“Yo no sé que va a pasar con el resto de la aristocracia que nos queda. Es decir, yo no sé que va a ocurrir con el predominio de las facultades superiores sobre las inferiores que es lo que configura al aristócrata, donde irá a refugiarse lo que queda de esta aristocracia; porque la aristocracia es como un don de Dios, que siempre habrá de surgir; lo que no sé es dónde irá a refugiarse.
Los grupos de aristócratas están hostigados por lo que llaman la rebelión de las masas, es decir, por esa especie de epidemia de plebeyismo, esta contaminación y propagación que lo va invadiendo todo sin que se la pueda parar y que tiene a su orden los instrumentos de decisión y destrucción más grandes que haya tenido la historia del mundo, proporcionados por la técnica moderna, entregada al servicio del plebeyismo, de lo bastardo, de lo común, de lo ordinario, y de lo feo. Es como la vulgar caída en manos de una civilización comercial y logrera. El comerciante o mercader no es noble, sino por casualidad, pero de suyo no es noble. Siempre se han distinguido, los nobles de los mercaderes. El fin del mercader es ganar dinero y este fin -el "lucro intangible"-, es poco noble, porque d lucro no tiene límites. Todas las cosas naturales tienen límites y son perfectas o tienden a la perfección cuando se conforman a su propia naturaleza; y el lucro por sí solo no se limita, y si no lo limitan desde afuera o desde arriba tiende a crecer enormemente, como un abrojal. Por eso siempre el mercader ha estado sometido a una clase superior que, porque los tenía, le imponía sus propios límites. El guerrero, por ejemplo, tenía una moral condicionada a su estado y se podía en consecuencia imponer estos límites. Pero ahora ocurre que el mercader es el que está blandiendo la espada del guerrero; está por encima de todo. El dinero lo dirime todo y el mercader por oficio está destinado al dinero. El mercader lo único que hace es cambiar las cosas, no crea nada. No se trata de que sea o no útil o inútil; humanamente es necesario. Los aristócratas de nacimiento, o los que se han hecho aristócratas por sus virtudes o por sus sabidurías en este mar de plebeyismo que se ha desencadenado en el mundo actual, suponen una vida de sacrificio, una vida heroica, una vida de triunfo sobre las propias pasiones; por eso en la Edad Media era tan considerado un sabio como un guerrero.” (Leonardo Castellani)
19 comentarios:
Perdonen el off-topic, pero ¿han observado la casi nula cobertura que Infocatólica está dando al simposio sobre abusos? Es horroroso.
Lúcido y profético como de costumbre.
Saludos.
Una breve pero esencial introducción a la más genuina y noble Doctrina social de la Iglesia. Hermosísimo texto!!!
Me ha recordado el texto el comentario de un periodista sobre José Antonio:
– ¡No, no! ¡Yo no temo nada! –me interrumpe sonriendo.
Y esa sonrisa ha sido suficiente para que lo esencial del temperamento de mi visitante se me revele de un modo instantáneo e inteligible. La juventud asociada a la simpatía, a la inteligencia, a la nobleza y al valor: he ahí los signos evidentes de ese muchacho bien portado, bello de rostro y de figura, que lleva sobre su persona la grave responsabilidad de un hombre apasionadamente discutido y el no menos grave compromiso de continuar la obra nacional que su padre dejó interrumpida.
Este "yo no temo nada", que Primo de Rivera pronuncia con toda naturalidad, le va muy bien a un joven que es hijo de guerrero y aristócrata y ha tomado la vida en un sentido combatiente y heroico. Pero en sus palabras no se disimula el menor acento de fanfarronería muchachil. Estoy por asegurar que Primo de Rivera es la negación de la jactancia y el empaque.
¿De qué libro/artículo es este texto de Castellani? Es fantástico y, precisamente, andaba pensando en eso yo recientemente.
