miércoles, 17 de mayo de 2017

La moralina del boicot



Boicotear es realizar una medida de presión encaminada a impedir o entorpecer el ejercicio de una actividad, generalmente de tipo comercial, profesional o social. El boicot muchas veces se lleva a cabo mediante la abstención del consumo de un determinado bien o servicio, en la convicción de que con este modo de actuar se perjudica al vendedor o prestador boicoteado, causándole pérdidas patrimoniales y un desprestigio que no ha previsto.
"Una de las victorias más significativas que se han logrado mediante un boicot fue precipitar la abolición del apartheid en Sudáfrica, con el apoyo de las «desinversiones» desde la década de 1980. Se iniciaron boicots en todo el mundo contra ShellKellogg (compañía) y Coca Cola entre otras, para protestar contra las políticas racistas del gobierno sudafricano. Las compañías objeto del boicot promovieron decisiones de los accionistas exigiendo no operar en el país, acelerando la abolición del régimen segregacionista en 1994.
Un boicot tiene hoy muchas más posibilidades de éxito gracias a Internet, a través de sitios web, grupos de noticias o listas de correo. El efecto «bola de nieve» en Internet es muy rápido comparado con otros" (fuente).
Es frecuente que los católicos, individualmente o asociados con otros (ejemplos aquí), recurran a la práctica del boicot con diversidad de resultados. En principio, nada se opone a dejar de consumir determinado bien o servicio por un motivo de caridad. Podría ser ocasión de practicar la mortificación cristiana.
Hasta aquí, nada que objetar. Pero en el contexto de este apostolado del boicot pueden darse algunos errores que conviene apuntar. Los más serios podrían agruparse bajo un rótulo: moralina. ¿Qué es la moralina? Para el DRAE es una moralidad inoportuna, superficial o falsa. Por una formación superficial en los principios de la moral católica, podemos hacer juicios sobre conductas ajenas que –objetivamente- no merecen reproche. Vemos pecados objetivos (aunque supongamos un obrar subjetivamente inculpable) en acciones de los demás que, en rigor, no son tales a la luz de la doctrina católica. Esta moralina desconoce que el pecado material es un verdadero mal, un ultraje a Dios, un desorden introducido por la criatura (cfr. Vacant, DTC). Y por más que presumamos “buena fe” en el otro, al imputarle un pecado material que no existe en el orden objetivo, lesionamos su honor y cometemos una calumnia. Otra forma de moralina es tener juicios errados sobre la moralidad de los propios actos, es decir una conciencia deformada, en sentido rigorista o laxo. En la nota al pie damos algunos ejemplos un tanto exagerados con finalidad didáctica (1).
Hay dos modos de evitar esta moralina. El más simple, y accesible a todos, es abstenerse de emitir juicios morales sobre la conducta ajena. El segundo, es formarse rectamente para adquirir ciencia moral. Dado que las conductas en materia de boicots son alteritarias, pues se refieren a lo que se hace u omite en seno de la vida en sociedad, resulta indispensable tener recta doctrina sobre los actos humanos, la cooperación y el denominado principio de doble efecto. 





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(1) Ejemplos de moralina del boicot:
- La plataforma háztelo mirar lanza una campaña para boicotear a los laboratorios Bayer por la venta de fármacos anticonceptivos y abortivos. Los promotores de la campaña dicen que es pecado (objetivo, de omisión) no adherir a esta.
- El director de un hospital realiza una compra millonaria de analgésicos fabricados por Bayer, pues considera que son los de mejor calidad. Al hacerlo, se afirma, favorece económicamente a una empresa que vende productos abortivos. Por tanto, es cómplice de los abortos y los pecados de contracepción que se cometerán con los productos Bayer.
- Un médico receta un medicamento de Bayer para curar un problema serio en el aparato reproductor su paciente, mujer, que tiene efecto secundario anticonceptivo. Así  coopera económicamente con el mal que realiza la empresa y además es cómplice del pecado contraceptivo de su paciente.


2 comentarios:

Favila dijo...

No veo yo a los católicos haciendo muchos boicots. Los que yo conozco consumen sin tasa bienes producidos por empresas manifiestamente inmorales (hablo de cosas bastante más serias que la venta de anticonceptivos), y cuando les planteas que tal vez deberían mirar a quién dan su dinero, te contemplan con extrañeza. Antes se hunde el mundo que dejar de consumir nuestro producto favorito. Ya no hablemos de poner cuidado en donde invertimos el dinero. ¡Ésas son cosas de rojos! Pues tal vez deberíamos aprender de los rojos en algunos aspectos. Sin caer en moralinas, claro.

Anónimo dijo...

¿los hospitales no compran genéricos?