Es una familia, Morlino, ítalo-yanquis, y algunos amigos.
La película es simpática, hasta graciosa en algunos momentos, y, en otros, directamente burda.
Pero La Vendée es una tragedia, una tragedia que se vivió con alegría, la alegría de los mártires. Donde también hubo momentos "grises", pero que no empeñaron la verdadera (santa) inocencia con la que nobles rurales y campesinos pelearon contra un enemigo muy superior y completamente despiadado. Abandonados por la Jerarquía (y hasta por el mismo Papa), abandonados por su Príncipe y los emigrados, abandonados por sus aliados que, tras años de promesas, desembarcarán tarde y lejos, empeñando a los restos de chuanes en una pelea convencional y a campo abierto para la que no estaban ni remotamente preparados. Traicionados por los republicanos "moderados" y conservadores que les proponían amnistías que sólo servían para quedar a merced de los más endiablados jacobinos. Traicionados por los burgueses de las grandes ciudades que, del mismo modo en que les habrían las puertas, luego los vendían a las columnas infernales. Traicionados por la "derecha termidoriana" y por el teniente corso, que pretendió conquistarlos con un concordato diabólico para luego matarlos como chinches, como dijo Castellani. Olvidados, luego por la Restauración, en que los hijos y nietos de estos héroes vivían en la más extrema necesidad mientras los de los revolucionarios recibían pensiones. Alzados en armas junto a la Duquesa de Berry en un último intento desesperado para quedar, luego, a merced del "Rey Constitucional". Traicionados por Napoleón III y dejados a su suerte en los Zuavos Pontificios protegiendo al Papa en una relación de 1:100. Enviados al frente Franco-Prusiano sin ninguna preparación para la guerra moderna, escribiendo -sin embargo- páginas gloriosas bajo el estandarte del Sagrado Corazón. Empeñarán, los restantes, su vida y hacienda en pos de la Causa -que incluía, muy especialmente según el mandato del Conde de Chambord, la defensa de los más necesitados y, muy especialmente, las clases obreras- para ser traicionados nuevamente por un Papa y su "ralliement".
PEDRO HISPANO: Y una vez más me viene a la mente la frase que pronunció en la Basílica de San Pedro un recién canonizado: "La verdad se impone por sí misma. Le basta la fuerza de la propia verdad"
3 comentarios:
Por los apellidos de los actores, parecen ser irlandes.
De dónde son?, de qué escuela salieron?
Qué maravilla!
Tito
Es una familia, Morlino, ítalo-yanquis, y algunos amigos.
La película es simpática, hasta graciosa en algunos momentos, y, en otros, directamente burda.
Pero La Vendée es una tragedia, una tragedia que se vivió con alegría, la alegría de los mártires. Donde también hubo momentos "grises", pero que no empeñaron la verdadera (santa) inocencia con la que nobles rurales y campesinos pelearon contra un enemigo muy superior y completamente despiadado. Abandonados por la Jerarquía (y hasta por el mismo Papa), abandonados por su Príncipe y los emigrados, abandonados por sus aliados que, tras años de promesas, desembarcarán tarde y lejos, empeñando a los restos de chuanes en una pelea convencional y a campo abierto para la que no estaban ni remotamente preparados. Traicionados por los republicanos "moderados" y conservadores que les proponían amnistías que sólo servían para quedar a merced de los más endiablados jacobinos. Traicionados por los burgueses de las grandes ciudades que, del mismo modo en que les habrían las puertas, luego los vendían a las columnas infernales. Traicionados por la "derecha termidoriana" y por el teniente corso, que pretendió conquistarlos con un concordato diabólico para luego matarlos como chinches, como dijo Castellani. Olvidados, luego por la Restauración, en que los hijos y nietos de estos héroes vivían en la más extrema necesidad mientras los de los revolucionarios recibían pensiones. Alzados en armas junto a la Duquesa de Berry en un último intento desesperado para quedar, luego, a merced del "Rey Constitucional". Traicionados por Napoleón III y dejados a su suerte en los Zuavos Pontificios protegiendo al Papa en una relación de 1:100. Enviados al frente Franco-Prusiano sin ninguna preparación para la guerra moderna, escribiendo -sin embargo- páginas gloriosas bajo el estandarte del Sagrado Corazón. Empeñarán, los restantes, su vida y hacienda en pos de la Causa -que incluía, muy especialmente según el mandato del Conde de Chambord, la defensa de los más necesitados y, muy especialmente, las clases obreras- para ser traicionados nuevamente por un Papa y su "ralliement".
Es una tragedia, realmente.
PEDRO HISPANO: Y una vez más me viene a la mente la frase que pronunció en la Basílica de San Pedro un recién canonizado: "La verdad se impone por sí misma. Le basta la fuerza de la propia verdad"
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