Acertadas palabras de Castellani. Hace unos días el arzobispo de Granada pronunciaba una polémica homilía en la que acusaba a los españoles de tener "mentalidad de subsidiados", en contraste con la rica iniciativa empresarial que observaba en los estadounidenses:
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/02/06/andalucia/1328545888.html?cid=GNEW970103
En los digitales religiosos del sector conservador han acogido calurosamente estas palabras como lo que, efectivamente, parecen: una exaltación de la figura del mercader. Pienso que éste un rasgo típico en el neocón eclesial y político.
El problema no reside en el mercader en sí. Siempre hubo comerciantes y personas que vendían sus productos. Las ferias medievales son un buen ejemplo de ello.
El problema reside cuando aparecen unas personas decididas a hacer del trabajo de los demás una mercadería.
¿Como hacen eso?
Lo hacen convirtiendo en mercadería el instrumento de medida de la economía y por ello medida del trabajo humano y su aporte a la sociedad: el dinero.
Lo que ahí Castellani llama lucro es ni más ni menos que lo que el NT llama la avaricia del dinero.
Cuando existía la institución de la esclavitud, esta mercadería del dinero quedaba disimulada porque existía realmente una posesión sobre el trabajo de los demás. Durante la Edad Media, el sistema feudal (fundado sobre el trabajo y la posesión de tierra que trabajar) junto a la prohibición cristiana de la usura la mantuvieron a raya. Con el aparecer de la burguesía (gentes sin tierra, pero muy trabajadores en el arte del comercio) y la reforma, que acabórechazando la doctrina de la usura y dando auge a la banca la avaricia del dinero como sistema se impuso en el mundo lentamente hasta lo que tenemos hoy.
La escuela austriaca ha estudiado muy bien el desarrollo perverso de la banca desde en los siglos XV a XVII. Un desarrollo fundado sobre la reserva fraccionaria, en lugar de sobre el depósito real o reserva real de dinero. Pero aún así admiten los principios de conversión del trabajo en una mercadería mediante el control del crédito.
La Iglesia, durmiendo desde el siglo XIX en estas cuestiones y haciendo la vista gorda pastoralmente hablando.
Y el mundo al borde de un gran desastre, necesario para reimpulsar el motor viciado del sistema.
La casta guerrera sirve al poder político que a su vez sirve al poder financiero (auténtica nobleza basada sobre la avaricia del dinero). El sabio, o el clérigo de antaño, sólo es tolerado en cuanto sirve a dicha nobleza y a sus fines.
Es el fin de la sociedad católica. El concilio y sus males no venía a ser sino el devenir propio de una Iglesia zancadilleada y extraña a la misma cultura en el que vive y que ella misma alumbró. El fin de los Estados Pontificios trajo otra corrupción mayor que la de un Papa metido a noble y a guerrero: el de las finanzas Vaticanas y el codeo de la Santa Sede con la nueva nobleza basada sobre la avaricia del dinero.
Paradçojicamente, la herética teología de la liberación fue el último coletazo de una Iglesia que no se resignaba a morir ahogada entre las ideologías de la modernidad y su conversión práctica de la voluntad de poder en avaricia del dinero.
Pero el marxismo o el socialismo no eran sino la misma modernidad en otra clave. El resultado no podía sino ser destructivo para la Iglesia.
Tan destructivo como la teología liberal o neocona que vemos hoy. Una teología neocalvinista, donde el que más gana y tiene es una persona buena y el que menos beneficios obtiene es un dejado de Dios. El pobre a lo más es objeto de caridad, entendida como esa farsa de la caridad cristiana que sólo hace contentar conciencias.
El síntoma de todo es el abandono de la doctrina de la usura de forma muy disimulada y la falta de reflexión real sobre los fundamentos económicos del mundo moderno. Pero el origen y causa está de nuevo en la aceptación de los principios de la modernidad. Para el neocón hemos visto en el plano teórico la conversión de la voluntad de poder en fundamentalismo magisterial como medio de control. En el plano práctico, siguen al mundo en el control financiero y la conversión de dicha voluntad de poder en avaricia del dinero.
