la quinta economía del mundo y hoy son un país que no
puede salir del subdesarrollo y la permanente crisis económica; sobre sus
desgracias, es muy común entre ellos el culpar a una megaconspiración
Anglo-judeo-masónica, que se evidencia sobre todo en la situación de las Islas
Malvinas, y se atribuyen a Churchill citas en que se refería a la necesidad de
pararle los pies al país sudamericano antes de que se convirtiera en una
Superpotencia (!), si hay pruebas del tan comentado ego argentino que es objeto
de chistes y burlas, eso son las tesis conspiratorias que se esgrimen como
justificación para el tercermundismo rioplatense en el que los chés se describen como desgraciadas
víctimas de la envidia del mundo, lo que pasa por alto que los gobiernos
argentinos fueron muy indolentes para industrializar el país, al que creyeron
capaz de sostener dedicados a meras actividades primarias como la agricultura,
la ganadería y las minas, la enorme corrupción desatada en su clase política, y
el colmo de todo ello que fueron los gobiernos de Juan Domingo Perón, quien con
su demagogia y populismo mató el desarrollo que hasta su llegada al poder había
mantenido el país de las pampas (y quien, sin embargo, sigue siendo venerado
por la enorme mayoría de los argentinos de cualquier signo político),
para después pasar por Dictaduras Militares que pese a su retórica conservadora
y patriotera no fueron más que verdaderas pandillas delincuenciales que
saquearon al país sin cumplir con una labor constructiva como sí hicieron
Franco en España y Pinochet en Chile.
Sin embargo, todo esto refleja que
en los tiempos actuales existe una gran inconformidad con la Modernidad y sus
consecuencias: desigualdad, degradación ambiental, deshumanización, Estados
burocráticos gigantes y costosos y una infelicidad galopante. No en balde
tenemos en los terrenos literarios, además de las tesis conspiranóicas, el gran
éxito que está teniendo el género fantástico: desde Harry
Potter o Percy
Jackson a obras de
mucho mayor calidad como la saga de Eragon o sobre todo la Canción
de Fuego y Hielo de
George R.R. Martin, o el renovado interés en las obras de Tolkien o de C.S.
Lewis, o en la música popular el éxito del Rock pesado fusionado con música
medieval o sinfónica, las versiones fílmicas o televisivas de esas historias
que nos conectan directamente con visiones medievales o la nostalgia de la
Civilización Clásica como es el repunte del Péplum que se ha dado desde Gladiador hace 14 años y que hoy se
mantiene en las pantallas con 300 y
su secuela.
Entre tanto, la Ciencia Ficción,
género que surgió en el siglo XIX en medio de la Revolución Industrial de la
mano de Mary Shelley y Julio Verne, con una visión optimista del futuro y de
los avances técnicos y científicos, que llegó a su esplendor a mediados del
siglo XX con Asimov, Dick, Bradbury o Clarke, se encuentra en cierta forma en
decadencia, estancado ante la falta de nuevos y originales autores, y lo que se
escribe en el género o se ve, sea en el cine, TV o videojuegos, es pesimista:
un futuro apocalíptico, de miseria, de sometimiento o extinción de la raza
humana, el surgimiento de dictaduras feroces, desigualdades y horrores: de los Juegos
del Hambre a Elysium tenemos muestras claras de
ello; es decir, existe una gran desconfianza hacia el futuro que la tecnología
y la Ciencia, ambas hijas de la Modernidad, nos ofrecen, por el
contrario, existe un gran deseo de regresar al pasado medieval, pre-moderno, a
concepciones más humanas y espirituales o hasta al pensamiento mágico de los
tiempos antiguos.
La Modernidad está en crisis; la
gente ya está harta de ella, aunque no quiere desprenderse de sus
"beneficios": la tecnología, la comunicación, la medicina, el acceso
a los placeres, las frivolidades y los lujos, todo ello que nos ha hecho tener
un nivel de vida mucho mayor al de épocas pretéritas, pero a un costo muy
elevado como lo he dicho ya: simplemente, de pensar cuántos automóviles se
producen al año en todo el mundo, y cuántos se han producido, pensemos, desde
1900, es de preguntarse en la cantidad de recursos naturales y humanos que han
sido sobreexplotados para lograrlo y las consecuencias que ello tendrá; las
transformaciones sociales y económicas han destrozado los tejidos más delicados
de nuestra naturaleza: la familia y la identidad de las personas. Los daños
serán enormes, mucho más allá de lo ecológico. La Modernidad Liberal: el Fin de la Historia proclamado por Fukuyama hace
veinte años es una utopía, y todas las utopías terminan en tragedias; una
expresión de esa utopía la encontramos en el inquietante filme Network de 1976, en el que se anuncia
la tendencia hacia la Globalización:
Fuente:
8 comentarios:
PESRO HISPANO:pues este señor dirá lo que quiera pero caso como el de Gcia. Moreno (1821-1875) en Ecuador, Solano López (1827-1870) en Paraguay -y supongo que habrá muchos más casos- sí dan la impresión de que hubiera algún designio, plan o como quieran llamarlo para hundir cualquier intento de que levante cabeza un pais sudamericano.
El que metan a los jesuitas en las conspiraciones no tiene que ver con su modernismo sino precisamente con su tradicional contrarreformismo. Y es que de forma paralela a la escuela del Abate Barruel surge un conspiracionismo protestante mucho más paranoico que atribuye todos los males a los jesuitas y al Papa. Como casi todo el conspiracionismo actual viene de páginas de internet anglosajonas, los jesuitas están en todas las salsas.
Lo de Putin, aunque no pinta mal, es bastante dudoso. Y más viniendo de un autor que ha llegado a decir que Israel es el faro de Occidente.
Como descripción es bastante flaca, hay otras mucho mejores y más completas.
No creo eso del ciclo del eterno retorno... no hay ejemplos históricos. La historia es lineal, avanza hacia su fin, que no será el de Fukuyama. Será meta histórico.
O si quieren admito que no sea lineal, sino espiralada, pero avanzando hacia su fin. No hay retorno alguno.
Vladimir.
Perdón, lo del autor que afirmaba que Israel es el faro de Occidente iba referido a José Javier Esparza. Por error, creí que era él quien firmaba el artículo. Nada que objetar al bueno de Yorch, seguramente uno de los blogs más objetivos.
Este señor junto todo lo que se le cruzaba en la mente dentro de la mini pimer y.. salio el post, en fin, claramente lejos de mi agrado y en partes lejisimos de pensar similar.
ouroboros, really?
Pues sí, después de que una mujer ocupe el cargo de presidenta de USA, cuando el Papa haga la esperada visita a Rusia en unos años, empezará a revolverse todo en Europa pero de verdad (al estilo del Maidán) y empezarán a producirse los acontecimientos profetizados en Garabandal, el aviso, el milagro, el castigo.
Un viejo profesor mío, en las épocas de mi secundaria, cuando uno decía una o varias gansadas, lo acusaba al ganso estar haciendo un "licuado de perros y bananas". Creo que aplica para el comentario que nos ha hecho perder tiempo y espacio en el blog.
Acuario: La nueva era del mal, es un documental no católico pero bastante bien hecho, donde se puede ver doctrinas y pensamientos anti cristianos confluyendo. Recomiendo verlo. Está en youtube.
Atte. Miguel.
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