"Hace unos días leía en El Mundo, mi diario de referencia, una crónica en la que se informaba detalladamente de la supuesta censura de una película española sobre la guerra civil. ¡Otra, sí, otra! Y ¿cuál es, parece ser, el motivo? Pues no es otro que el hecho de que no ponen a caer de un burro a los del bando nacional. No se crean que es porque ensalza a los “nacionales”, no, es simplemente porque no los pone a parir, y de alguna manera no ejerce el repetitivo maniqueísmo al que nos tiene acostumbrada la cinematografía guerra civilista, en la que los republicanos son los buenos y los nacionales los malos.
Los perdedores de la guerra y sus jóvenes y no tan jóvenes ideólogos, y que conste que soy nieto de republicanos por ambas partes, sienten la obligación moral de aleccionarnos, eso sí, siempre mediante subvenciones públicas y películas tostón, sobre las bondades del rojerío español y las maldades del franquismo. Uno va llegando, con la edad y las lecturas, a la conclusión de que si Franco no era lo mejor que le podía pasar a España, el despiporre atolondrado de los republicanos hubiera convertido este país, de haber ganado ellos, en algo absolutamente ingobernable. O sea, que en aquella época, y solo en aquella –soy un demócrata convencido–, es probable que Franco fuera un mal menor. Y la prueba la tenemos en nuestros tiempos, donde los socialistas y la progresía subvencionada están llevando al traste a toda la nación. A los hechos me remito."
5 comentarios:
Como católico tradicional, nieto de republicanos por los cuatro costados, lo más difícil es soportar la actitud rastreramente interesada de los católicos neocon(ciliaristas) hijos del franquismo sociológico.
Esos que aparentemente aceptan sin problemas de conciencia tanto la Educación para la Ciudadanía como la Educación Sexual en las aulas. Esos a los que sólo parece molestar la última ley del aborto, pero no la anterior.
Esos mismos que se han gastado treinta millones de dólares en rodar una película que nos muestra a los nietos lo estupendamente idealistas que eran nuestros abuelos y sus compadres de morcilla, chorizo, tocino, tintorro, carajillo y purito cada Viernes Santo en el Casino del pueblo.
Como si no los hubiéramos conocido, convivido y tenido que soportar. Que los quisiéramos a pesar de como eran no quiere decir que admitiéramos sus estupideces sectarias.
Que eran igual de estúpidas y sectarias que las de quienes, so capa de catolicísima apariencia, pretenden ahora hacernos comulgar con unas ruedas de molino históricas que, de haberlas oído nuestros abuelos, en el mejor de los casos, les habrían encorrido a gorrazos.
A mí me dijeron que iba a ver dragones. Pero, por desgracia, sólo vi monigotes cuyo torpe patetismo, lejos de moverme a la risa, me entristeció.
Mucho me temo que con pollos tan magros, mal caldo tenemos.
Vds. sepan disculpar mi pobre desahogo. Pero si alguien se pica, es porque ajos come.
El franquismo sociológico ha sido perfectamente narrado en las magníficas novelas de Vizcaino Casas. En ellas ya estaban todos estos personajillos presentes.
Y la palabra que mejor define a estos señores de hoy es la de "emboscados", con el esperpento de ser un emboscado a setenta años del fin de la guerra y a más de cuarenta años de la amnistía general es muestra de una patética condición.
Pero en fin, es ley de vida que las guerras se llevan a los mejores y más entregados elementos de la sociedad que las sufre y en cambio sobreviven los más mezquinos y miserables que serán prestos a esconder el ejemplo de aquellos que ya no están.
Sois unos esperpentos fachas que tenéis nostalgias de la dictadura. La democracia es el único sistema cristiano.
Anónimo dijo...
Sois unos esperpentos fachas que tenéis nostalgias de la dictadura. La democracia es el único sistema cristiano.
25 de octubre de 2011 20:26
Supongo que se refiere a la que condenó a Cristo y liberó a Barrbás, ¿no?
Bueno Coronel, sucede que algunos no se acaban de enterar que una cosa es la Iglesia y otra cosa es el cristanismo...
Martinsky
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