Ya nadie piensa y da gratis. Todos quieren beneficios. Incluso se considera la cura de almas un beneficio que necesariamente ha de rendir frutos materiales.
Ahora vamos a un paso desconocido de la historia de la nobleza europea.
Primero hay que tener claro donde está el origen moderno de la unión europea:
http://www.paneuropa.org/~es/fundador.html
Sólo decir que, entre otros muchos famosos presidentes de posguerra, un desconocido coronel De Gaulle ya se carteaba con Kalergi antes de la segunda guerra mundial. ¿Coincidencia?
Ahora hay que leer la obra que no se suele difundir de Kalergi: "Idealismo Práctico". Allí podemos leer cosas como la que nos cuenta esta página de clara tendencia antisemita, pero que ilumina mucho la historia europea.
http://balder.org/judea/Richard-Coudenhove-Kalergi-Practica-Del-Idealismo-Viena-1925-Espanol.php
Destaco que la clave es la transición de la aristocracia guerrera de la Europa cristiana a la aristocracia socialista de la Europa del futuro (esta visión es la que se ha cultivado sin duda en las mentes hegelianas cristianas que dieron lugar a la opción por el socialismo dentro de la Iglesia).
Frases como esta son antesala del Concilio Vaticano II y del optimismo reinante en sus declaraciones e inclus la clave de las novedades:
No sólo la Judería se acercará a lo dictado por los ideales aristocráticos de Occidente - también los ideales aristocráticos Occidentales se transformarán con lo que acabarán encontrándose entrambos a medio camino.
En la más pacífica Europa del futuro, la aristocracia renunciará a su carácter guerrero y lo cambiará por otro de cariz tanto espiritual como sacerdotal.
Un Occidente pacificado y socializado no necesitará más de gobernantes ni patronos, - sólo guías, educadores, ejemplos.
Y ya que hemos citado a la escuela austriaca:
"El erudito financiero Ludwig von Mises (patrocinado por una subvención de la Fundación Rockefeller) participó también en el Movimiento Pan-Europeo de Coudenhove-Kalergi. Más tarde los discípulos de von Mises Arthur Burns y Milton Friedman difundieron las ideas de von Mises a través de una trama secreta de "think tanks" de cariz conservador, dirigidos por la Mont Pelerin Society"
Como siempre el lerdo se quedará en el antisemitismo y no habrá entendido nada de nada.
El noble sin nada superior a lo que ordenarse sólo puede ordenarse al vacío de la criatura camuflado en lo social y filantrópico (aversio a Deo et conversio ad creaturas era la definición clásica de pecado). Ese vacío acaba llenándose necesariamente con voluntad. Voluntad de poder y, en la práctica, con poder económico sobre la sociedad y el resto de los hombres. La nobleza financiera es la auténtica élite moderna que no aboca más que al vacío de sí misma.
Es el reinado egoista del anticristo opuesto al reinado social de Nuestro Señor que parodia aquel angel malvado que arrastró con su ejemplo a muchos más.
"666" aparece solo dos veces en la Biblia y era algo tan evidente que nadie lo ha percibido. Podemos ignorar el 666 de Esdras 2,13 por aparecer como 667 en Nehemias 7,18
I) Una es en el Apocalipsis de San Juan en 13,18 el número de la bestia que hay que contar pues es número de un hombre. Aparce en un contexto de mercadería, como algo significativo del reino del anticristo, según los versículos que le anteceden.
II) La segunda vez que aparece (y lo hace por partida doble en 1 Re 10,14 y 2 Cr 9,13) es el número o cantidad de un hombre y también en un contexto mercantil:
El peso de oro que cada año llegaba a Salomón era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro
Es la mercadería del dinero un signo claro del reino del anticristo que llega sobre los hombres. Es más. Es la misma marca de la bestia y sin la cual nadie puede comprar ni vender sometiéndose a la misma razón de ser del sistema (quien no tiene cuenta y tarjeta de crédito o débito para poder subsistir). Sólo un ciego no puede verlo tal como están las cosas hoy en día. Y los Santos Padres, que no se si alguno habrá notado esta coincidencia numérica, no podían darse cuenta pues jamás imaginaron un mundo donde la Iglesia levantaría la mano sobre el tema de la usura o cedería a un sistema bancario global que haría de la misma su razón de ser.
Se me olvidaba, aunque supongo que es evidente, que el declive espiritual de Salomón y su reino acontece precisamente por su esplendor mercantil. La corrupción entró en Israel de la mano de la avaricia del dinero y con ella muchos males hasta acabar en la idolatría.
Salomón es además el tipo del último rey cristiano que sucumbe al mal del mundo y pierde el reino que se divide y queda a merced de las fuerzas enemigas.
Tremenda lección y aviso recogido en la Revelación que estamos viviendo sin inmutarnos pasito a pasito hasta que Cristo vuelva.
Coincido Miles con sus comentarios, aunque quitando la parte paranoico-conspirativa.
Lo de la cifra de la Bestia que Ud. dice ya fue notado por algunos de los Padres, retomado por Newman y citado por Ratzinger, aunque más por el lado de un "reino de la cantidad" que por un "reino del dinero" (que, creo, quedaría incluido en el primero). De hecho, la revolución de las Finanzas que se ha dado en este último cuarto de siglo, se produce como resultado de que la Economía Financiera deja de trabajar con variables económicas para concentrarse en "jugar" con números puros, lo que, combinado con la explosión de la computación que permite cálculos exponencialmente más complejos, abre "un mundo" de posibilidades: análogamente a lo que se hacía con la reserva fraccionaria, de un activo subyacente "x", se multiplican ad-infinitum activos "virtuales" con valor económico dado por la mera especulación -el apalancamiento llevado al paroxismo.
La usura se devalúa a la luz de la enseñanza de la Iglesia a partir de que el "débitum" pierde fuerza en su práctica teológica durante la Contrarreforma -con el fin de afirmarse en la doctrina de las indulgencias (contra los protestantes), la reparación pública y esforzada de los pecados graves (sobre la base de la cual se construyó la Cristiandad), deja lugar a alguna práctica devocional privada indulgenciada... De ahí al cataclismo, el camino es bastante directo, aunque se haya tomado siglos.
Pues sí Miles el enlace que proporcionas es seguramente uno de los que leía Breivik para confeccionar su manifiesto. Hay que tener cuidado con estas cosas, y esta aproximación al tema desde la aristocracia de sangre (judía en el articulo que enlazas) Me quedo más con el concepto de aristocracia de la mente de que habla Castellani.
No hay parte paraonoico conspirativa. Lo paranoico conspirativo es pensar que la unión europea creció por generación espontánea. No. Se planificó y gestó desde las élites que tras la primera guerra mundial vieron una ocasión para reconducir los dictados de occidente. Entre esas élites está, y está reconocido a día de hoy, la figura de Kalergi, familia de diplomáticos de alto nivel. Todo en esas páginas son citas de su obra y con el cual estuvieron vinculados de un modo u otro todos los que luego serían líderes posguerra mundial en Europa. Eso significa amplias relaciones vía logias u otras sociedades similares para realizar los cambios sociales necesarios. Lo que pasó luego es que la contra sajona (USA y GB), siempre recelosas de un poder netamente centroeuropeo usó magistrlamente de la internacional rosa (no la roja marxista, sino la rosa socialista, entre las cuales se encuentra nuestro PSOE) para tener siempre en jaque a Europa hasta la caída del muro donde ya Fukuyama pudo exponer su tesis del fin de la historia y dejar campo libre al fin de toda ideología en aras del neoliberalismo económico más puro y duro.
Y Coronel, la economía juega con números puros ya desde la reserva fraccionaria aparecida a fines de la Edad Media en la práctica bancaria. No es otra cosa sino un juego de probabilidades sobre el monto de reserva. Lo que hace la diferencia hoy día es que hay un control de la impresión de la moneda que no existía en esos tiempos por pertenecer a los Estados y , obviamente, el haber abandonado el patrón oro en las transacciones tras adoptar el experimento satisfactorio de la economía nazi como solución a la pérdida colonial. De hecho no hay crisis colonial, sino reconversión de las colonias (antes fuentes de oro) para pasar a ser fuentes de crédito. En esto me da igual que se hable de oro o no. El caso es lo mismo y empeorado por la globalización de todos los mercados.
Lo que se sigue manteniendo es el crédito cautivo. Es la base de todo el sistema. En eso consiste la usura moderna. En dar a quien es capaz de pagar x por ciento más de lo que se le de de un modo u otro y así estar siempre en deuda de un modo u otro con el que le prestó.
Y no es el reino del dinero. Esto es importante.
Es el reino de la mercadería del dinero.
El dinero es una herramienta útil y que encuentra su justo valor en servir de medida al trabajo del hombre, que es el cometido pricipal del ser humano en la tierra para finalizarla. El "ut operaretur" del Génesis (2,15) que va parejo al "custodiret" (lugar donde encuentra su sitio la auténtica ecología cristiana)
Cuando el dinero pasa de ser herramienta a objeto de mercadería y por tanto de especulación, lo que se hace es subvertir el fin y cometido principal del hombre en la creación. Es un dominio diabólico. Por eso la alegre visión de la cantidad o materialismo es incapaz de percibir esta realidad de la maldad del mundo del mercader que no es la mercadería en sí misma, sino el lucro.
Vamos al NT y lo vemos claramente mencionado: La raiz de todos los males (no dice de parte o de algunos, sino de todos) es la CUPIDITAS. (1 Ti 6, 10) que traducimos como codicia o avaricia.
Y la palabra griega anotada es φιλαργυρια y que el intelecto de San Jerónimo y antes otros cristianos latinos, que no contemplan el mundo de las finanzas que tenemos hoy, traduce por un equivalente abstracto como cupiditas (codicia, avaricia) que es deseo desordenado. Pero el texto griego es claro: deseo desordenado de dinero.
El deseo de riquezas. El lucro entendido como dinero que llama a más dinero. Es el summum de la avaricia material en un ser compuesto de alma y cuerpo y la base de su pérdida espiritual. El summum y no una parte. Por eso Cristo es tajante. No podeis servir a las riquezas y a Dios. Y la bienaventuranza llega hasta afirmar la bienaventuranza del pobre material (San Lucas) aparte del pobre de espíritu.
Y el genio de Santo Tomás, al que tontamente se le desprecia en su lectura de la Biblia, es clarísimo cuando toma el tema en la I-II q.84 art.1 recogiendo el sentido literal del texto inspirado:
Mas, aunque estas cosas sean verdad, sin embargo, no parecen corresponder a la intención del Apóstol, quien dijo que la codicia es la raíz de todos los pecados. Pues, evidentemente, allí habla contra aquellos que, queriendo hacerse ricos, caen en tentaciones y en el lazo del diablo, porque la raíz de todos los males es la codicia. Por donde es evidente que habla de la codicia en cuanto que es apetito desordenado de las riquezas. Y en este sentido hay que decir que la codicia, en cuanto que es un pecado especial, se llama raíz de todos los pecados a semejanza de la raíz del árbol, que suministra su alimento a todo el árbol. Pues vemos que por las riquezas el hombre adquiere la facultad de cometer cualquier pecado y de cumplir el deseo de cualquier pecado: porque el dinero le puede ayudar a obtener cualquier bien temporal, según dice Ecl 10,19: Todo obedece al dinero. Y en este sentido es claro que la codicia de las riquezas es la raíz de todos los pecados.
Por eso no es extraño que la cantidad de un hombre está ya reflejada en el texto inspirado en el reino de Salomón como la cantidad del dinero que le llegaba fruto de su mercadería. No es la mercadería de bienes materiales corruptibles lo que corrompe a Salomón, sino la cantidad de oro que le llegaba cada año. El principio de corrupción es de avaricia del dinero y no de bienes.
Así lo comentaba Santo Tomás en el texto indicado:
Según algunos, la codicia puede tomarse en varios sentidos: 1) En cuanto que es apetito desordenado de las riquezas. Y en este sentido es un pecado especial. 2) En cuanto que significa el apetito desordenado de cualquier bien temporal. Y así es el género de todo pecado, pues en todo pecado se da una conversión a los bienes transitorios, según hemos dicho (q.72 a.2). 3) En un tercer sentido se toma en cuanto significa cierta tendencia de la naturaleza corrompida a apetecer desordenadamente los bienes corruptibles. Y así dicen que la codicia es la raíz de todos los pecados, a semejanza de la raíz del árbol, que extrae su alimento de la tierra; pues así provienen todos los pecados del amor de las cosas temporales.
Mas, aunque estas cosas sean verdad, sin embargo, no parecen corresponder a la intención del Apóstol...
Y como suelo decir. Se perdieron los Estados Pontificios y se aparcó la simonía, pero la cuestión romana se solucionó con dinero en cantidad gigantesca que ha dado lugar a una expansión avarienta al poner a la Santa Sede en manos de financieros y cuyos coletazos vemos hoy en forma de cartas filtradas y verguenzas que aún están por descubrir y de todo tipo de males, incluído el de la pederastia consentida que se calla y que mencionaba el primer comentarista.
Y esto es como el elefante barroco de Ludovicus. Se toca, se palpa, pero nadie aprecia el conjunto.
Miles:
No niego que existan las conspiraciones. Pero me parece muchísimo más significativo el Zeitgeist o ethos de la época para "coordinar" determinados comportamientos. Claro que podrímos discutir hasta el cansancio la retroalimentación entre Zeitgeist y conspiración, etc. Pero, bueno, no desvirtuemos el hilo.
Cuando hablo de números puros lo hago en el sentido matemático de la expresión. Hasta hace muy poco, la Economía tomaba su modelo de la Física mecánica clásica. El cálculo de probabilidades tenía una implicancia relativamente menor; de hecho ningún modelo clásico o keynesiano aplica probabilidades. Los modelos probabilísticos comienzan a pisar fuerte a partir del momento en que aparece la computación y la capacidad de procesamiento se multiplica. Ahí, sobre la base de la utópica hipótesis de los mercados perfectos, se construye el modelo de fijación de precios de activos de capital (CAPM) que dispara exponencialmente la especulación financiera. Ya no es que los bancos multipliquen la oferta monetaria mediante la reserva fraccionaria (lo que, en última instancia, controlan los bancos centrales), es que es mucho más rentable "invertir" sobre activos virtuales (una misma acción, un mismo barril de petróleo, un mismo bono, una misma divisa, sin moverse nunca de su lugar, son transaccionados -al mismo tiempo- varias miles de veces... y, la mayoría, a cambio de promesas futuras de pago, es decir, comprados con dinero inexistente). Es una nueva torre de babel, pero hecha de transacciones "virtuales" o "digitales". Una gigantezca burbuja especulativa mundial que, a pesar de lo que se cree, no explotó en 2008, sino que sólo ha sufrido un "pequeño" contratiempo.
Pero, insisto, el problema de la usura en la enseñanza de la Iglesia es una parte de un problema mayor, el del débito. El abandono práctico de esta doctrina llevó a la práctica individualista de la fe y, por tanto, a la legitimación de la usura.
Yo hablo de la banca, Coronel. En esto se repite el dicho de la guerra: Los aficionados hablan de estrategia y los expertos de logística. Aquí es los aficionados hablan de modelos económicos y los expertos del sistema bancario.
La reserva fraccionaria es un mero juego de probabilidades basado en la estimación de cuanto puedo multiplicar sobre el papel esa reserva sin que me sea retirada realmente. Para hacernos una idea, en España está al 2%, lo que significa que ninguna entidad bancaria necesita tener en dinero real (legal tender) más del 2% del total de lo que mueve sobre papel o dinero contable.
Y ese juego se daba ya en el siglo XVI,inventado por los primeros banqueros y era condenado por los grandes moralistas de la época. Hoy algunos (Huerta de Soto, por ejemplo) radican en este modelo de reserva fraccionaria las crisis endémicas del capitalismo.
Pero lo que no se acabe de entrar al trapo es que el sistema crediticio sobre un 100% de reserva o indíce 100 de reserva fracionara jamás ha existido porque la misma creación del dinero impone que al principio haya una donación sin reserva alguna. El juego queda más iluminado cuando observamos que desde el siglo XVIII para acá la creación de moneda y, por tanto, la donación inicial del dinero, le ha sido usurpada a los Estados y ha quedado en manos privadas y fuera del control del gobernante.
Así la herramienta primaria al bien común que es la medida del trabajo (el dinero) ha sido retirada de la potestad de aquel que tiene por cargo ordenar todo al bien común. Y mientras unos y otros se fijan en índices de paro o en inversiones estatales, el verdadero problema radica a un nivel anterior al ordenamiento legal de la economía. Un ordenamiento anterior a los mismos bancos que vemos y que usamos a diario.
Y la Iglesia, alegremente, con mucha inocencia, se dejó atrapar en ese juego, perdiendo también algo de soberanía. Pues no es otra cosa lo que se cambia en la deuda de los Estados para conseguir dinero.
Alegremente se dejó llevar la Iglesia hace ya un siglo del espíritu mundano con el tema del interés legal y las disquisiciones sobre el justo precio y los títulos externos sin darse cuenta que entregaba su mayor soberanía: la capacidad de hacer caridad dentro de la economía con los montes de piedad. La banca a la inversa del mundo, edificada sobre el beneficio para el trabajador en lugar de sobre el lucro.
Ahora convenza usted de esto a un economista neocón que presenta a su superior las magníficas cuentas de beneficios que solo va a poder invertir donde le dejen aquellos mismos que le permitieron crecer mediante el crédito.
Es que, Miles, aquí los "culpables" no son sólo los banqueros. Son los mismos gobiernos (directamente o a través de los bancos centrales) los cuales utilizan la fijación de la reserva fraccionaria como herramienta de política monetaria... y, también, financiera (me refiero a las finanzas públicas... directamente a través de la colocación de deuda en manos del Bco. Central y/o los bancos privados -adquirida con dinero "liberado" de las reservas- o, indirectamente, a través de la emisión inflacionaria).
Aún dentro de la legalidad, hay demasiados "cómplices" en todos los sectores de la economía.
Dentro de este sistema, de esa "usura" vivimos todos. Podríamos asimilarlo a una estructura de pecado.
Independientemente de todo esto. Aún si para un arraiziano, la doctrina tradicional de la usura hubiese decaído por desuetudo, la especulación ha sido expresamente condenada por Juan Pablo II en Centesimus annus, n. 43, y lo ha sido en su forma más amplia (definiendo a la especulación como las "ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social" -- ¡imaginemos, por ej., los alcances de esta doctrina en la España actual!). [Curioso que los neocon no utilicen aquí la analogía, la similitud, etc. para aplicar esta condena.]
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